Ludovico de Casoria, Santo
Presbítero y Fundador, 30 de marzo
Fuente: Franciscanos.org
Presbítero y Fundador de
Fuente: Franciscanos.org
Presbítero y Fundador de
la Congregación de los Hermanos de la Caridad
y la Congregación de Religiosas Franciscanas de Santa Isabel
Martirologio Romano: En Nápoles, San Ludovico (Arcángel) Palmentieri de Casoria, Presbítero de la Orden de los Frailes Menores, que, empujado por amor y caridad hacia los pobres en Cristo, fundó las Congregaciones de los Hermanos de la Caridad y las Monjas Franciscanas de Santa Isabel. (1885)
Etimológicamente: Ludovico = nombre de origen germánico equivalente a Luis, su significado es: Aquel guerrero que es popular
Fecha de beatificación: 18 de abril de 1993 por el Papa Juan Pablo II.
Etimológicamente: Ludovico = nombre de origen germánico equivalente a Luis, su significado es: Aquel guerrero que es popular
Fecha de beatificación: 18 de abril de 1993 por el Papa Juan Pablo II.
Fecha de canonización: 23 de noviembre de 2014 por el Papa Francisco
Breve Biografía
Ludovico de Casoria, sacerdote profeso de la Orden de los Frailes Menores, fundador de la Congregación de los hermanos de la Caridad, llamados “Bigi”, y de la Congregación de las religiosas Franciscanas de Santa Isabel, llamadas “Bigie”, empeñó su vida en obras de caridad, asistencia y promoción en favor de los enfermos y los pobres, así como en proyectos misioneros. Nació en 1814 y murió en Nápoles el año 1885.
Ludovico (en el siglo, Arcángelo Palmentieri) nació en Casoria (Nápoles) el 11 de marzo de 1814 y fue bautizado al día siguiente. Atraído por los Frailes Menores del vecino convento de San Antonio en Afragola (Nápoles), entró en el convento de San Juan del Palco en Taurano (Avellino) el 17 de junio de 1832. Recibió la ordenación sacerdotal el 4 de junio de 1837.
En 1847, mientras oraba, el Señor le indicó el nuevo camino que debía recorrer, al servicio de los pobres y los enfermos. A ellos, convertido en hombre nuevo, dedicó sus primeros cuidados: en su celda del convento de San Pedro en Aram, Nápoles, montó una farmacia para los frailes enfermos.
Más tarde adquirió una quinta, llamada La Palma, donde creó una enfermería para los frailes. Allí quiso que estuviera también la sede de la Obra de los «Moretti», que, en sus planes de evangelización misional, debía servir para educar a los jóvenes africanos y hacerlos apóstoles de África (África convertirá al África). Con la misma finalidad misionera, dio vida después a la Obra de las «Morette», que encomendó a las Hermanas Estigmatinas de la sierva de Dios Anna Fiorelli Lapini.
Creó diversas obras asistenciales: asilos para ancianos, convictorios, escuelas, colonias agrícolas, hospicios, montes de piedad, tipografías...
En su inmenso deseo de hacer el bien, promovió también la cultura, que consideraba como la vía para la fe y medio de promoción humana, poniendo en marcha modernas iniciativas culturales, como un observatorio meteorológico, cinco revistas, la traducción al italiano de las Obras de san Buenaventura, una edición de bolsillo de la Biblia, etc.
Circundado de gran fama de santidad, el padre Ludovico concluyó su misión terrena en Nápoles, en el Hospicio Marino (último creada por él, en pro de los marineros ancianos), el 30 de marzo de 1885, Lunes Santo. Allí reposan sus restos mortales desde 1887, bajo la custodia de sus hijas espirituales, las Hermanas Elisabetinas Grises (“Elisabettine Bigie”), que había fundado en 1862.
El 12 de agosto de 1885, pasados apenas 135 días de su tránsito, se abría en Nápoles el proceso canónico para su beatificación. Sus virtudes heroicas fueron solemnemente reconocidas por el Papa Pablo VI el 13 de febrero de 1964. El milagro para su beatificación, obrado en Salerno en favor de sor Luisa Capecelatro, Hija de la Caridad, fue aprobado el 11 de julio de 1992 por Juan Pablo II, quien lo beatificó en la fecha ya indicada.
Ludovico (en el siglo, Arcángelo Palmentieri) nació en Casoria (Nápoles) el 11 de marzo de 1814 y fue bautizado al día siguiente. Atraído por los Frailes Menores del vecino convento de San Antonio en Afragola (Nápoles), entró en el convento de San Juan del Palco en Taurano (Avellino) el 17 de junio de 1832. Recibió la ordenación sacerdotal el 4 de junio de 1837.
En 1847, mientras oraba, el Señor le indicó el nuevo camino que debía recorrer, al servicio de los pobres y los enfermos. A ellos, convertido en hombre nuevo, dedicó sus primeros cuidados: en su celda del convento de San Pedro en Aram, Nápoles, montó una farmacia para los frailes enfermos.
Más tarde adquirió una quinta, llamada La Palma, donde creó una enfermería para los frailes. Allí quiso que estuviera también la sede de la Obra de los «Moretti», que, en sus planes de evangelización misional, debía servir para educar a los jóvenes africanos y hacerlos apóstoles de África (África convertirá al África). Con la misma finalidad misionera, dio vida después a la Obra de las «Morette», que encomendó a las Hermanas Estigmatinas de la sierva de Dios Anna Fiorelli Lapini.
Creó diversas obras asistenciales: asilos para ancianos, convictorios, escuelas, colonias agrícolas, hospicios, montes de piedad, tipografías...
En su inmenso deseo de hacer el bien, promovió también la cultura, que consideraba como la vía para la fe y medio de promoción humana, poniendo en marcha modernas iniciativas culturales, como un observatorio meteorológico, cinco revistas, la traducción al italiano de las Obras de san Buenaventura, una edición de bolsillo de la Biblia, etc.
Circundado de gran fama de santidad, el padre Ludovico concluyó su misión terrena en Nápoles, en el Hospicio Marino (último creada por él, en pro de los marineros ancianos), el 30 de marzo de 1885, Lunes Santo. Allí reposan sus restos mortales desde 1887, bajo la custodia de sus hijas espirituales, las Hermanas Elisabetinas Grises (“Elisabettine Bigie”), que había fundado en 1862.
El 12 de agosto de 1885, pasados apenas 135 días de su tránsito, se abría en Nápoles el proceso canónico para su beatificación. Sus virtudes heroicas fueron solemnemente reconocidas por el Papa Pablo VI el 13 de febrero de 1964. El milagro para su beatificación, obrado en Salerno en favor de sor Luisa Capecelatro, Hija de la Caridad, fue aprobado el 11 de julio de 1992 por Juan Pablo II, quien lo beatificó en la fecha ya indicada.
Antonio Maria Develuy, Santo
Obispo y Martir, 30 de marzo
Por: . | Fuente: Web de la Conferencia Episcopal Coreana (cbck.or.kr) y otros
Por: . | Fuente: Web de la Conferencia Episcopal Coreana (cbck.or.kr) y otros
Obispo
Martirologio Romano: En la aldea de Su-Ryong, en Corea, santos mártires Antonio Daveluy, obispo, Pedro Aumaitre, Martín Lucas Huin, presbíteros, José Chang Chu-gi, Tomás Son Cha-son y Lucas Hwang Sok-tu, catequistas, que por su fe en Cristo murieron decapitados (†1866).
Breve Biografía
Antoine Daveluy nació el 16 de marzo de 1818 en Amiens, Francia. Su padre era propietario de una fábrica, concejal de la ciudad, y funcionario del gobierno. Los miembros de su familia eran devotos católicos y dos de sus hermanos también fueron sacerdotes. A los siete años de edad comenzó a estudiar latín; en 1827 ingresó a un colegio regentado por los jesuitas, pero cuando por decreto del rey los centros educativos de los jesuitas fueron cerrados, pasó a estudiar a una escuela pública.
Quería ser sacerdote, y a pesar de sus problemas de salud entró en el Seminario de San Sulpicio en Issy-les-Moulineaux en octubre de 1834 y fue ordenado sacerdote el 18 de diciembre de 1841. Su primer destino fue como coadjutor en Roye, donde ejerció exitosamente su ministerio durante veinte meses.
El 4 de octubre de 1843, se unió a la Sociedad de las Misiones Extranjeras de París. El 6 de febrero de 1844 partió para el lejano oriente, con la intención de servir como misionero en las islas Ryukyu de Japón. Tras seis meses de viaje, llegó a Macao, donde fue persuadido por el recién nombrado vicario apostólico de Corea Joseph Jean Baptiste Ferréol, para que lo acompañara a Joseon (Corea). Los dos se unieron aAndrés Kim Tae-Gon, un seminarista coreano que había estado estudiando en el seminario de Macao. Primero viajaron a Shanghái donde el obispo Ferréol ordenó sacerdote a Andrés Kim el 17 de agosto de 1845. Los tres sacerdotes luego hicieron una travesía, en un pequeño barco de madera, por el tormentoso mar de Corea, llegando a la Provincia de Chungcheong en octubre de ese año.
El Padre Daveluy comenzó a trabajar como misionero en Corea, a adquirir fluidez en el idioma. Escribió un diccionario coreano-francés y otros libros acerca de la Iglesia católica y su historia en Corea.
El 13 de noviembre de 1855, el Papa Pío IX lo nombró obispo coadjutor del obispoSimeón Berneux, quien había sido nombrado vicario apostólico en 1854 después de la muerte del obispo Ferréol en 1853. Fue consagrado, en una ceremonia privada, por el obispo Berneux el 25 de marzo de 1857.
Después de que el 8 de marzo de 1866 el obispo Berneux fuera ejecutado durante una campaña del gobierno coreano en contra de los católicos, el obispo Daveluy se convirtió en el vicario apostólico. Apenas unos días después, el 11 de marzo, fue arrestado, encarcelado y torturado. Defendió firmemente su fe católica. Condenado a muerte, pidió ser ejecutado el Viernes Santo, 30 de marzo de ese año. Fue decapitado en una base naval de Corea en Galmaemot, cerca de la actual Boryeong junto con otros dos sacerdotes franceses, los padres Pedro Aumaitre y Martin Lucas Huin, y tres catequistas laicos: Lucas Hwang Sok-tu (asistente personal Obispo Daveluy), José Chang Chu-gi y Tomás Son Cha-son.
El Papa San Juan Pablo II los canonizó el 6 de mayo de 1984 a todos ellos, junto al padre Kim, al Obispo Berneux y otros 95 mártires de Corea.
Segundo de Asti, Santo
Segundo de Asti, Santo
Segundo de Asti, Santo
Mártir, 30 de marzo
Martirologio Romano: En Asti, en la región transpadana, san Segundo, mártir.
La historia sucede en Asti, ciudad de la región de Piamonte, en el noroeste de Italia. Siendo Sapricio prefecto de Asti, quien debía ir a ver a Marciano, (prisionero cristiano en un pueblo llamado Terdón), para intentar obligarle a ofrecer sacrificios a los ídolos, pidió que en este viaje lo acompañara como escolta uno de sus hombres de más confianza: Segundo.
A poco de iniciarse el viaje una paloma vino a posarse en la cabeza de nuestro protagonista, lo que sorprendió a Sapricio, la paloma se fue pero, al rato, cruzando un río, Segundo vio a un ángel del Señor caminando sobre las aguas que le dijo: Segundo, abraza le fe cristiana y caminarás sobre los idólatras igual que yo sobre el agua.
Sapricio dijo, Segundo parece que los dioses te hablaran y siguieron el camino pero aconteció que que otro ángel se hizo visible al cruzar otro río, y habló así: Segundo, ¿tienes dudas o crees en Dios?, a lo que Segundo respondió: creo en la verdad de su Pasión. Sapricio, sorprendido por el soliloquio que había salido de boca de Segundo le preguntó ¿Te pasa algo?. Segundo guardó silencio.
A la entrada de Terdón, apareció de repente San Marciano, al que uno de los ángeles había sacado de la cárcel, y dijo: Segundo emprende el camino de la verdad para que puedas recibir la gracia de la fe. Segundo al averiguarle Sapricio sobre lo que estaba pasando, ni corto ni perezoso, respondió: para ti es como si soñaras, pero para mí es un aviso y una fuente de fortaleza .
A partir de aquí, Segundo se separó de Sapricio y se dirigió a Milán donde se encontró con Faustino y Jovita, que habían salido de la cárcel con ayuda de un ángel y con un poco de agua de lluvia le bautizaron.
Entonces apareció otra paloma que traía en el pico la hostia sagrada, el cuerpo y la sangre de Cristo, para que Segundo confortara con todo ello a San Marciano que, nuevamente estaba en una celda en Terdón. Con ayuda de un ángel cruza el río Po y consigue llevar la comunión a San Marciano, poco tiempo antes de que lo ejecutaran. Segundo será quien enterrará el cuerpo del mártir.
La historia posterior está decorada con elementos fantásticos, cosa común en los relatos de las virtudes heroicas en aquellos días. Lo que se puede sacar en claro es que: habiéndose dado cuenta Sapricio de lo cambiado que estaba Segundo, y sospechando que este se había hecho cristiano, lo invitó a ofrecer sacrificios a los ídolos, como Segundo rechazara la invitación, ordenó que lo aprendan y torturaran, esa noche fue dejado en una celda con sus miembros dislocados, pero un ángel acudió a curarlo esa noche, por lo que al día siguiente para sorpresa de Sapricio se presentó ante él totalmente sano.
Mandó a que lo encerraran junto a Calocero, quien de acuerdo a ciertos relatos en algún encuentro anterior fue quien le hiciera conocer a Segundo las nociones del cristianismo. Tanto Calocero como Segundo seguían negándose a realizar sacrificios a los ídolos, Sapricio envió nuevamente a Calocero a la celda pero ordenó que Segundo, en quien en algún momento había puesto toda su confianza, fuera llevado inmediatamente fuera de la ciudad y decapitado. El año era aproximadamente el 119.
Mártir
A poco de iniciarse el viaje una paloma vino a posarse en la cabeza de nuestro protagonista, lo que sorprendió a Sapricio, la paloma se fue pero, al rato, cruzando un río, Segundo vio a un ángel del Señor caminando sobre las aguas que le dijo: Segundo, abraza le fe cristiana y caminarás sobre los idólatras igual que yo sobre el agua.
Sapricio dijo, Segundo parece que los dioses te hablaran y siguieron el camino pero aconteció que que otro ángel se hizo visible al cruzar otro río, y habló así: Segundo, ¿tienes dudas o crees en Dios?, a lo que Segundo respondió: creo en la verdad de su Pasión. Sapricio, sorprendido por el soliloquio que había salido de boca de Segundo le preguntó ¿Te pasa algo?. Segundo guardó silencio.
A la entrada de Terdón, apareció de repente San Marciano, al que uno de los ángeles había sacado de la cárcel, y dijo: Segundo emprende el camino de la verdad para que puedas recibir la gracia de la fe. Segundo al averiguarle Sapricio sobre lo que estaba pasando, ni corto ni perezoso, respondió: para ti es como si soñaras, pero para mí es un aviso y una fuente de fortaleza .
A partir de aquí, Segundo se separó de Sapricio y se dirigió a Milán donde se encontró con Faustino y Jovita, que habían salido de la cárcel con ayuda de un ángel y con un poco de agua de lluvia le bautizaron.
Entonces apareció otra paloma que traía en el pico la hostia sagrada, el cuerpo y la sangre de Cristo, para que Segundo confortara con todo ello a San Marciano que, nuevamente estaba en una celda en Terdón. Con ayuda de un ángel cruza el río Po y consigue llevar la comunión a San Marciano, poco tiempo antes de que lo ejecutaran. Segundo será quien enterrará el cuerpo del mártir.
La historia posterior está decorada con elementos fantásticos, cosa común en los relatos de las virtudes heroicas en aquellos días. Lo que se puede sacar en claro es que: habiéndose dado cuenta Sapricio de lo cambiado que estaba Segundo, y sospechando que este se había hecho cristiano, lo invitó a ofrecer sacrificios a los ídolos, como Segundo rechazara la invitación, ordenó que lo aprendan y torturaran, esa noche fue dejado en una celda con sus miembros dislocados, pero un ángel acudió a curarlo esa noche, por lo que al día siguiente para sorpresa de Sapricio se presentó ante él totalmente sano.
Mandó a que lo encerraran junto a Calocero, quien de acuerdo a ciertos relatos en algún encuentro anterior fue quien le hiciera conocer a Segundo las nociones del cristianismo. Tanto Calocero como Segundo seguían negándose a realizar sacrificios a los ídolos, Sapricio envió nuevamente a Calocero a la celda pero ordenó que Segundo, en quien en algún momento había puesto toda su confianza, fuera llevado inmediatamente fuera de la ciudad y decapitado. El año era aproximadamente el 119.
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