domingo, 31 de enero de 2021

Santos del día 1 de febrero

 

Santos del día 1 de febrero
Kalendis februarii
En Frigia, conmemoración de san Trifón, mártir.
En Ravena, en la región de Flaminia, san Severo, obispo.
En Augusta Tricastina, en la Galia Vienense, san Pablo, obispo, que dio posteriormente su actual nombre a la ciudad, Saint-Paul-Trois-Châteaux.
En Kildare, de Hibernia, santa Brígida, abadesa, que fundó uno de los primeros monasterios de la isla y, según se cuenta, continuó el trabajo de evangelización iniciado por san Patricio.
En Augusta Pretoria, en los Alpes Grayos, san Urso, presbítero.
En Anicio, en Aquitania, san Agripano, obispo y mártir, el cual, de regreso a Roma, a su llegada a dicha región fue asesinado por unos idólatras.
En Metz, en Austrasia, el santo rey Sigeberto III, que fundó los monasterios de Stavelot y Malmedy, así como muchos otros, y se distinguió por su liberalidad en hacer limosnas a las iglesias y a los pobres.
En la villa de Ciruelos, en la región española de Castilla la Nueva, san Raimundo, abad de Fitero, fundador de la Orden de Calatrava, bajo la Regla del Cister, e insigne sostenedor del cristianismo.
En Saint-Malo, en Bretaña Menor, san Juan, obispo, varón de gran austeridad y justicia, que trasladó su sede episcopal desde Aleth a esa ciudad. San Bernardo lo alabó como obispo pobre, amigo de los pobres y amante de la pobreza.
En París, en Francia, beato Reginaldo de Orleans, presbítero, quien, de paso por Roma, conmovido por la predicación de santo Domingo, entró en la Orden de Predicadores, donde atrajo a muchos con el ejemplo de sus virtudes y el ardor de su palabra.
En Castro Fiorentino, en la Toscana, santa Viridiana, virgen, que vivió recluida desde la juventud hasta la ancianidad.
En el convento de Piglio, en el Lacio, beato Andrés, de la familia de los condes de Segni, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, que, renunciando a altas dignidades, prefirió servir a Cristo en la humildad y simplicidad.
En Dublín, en Irlanda, beatos mártires Conor O'Devany, obispo de Down and Connor, de la Orden de los Hermanos Menores, y Patricio O'Lougham, presbítero, ahorcados ambos por ser católicos, bajo el reinado de Jacobo I.
En Londres, en Inglaterra, san Enrique Morse, presbítero de la Orden de la Compañía de Jesús y mártir, el cual, apresado en diversas ocasiones y exiliado por dos veces, fue encarcelado de nuevo, en tiempo del rey Carlos I, por ser sacerdote, y, después de haber celebrado la Misa en la cárcel, entregó su alma a Dios, ahorcado en Tyburn.
En Avrillé, en las cercanías de Angers, en Francia, pasión de las beatas María Ana Vaillot y sus cuarenta y seis compañeras, que recibieron la corona del martirio durante la Revolución Francesa. Estos son sus nombres: Otilia Baumgarten, religiosa; Juana Gruget, Luisa Rallier de la Tertinilre, Magdalena Perrotin, María Ana Pichery y Simona Chauvigné, viudas; Francisca Pagis, Juana Fouchard, Margarita Riviére, María Cassin, María Fausseuse, María Galard, María Gasnier, María Juana Chauvigné, María Lenée, María Leroy Brevet, María Rouault, Petrina Phélippeaux, Renata Cailleau, Renata Martin y Victoria Bauduceau, esposas; Juana, Magdalena y Petrina Sailland d'Espinatz, hermanas; Gabriela, Petrina y Susanna Androuin, hermanas; María y Renata Grillard, hermanas; Ana Francisca de Villencuye, Ana Hamard, Carla Davy, Catalina Cottanceau, Francisca Bellanger, Francisca Bonneau, Francisca Michau, Jacoba Monnier, Juana Bourigault, Luisa Amata Déan de Luigné, Magdalena Blond, María Leroy, Petrina Besson, Petrina Ledoyen, Petrina Grille, Renata Valin y Rosa Quenion.
En la ciudad de Seúl, en Corea, santos mártires Pablo Hong Yông-ju, catequista, Juan Yi Mun-u, que se ocupaba de los pobres y enterraba los cuerpos de los mártires, y Bárbara Ch'oe Yong-i, la cual, siguiendo el ejemplo de sus padres y esposo muertos por el nombre de Cristo, fue decapitada al igual que los otros.
En Turín, en Italia, beata Juana Francisca de la Visitación (Ana) Michelotti, virgen, que fundó el Instituto de Hermanitas del Sagrado Corazón, para servir al Señor cuidando desinteresadamente a los enfermos pobres.
En la ciudad de Cúcuta, en Colombia, beato Luis Variara, presbítero de la Sociedad de San Francisco de Sales, que dedicó toda su actividad en favor de los leprosos y fundó la Congregación de Hermanas Hijas de los Sagrados Corazones de Jesús y María.

Domingo 4º del Tiempo Ordinario B (31.01.2021): Marcos 1,21-28. La doctrina de toda sinagoga es diabólica y CINCO MINUTOS con la Biblia entre las manos. Domingo 10º: 31.01.2021.

 Conocer, siempre conocer.

Como cada semana escribo ahora esta presentación en Madrid, Avenida del Valle. Ya pasó la 'borrasca de nieve, Filomena' y su dama de compañía 'la gran Helada' y sin habernos hecho a la idea de lo que supusieron ambas visitas inesperadas nos ha llegado, el pasado miércoles 20 de enero, una gran explosión de gas en un inmueble que el arzobispado de Madrid posee en la calle Toledo alrededor de la parroquia de La Virgen de la Paloma. 

 

Junto a este inmueble y la iglesia de la parroquia existe una Residencia de personas mayores y un pequeño Colegio llamado La Salle-La Paloma. Lo más lamentable de esta explosión ha sido el fallecimiento de cuatro personas, dos de ellas dentro del inmueble donde sucedió la explosión y otras dos en el exterior de este inmueble en la misma calle de Toledo. 

 

Junto a toda esta realidad puntual seguimos viviendo la experiencia de la pandemia del virus de la corona que va y viene como las olas del mar o sube y baja como las mareas. Me digo una vez más que la realidad es como es y sirve de muy poco tratar de cambiarla, sin embargo hay algo que sí nos importa mucho hacer: conocer esa realidad. Tratar de conocer al virus, investigar los orígenes de las borrascas y examinar con minuciosidad obsesiva las causas de la explosión del gas. Conocer.

 

Parece ser que nada ocurre o sucede en la casa común del cosmos sin más ni más. Conocer es el camino para conocer, aunque parezca una perogrullada. Conocer la realidad y ella será nuestra mejor compañera en el camino de la vida por esta nuestra casa de la tierra.

 

Dicho esto, que tú y yo nos sabemos más que de memoria, pero que había que compartirlo, creo que se nos ilumina la comprensión de los comentarios evangélicos que nos pueden ocupar en esta semana previa al domingo 31 de enero. Y ojalá que con esta semana acabemos por superar toda cuesta de enero por más empinada que sea. 

 

Leeremos el relato que el Evangelio de Marcos-Magdalena nos cuenta sobre lo acontecido un sábado en la sinagoga de Nazaret al propio Jesús y a sus acompañantes, un buen puñado de mujeres y de hombres. Creo que cuando estos hechos tienen lugar, Jesús se encuentra en el final de la tercera década de su vida o en el comienzo de la cuarta. Con frecuencia me preguntaré, ¿qué hizo hasta entonces este judío laico y galileo? ¿A qué dedicó su tiempo desde los doce años hasta los treinta? Todo puede ser válido para la imaginación de nuestras neuronas. Y con frecuencia me digo: este hombre debió de practicar el ver, oír y callar. Y en los descansos de estas tareas: pensar, meditar, conocer.

 

Creo que llegó a tener un excelente conocimiento de las realidades que le rodearon, políticas, económicas, jurídicas, religiosas... Lo volveré a repetir: creo que se dedicó a conocer cuanto le rodeaba y hasta donde se lo permitió su incansable y sana CURIOSIDAD por CONOCER.

 

Creo también que desde ese lento, sereno y constante conocer le fueron brotando las decisiones con la naturalidad humanizadora que habían manifestado los profetas de la historia de su pueblo. Así es como decidió asistir un sábado a la sinagoga de su Nazaret y no sólo, sino bien acompañado. Y así fue como se comenzó a tejer su misión evangelizadora que poco a poco desenmascaraba, entre otras cuestiones, las mentiras o intereses del poder o poderes establecidos. Pero de esto iremos hablando en comentarios posteriores.

 

A continuación se encuentran los comentarios de los hechos en Nazaret y en Caná, ambas poblaciones de Galilea.

   

 

Domingo 4º del Tiempo Ordinario B (31.01.2021): Marcos 1,21-28.

La doctrina de toda sinagoga es diabólica. Me lo digo y lo escribo CONTIGO,

 

La mano narradora del llamado Evangelio de Marcos nos dejó dicho que lo primero que hizo su Jesús de Nazaret fue ‘pasear sus decisiones por la orilla del mar de su región de Galilea’. Y no está de más recordar que para aquellas gentes ‘el mar y el mal’ son dos maneras de hablar de la misma cuestión. ¿El Mar es el Mal? Sí y donde mejor se comprende es en el relato de Jonás.

 

El segundo escenario galileo en el que se detiene la mano narradora llamada Marcos es la sinagoga. Por esta razón, quienes habitan en ciudades en las que aún se conservan presencias de antiguas o modernas sinagogas conviene que le presten la mayor atención a las denuncias que proclama este Jesús de Nazaret en la sinagoga de su pueblo galileo: La doctrina de la sinagoga es diabólica. Esta denuncia radical y categórica ¿despertó la popularidad de Jesús? Sí.

 

Para el próximo domingo dejo anunciado ya que la mano de Marcos-María Magdalena nos situarán a su Jesús de Nazaret en el tercer escenario galileo: la casa.

 

El comentario autorizado de Marcos 1,21-28 nos daría para completar la escritura de mil páginas de un buen puñado de tesis doctorales en Estudios sobre el Nuevo Testamento. Sólo dispongo de estos cuatro párrafos en esta página para despertar al menos uno de los deseos de leer este breve relato. El asunto no es otro que la cuestión del sábado y de la sinagoga. Si se desea actualizar esta cuestión me atrevería a expresarla así: El domingo y su, llamada, misa.

 

El sábado judío era la institución por excelencia de la RELIGIÓN en la que nació, creció, vivió y murió Jesús de Nazaret. Me estoy imaginando ahora que en alguno de los sábados de sus últimos años por Galilea este Jesús con sus seguidoras y seguidores participaron en las liturgias sinagogales. Creo que ya en la misma entrada de la sinagoga tuvo problemas para conseguir que María Magdalena y otras mujeres pudieran entrar  en el recinto, aunque fuera sólo en un apartado rincón.  Estas imaginaciones mías ya las tuvo el Evangelista Lucas y sorprende lo que le sucedió a su Jesús (¡qué bien lo cuenta en 4,14-30!). Lo quisieron despeñar.

 

También Marcos nos ayuda a tener una visión muy aproximada de esta situación en la sinagoga cuando leemos su nuevo relato de Jesús y los suyos en otro sábado y en su participación en las tareas de la sinagoga. Nunca me cansaré de leerme Macos 3,1-6. Estas presencias del galileo y laico Jesús en las sinagogas del norte de su país son la anticipación de lo que llegará a suceder cuando suba con los suyos a Jerusalén y visite el Templo. Este Evangelio nos dice que esta presencia en Jerusalén ocurrió una vez y desde ese momento quedó espiado, acusado, condenado y ejecutado por blasfemo en una cruz y luego sepultado.

 

Creo que estos apuntes rápidos nos dan una muy aproximada idea de lo peligroso de la situación de acercarse un domingo y llegar a participar en la misa de la parroquia con la sana intención de saberse que somos ‘fratelli tutti’. Cuando se llega uno a tomar en serio los dichos de su boca debe saber qué peligro corre. El celebrante es uno, El Cristo. Y este divino Celebrante está sólo encarnado en uno, el ordenado en sacerdocio (Querida Amazonía 88, dixit). ¿Los demás? Ver, oír, callar y... ¡amén, así sea, con tu espíritu!??? 

Carmelo Bueno Heras.    

CINCO MINUTOS con la Biblia entre las manos.

Domingo 10º: 31.01.2021. Después de comentar los cuatro Evangelios y Hechos ¡completos!...

¿CONVERSION DEL AGUA EN VINO?

Se recomienda la lectura de Juan 2,1-12, aunque puede servir el recuerdo que todos tenemos de lo que se narra en este texto del cuarto evangelio: La boda en Caná de Galilea. A mí, lo primero que me sorprende es el comienzo: "Al tercer día". Las "cartas" suelen comenzar diciendo "Estimado...:". Los "cuentos" suelen comenzar diciendo "Había una vez...". Los "relatos de resurrección" suelen empezar diciendo "Al tercer día...". Así lo proclamamos explícitamente en el credo: "al tercer día resucitó". Quiero decir con esto que el relato de la boda de Caná es un relato de resurrección, aunque sea el primero que cuenta este evangelio. El final del relato (v 11) confirma lo que acabamos de decir: "...Jesús manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él". La fe de los discípulos en Jesús es una experiencia postpascual. Lo que se cuenta en la boda de Caná es la narración de una experiencia postpascual. ¿Qué experiencia?

 

La experiencia de vivir la relación hombre-Dios, a través de tantísimos rituales de purificación como prescribe la religiosidad judía, termina por provocar en las personas la convicción de estar en constante situación de impureza y de pecado. Seis tinajas de cien litros cada una había en Caná para las purificaciones de los judíos. Una ciudad pequeña como Caná necesita esta inmensa cantidad de agua para purificarse. ¿Cuántos litros se necesitaba tener en el Templo de Jerusalén para estos rituales? Se recomienda la atenta lectura del libro del Levítico para caer en la cuenta de la urgente necesidad del agua para estar "a bien con Dios" y no soportar sus iras por la impureza y el pecado. Una religiosidad así es deshumanizadora. ¿Dónde queda la ternura, la misericordia, la gratuidad y el amor de Dios?

 

Jesús rompe, olvida, critica, supera, desprecia... esta religiosidad del agua y ofrece, regala, propone, vive... una religiosidad del vino, de la fiesta, de la alegría, de la felicidad, de la humanización. Jesús propone una religiosidad, una relación hombre-Dios, de hijos-padres, de novio-novia, de esposo-esposa, de persona a persona, de amor a amor. Esta religiosidad de la superabundan­cia de felicidad ya había sido anunciada por los profetas. Lea el lector en Amós 9,13-14, en Oseas 14,6-8 y en Jeremías 31,10-12. La Ley ha quedado vacía y sin sentido. Jesús, el Dios de Jesús, nos invita a una boda, a la fiesta del amor y de la felicidad, a la relación-religión de la convivencia en fraternidad. Los seiscientos litros del mejor de los vinos son el símbolo de la nueva religiosidad cristiana.

 

Los padres de la Ley, los sumos sacerdotes-ancianos-escribas en tiempo de Jesús, se ven desautorizados en sus ministerios sacerdotales y contemplan la pérdida de autoridad del viejo sistema religioso perpetuado desde los tiempos más remotos. Los judíos no pueden aguantar la denuncia y crítica que supone el hablar y actuar de Jesús y de sus seguidores. Los mecanismos de defensa se ponen en marcha y Jesús es condenado y los suyos perseguidos. Pero ahí está la mujer, la madre de Jesús, la comunidad, para hacer que la nueva boda de la religiosidad cristiana no se quede sin el mejor de los vinos que es la felicidad, la humanización, el amor, la alegría de la salvación que es la Buena Noticia de Jesús para todos.

 Carmelo Bueno Heras. Educar hoy 34 (septiembre-octubre, 1992)

31 de enero: Apariciones de Nuestra Señora a la Beata Angela de Foligny

 

31 de enero: Apariciones de Nuestra Señora a la Beata Angela de Foligny

CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 13 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación la catequesis que el Papa Benedicto XVI pronunció hoy durante la audiencia general, en la Plaza de San Pedro, ante miles de peregrinos procedentes de todo el mundo. .

Queridos hermanos y hermanas:

hoy quisiera hablaros de la beata Angela de Foligno, una gran mística medieval que vivió en el siglo XIII. Normalmente, uno se fascina por los momentos álgidos de experiencia de unión con Dios que ella alcanzó, pero se tienen quizás demasiado poco en cuenta sus primeros pasos, su conversión, y el largo camino que la condujo desde el punto de partida, el “gran temor del infierno”, hasta su meta, la unión total con la Trinidad.

La primera parte de la vida de Angela no es ciertamente la de una ferviente discípula del Señor. Nacida hacia 1248 en una familia pudiente, quedó huérfana de padre y fue educada por su madre de forma más bien superficial. Fue introducida muy pronto en los ambientes mundanos de la ciudad de Foligno, donde conoció a un hombre, con el que se casó a los veinte años y del que tuvo hijos. Su vida era despreocupada, hasta el punto de que se permitía burlarse de los llamados “penitentes” – muy difundidos en aquella época – es decir, de aquellos que para seguir a Cristo vendían sus bienes y vivían en la oración, en el ayuno, en el servicio a la Iglesia y en la caridad. Algunos acontecimientos, como el violento terremoto de 1279, un huracán, la larga guerra contra Perusa y sus duras consecuencias incidieron en la vida de Angela, la cual progresivamente fue tomando conciencia de sus pecados, hasta un paso decisivo: invoca a san Francisco, que se le aparece en una visión, para pedirle consejo de cara a hacer una buena Confesión general: estamos en 1285, Angela se confiesa con un fraile en San Feliciano. Tres años después, el camino de la conversión conoce otro giro: la disolución de los vínculos afectivos, pues en pocos meses, a la muerte de su madre siguieron la de su marido y la de todos sus hijos. Entonces vendió sus bienes y en 1291 entró en la orden terciaria de san Francisco. Murió en Foligno el 4 de enero de 1309.

El Libro della beata Angela da Foligno, en el que está recogida la documentación sobre nuestra Beata, narra esta conversión; indica los medios que le fueron necesarios: la penitencia, la humildad y las tribulaciones; y narra sus pasos, la sucesión de las experiencias de Angela, comenzadas en 1285. Recordándolas, tras haberlas vivido, ella intentó contarlas a través de su fraile confesor, el cual las transcribió fielmente, intentando después organizarlas en etapas, que llamó “pasos o mutaciones”, pero sin conseguir ordenarlas plenamente (cfr Il Libro della beata Angela da Foligno, Cinisello Balsamo 1990, p. 51). Esto debido a que la experiencia de unión para la beata Angela supone una implicación total de los sentidos espirituales y corporales, y de lo que ella “comprende” durante sus éxtasis queda, por así decirlo, solo una “sombra” en su mente. “Escuché verdaderamente estas palabras – confiesa ella después de un rapto místico – pero lo que vi y comprendí, y que él [o sea, Dios] me mostró, de ninguna forma dé o puedo decirlo, aunque revelaría de buen grado lo que comprendí con las palabras que oí, pero hubo un abismo absolutamente inefable”.

Angela de Foligno presenta su "vivencia" mística, sin elaborarla con la mente, porque son iluminaciones divinas que se comunican a su alma de forma imprevista e inesperada. Al mismo fraile confesor le cuesta recoger estos eventos, “también a causa de su gran y admirable reserva respecto a sus dones divinos” (Ibid., p. 194). A la dificultad para expresar su experiencia mística se añade también la dificultad para sus oyentes de comprenderla. Una situación que indica con claridad cómo el único y verdadero Maestro, Jesús, vive en el corazón de todo creyente y desea tomar totalmente posesión de él. Así en Angela, que escribía a un hijo espiritual suyo: "Hijo mío, si vieras mi corazón, estarías absolutamente obligado a hacer todo lo que Dios quiere, porque mi corazón es el de Dios y el corazón de Dios es el mío”. Resuenan aquí las palabras de san Pablo: “Ya no soy yo quien vive, sino que es Cristo que vive en mi" (Gal 2,20).

Consideremos entonces sólo algún "paso" del rico camino espiritual de nuestra Beata. El primero, en realidad, es una premisa: "Fue el conocimiento del pecado, – como ella precisa – a continuación del cual el alma tuvo un gran temor de condenarse; en este pasaje lloró amargamente" (Il Libro della beata Angela da Foligno, p. 39). Este “temor” del infierno responde al tipo de fe que Angela tenía en el momento de su "conversión"; una fe aún pobre de caridad, es decir, del amor de Dios. Arrepentimiento, miedo del infierno y penitencia abren a Angela la perspectiva de la dolorosa "vía de la cruz" que, desde el octavo al decimoquinto paso, la llevará después a la “vía del amor”. Cuenta el fraile confesor: “La fiel entonces me dijo: He tenido esta revelación divina: 'Tras las cosas que habéis escrito, haz escribir que quien quiera conservar la gracia no debe quitar los ojos del alma de la Cruz, tanto en la alegría como en la tristeza que le concedo o permito'" (Ibid., p. 143). Pero en esta fase Angela aún "no siente amor"; ella afirma: "El alma siente vergüenza y amargura y no experimenta aún el amor, sino el dolor” (Ibid., p. 39), y está insatisfecha.

Angela siente el deber de tener que darle algo a Dios para reparar sus pecados, pero lentamente comprende que no tiene nada que darle, al contrario, de “ser nada” ante Él; comprende que no será su voluntad la que le de el amor de Dios, porque esta sólo puede darle su “nada”, el “no amor”. Como ella dirá: solo "el amor verdadero y puro, que viene de Dios, está en el alma y hace que ésta reconozca sus propios defectos y la bondad divina […] Este amor lleva el alma a Cristo y ella comprende con seguridad que no se puede verificar ni haber engaño alguno. Junto a este amos no se puede mezclar algo de lo del mundo" (Ibid., p. 124-125). Abrirse sola y totalmente al amor de Dios, que tiene la máxima expresión en Cristo: "Oh Dios mío – reza – hazme digna de conocer el altísimo misterio, que tu ardentísimo e inefable amor realizó, junto al amor de la Trinidad, es decir, el altísimo misterio de tu santísima encarnación por nosotros. […]. ¡Oh amor incomprensible! Más allá de este amor, que hizo que mi Dios se hiciese hombre para hacerme Dios, no hay amor más grande" (Ibid., p. 295). Con todo, el corazón de Angela lleva siempre las heridas del pecado; incluso después de una confesión bien hecha, ella se encontraba perdonada y aún con el corazón roto por el pecado, libre y condicionada por el pasado, absuelta pero necesitada de penitencia. Y también la acompaña el pensamiento del infierno, porque cuanto más progresa el alma en la vía de la perfección cristiana, tanto más se convencerá no sólo de ser “indigna”, sino de merecer el infierno.

Y he aquí que, en su camino místico, Angela comprende de modo profundo la realidad central: lo que la salvará de su “indignidad” y de “merecer el infierno” no será su “unión con Dios” y su poseer la “verdad”, sino Jesús crucificado, “su crucifixión por mí”, su amor. En el octavo paso, ella dice: "Sin embargo, aún no comprendía si era más grande mi liberación de los pecados y del infierno y la conversión y la penitencia, o más bien su crucifixión por mí" (Ibid., p. 41). Es el inestable equilibrio entre amor y dolor, advertido en todo su difícil camino hacia la perfección. Precisamente contempla con preferencia a Cristo crucificado, porque en esta visión ve realizado el equilibrio perfecto: en la cruz está el hombre-Dios, en un supremo acto de sufrimiento que es un acto supremo de amor. En la tercera Instrucción, la Beata insiste en esta contemplación y afirma: "Cuanto más perfecta y puramente vemos, tanto más perfecta y puramente amamos. […] Por ello, cuanto más vemos al Dios y hombre Jesucristo, tanto más somos transformados en él a través del amor. […] Lo que he dicho del amor […] lo digo también del dolor: el alma cuanto más contempla el inefable dolor del Dios y hombre Jesucristo, tanto más se duele y es transformada en dolor” (Ibid., p. 190-191). Ensimismarse, transformarse en el amor y en los sufrimientos del Cristo crucificado, identificarse con Él. La conversión de Angela, iniciada con esa confesión de 1285, llegará a la madurez sólo cuando el perdón de Dios aparezca a su alma como el don gratuito de amor del Padre, fuente de amor: "No hay nadie que puede dar excusas – afirma ella – porque cualquiera puede amar a Dios, y el no pide otra cosa al alma sino que le ame, porque él la ama y de su amor" (Ibid., p. 76).

En el itinerario espiritual de Angela el paso de la conversión a la experiencia mística, de lo que se puede expresar a lo inexpresable, tiene lugar a través del Crucificado. Es el "Dios-hombre de la pasión", que se convierte en su "maestro de perfección". Toda su experiencia mística es, por tanto, tender a una perfecta “semejanza” con Él, mediante purificaciones y transformaciones cada vez más profundas y radicales. En esta estupenda empresa Angela se implica totalmente, alma y cuerpo, sin ahorrarse penitencias y tribulaciones desde el principio al final, deseando morir con todos los dolores sufridos por el Dios-hombre crucificado para ser transformada totalmente en Él: "Oh hijos de Dios – recomendaba ella –, transformaos totalmente en el Dios-hombre de la pasión, que tanto os amó hasta dignarse morir por vosotros de muerte ignominiosísima y del todo inefablemente dolorosa y de un modo penosísimo y amarguísimo. ¡Esto solo por amor tuyo, oh hombre!" (Ibid., p. 247). Esta identificación significa también vivir lo que Jesús vivió: pobreza, desprecio, dolor, porque – como ella afirma – "a través de la pobreza temporal el alma encontrará riquezas eternas; a través del desprecio y la vergüenza obtendrá honor y grandísima gloria; a través de una poca penitencia, hecha con pena y dolor, poseerá con infinita dulzura y consolación el Bien Sumo, Dios eterno" (Ibid., p. 293).

De la conversión a la unión mística con el Cristo crucificado, a lo inexpresable. Un camino altísimo, cuyo secreto es la oración constante: "Cuanto más reces – afirma ella – tanto más serás iluminado; cuanto más seas iluminado, tanto más profunda e intensamente verás al Sumo Bien, al Ser sumamente bueno; cuanto más profunda e intensamente lo veas, tanto más lo amarás; cuanto más lo ames, tanto más te deleitará; y cuanto más te deleite, tanto más lo comprenderás y serás capaz de comprenderlo. Sucesivamente llegarás a la plenitud de la luz, porque comprenderás que no puedes comprender" (Ibid., p. 184).

Queridos hermanos y hermanas, la vida de la Beata Angela comienza con una existencia mundana, bastante alejada de Dios. Pero después se encontró con la figura de san Francisco y, finalmente, el encuentro con el Cristo Crucificado despierta el alma a la presencia de Dios, por el hecho de que sólo con Dios la vida llega a ser verdadera vida, porque llega a ser, en el dolor por el pecado, amor y alegría. Y así nos habla a nosotros hoy la Beata Angela. Hoy estamos todos en peligro de vivir como si Dios no existiera: parece muy alejado de la vida actual. Pero Dios tiene mil maneras, para cada uno la suya, de hacerse presente en el alma, de mostrar que existe y que me conoce y ama. Y la Beata Angela quiere hacernos atentos a estos signos con los cuales el Señor nos toca el alma, atentos a la presencia de Dios, para aprender así el camino con Dios y hacia Dios, en la comunión con Cristo Crucificado. Oremos al Señor para que nos haga atentos a los signos de su presencia, que nos enseñe a vivir realmente. Gracias.

[En español dijo] Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a las Hermanas de la Compañía de la Cruz; a los miembros de la Hermandad de Nuestra Señora de la Estrella, de Sevilla; a los representantes de la Cofradía de Investigadores de Toledo, acompañados por el Señor Cardenal Antonio Cañizares Llovera; a los fieles de la Arquidiócesis de Santiago de los Caballeros, con su Arzobispo, Monseñor Ramón Benito de la Rosa Carpio, así como a los demás grupos procedentes de España, México, Honduras, Argentina y otros países latinoamericanos. Que la Beata Ángela de Foligno nos ayude a comprender que la verdadera felicidad consiste en la amistad con Cristo, crucificado por amor nuestro. A su divina bondad sigo encomendando con esperanza a los mineros de la región de Atacama, en Chile.

[Traducción del italiano por Inma Álvarez ©Libreria Editrice Vaticana]

sábado, 30 de enero de 2021

Santos del día 31 de enero

 

Santos del día 31 de enero
Pridie Kalendas februarii
   San Juan Bosco, presbítero y fundador (7 coms.) - Memoria litúrgica   
No se celebra hoy, porque hay una celebración de mayor rango (IV Domingo del Tiempo Ordinario, solemnidad)
Memoria de san Juan Bosco, presbítero, el cual, después de una niñez dura, fue ordenado sacerdote, y en la ciudad de Turín se dedicó esforzadamente a la formación de los adolescentes. Fundó la Sociedad Salesiana y, con la ayuda de santa María Domènica Mazzarello, el Instituto de Hijas de María Auxiliadora, para enseñar oficios a la juventud e instruirles en la vida cristiana. Lleno de virtudes y méritos, voló al cielo, en este día, en la misma ciudad de Turín, en Italia.
Conmemoración de san Metrano, mártir en Alejandría de Egipto, que en tiempo del emperador Decio, por negarse a proferir palabras impías, como le exigían los paganos, primero fue cruelmente atormentado y después, conducido fuera de la ciudad, lapidado hasta la muerte.
En Corinto, ciudad de la Acaya, santos mártires Victorino, Víctor, Nicéforo, Claudio, Diodoro, Serapión y Papías, que en tiempo del emperador Decio consumaron su martirio después de innumerables suplicios.
También en la ciudad de Alejandría, santos mártires Ciro y Juan, los cuales, después de muchos tormentos, fueron decapitados por confesar a Cristo.
En Módena, ciudad de la Emilia, san Geminiano, obispo, que condujo a su Iglesia del error de los arrianos a la fe ortodoxa.
En Persia, pasión de san Abrahán, obispo de Arbelas, que en tiempo de Sápor, rey de los persas, fue decapitado por negarse a adorar al sol.
En la ciudad de Novara, en la Liguria, san Julio, presbítero.
En Roma, conmemoración de santa Marcela, viuda, la cual, como recuerda san Jerónimo, abandonando sus riquezas y dignidades, se ennobleció con la pobreza y la humildad.
En Ferns, de Hibernia, san Maedóc o Aidano, obispo, que fue el fundador del monasterio de este lugar y se distinguió por su austeridad.
En el territorio de Coutances, en Neustria, san Waldo o Gaudo, obispo de Évreux.
En Viktorsberg, cerca de Rankwéil, en la Baviera meridional, san Eusebio, el cual, nacido en Irlanda, se hizo peregrino por Cristo y después fue monje en la abadía de San Gallo, terminando sus días como eremita.
En Roma, beata Luisa Albertoni, que educó cristianamente a sus hijos y, al morir su esposo, tras entrar en la Tercera Orden Regular de San Francisco, prestó ayuda a los necesitados, hasta el punto de que, de ser rica, llegó a la total pobreza.
En Nápoles, ciudad de la Campania, san Francisco Javier María Bianchi, presbítero de la Orden de Clérigos Regulares de San Pablo, quien, dotado de carismas místicos, convirtió a muchos a una vida conforme a la gracia del Evangelio.
En Nápoles, Italia, beata María Cristina de Saboya, reina de las Dos Sicilias y madre de familia, que dedicó su brevísima vida al ejercicio de la piedad cristiana y a la caridad con los pobres.
En Corea, santos mártires Agustín Pak Chong-won, catequista, junto con cinco compañeros, todos los cuales, por mantener fielmente la profesión de su fe cristiana, fueron decapitados después de sufrir diversos tormentos, glorificando así a Dios. Sus nombres son: santos Pedro Hong Pyong ju, catequista; María Yi In-dog, virgen; Magdalena Son So-byog, Águeda Yi Kyong-i y Águeda Kwon Chin-i.
En Altagracia de Orituco, Venezuela, beata Candelaria de San José (Paz Castillo Ramírez), virgen, fundadora de las Hermanas Carmelitas de la Candelaria.