martes, 26 de marzo de 2019

De los cuatro tipos de razones para votar a un partido político y no a otro

De los cuatro tipos de razones para votar a un partido político y no a otro

 


            
            A mí se me ocurren cuatro, cuatro grandes tipologías de voto en función de la razón por la que uno llega a él. A Vds. tal vez se les ocurra alguna más… Y ya verán qué curiosas algunas de ellas, o por mejor decir, casi todas.
            La primera razón para votar a un determinado partido político tiene que ver con el interés más estrictamente personal. Es el voto de supervivencia. Se pertenece al partido político al que se vota ya en el grado de militante o, incluso aún más, en el de candidato, o cuanto menos, ese militante o candidato del partido elegido pertenece a la familia, más aún si esa persona obtiene algún tipo de beneficio de su militancia y es la que aporta las rentas domésticas.El porcentaje de los que realizan su elección en función de este criterio, aunque naturalmente bajo, -son “pocos” los cargos políticos que se reparten en una sociedad; en España, país con fama de tener muchos, desde 160.000 hasta 455.000, todas las hipótesis se han barajado-, es el más fácil de determinar: nunca estaríamos hablando de una cifra superior al millón de electores que en nuestro país toman su decisión en función de un interés directamente derivado de la participación política, o bien personal, o bien de alguien muy allegado. Claro que la cifra puede aumentar si la ampliamos a todos aquéllos que forman parte de las llamadas “administraciones paralelas” (sólo en la Andalucía del PSOE hasta cuatro mil personas según se dijo) o a aquéllos que, por formar parte de la Administración, se sienten más seguros con según qué partido en el poder.
            La segunda razón tiene que ver con una cuestión empática. Es la más variada de todas, pues los caminos para llegar a dicha empatía son tantos como quepa imaginar. La sensibilidad de uno según la autopercibe, el ambiente al que se pertenece, la tradición familiar o local, la imagen que uno que desea proyectar de sí mismo, la imagen que según uno percibe proyecta el partido votado, la imagen del candidato indiscutiblemente, las últimas noticias que le llegan a uno, la modernidad, una simpatía inexplicable hacia determinadas siglas, y tantos otros, son motivos que llevan al votante a optar por una determinada alternativa en detrimento de las demás.
            La tercera es la que consiste en sopesar las razones que hacen recomendable la decisión pensando simultáneamente en el interés personal de uno y en el interés global, o social o general de todos. En definitiva, votar con la idea de elegir al mejor candidato o partido para la circunstancia presente. Es el voto reflexivo. Es el más deseable, aquél en el que de hecho, piensan todos los tratados de ciencia política que se han escrito y que nos hablan de las maravillas de la democracia, “el menos malo de los sistemas políticos”, según se dice que dijo Winston Churchill. Ahora bien, ¿es el porcentaje de los que así votan realmente relevante? Difícil de determinar porque aunque si hiciéramos una encuesta preguntando por la calle qué le inclina a uno a optar por un determinado partido la respuesta definida como “el interés personal de uno en conjugación con el interés global, o social o general de todos” saldría ganando de calle, dudo que ni siquiera uno de cada tres electores vote atendiendo de verdad a dicha consideración.
            Y bien, van tres. “Pero Vd. dijo cuatro, Antequera”. Y no le falta a Vd. razón querido amigo. Dejo para el final la más enigmática de todas, la más divertida e interesante también si no fuera porque es, además, la más dañina y perjudicial para todos, así como la más inconfesable, una que en la hipotética encuesta de la que hablamos arriba, a duras penas obtendría un 1% de resultado, aunque en mi opinión, determine el voto de un porcentaje muy importante, inesperadamente alto, de los electores españoles y del mundo.
            Estoy hablando del voto del “que se jodan”, del voto de la envidia, del voto del envidioso. Tantos como acuden a las urnas pensando, no en absoluto, en su propio interés y menos aún en el colectivo, cuanto en el número de personas al que en su entorno más cercano o en el entorno más global, van a molestar o van a perjudicar. Personas que saben perfectamente que el partido al que votan no va a mejorar la situación general, ni siquiera la suya, pero al que entregan gozosos su voto pensando en todos aquéllos que van a salir perjudicados, aceptando algunos, los más recalcitrantes votantes del "que se jodan", incluso un empeoramiento de sus propias circunstancias en aras del más alto objetivo del empeoramiento de la situación general. Ya sé que es difícil de creer, pero este voto existe: ¿un 10% de los votantes? ¿un 20%, un 30%, un 40%? Pongan Vds. la cifra. Dependiendo del ambiente en que se muevan lo percibirán más bajo o más alto. Lo que sí les digo es que este tipo de votante se concentra en una serie de siglas, mientras otras, por lo que se refiere a dicha procedencia, reciben un porcentaje de sufragios muy escaso.
            Y hasta aquí puedo leer. Que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos. Seguimos viéndonos por aquí.



            ©L.A.
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