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miércoles, 25 de marzo de 2020

San Quirino de Tegernsee, mártir. (25 de marzo)

San Quirino de Tegernsee, mártir.

Traslado y veneración de un ignoto mártir.

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San Quirino. Abadía de Tegernsee.
San Quirino. Abadía de Tegernsee.
San Quirino de Tegernsee, mártir. 25 de marzo y 16 de junio (traslación de las reliquias).

En 765 el papa San Zacarías (3, 15 y 22 de marzo) donó las reliquias de un santo llamado Quirino al monasterio benedictino El Salvador, Tegernsee. Dichas reliquias provenían de las catacumbas de San Ponciano (13 de agosto). Su culto pronto se extendió, aún en fechas tempranas por la zona de Baviera. Sobre él nada se sabe, pues la primera "passio", por supuesto inventada, data de 1170. Según esta, es el mismo santo que aparece mencionado en el martirologio pseudojeronimiano "Romæ, sancti Cyri", 24 de marzo, pero eso es imposible de probar. La "vita" también dice que Quirino era hijo del emperador Filipo "el Árabe", y habría sido martirizado el 25 de marzo de 269 por su fe cristiana imperando Claudio II, siendo decapitado, arrojado al Tíber. Su cuerpo fue depositado por las aguas en la isla tiberina y luego sepultado nada menos que por Santos Mario y Marta de Persia (19 de enero), que se hallaban en peregrinación en Roma. en dicha catacumba.

Sobre su traslación también hay varias leyendas, como que unos curiosos abrieron el relicario para ver los huesos, y se les quemaron los dedos. Otra dice que en el último descanso que hizo la comitiva justo antes de llegar al monasterio brotó una fuente de aguas milagrosas. Y una tercera narra que al ser enterrado en Tegernsee, se vio brotar sangre de los huesos. Un aceite que en 1430 comenzó a brotar a la orilla del lago Bad Wiessee, con propiedades curativas, fue llamado "óleo de San Quirino". Es invocado contra la peste, la ceguera y el dolor de oídos

A 25 de marzo además se celebra a
San Pedro Fórmica, mercedario.
San Dimas el Buen Ladrón.

jueves, 31 de octubre de 2019

San Quintín de Vermand, mártir. (31 de octubre)

San Quintín de Vermand, mártir.

"Creo con el corazón y con la boca en la gloria de Cristo"

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Mano de San Quintín. Vermand.
Mano de San Quintín. Vermand.
San Quintín de Vermand, mártir. 31 de octubre.

Sus Actas, que son tardías, ficticias y de poco crédito, dicen que Quintín era compañero en la Galia de San Luciano de Beauvais, aunque nuestro santo predicó en Amiens. Allí estaba cuando supo de la persecución de Diocleciano y Maximiano. Era gobernador Rictovario (bajo él padecieron Santos Valerio y Rufino de Soissons (14 de junio y domingo posterior a Pentecostés, traslación de las reliquias) y Santos Crispín y Crispiniano (25 de octubre). Apenas supo el tirano que Quintín estaba cerca, mandó apresarlo.

Le interrogó sobre quien era y el santo le respondió: "Llevo el nombre de cristiano porque creo con el corazón y con la boca en la gloria de Cristo. Pero mis padres me dieron el nombre de Quintín".
Rictovario: "¿De que familia eres?"
Quintín: "Soy ciudadano romano, hijo del senador Zeno."
R: "¿Cómo es que uno que proviene de una raza noble ha adoptado una superstición como la de adorar a aquel que fue crucificado por los judios?"
Q: "La más alta nobleza consiste en conocer a Dios y obedecer sus mandamientos."
R: "Quintín, sal de este engaño, y sacrifica a los dioses."
Q: "No voy a sacrificar a tus dioses, que no son sino demonios."
R: "Si no sacrificas, te haré pasar crueles tormentos."
Q: "Prometo por mi Señor y mi Dios que no cumpliré tus órdenes. En cuanto a tus amenazas, yo no les temo. Haz tu voluntad para con mi cuerpo, pues encomiendo mi alma a Cristo".
Y Rictiovario ordenó que fuera azotado. Hasta aquí, tenemos un interrogatorio y un relato formal, como tantísimos que habría, en los que los cristianos se identificaban como tales. Algunos permanecerían firmes y otros flaquearían. Pero las supuestas actas de Quintín incurren en diversos milagros y algunos para nada históricos tormentos. Mientras que la flagelación era llevada a cabo, algunos soldados quedaron paralíticos y otros eran incapaces de coordinar los movimientos, como si borrachos estuvieran. Rictiovario, sorprendido, mandó que Quintín fuera echado en la prisión, pero allí le liberó un ángel y Quintín se fue a la plaza central de Amiens, donde comenzó a predicar a Cristo, como siempre hacía. Los guardias que le custodiaban, viendo aquello, se convirtieron a la fe.

Rictiovario lo detuvo y mandó le metieran en un caldero de aceite hirviendo, de donde salió ileso, como San Juan Ante Portam Latinam (6 de mayo). Luego mandó el gobernador le llenaran la boca de cal, hiel y vinagre para que no pudiera seguir predicando, pero en esto también salió invicto el santo mártir. Luego le llevó encadenado a Augusta Vermanduorum, la actual Vermand. Allí le puso en un potro lleno de clavos manos, rodillas y dedos, pero el santo ante este doloroso tormento solo redobló su fe y valentía, y oró ante todos, logrando numerosas conversiones. Como vieron que no lograban reducirle, ordenó Rictiovario que fuera decapitado, y aún con tanto dolor en su cuerpo, caminó alegremente hacia el sitio de su martirio. En el momento de serle cortada la cabeza, una paloma blanca salió de su garganta y voló al cielo, convirtiendo a otros muchos.

El cuerpo fue arrojado al río Somme y según la historia de las reliquias, estuvo 55 años en el río hasta que un ángel reveló a una viuda llamada Eusebia donde estaba el cuerpo del mártir. Ella lo recuperó y construyó una iglesia para guardarlo. Sería el origen de la posterior y bella iglesia de San Quintín. Allí en Vermand se hallan la mayoría de las reliquias del santo: cabeza, mandíbula, una mano, dientes y otros huesos. Otros se hallan dispersos por medio mundo.

Fuentes:
-"Año cristiano o Ejercicios devotos para todos los días del año". Octubre. R.P. JUAN CROISSET. S.J. Barcelona, 1863.
-"Vidas de los Santos". Tomo XII. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD. 1916.

A 31 de octubre además se celebra a Santa Lucilla de Roma, mártir.

San Quintín, misionero mártir. San Quintín es Patrono de los médicos (31 de octubre)

San Quintín, misionero mártir. San Quintín es Patrono de los médicos

san quintin misionero martir patrono de los medicos y capellanes

San Quintín deseaba que muchas personas conocieran y amaran a Dios. San Quintín es el patrono de médicos y capellanes

  
San Quintín, conocido también como Quintinus, fue un misionero mártir de la iglesia Católica que era hijo de un senador romano llamado Zeno. Según la tradición, San Quintín tenía el poder de sanación y de liberación y de él proviene la célebre frase: "se armó la de San Quintín".... San Quintín es el santo patrono de los médicos y capellanes

Fiesta: 31 de Octubre

Martirologio romano: En la ciudad de Vermand, en la Galia Bélgica, que más tarde recibió el nombre de la Francia moderna, Saint Quintin, mártir, quien, siendo hijo de un senador romano, sufrió el martirio en tiempos del emperador Maximiano. Cincuenta años más tarde, su cuerpo fue encontrado intacto debido a una revelación angélica.

Biografía de San Quintín

San Quintín era hijo de un senador romano muy apreciado por la gente. Se hizo amigo del Papa San Marcelino, quién lo bautizó.
El más grande deseo de San Quintín era hacer que muchas personas conocieran y amaran a Jesucristo, y poder derramar su sangre por defender la religión.
Cuando el Papa San Cayo organizó una expedición de misioneros para ir a evangelizar a Francia, Quintín fue escogido para formar parte de ese grupo de evangelizadores.

Misionero y Evangelizador

Dirigido por el jefe de la misión, San Luciano, fue enviado Quintín a la ciudad de Amiens, la cual ya había sido evangelizada en otro tiempo por San Fermín, por lo cual hubo un nutrido grupo de cristianos que le ayudaron allí a extender la religión.
San Quintín y sus compañeros se dedicaron con tan grande entusiasmo a predicar, que muy pronto ya en Amiens hubo una de las iglesias locales más fervorosas del país.

San Quintín y sus dones de sanación y liberación.

Nuestro querido San Quintín había recibido de Dios el don de sanación, y así al imponer las manos lograba la curación de ciegos, mudos, paralíticos y demás enfermos.
San Quintín Había recibido también de Nuestro Señor un poder especial para alejar los malos espíritus, y eran muchas las personas que se veían libres de los ataques del demonio al recibir la bendición de San Quintín. Esto atraía más y más fieles a la religión verdadera.
Los templos paganos se quedaban vacíos, los sacerdotes de los ídolos ya no tenían oficio, mientras que los templos de los seguidores de Jesucristo se llenaban cada vez más y más.
Los sacerdotes paganos se quejaron ante el gobernador Riciovaro, diciéndole que la religión de los dioses de Roma se iba a quedar sin seguidores si Quintín seguía predicando y haciendo prodigios.
Riciovaro, que conocía a la noble familia de nuestro santo, lo llamó y le echó en cara que un hijo de tan famoso senador romano se dedicara a propagar la religión de un crucificado.
San Quintín le dijo que ese crucificado ya había resucitado y que ahora era el rey y Señor de cielos y tierra, y que por lo tanto para él era un honor mucho más grande ser seguidor de Jesucristo que ser hijo de un senador romano.

El martirio de San Quintín

El gobernador hizo azotar muy cruelmente a Quintín y encerrarlo en un oscuro calabozo, amarrado con fuertes cadenas.
Pero por la noche se le soltaron las cadenas y sin saber cómo, el santo se encontró libre, en la calle. Al día siguiente estaba de nuevo predicando a la gente.
Entonces el gobernador lo mandó poner preso otra vez y después de atormentarlo con terribles torturas, mandó que le cortaran la cabeza, y voló al cielo a recibir el premio que Cristo ha prometido para quienes se declaran a favor de Él en la tierra.

miércoles, 30 de octubre de 2019

San Quintín, mártir (31 de octubre)


San Quintín, mártir

fecha: 31 de octubre
†: s. III - país: Francia
otras formas del nombre: Quentin
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Elogio: Cerca de la ciudad de Vermand, en la Galia Bélgica, san Quintín, mártir, del orden senatorial, que padeció por Cristo en tiempo del emperador Maximiano.
Patronazgos: patrono de cerrajeros, sastres, porteros, médicos y capellanes; protector contra la tos, tos ferina, el goteo de la nariz y la hidropesía.

San Quintín era romano. Según la leyenda, partió a la Galia en compañía de san Luciano de Beauvais. Ambos predicaron juntos en ese país, y no se separaron sino hasta llegar a Amiens. San Quintín se quedó allí, para hacer el intento de ganar a Cristo esa comarca con el trabajo y la oración. Su premio fue la corona del martirio. El prefecto Ricciovaro, habiendo tenido noticias de los progresos del cristianismo en Amiens, mandó aprehender a san Quintín. Al día siguiente, el santo misionero compareció ante el prefecto, que trató en vano de doblegarle con promesas y amenazas. Como no lo lograse, le mandó azotar y le encerró en una mazmorra, a donde los cristianos no podían ir a visitarle.
El relato del martirio de San Quintín está formado por una serie de torturas y milagros inventados. Se cuenta que se le atormentó en el potro hasta descoyuntarle todos los huesos; después se le desgarró con garfios, se le virtió aceite hirviente en la espalda y se le aplicaron a los costados antorchas encendidas. Con la ayuda de un ángel, Quintín escapó de la prisión, pero los guardias le arrestaron nuevamente cuando predicaba en la plaza pública. Al partir de Amiens, Ricciovaro mandó que Quintín fuese conducido a Augusta Veromanduorum (actualmente Saint-Quentin) y allí trató de doblegarle otra vez. Finalmente, avergonzado al verse vencido por el santo, Ricciovaro mandó torturarle de nuevo y degollarle. En el momento de la ejecución, una paloma salió del cuello cercenado y se perdió en el cielo. El cadáver fue arrojado al río Somme, pero los cristianos lo recuperaron y lo sepultaron cerca de la ciudad.
Dado que san Gregorio de Tours habla ya de una iglesia dedicada a San Quintín, no hay razón para dudar que haya sido un mártir auténtico. Pero su biografía ha sido embellecida con toda clase de agregados legendarios y existen versiones muy diferentes.
Véase una lista de las leyendas en Biblioteca Hagiográfica Latina, nn. 6999-7021. En el largo artículo consagrado a san Quintín, en Acta Sanctorum, oct., vol. XIII (1883) se citan varios textos de la leyenda y algunos relatos de la translación de las reliquias; pero de entonces acá, se han descubierto otras versiones, entre las que se cuenta cierto número de poemas carolingios (por ej. Analecta Bollandiana, vol. xx, 1901, pp. 1=44). Es interesante notar que Beda conoció la leyenda de San Quintín; véase Martyrologes historiques de Dom Quentin, quien opina que el pasaje de Beda es auténtico. La expresión castellana «armarse la de san Quintín» no se refiere de manera directa al santo, sino a las batallas (varias a lo largo de la historia) ocurridas en torno a la ciudad de Saint-Quentin.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
accedida 4140 veces
ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía, referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: https://www.eltestigofiel.org/index.php?idu=sn_3968

sábado, 15 de junio de 2019

Santos Quirico y Julita, mártires (16 de junio)


Santos Quirico y Julita, mártires

fecha: 16 de junio
†: s. inc. - país: Turquía
otras formas del nombre: Ciríaco, Cyriaco, Quirce, Quirze
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Elogio: En la provincia romana de Asia Menor, conmemoración de los santos Quirico y Julita, mártires.
Cuando los edictos de Diocleciano contra los cristianos se aplicaban con la máxima severidad en Licaonia, una viuda llamada Julita, que vivía en Iconio, juzgó prudente retirarse de un distrito donde ocupaba una posición prominente y buscar un refugio seguro bajo un régimen más clemente. En consecuencia, tomó consigo a su hijo Ciríaco o Quiricio, de tres años de edad, y a dos de sus servidoras y escapó hacia Seleucia. Ahí quedó consternada al descubrir que la persecución era todavía más cruel, bajo la dirección de Alejandro, el gobernador y, por lo tanto, continuó su huida hasta Tarso. Su arribo a la ciudad fue inoportuno, puesto que coincidió con el de Alejandro; algunos de los miembros de la comitiva del gobernador reconocieron al pequeño grupo de peregrinos. Casi inmediatamente, Julita fue detenida y encerrada en la prisión. Al comparecer ante los jueces del tribunal que iba a juzgarla, llevaba a su hijo de la mano y denotaba una absoluta serenidad. Julita era una dama de noble linaje con muy vastas y ricas posesiones en Iconio, pero en respuesta a las preguntas sobre su nombre, posición social y lugar de nacimiento, sólo afirmó que era cristiana. En consecuencia, el proceso no tuvo lugar y se la condenó a recibir el castigo de los azotes atada a las estacas. Antes de que se cumpliera con la sentencia, le fue arrebatado su hijo Ciríaco, a pesar de sus lágrimas y sus protestas.
En la leyenda sobre estos santos se dice que Ciríaco era un niño muy hermoso y que el gobernador lo tomó en sus brazos y lo sentó sobre sus rodillas, en un vano intento para que dejase de llorar. La criatura no quería más que volver al lado de su madre y extendía sus brazos hacia ella mientras la azotaban y, cuando Julita gritó, en medio de la tortura: «¡Soy cristiana!», el niño repuso como un eco: «¡Yo soy crisitano también!». En un momento dado, a impulsos de la ansiedad por librarse de las manos que le retenían y correr hacia su madre, el chiquillo comenzó a debatirse y, como Alejandro se esforzaba por contenerle, le propinó algunas patadas y le rasguñó la cara. La actitud del niño, completamente natural en aquellas circunstancias, encendió la cólera del gobernador. Se levantó hecho una furia, alzó a la criatura por una pierna y lo arrojó con fuerza sobre los escalones, al pie de su tribuna; el cráneo se le fracturó y quedó muerto al instante. Julita lo había presenciado todo desde las estacas donde estaba atada, pero en vez de manifestar su dolor, levantó la voz para dar gracias a Dios por haber concedido a su hijo la corona del martirio. Su actitud no hizo más que aumentar el furor de Alejandro. Este mandó que desgarrasen los costados de la infortunada mujer con los garfios, que fuese decapitada y que su cuerpo, junto con el de su hijo, fuera arrojado a los basureros en las afueras de la ciudad, con los restos de los malhechores. Sin embargo, después de la ejecución, el cadáver de Julita y el de Ciríaco fueron rescatados por las dos criadas que habían traído desde Iconio, quienes los sepultaron sigilosamente en un campo vecino.
Cuando Constantino restableció la paz para la Iglesia, una de aquellas servidoras reveló el lugar donde se hallaban enterrados los restos de los mártires, y los fieles acudieron en tropel a venerarlos. Se dice que las supuestas reliquias de san Ciríaco se trasladaron de Antioquía durante el siglo cuarto, por iniciativa de san Amador, obispo de Auxerre. Esto extendió el culto por este niño santo en Francia, con el nombre de san Cyr, pero en realidad no hay ninguna prueba concreta para relacionar a los santos históricos Julita y Ciríaco -si aceptamos su existencia- con la ciudad de Antioquía. A pesar de que posiblemente fueron martirizados un 15 de julio, fecha en que se conmemora su fiesta en el Oriente, el Martirologio Romano los festeja el 16 de junio.
Es una pena tener que descartar una historia tan conmovedora y a la que tanto crédito se dio durante la Edad Media en Oriente y Occidente; pero la leyenda, tal como se ha conservado en todas sus formas, es positivamente una ficción. Las «Actas de Ciríaco y Julita» fueron proscritas en el decreto de Pseudo-Gelasio en relación con los libros que no debían ser leídos y, a pesar de que esta ordenanza no procedía del Papa San Gelasio, llega hasta nosotros revestida con la autoridad de su antigüedad y de haber sido generalmente aceptada. El padre Delehaye favorece la opinión de que Ciríaco fue el verdadero mártir y el personaje central de la leyenda fabricada posteriormente. Tal vez procedía de Antioquía, como se afirma en el Hieronymianum, pero lo cierto es que su nombre aparece solo y no unido al de Julita en muchas inscripciones y dedicatorias de iglesias y lugares diversos, en toda Europa y el Cercano Oriente. Las muy diversas formas en que se ha conservado la leyenda hasta nuestros días, son un testimonio de su popularidad.
En las tres divisiones de la Bibliotheca Hagiographica que publicaron los modernos bolandistas, se encontrarán coleccionados los diversos textos. En la Graeca se mencionan cinco de esos documentos (n.n. 314-318), en la Latina figuran ocho (n.n. 1801-1808) y en la Orientalis dos (n.n. 193-194). Más de uno de esos textos se imprimió en el Acta Sanctorum, junio, vol. IV. Sobre toda la cuestión conviene consultar a Delehaye en Origines du culte des Martyrs, pp. 167-168.

fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
accedida 1487 veces
ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía, referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: https://www.eltestigofiel.org/index.php?idu=sn_2033

lunes, 3 de junio de 2019

San Quirino de Siscia, obispo y mártir (4 de junio)


San Quirino de Siscia, obispo y mártir

fecha: 4 de junio
†: 308 - país: Hungría
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Elogio: En Sabaria, lugar de Panonia, pasión de san Quirino, pasión de san Quirino, obispo de Siscia y mártir, que bajo el emperador Galerio, por la fe en Cristo, fue arrojado a un río con una rueda de molino atada al cuello.
Patronazgos: protector contra la gota y los dolores de pies.
Entre los muchos mártires que ofrendaron su vida en las provincias del Danubio durante el reinado de Diocleciano, uno de los más célebres fue Quirino, cuyas alabanzas escribieron San Jerónimo, Prudencia y Fortunato. Las «Actas» en las que se registró su proceso, sus sufrimientos y su muerte, son esencialmente auténticas, a pesar de que estuvieron sujetas a ampliaciones e intercalaciones de los copistas.
Quirino fue obispo de Siscia, población de la Croacia que ahora se llama Sisak. Cuando recibió noticias de que habían llegado las órdenes para aprehenderlo, huyó de la ciudad, pero fue capturado tras una corta persecución y entonces se le condujo ante el magistrado Máximo. Este comenzó por interrogarle sobre su intento de fuga que el acusado explicó sencillamente, al indicar que sólo había obedecido el consejo de su Señor Jesucristo, el verdadero Dios, quien dijo: «Cuando te veas perseguido en una ciudad, huye a otra».
-¿No sabías que el poder del Emperador te habría encontrado en cualquier parte? -inquiró el magistrado-. A ése que tú llamas el verdadero Dios, no le puedes pedir que te ayude ahora, una vez que el Emperador te ha atrapado, como vas a comprobarlo en seguida en carne propia.
-Dios está siempre con nosotros y puede ayudarnos en cualquier momento -repuso humildemente y con entera serenidad el obispo-. Estaba conmigo cuando me atraparon y está conmigo ahora. Es Él quien me fortalece y el que habla por mi boca.
-¡Habla demasiado, por lo visto!, cortó Máximo con cierta impaciencia. Y con tanta charla hace que te olvides de obedecer los mandatos de nuestro soberano. ¡Lee los edictos y haz lo que te ordenan!
Entonces se irguió Quirino para contestar resueltamente que nunca consentiría en hacer lo que ordenaban los edictos, puesto que lo consideraba como un sacrilegio.
-¡Los dioses que tú adoras no son nada! -exclamó con vehemencia-. Mi Dios, al que yo sirvo, está en el cielo, en la tierra y en el mar, pero se encuentra por encima de todo, porque todas las cosas están contenidas en Él, todas las cosas fueron creadas por Él y sólo por Él existen.
-Tú debes ser tan simple como un niño, para creer en esas fábulas -declaró el juez en tono despectivo-; acepta el incienso que te ofrecen mis hombres, quémalo ante los dioses y serás bien recompensado; pero si te niegas, te sujetaremos a las torturas y recibirás una muerte horrible.
Sin alterarse en lo más mínimo, Quirino repuso que aceptaba los dolores y la muerte como una gloria para él y, a continuación, Máximo ordenó que le apalearan. Mientras los soldados descargaban los golpes sobre el cuerpo del anciano, el magistrado le aconsejaba que ofreciera sacrificios y le prometía hacerlo sacerdote de Júpiter, si accedía.
-Aquí, ahora mismo ejerzo mi sacerdocio, al ofrecerme a Dios -clamó el mártir sin doblegarse. Te agradezco los golpes; no me hacen daño. Con gusto soportaría un tratamiento peor a fin de dar ánimos a todos aquellos que son de mi rebaño, para que me sigan por este atajo hacia la vida eterna.
Como Máximo no tenía la autoridad para dictar sentencia de muerte, dispuso que el reo fuera enviado a Amancio, el gobernador de la provincia de Pannonia Prima. Los esbirros condujeron al obispo a través de varias ciudades sobre el Danubio, hasta llegar a Sabaria (la actual Szombothely, en Hungría), que pocos años más tarde sería la cuna de san Martín. Ahí compareció ante Amancio, quien, luego de leer en voz alta el informe sobre el juicio previo, preguntó al acusado si lo encontraba correcto. Este repuso afirmativamente y agregó:
-He confesado al verdadero Dios en Siscia y aquí haré lo mismo, porque nunca adoré a otro. A Él lo llevo en el corazón y no hay hombre sobre la tierra que pueda separarlo de mí. Amancio admitió que se sentía inclinado a perdonar; que no deseaba someter a la tortura ni mandar matar a un anciano tan venerable como el acusado y rogó encarecidamente al obispo que cumpliese con los requisitos que le exigían para tener la dicha de acabar sus días en paz. Pero en vista de que ni los halagos, ni las promesas, ni las amenazas surtieron efecto, el gobernador no tuvo otra alternativa que la de condenar al reo.
La sentencia de muerte consistía en atar una piedra al cuello del obispo y arrojarlo al río Raab. Así se hizo, en presencia de numerosos espectadores, pero el cuerpo del anciano tardó en hundirse y todos los presentes pudieron oírle rezar y pronunciar palabras de aliento para su grey, antes de que desapareciera bajo la corriente. A corta distancia, río abajo, los cristianos rescataron el cadáver. A principios del siglo quinto, los fugitivos que huían de Pannonia, invadida por los bárbaros, llevaron las reliquias de san Quirino a Roma. Ahí quedaron guardadas en la Catacumba de San Sebastián, hasta el año de 1140, cuando se las trasladó a Santa María en Trastévere.
El texto de la pasión fue impreso por Ruinart en las Acta Sanctorum, junio, vol. I. Gran interés se despertó en torno a san Quirino, a raíz de las investigaciones de Mons. de Waal en la región de Platonia, donde se descubrieron los restos de una gran inscripción en honor del santo. Ver la monografía de de Waal Die Apostelgruft ad Catacombas, impresa como un suplemento al Rómische Quartalschrift (1894); véase también a Duchesne en La Memoria de los Apóstoles de la Via Apia, en sus Memorie della Pontificia Academia romana di Archeologia, vol. I (1923), pp. 8-10; junto con Comentario sobre el Martirologium Hieronymianum, p. 303.
Imagen: San Quirino, en un grabado de Durero de 1517.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía, referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: https://www.eltestigofiel.org/index.php?idu=sn_1897

lunes, 1 de abril de 2019

Santas Agape, Quionia e Irene. Hermanas vírgenes y mártires (1 de abril)

Santas Agape, Quionia e Irene. Hermanas vírgenes y mártires

santas agape quionia e irene hermanas virgenes y martires

Las Santas Agape, Quionia e Irene, durante la persecución de los cristianos, se negaron a hacer sacrificio a ídolos paganos

 
Las santas Agape, Qionia e Irene (que en griego significan amor, pureza y paz), fueron tres hermanas virgenes nacidas en Tesalónicaque, quienes según la tradición cristiana, fueron martirizadas por su fe en el año 304 DC, debido a que se negaron a adorar ídolos paganos.

Fiesta: 01 de Abril

Martirologio romano: En Tesalónica, Macedonia, ahora Grecia, Santas Agape y Quionia, vírgenes y mártires que, durante la persecución de los cristianos bajo mandatos del emperador Diocleciano, se negaron a comer la carne de los animales que había sido sacrificada a los ídolos, fueron entregadas al gobernador Dulcecio y condenado a morir quemadas vivas.

Santas Agape y Quionia e Irene

El emperador Diocleciano comenzó una de las más duras persecuciones efectuadas sobre la Iglesia Cristiana. Comenzó con una proclamación el 31 de Marzo del año 297 d.C. que si bien era contra los maniqueos, colocaba las bases para la persecución cristiana al afirmar:
"Es criminal poner en duda la validez de lo establecido desde tiempos antiguos".
A partir del 23 de febrero del año 303 d.C hasta el febrero del 304 d.C. promulgó cuatro edictos sucesivos.
El primero prohibía el culto cristiano, se confiscan los libros religiosos y se destruyen las iglesias, el cristiano es excluido de cualquier función pública y sometido a limitaciones jurídicas.
El segundo edicto va todavía más allá ordenando el arresto de los líderes de las iglesias, seguido de inmediato por el tercer edicto que permitía la liberación de estos encarcelados si consentían hacer libaciones y sacrificios a los dioses paganos.
A pesar de esto la Iglesia permaneció firme y se negó a apostatar de la fe, por lo que vino el cuarto edicto: Todos los habitantes son obligados a sacrificar a dioses paganos bajo amenaza de las más terribles torturas, la muerte, condenas a trabajos forzados en las minas.
En aquella época vivían en Tesalónica de Macedonia tres hermanas cristianas, Agape, Quionia e Irene, hijas de padres paganos, y que tenían en su poder varios libros de la Sagrada Escritura
El martirio de estas tres jóvenes hermanas se cuenta en un documento que es una versión un poco amplia de testimonio auténtico.
Las mujeres fueron apresadas y llevadas ante el gobernador de Macedonia, Dulcicius, acusado de negarse a comer la comida que se ofreció en sacrificio a los dioses.

Diálogo entre el gobernador y las hermanas:

  • ¿Están locas? ¿Cómo se les ha metido en la cabeza desobedecer al mandato del emperador?, dijo el gobernador. Después, volviéndose hacia Agatón, le preguntó:
  • ¿Por qué te niegas a comer la carne ofrecida a los dioses, como lo hacen los otros súbditos del emperador?
  • Porque soy cristiano, replicó Agatón.
  • ¿Estás decidido a seguir siéndolo?, le preguntó el gobernador
  • Sí. 

    Entonces, el gobernador interrogó a Agape sobre sus convicciones religiosas. Su respuesta fue la siguiente:
  • - Creo en Dios y no estoy dispuesta a renunciar al mérito de mi vida pasada, cometiendo una mala acción.
  • Y tú, Quionia, ¿qué respondes?, le preguntó el gobernador
  • - Que creo en Dios y por consiguiente no puedo obedecer al emperador, respondió
  • A la pregunta de por qué no obedecía al edicto imperial, Irene respondió: "Porque no quiero ofender a Dios".
  • ¿Y tú, Casia?, preguntó el gobernador nuevamente
  • - Porque deseo salvar mi alma.
  • ¿De modo que no estás dispuesta a comer la carne ofrecida a los dioses?
  • - ¡No!
Felipa declaró que estaba dispuesta a morir antes que obedecer. Lo mismo dijo Eutiquia, una viuda que pronto iba a ser madre. Por esta razón, el juez mandó que la condujesen de nuevo a la prisión y siguió interrogando a sus compañeros:
  • Agape, ¿has cambiado de decisión? ¿Estás dispuesta a hacer lo que hacemos quienes obedecemos al emperador?
  • - No tengo derecho a obedecer al demonio, replicó la mártir; todo lo que digas no me hará cambiar.
  • ¿Cuál es tu última decisión, Quionia?, prosiguió el gobernador.
  • - La misma de antes.
  • ¿No poseéis ningún libro o escrito referente a vuestra impía religión?
  • - No.El emperador nos los ha arrebatado todos".
A la pregunta del juez de quién las había convertido al cristianismo, Quionia respondió simplemente y con tono firme: "Nuestro Señor Jesucristo".
Cuando el gobernador les preguntó que de donde habían aprendido estas ideas tan extrañas, Quionia respondió: "Fue por nuestro Señor Jesucristo", a lo que entonces fue dictada la sentencia de que fuesen quemadas vivos.
El Gobernador además ordenó que Irene fuese desnudada y expuesta en un burdel, pero nadie abusó de ella, por lo que se le dio una última oportunidad de rendirse y renegar de su fe, cosa que jamás sucedió, así que luego fue sentenciada a muerte. Incluso los libros, las Sagradas Escrituras, fueron quemados públicamente.
Las otras mujeres y el hombre llamado Agatón, que fueron juzgados junto con estos mártires; fueron condenados a permanecer prisioneros. Jamás se supo lo que les sucedió después.

miércoles, 6 de marzo de 2019

Los Santos Mártires de Quersoneso.(7 de marzo)

Los Santos Mártires de Quersoneso.

De unos obispos fieles como el Buen Pastor.

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Basilio, Efraim, Eugenio, Agathodoro y Elpidio.
Basilio, Efraim, Eugenio, Agathodoro y Elpidio.
Santos Basilio, Efraim, Eugenio, Agathodoro, Elpidio, obispos mártires; y Etherio y Capito de Quersoneso, obispos. 7 y 20 de marzo (Iglesia Rusa).

Estos siete obispos fueron enviados a principios del siglo IV a Crimea por Hermón, Patriarca de Jerusalén, para que predicasen el Evangelio. Era la población del Quersoneso pagana y de costumbres bárbaras. Los apóstoles comenzaron a predicar a Cristo, pero el Evangelio chocaba con la fiereza local, por lo que los paganos quisieron deshacerse de aquellos que predicaban un dios nuevo, incompatible con sus dioses vengativos y lujuriosos. Atraparon a los obispos y los sometieron a diversos tormentos: Basilio fue lapidado, Efraim, Eugenio, Agathodoro y Elpidio murieron decapitados. Solo se libró Etherio, que murió anciano y confesando a Cristo en paz. Le sucedió Capito, el cual también predicó incansablemente el nombre de Cristo.

Los escitas que vivían allí le pidieron una señal que confirmara la verdad del dios que proclamaba en su Evangelio. Así que lo invitaron a entrar en un horno de fuego ardiendo. Capito aceptó, pero antes de entrar declaró que Dios libraba a los que le amaban y servían, y que lo demostraría con él mismo. Hizo la señal de la cruz y entró por sí mismo en el horno. Al cabo de una hora lo sacaron y estaba ileso, logrando con este portento muchas conversiones a la verdadera fe. Al parecer fue uno de los padres conciliares en el I Concilio de Nicea en 325. Otra versión le pone naufragado en un viaje, y establecido en regiones de Grecia, donde evangelizó a los paganos. Como seguían adorando a los dioses, destruyó sus ídolos, a la par que levantaba un templo en honor de San Pedro. Fue capturado por los paganos y asesinado. Su memoria aparte de los otros obispos es a 22 de diciembre. Tal vez se trate de otro santo del mismo nombre.


Fuentes:
-“Welsh Classical Dictionary”. PETER BARTRUM . National Library of Wales, 1993.
-"Acta Sanctorum, Marzo. Tomo I".

martes, 19 de febrero de 2019

San Quodvultdeus de Cartago, obispo y confesor (19 de febrero)


San Quodvultdeus de Cartago, obispo y confesor

fecha: 19 de febrero
†: c. 444 - país: Italia
canonización: pre-congregación
hagiografía: Abel Della Costa
Elogio: En Nápoles, en la Campania, sepultura de san Quodvultdeus, obispo de Cartago, que desterrado junto con su clero por el rey arriano Genserico, fueron abandonados en el mar en naves viejas, sin remos ni velas, y, contra toda esperanza, llegaron a Nápoles, dónde murió el mencionado obispo como confesor de la fe.

Quodvultdeus -cuyo nombre en latín significa «Lo que Dios quiere»- llegó a ser obispo de Cartago, posiblemente en el 428. Pero el arriano Genserico, rey de los vándalos, se apoderó de la ciudad en el 438, y comenzó una feroz persecución contra los católicos. Sometió al obispo a la tortura y, como no pudiera conseguir que apostatara, obligó, tanto a él como a otros miembros del clero, a embarcarse en navios averiados para que naufragaran. Pero un milagro les preservó y pudieron arribar sanos y salvos a las costas de Campania, donde fueron recibidos por el obispo Nostriano.
Se conservan dos cartas de san Agustín, del año 427, dirigidas a Quodvultdeus, donde el gran Padre lo llama «hijo dilectísimo y condiácono» y «señor sincerísimamente dilectísimo, hermano y condiácono» (cartas 222 y 224 del epistolario agustiniano); en ellas san Agustín se refiere a un pedido que le habría hecho Quodvultdeus de un catálogo de herejías. Habitualmente se considera que el «condiácono» al que se refiere Agustín es el mismo que luego será el obispo que celebramos hoy. De hecho, en una carta del año siguiente del mismo san Agustín a Honorato (carta 228 del catálogo agustiniano) se menciona a Quodvultdeus ya como «coepíscopo». Si esto es así, se conservan de él algunas obras y homilías, una de las cuales se leen en el actual Oficio de Lecturas del día de los Santos Inocentes.
No se tienen detalles sobre el desarrollo de la vida del obispo en Nápoles, aunque es posible que en ese tiempo escribiera algunas de sus obras, luchara contra el pelagianismo, y muriera en la misma ciudad, hacia el año 444. En el calendario marmóreo de Nápoles, un testimonio antiguo de las prácticas litúrgicas de la Iglesia napolitana, se inscribe al santo en esta fecha de 19 de febrero.
Ver Butler (tr. Guinea) «Vidas de los santos», México, 1965, tomo I, pág 375. Di Berardino, Patrología, tomo III, pág 600 (en especial puede verse allí un detalle de las obras y ediciones); San Agustín, epistolario (Obras Completas, BAC, compl. tomo VIII, pp 1062-1065). Acta Sanctorum, oct. XI, pág. 845ss. (antes de la edición del Martirologio Romano de 1922 el santo estaba inscripto el 26 de octubre). Imagen: mosaico de san Quodvultdeus en la Catacumba de San Genaro, en Nápoles, del siglo V.
Abel Della Costa
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