martes, 25 de noviembre de 2014

Opción por la verdad (AUTOLIBERACIÓN INTERIOR) Anthony de Mello


Opción por la verdad


¿Tomó Jesús opción de clase? No te va a ser fácil saber dónde está el po­bre. Jesús tomó opción por la verdad. La pobreza no es un estado de felici­dad, sino de injusticia. Hay pobres que necesitan que se sea duro con ellos para que despierten. Hay que tratar a cada persona según lo que ella necesita. Sen­sibilízate con la injusticia siendo tú jus­to y así comenzarás a comprender la injusticia.


El místico es el revolucionario por excelencia. Él no hace nada, porque todo se hace por medio de él. Se deja llevar por una fuerza que ni siquiera puede resistir: la fuerza de la verdad. Ha habido místicos violentos, pero allí no se metía su ego. Cada uno sabrá lo que debe hacer si está despierto y abierto y sensibilizado a la verdad, como Jesús. No hace falta saber de dónde vino el mal, sino saber el porqué del mal que tienes ahora, de dón­de procede.


Una vez que yo esté sensibilizado con las cosas, con las personas y con­migo mismo, no hará falta que me di­gan lo que es bueno y lo que es malo, porque me será imposible cerrar los ojos a la realidad, y por ello no podré optar por el mal. Yo, entonces, no po­dré aprobar lo que haces tú, si es un mal objetivo, pero tampoco podré obligar­te a hacer lo contrario, ni dirigirte o re­formarte. Trataré de ayudarte a que ese mal no exista, y esperar a que despiertes.


Gandhi decía: "El que quiera venir a luchar conmigo para liberar a la pa­tria, tendrá antes que purificarse, pues, de lo contrario, acabaríamos liberándo­nos de una opresión para caer en otra peor." Hay que lanzarse a la batalla sin ningún rastro de odio para que esa ba­talla sirva para algo. Liberarte del odio es lo mismo que liberarte de tu miedo, pues el miedo es lo que produce el odio. Y si el miedo es por ti mismo, es que te estás odiando, y si anida el odio en ti, odiarás a todo el mundo.


Para ser místico no necesito estar en un monasterio. Se puede muy bien ser pobre e ignorante de teorías y de leyes y ser místico. Lo que hace falta es es­tar despierto a la vida. Lo importante es liberarte tú mismo, y eso lo puede hacer tanto un seglar como un monje. Quizá un monje, con la dificultad de una comunidad cerrada, donde se ori­ginan tantos roces, te da pie para des­cubrir más claramente tus enfermeda­des, y sobre todo sufrir. Es el sufrimien­to lo que ayuda a despertar. El encuen­tro con la realidad.


El estar despierto y mirar sin enga­ños no quiere decir que desaparezca tu programación, sino que allí estará, pero la verás claramente, y al apego lo lla­marás apego, y a lo que creías amor lo llamarás egoísmo. El apego habrá per­dido la batalla cuando lo descubras, y ya no tendrá el poder que la inconcien­cia le daba. Tú mandarás sobre él.

 

Liberarte del odio es lo mismo que liberarte de tu miedo, pues el miedo es lo que produce el odio.

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