domingo, 31 de enero de 2021
Santos del día 1 de febrero
Domingo 4º del Tiempo Ordinario B (31.01.2021): Marcos 1,21-28. La doctrina de toda sinagoga es diabólica y CINCO MINUTOS con la Biblia entre las manos. Domingo 10º: 31.01.2021.
Conocer, siempre conocer.
Como cada semana escribo
ahora esta presentación en Madrid, Avenida del Valle. Ya pasó la 'borrasca de
nieve, Filomena' y su dama de compañía 'la gran Helada' y sin habernos hecho a
la idea de lo que supusieron ambas visitas inesperadas nos ha llegado, el
pasado miércoles 20 de enero, una gran explosión de gas en un inmueble que el
arzobispado de Madrid posee en la calle Toledo alrededor de la parroquia de La Virgen
de la Paloma.
Junto a este inmueble y la
iglesia de la parroquia existe una Residencia de personas mayores y un pequeño
Colegio llamado La Salle-La Paloma. Lo más lamentable de esta explosión ha sido
el fallecimiento de cuatro personas, dos de ellas dentro del inmueble donde
sucedió la explosión y otras dos en el exterior de este inmueble en la misma
calle de Toledo.
Junto a toda esta realidad
puntual seguimos viviendo la experiencia de la pandemia del virus de la corona
que va y viene como las olas del mar o sube y baja como las mareas. Me digo una
vez más que la realidad es como es y sirve de muy poco tratar de cambiarla, sin
embargo hay algo que sí nos importa mucho hacer: conocer esa realidad. Tratar
de conocer al virus, investigar los orígenes de las borrascas y examinar con
minuciosidad obsesiva las causas de la explosión del gas. Conocer.
Parece ser que nada ocurre o
sucede en la casa común del cosmos sin más ni más. Conocer es el camino para
conocer, aunque parezca una perogrullada. Conocer la realidad y ella será
nuestra mejor compañera en el camino de la vida por esta nuestra casa de la
tierra.
Dicho esto, que tú y yo nos
sabemos más que de memoria, pero que había que compartirlo, creo que se nos
ilumina la comprensión de los comentarios evangélicos que nos pueden ocupar en
esta semana previa al domingo 31 de enero. Y ojalá que con esta semana acabemos
por superar toda cuesta de enero por más empinada que sea.
Leeremos el relato que el
Evangelio de Marcos-Magdalena nos cuenta sobre lo acontecido un sábado en la
sinagoga de Nazaret al propio Jesús y a sus acompañantes, un buen puñado de
mujeres y de hombres. Creo que cuando estos hechos tienen lugar, Jesús se
encuentra en el final de la tercera década de su vida o en el comienzo de la cuarta.
Con frecuencia me preguntaré, ¿qué hizo hasta entonces este judío laico y
galileo? ¿A qué dedicó su tiempo desde los doce años hasta los treinta? Todo
puede ser válido para la imaginación de nuestras neuronas. Y con frecuencia me
digo: este hombre debió de practicar el ver, oír y callar. Y en los descansos
de estas tareas: pensar, meditar, conocer.
Creo que llegó a tener un
excelente conocimiento de las realidades que le rodearon, políticas,
económicas, jurídicas, religiosas... Lo volveré a repetir: creo que se dedicó a
conocer cuanto le rodeaba y hasta donde se lo permitió su incansable y
sana CURIOSIDAD por CONOCER.
Creo también que desde ese
lento, sereno y constante conocer le fueron brotando las decisiones con la
naturalidad humanizadora que habían manifestado los profetas de la historia de
su pueblo. Así es como decidió asistir un sábado a la sinagoga de su Nazaret y
no sólo, sino bien acompañado. Y así fue como se comenzó a tejer su misión
evangelizadora que poco a poco desenmascaraba, entre otras cuestiones, las
mentiras o intereses del poder o poderes establecidos. Pero de esto iremos
hablando en comentarios posteriores.
A continuación se encuentran
los comentarios de los hechos en Nazaret y en Caná, ambas poblaciones de
Galilea.
Domingo 4º del Tiempo Ordinario B (31.01.2021): Marcos
1,21-28.
La doctrina de toda sinagoga es diabólica. Me lo digo y lo escribo CONTIGO,
La mano narradora del llamado Evangelio de Marcos nos dejó
dicho que lo primero que hizo su Jesús de Nazaret fue ‘pasear sus decisiones
por la orilla del mar de su región de Galilea’. Y no está de más recordar que
para aquellas gentes ‘el mar y el mal’ son dos maneras de hablar de la misma
cuestión. ¿El Mar es el Mal? Sí y donde mejor se comprende es en el relato de
Jonás.
El segundo escenario galileo en el que se detiene la mano
narradora llamada Marcos es la sinagoga. Por esta razón, quienes habitan
en ciudades en las que aún se conservan presencias de antiguas o modernas
sinagogas conviene que le presten la mayor atención a las denuncias que
proclama este Jesús de Nazaret en la sinagoga de su pueblo galileo: La doctrina
de la sinagoga es diabólica. Esta denuncia radical y categórica ¿despertó la popularidad
de Jesús? Sí.
Para el próximo domingo dejo anunciado ya que la mano de
Marcos-María Magdalena nos situarán a su Jesús de Nazaret en el tercer
escenario galileo: la casa.
El comentario autorizado de Marcos 1,21-28 nos daría
para completar la escritura de mil páginas de un buen puñado de tesis
doctorales en Estudios sobre el Nuevo Testamento. Sólo dispongo de estos cuatro
párrafos en esta página para despertar al menos uno de los deseos de leer este
breve relato. El asunto no es otro que la cuestión del sábado y de la sinagoga.
Si se desea actualizar esta cuestión me atrevería a expresarla así: El
domingo y su, llamada, misa.
El sábado judío era la institución por excelencia de la
RELIGIÓN en la que nació, creció, vivió y murió Jesús de Nazaret. Me estoy
imaginando ahora que en alguno de los sábados de sus últimos años por Galilea
este Jesús con sus seguidoras y seguidores participaron en las liturgias
sinagogales. Creo que ya en la misma entrada de la sinagoga tuvo problemas para
conseguir que María Magdalena y otras mujeres pudieran entrar en el
recinto, aunque fuera sólo en un apartado rincón. Estas imaginaciones
mías ya las tuvo el Evangelista Lucas y sorprende lo que le sucedió a su Jesús
(¡qué bien lo cuenta en 4,14-30!). Lo quisieron despeñar.
También Marcos nos ayuda a tener una visión muy aproximada de
esta situación en la sinagoga cuando leemos su nuevo relato de Jesús y los
suyos en otro sábado y en su participación en las tareas de la sinagoga. Nunca
me cansaré de leerme Macos 3,1-6. Estas presencias del galileo y laico
Jesús en las sinagogas del norte de su país son la anticipación de lo que
llegará a suceder cuando suba con los suyos a Jerusalén y visite el Templo.
Este Evangelio nos dice que esta presencia en Jerusalén ocurrió una vez y desde
ese momento quedó espiado, acusado, condenado y ejecutado por blasfemo en una
cruz y luego sepultado.
Creo que estos apuntes rápidos nos dan una muy aproximada
idea de lo peligroso de la situación de acercarse un domingo y llegar a
participar en la misa de la parroquia con la sana intención de saberse que
somos ‘fratelli tutti’. Cuando se llega uno a tomar en serio los dichos de su
boca debe saber qué peligro corre. El celebrante es uno, El Cristo. Y este divino
Celebrante está sólo encarnado en uno, el ordenado en sacerdocio (Querida
Amazonía 88, dixit). ¿Los demás? Ver, oír, callar y... ¡amén, así sea, con tu
espíritu!???
Carmelo Bueno Heras.
CINCO MINUTOS con la Biblia entre las
manos.
Domingo 10º: 31.01.2021. Después de
comentar los cuatro Evangelios y Hechos ¡completos!...
¿CONVERSION DEL
AGUA EN VINO?
Se recomienda la lectura de Juan 2,1-12, aunque puede servir
el recuerdo que todos tenemos de lo que se narra en este texto del cuarto
evangelio: La boda en Caná de Galilea. A mí, lo primero que me sorprende es el
comienzo: "Al tercer día". Las "cartas" suelen comenzar
diciendo "Estimado...:". Los "cuentos" suelen comenzar
diciendo "Había una vez...". Los "relatos de resurrección"
suelen empezar diciendo "Al tercer día...". Así lo proclamamos
explícitamente en el credo: "al tercer día resucitó". Quiero decir
con esto que el relato de la boda de Caná es un relato de resurrección, aunque
sea el primero que cuenta este evangelio. El final del relato (v 11) confirma
lo que acabamos de decir: "...Jesús manifestó su gloria y sus discípulos
creyeron en él". La fe de los discípulos en Jesús es una experiencia
postpascual. Lo que se cuenta en la boda de Caná es la narración de una
experiencia postpascual. ¿Qué experiencia?
La experiencia de vivir la relación hombre-Dios, a través de
tantísimos rituales de purificación como prescribe la religiosidad judía,
termina por provocar en las personas la convicción de estar en constante
situación de impureza y de pecado. Seis tinajas de cien litros cada una había
en Caná para las purificaciones de los judíos. Una ciudad pequeña como Caná
necesita esta inmensa cantidad de agua para purificarse. ¿Cuántos litros se
necesitaba tener en el Templo de Jerusalén para estos rituales? Se recomienda
la atenta lectura del libro del Levítico para caer en la cuenta de la urgente
necesidad del agua para estar "a bien con Dios" y no soportar sus
iras por la impureza y el pecado. Una religiosidad así es deshumanizadora.
¿Dónde queda la ternura, la misericordia, la gratuidad y el amor de Dios?
Jesús rompe, olvida, critica, supera, desprecia... esta
religiosidad del agua y ofrece, regala, propone, vive... una religiosidad del
vino, de la fiesta, de la alegría, de la felicidad, de la humanización. Jesús
propone una religiosidad, una relación hombre-Dios, de hijos-padres, de
novio-novia, de esposo-esposa, de persona a persona, de amor a amor. Esta
religiosidad de la superabundancia de felicidad ya había sido anunciada por
los profetas. Lea el lector en Amós 9,13-14, en Oseas 14,6-8 y en Jeremías
31,10-12. La Ley ha quedado vacía y sin sentido. Jesús, el Dios de Jesús, nos
invita a una boda, a la fiesta del amor y de la felicidad, a la
relación-religión de la convivencia en fraternidad. Los seiscientos litros del
mejor de los vinos son el símbolo de la nueva religiosidad cristiana.
Los padres de la Ley, los sumos sacerdotes-ancianos-escribas
en tiempo de Jesús, se ven desautorizados en sus ministerios sacerdotales y
contemplan la pérdida de autoridad del viejo sistema religioso perpetuado desde
los tiempos más remotos. Los judíos no pueden aguantar la denuncia y crítica
que supone el hablar y actuar de Jesús y de sus seguidores. Los mecanismos de
defensa se ponen en marcha y Jesús es condenado y los suyos perseguidos. Pero
ahí está la mujer, la madre de Jesús, la comunidad, para hacer que la nueva
boda de la religiosidad cristiana no se quede sin el mejor de los vinos que es
la felicidad, la humanización, el amor, la alegría de la salvación que es la
Buena Noticia de Jesús para todos.
31 de enero: Apariciones de Nuestra Señora a la Beata Angela de Foligny
31 de enero: Apariciones de Nuestra Señora a la Beata Angela de Foligny
Queridos hermanos y hermanas:
hoy quisiera hablaros de la beata Angela de Foligno, una gran mística medieval que vivió en el siglo XIII. Normalmente, uno se fascina por los momentos álgidos de experiencia de unión con Dios que ella alcanzó, pero se tienen quizás demasiado poco en cuenta sus primeros pasos, su conversión, y el largo camino que la condujo desde el punto de partida, el “gran temor del infierno”, hasta su meta, la unión total con la Trinidad.
La primera parte de la vida de Angela no es ciertamente la de una ferviente discípula del Señor. Nacida hacia 1248 en una familia pudiente, quedó huérfana de padre y fue educada por su madre de forma más bien superficial. Fue introducida muy pronto en los ambientes mundanos de la ciudad de Foligno, donde conoció a un hombre, con el que se casó a los veinte años y del que tuvo hijos. Su vida era despreocupada, hasta el punto de que se permitía burlarse de los llamados “penitentes” – muy difundidos en aquella época – es decir, de aquellos que para seguir a Cristo vendían sus bienes y vivían en la oración, en el ayuno, en el servicio a la Iglesia y en la caridad. Algunos acontecimientos, como el violento terremoto de 1279, un huracán, la larga guerra contra Perusa y sus duras consecuencias incidieron en la vida de Angela, la cual progresivamente fue tomando conciencia de sus pecados, hasta un paso decisivo: invoca a san Francisco, que se le aparece en una visión, para pedirle consejo de cara a hacer una buena Confesión general: estamos en 1285, Angela se confiesa con un fraile en San Feliciano. Tres años después, el camino de la conversión conoce otro giro: la disolución de los vínculos afectivos, pues en pocos meses, a la muerte de su madre siguieron la de su marido y la de todos sus hijos. Entonces vendió sus bienes y en 1291 entró en la orden terciaria de san Francisco. Murió en Foligno el 4 de enero de 1309.
El Libro della beata Angela da Foligno, en el que está recogida la documentación sobre nuestra Beata, narra esta conversión; indica los medios que le fueron necesarios: la penitencia, la humildad y las tribulaciones; y narra sus pasos, la sucesión de las experiencias de Angela, comenzadas en 1285. Recordándolas, tras haberlas vivido, ella intentó contarlas a través de su fraile confesor, el cual las transcribió fielmente, intentando después organizarlas en etapas, que llamó “pasos o mutaciones”, pero sin conseguir ordenarlas plenamente (cfr Il Libro della beata Angela da Foligno, Cinisello Balsamo 1990, p. 51). Esto debido a que la experiencia de unión para la beata Angela supone una implicación total de los sentidos espirituales y corporales, y de lo que ella “comprende” durante sus éxtasis queda, por así decirlo, solo una “sombra” en su mente. “Escuché verdaderamente estas palabras – confiesa ella después de un rapto místico – pero lo que vi y comprendí, y que él [o sea, Dios] me mostró, de ninguna forma dé o puedo decirlo, aunque revelaría de buen grado lo que comprendí con las palabras que oí, pero hubo un abismo absolutamente inefable”.
Angela de Foligno presenta su "vivencia" mística, sin elaborarla con la mente, porque son iluminaciones divinas que se comunican a su alma de forma imprevista e inesperada. Al mismo fraile confesor le cuesta recoger estos eventos, “también a causa de su gran y admirable reserva respecto a sus dones divinos” (Ibid., p. 194). A la dificultad para expresar su experiencia mística se añade también la dificultad para sus oyentes de comprenderla. Una situación que indica con claridad cómo el único y verdadero Maestro, Jesús, vive en el corazón de todo creyente y desea tomar totalmente posesión de él. Así en Angela, que escribía a un hijo espiritual suyo: "Hijo mío, si vieras mi corazón, estarías absolutamente obligado a hacer todo lo que Dios quiere, porque mi corazón es el de Dios y el corazón de Dios es el mío”. Resuenan aquí las palabras de san Pablo: “Ya no soy yo quien vive, sino que es Cristo que vive en mi" (Gal 2,20).
Consideremos entonces sólo algún "paso" del rico camino espiritual de nuestra Beata. El primero, en realidad, es una premisa: "Fue el conocimiento del pecado, – como ella precisa – a continuación del cual el alma tuvo un gran temor de condenarse; en este pasaje lloró amargamente" (Il Libro della beata Angela da Foligno, p. 39). Este “temor” del infierno responde al tipo de fe que Angela tenía en el momento de su "conversión"; una fe aún pobre de caridad, es decir, del amor de Dios. Arrepentimiento, miedo del infierno y penitencia abren a Angela la perspectiva de la dolorosa "vía de la cruz" que, desde el octavo al decimoquinto paso, la llevará después a la “vía del amor”. Cuenta el fraile confesor: “La fiel entonces me dijo: He tenido esta revelación divina: 'Tras las cosas que habéis escrito, haz escribir que quien quiera conservar la gracia no debe quitar los ojos del alma de la Cruz, tanto en la alegría como en la tristeza que le concedo o permito'" (Ibid., p. 143). Pero en esta fase Angela aún "no siente amor"; ella afirma: "El alma siente vergüenza y amargura y no experimenta aún el amor, sino el dolor” (Ibid., p. 39), y está insatisfecha.
Angela siente el deber de tener que darle algo a Dios para reparar sus pecados, pero lentamente comprende que no tiene nada que darle, al contrario, de “ser nada” ante Él; comprende que no será su voluntad la que le de el amor de Dios, porque esta sólo puede darle su “nada”, el “no amor”. Como ella dirá: solo "el amor verdadero y puro, que viene de Dios, está en el alma y hace que ésta reconozca sus propios defectos y la bondad divina […] Este amor lleva el alma a Cristo y ella comprende con seguridad que no se puede verificar ni haber engaño alguno. Junto a este amos no se puede mezclar algo de lo del mundo" (Ibid., p. 124-125). Abrirse sola y totalmente al amor de Dios, que tiene la máxima expresión en Cristo: "Oh Dios mío – reza – hazme digna de conocer el altísimo misterio, que tu ardentísimo e inefable amor realizó, junto al amor de la Trinidad, es decir, el altísimo misterio de tu santísima encarnación por nosotros. […]. ¡Oh amor incomprensible! Más allá de este amor, que hizo que mi Dios se hiciese hombre para hacerme Dios, no hay amor más grande" (Ibid., p. 295). Con todo, el corazón de Angela lleva siempre las heridas del pecado; incluso después de una confesión bien hecha, ella se encontraba perdonada y aún con el corazón roto por el pecado, libre y condicionada por el pasado, absuelta pero necesitada de penitencia. Y también la acompaña el pensamiento del infierno, porque cuanto más progresa el alma en la vía de la perfección cristiana, tanto más se convencerá no sólo de ser “indigna”, sino de merecer el infierno.
Y he aquí que, en su camino místico, Angela comprende de modo profundo la realidad central: lo que la salvará de su “indignidad” y de “merecer el infierno” no será su “unión con Dios” y su poseer la “verdad”, sino Jesús crucificado, “su crucifixión por mí”, su amor. En el octavo paso, ella dice: "Sin embargo, aún no comprendía si era más grande mi liberación de los pecados y del infierno y la conversión y la penitencia, o más bien su crucifixión por mí" (Ibid., p. 41). Es el inestable equilibrio entre amor y dolor, advertido en todo su difícil camino hacia la perfección. Precisamente contempla con preferencia a Cristo crucificado, porque en esta visión ve realizado el equilibrio perfecto: en la cruz está el hombre-Dios, en un supremo acto de sufrimiento que es un acto supremo de amor. En la tercera Instrucción, la Beata insiste en esta contemplación y afirma: "Cuanto más perfecta y puramente vemos, tanto más perfecta y puramente amamos. […] Por ello, cuanto más vemos al Dios y hombre Jesucristo, tanto más somos transformados en él a través del amor. […] Lo que he dicho del amor […] lo digo también del dolor: el alma cuanto más contempla el inefable dolor del Dios y hombre Jesucristo, tanto más se duele y es transformada en dolor” (Ibid., p. 190-191). Ensimismarse, transformarse en el amor y en los sufrimientos del Cristo crucificado, identificarse con Él. La conversión de Angela, iniciada con esa confesión de 1285, llegará a la madurez sólo cuando el perdón de Dios aparezca a su alma como el don gratuito de amor del Padre, fuente de amor: "No hay nadie que puede dar excusas – afirma ella – porque cualquiera puede amar a Dios, y el no pide otra cosa al alma sino que le ame, porque él la ama y de su amor" (Ibid., p. 76).
En el itinerario espiritual de Angela el paso de la conversión a la experiencia mística, de lo que se puede expresar a lo inexpresable, tiene lugar a través del Crucificado. Es el "Dios-hombre de la pasión", que se convierte en su "maestro de perfección". Toda su experiencia mística es, por tanto, tender a una perfecta “semejanza” con Él, mediante purificaciones y transformaciones cada vez más profundas y radicales. En esta estupenda empresa Angela se implica totalmente, alma y cuerpo, sin ahorrarse penitencias y tribulaciones desde el principio al final, deseando morir con todos los dolores sufridos por el Dios-hombre crucificado para ser transformada totalmente en Él: "Oh hijos de Dios – recomendaba ella –, transformaos totalmente en el Dios-hombre de la pasión, que tanto os amó hasta dignarse morir por vosotros de muerte ignominiosísima y del todo inefablemente dolorosa y de un modo penosísimo y amarguísimo. ¡Esto solo por amor tuyo, oh hombre!" (Ibid., p. 247). Esta identificación significa también vivir lo que Jesús vivió: pobreza, desprecio, dolor, porque – como ella afirma – "a través de la pobreza temporal el alma encontrará riquezas eternas; a través del desprecio y la vergüenza obtendrá honor y grandísima gloria; a través de una poca penitencia, hecha con pena y dolor, poseerá con infinita dulzura y consolación el Bien Sumo, Dios eterno" (Ibid., p. 293).
De la conversión a la unión mística con el Cristo crucificado, a lo inexpresable. Un camino altísimo, cuyo secreto es la oración constante: "Cuanto más reces – afirma ella – tanto más serás iluminado; cuanto más seas iluminado, tanto más profunda e intensamente verás al Sumo Bien, al Ser sumamente bueno; cuanto más profunda e intensamente lo veas, tanto más lo amarás; cuanto más lo ames, tanto más te deleitará; y cuanto más te deleite, tanto más lo comprenderás y serás capaz de comprenderlo. Sucesivamente llegarás a la plenitud de la luz, porque comprenderás que no puedes comprender" (Ibid., p. 184).
Queridos hermanos y hermanas, la vida de la Beata Angela comienza con una existencia mundana, bastante alejada de Dios. Pero después se encontró con la figura de san Francisco y, finalmente, el encuentro con el Cristo Crucificado despierta el alma a la presencia de Dios, por el hecho de que sólo con Dios la vida llega a ser verdadera vida, porque llega a ser, en el dolor por el pecado, amor y alegría. Y así nos habla a nosotros hoy la Beata Angela. Hoy estamos todos en peligro de vivir como si Dios no existiera: parece muy alejado de la vida actual. Pero Dios tiene mil maneras, para cada uno la suya, de hacerse presente en el alma, de mostrar que existe y que me conoce y ama. Y la Beata Angela quiere hacernos atentos a estos signos con los cuales el Señor nos toca el alma, atentos a la presencia de Dios, para aprender así el camino con Dios y hacia Dios, en la comunión con Cristo Crucificado. Oremos al Señor para que nos haga atentos a los signos de su presencia, que nos enseñe a vivir realmente. Gracias.
[En español dijo] Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a las Hermanas de la Compañía de la Cruz; a los miembros de la Hermandad de Nuestra Señora de la Estrella, de Sevilla; a los representantes de la Cofradía de Investigadores de Toledo, acompañados por el Señor Cardenal Antonio Cañizares Llovera; a los fieles de la Arquidiócesis de Santiago de los Caballeros, con su Arzobispo, Monseñor Ramón Benito de la Rosa Carpio, así como a los demás grupos procedentes de España, México, Honduras, Argentina y otros países latinoamericanos. Que la Beata Ángela de Foligno nos ayude a comprender que la verdadera felicidad consiste en la amistad con Cristo, crucificado por amor nuestro. A su divina bondad sigo encomendando con esperanza a los mineros de la región de Atacama, en Chile.
[Traducción del italiano por Inma Álvarez ©Libreria Editrice Vaticana]
sábado, 30 de enero de 2021
Santos del día 31 de enero