lunes, 13 de octubre de 2025

Doce de octubre - Domingo 28º TO Ciclo C: Lucas 17,11-19. Nuestra Señora del Pilar (Lucas 11,27-28)Las Religiones son leprosas, el Evangelio libera y cura y CINCO MINUTOS con el Evangelio de Lucas(Semana 46ª (12.10.2025): Lucas 20,1-47. La magnificencia de los Templos de las Religiones sonroja).

 Doce de octubre

En esta mañana del 12 de octubre escribo esta presentación de los comentarios del Evangelio de hoy, domingo. El comentario primero, como se leerá a continuación, corresponde a la lectura del texto de Lucas 17,11-19: Sé que este relato lucano no se proclamará en ninguna de las celebraciones de la eucaristía. En cambio, sí se leerá otro texto evangélico que dice, textualmente, esto:

En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a la gente, una mujer de entre el gentío levantando la voz, le dijo:
«Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te criaron».
Pero él dijo:
«Mejor, bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen» (Lucas 11,27-28). 


Y... con toda seguridad quienes presidan las celebraciones de este domingo comentarán estas palabras de Lucas 11 y recordarán la presencia de la Virgen del Pilar para volver a actualizar la 'venerable tradición' de la Religión católica que cuenta la aparición (la primera aparición, hasta donde mis luces alcanzan) de La Señora a Santiago el apóstol en la orilla del río Ebro, justamente, el día dos de enero del año 40 después de Cristo.

'Venerable tradición', he recordado, pero que nadie se atreva a ponerla en duda bajo castigo de ser tenido por hereje, ateo descreído o 'sambenitos' peores.

Estos, están siendo, los datos de algunos asuntos que ya están sucediéndose en este segundo día del fin de semana histórico, cultural, político y religioso...

Acabo de escribir que este suceso, acaecido a orillas del Ebro por donde hoy se levanta una de la dos espléndidas catedrales de Zaragoza (España) fue la primera aparición de María de Nazaret después de su muerte, acaecida no se sabe bien ni cuándo ni dónde. Y después de ésta, las apariciones de La Señora han ido sucediéndose por la faz de la tierra como una lluvia de presencia divina por esta casa del mundo de la tierra. Por esta razón, aquella humana María de Nazaret, esposa de José de Nazaret y madre de Jesús de Nazaret ha pasado a transfigurarse en La Señora, Virgen, Madre, Santa, Santísima, Reina... ¡Una diosa!

Muchas personas asiduas a esta página de comentarios recordarán las 365 jaculatorias que acabé por sintetizar en una sola: 'Que me devuelvan a la señora María'. Recordado queda y así continúo.

Que discurra en serena tolerancia hasta el final del día, al menos, este domingo del 12 de octubre de 2025. 

Carmelo Bueno Heras

     

Comentario primero:

2025, 12 de octubre. Domingo 28º TO Ciclo C: Lucas 17,11-19.

Nuestra Señora del Pilar (Lucas 11,27-28)

Respiro, vivo y sigo escribiendo CONTIGO:

Las Religiones son leprosas, el Evangelio libera y cura

“Y sucedió que, de camino a Jerusalén, pasaba por la frontera entre Samaría y Galilea…” (Lucas 17,11). Así comienza el relato evangélico que se leerá en las liturgias del domingo día once de octubre. Este inicio del texto es igual, casi idéntico, al que se lee en Lucas 9,51-56. Ahí es donde, según cuenta este narrador llamado Lucas, Jesús inicia el camino de subida a Jerusalén desde sus tierras de Galilea. Esto ya lo he comentado en alguna ocasión anterior. Aquí sólo lo recuerdo con la única pretensión de no olvidarlo. Seguimos de camino.

 

Cuando se iniciaba este camino en Lucas 9,51 se indicaba que Jesús había enviado mensajeros a prepararle lugar entre los samaritanos en alguna aldea de Samaría. Y no fue posible porque aquellas gentes extrajeras para Israel no quisieron recibir ni a Jesús ni a sus acompañantes. Ahora, en este relato de Lucas 17,11, será solo uno entre diez quien se reconozca sanado y vuelva a encontrarse con Jesús para compartir la alegría de sentirse curado de la lepra y de su castigo. Este uno, y único, era samaritano, un extranjero para la casta y mente de la Religión.

 

Entonces se trataba del inicio del camino y ahora estamos ya en la tercera y última etapa de este mismo camino. Y si el lector es observador contemplativo caerá en la cuenta de que entonces y ahora sigue Jesús con los suyos en esa parte del camino que es frontera entre Galilea y Samaría. Es decir que, prácticamente, poco o nada han avanzado en ese caminar por el camino. Y poquito después, en Lucas 19,28, estos caminantes estarán ya en las puertas de entrada en Jerusalén. La realidad de este camino es, para el Evangelista, sobre todo una imagen de la experiencia del seguimiento de Jesús de Nazaret, el Maestro (17,13).

 

Deseo subrayar una realidad explícita en el texto: Jesús es un maestro que habla y actúa por medio de la palabra. Y su palabra parece ser que es poderosa: ‘Id y presentaos…’ (17,14), ‘Levántate y vete…’ (17,19). Ante esta palabra de Jesús, entre otras cosas, desaparece la enfermedad de la lepra. ¿No será que existe otra palabra y de otro u otros maestros que provoca la enfermedad de la lepra? Creo que esta enfermedad tiene que ver con esta otra palabra de otros maestros. Sólo hace falta tener un poco de tiempo y leerse, entre otros muchos textos, los capítulos doce y trece del Libro del Levítico.

 

La enfermedad de la lepra se entendía como un castigo enviado por Dios por el pecado de haber sido infiel a ese Dios, a su palabra, a su voluntad, a sus mandatos. Y eran, pues, los ministros, sacerdotes, mediadores o intermediarios de ese Dios quienes daban o quitaban la lepra y su marginación social. Este abandono inhumano era tan doloroso o más que la enfermedad física. En este relato de Lucas contemplamos contrapuestas palabras y dioses.

 

Por esta razón, tan sencilla en apariencia, resuenan como un milagro las palabras finales del relato: “Tu fe te ha curado” (Lucas 17,19). Hay una religión que enferma y existe una fe que sana y cura. Pasó entonces con Moisés. Pasó después con Jesús. Siguió pasando hasta el siglo XIX con el investigador Hansen y seguirá pasando. La enfermedad de la religión se cura. A veces con la ciencia y siempre con la experiencia liberadora que es la fe. Este aprendizaje se adquiere al contemplarse los adentros de uno donde habita… ¡¿el Reino?! (Lucas 17,20-21). Sí.

Carmelo Bueno Heras. En Burgos, 09.10.2016. También en Madrid, 12.10.2025

 

Comentario segundo:
CINCO MINUTOS con el Evangelio de Lucas para leerlo ordenadamente y desde el principio hasta el final. Semana 46ª (12.10.2025): Lucas 20,1-47.
La magnificencia de los Templos de las Religiones sonroja

El capítulo vigésimo y el siguiente, en el Evangelio de Lucas, forman una unidad por haberlo querido así su narrador. Así lo leemos y lo comprendemos: “Y sucedió que un día enseñaba al pueblo en el Templo y anunciaba la Buena Nueva...” (Lucas 20,1). Y en el final de esta gran unidad narrativa volvemos a leer esto otro: “Por el día enseñaba Jesús en el Templo y salía a pasar la noche en el monte llamado de los Olivos. Y todo el pueblo madrugaba para ir donde él y escucharle en el Templo” (Lucas 21,37-38).

Está bien clara la narración intencionada de este comunicador de la Buena Noticia al que llamamos siempre Lucas: Su Jesús ha llegado a Jerusalén y ha entrado en el Templo con la única y explícita finalidad de EVANGELIZAR a cuantas personas e instituciones se mueven en torno a este lugar tan emblemático de la religión judía.

 

Anteriormente, este Jesús del Evangelista Lucas se había dedicado en exclusiva a EVANGELIZAR a cuantas personas le acompañaban por el CAMINO desde Galilea hasta Jerusalén. Y antes se había dedicado en exclusiva a EVAGELIZAR en las tierras de su región de Galilea. En síntesis, la tarea y misión de este Jesús de Lucas es Evangelizar como nos ha dejado escrito desde el punto de partida de su vida como persona y adulto cuando el cumplimiento de sus doce años: “¿Me buscabais? Debo estar en la casa de mi Padre” (2,41-52). El Templo no era la casa de su Padre.

 

Para comprender qué era EVANGELIZAR para este Lucas y su Jesús de Nazaret conviene leerse al menos tres veces este relato del capítulo vigésimo de este Evangelio. Y esta cosa o cuestión de la Evangelización comienza así aquí textualmente: “Se acercaron a Jesús los Sumos Sacerdotes, los Escribas y los Ancianos y le preguntaron...” (20,1-2): ¿quién es el que manda aquí en esto y ahora? Y Jesús responde, Juan el Bautista.

 

Después de haber leído este relato, no una vez sino tres como decía, se comprende que quien tiene una palabra de sentido es Juan el Bautista, el perdonador de los pecados de las gentes sin necesidad de acudir al Templo ni recurrir a los servicios de los Sacerdotes ni tener que ofrecer Sacrificios al dios Yavé de Israel (Lucas 3). La RELIGION de Israel estaba vacía y muerta.

 

Evangelizar es, para Juan y Jesús, vivir y con-vivir. Hacer posible la vida y la con-vivencia de todos. Creo que no me invento nada de esto que digo cuando estoy leyendo estas denuncias tan claras y explícitas: “Estando todo el pueblo oyendo, dijo a los discípulos que estaba prohibida tanta ostentación como exhibían los escribas en todas sus manifestaciones visibles, audibles, olibles, comibles y tocables” (Lucas 2045-47).

 

La magnificencia del Templo sonrojaba, como también sucede con la magnificencia de las Religiones. De todas. Sin excepción alguna. Desde la magnificencia de una Acrópolis de la que sus piedras ruedan por los suelos hasta la primera de las Basílicas (de ‘Basileus’, el Rey) que pretende ser el vaticano de los mesías cristianos. Juan, el perdona pecados de Israel, y el laico y galileo Jesús de Nazaret aprendieron a EVANGELIZAR al margen del Templo, la Ley, el Sacerdocio y la Tradición de los Ritos de la Religión. Con ellos, Evangelizar es aprender a vivir.

Carmelo Bueno Heras. En Madrid, 07.10.2028. También en Madrid, 12.10.2025

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