sábado, 18 de octubre de 2025

Escribir y leer para vivir - Domingo 29º TO Ciclo C: Lucas 18,1-8 (La RELIGIÓN eleva y diviniza - La FE sostiene y humaniza) y CINCO MINUTOS con el Evangelio de Lucas (Semana 47ª (19.10.2025): Lucas 21,1-38. De aquel segundo Templo de Jerusalén de los días de Jesús de Nazaret no quedó piedra sobre piedra desde el año 70… ¡Y así sigue hasta ahora!).(

 Escribir y leer para vivir

Nuevo domingo dedicado a dejarnos iluminar, si así lo decide cada persona creyente, por la narración de aquel maestro de las letras que se está llamando Lucas, el Evangelista del toro. Así es como 'la tradición gráfica o icónica' nos lo ha querido representar. El Evangelista acompañado por un toro. Seguiré pensando para mis contemplaciones que esto del icono taurino debió de estar relacionado con la inmensa cantidad de estos animales destinados a ser sacrificados en el altar del templo de Jerusalén, el templo de la RELIGIÓN de todo buen judío, fuera o no creyente o practicante. Nuestro Evangelista Lucas comienza su relato sobre su Jesús de Nazaret, precisamente, en el Templo de esta ciudad, de igual manera que nuestro universal Miguel de Cervantes Saavedra inicia la narración de su Caballero y Escudero, don Quijote y Sancho, en un lugar de la Mancha de cuyo nombre...
Recuerdo estos datos para que no se nos olvide que los escritores de todos los tiempos, lenguas, culturas... realizan su trabajo con esa peculiar y, a veces, muy extraña virtud de la delicadeza que consiste, entre otras cosas, en compartir la sinceridad de contar lo que se sabe, lo que se siente, lo que emociona, lo que se cree, lo que, en fin, degrada o humaniza a cada ser humano personal y socialmente. Y en este proceso tan intenso y personal que vive toda persona que escribe sólo él suele ser consciente de su compromiso con la vida y la convivencia. 
Y en este mismo proceso, a cada uno de sus lectores nos corresponde esa misma sinceridad en la valoración crítica de cuando nos atrevemos a leer. 
Escribir y leer. Aprender a escribir y a leer. Así son los dos pies para caminar por las realidades de la vida. Es así de elemental, de sencillo y, a la vez, de complicado. Aprendices siempre de la lectura y de la escritura. Las dos manos de los mejores abrazos que siempre humanizan. Así es, según lo medito, la experiencia de la fe.
Nada más para este domingo y la semana que con él se inicia. Espero que los dos comentarios de los relatos de Lucas nos sigan iluminando la experiencia de la fe, del vivir.
Estos dos comentarios se encuentran a continuación. 
Hasta mañana, y así día a día.
Carmelo Bueno Heras       


Comentario primero:

2025,19 de octubre. Domingo 29º TO Ciclo C: Lucas 18,1-8. Respiro, vivo y sigo escribiendo CONTIGO:

La RELIGIÓN eleva y diviniza - La FE sostiene y humaniza

Hemos llegado al capítulo decimoctavo del llamado Evangelio de Lucas. Recuerdo que este narrador nos ha dicho que estamos todos ya en la tercera etapa de ese camino que llega y nos lleva a Jerusalén, la capital de la religión judía que es tanto como decir que nos llega y nos lleva a la actual Roma del Vaticano. Y por este camino se van enhebrando en los labios de Jesús parábola tras parábola. ¿Mentira tras mentira? No exactamente, aunque la parábola hable literalmente de unas cosas y en su intencionalidad profunda de otras muy distintas.

 

Para los dos domingos siguientes y sus lecturas de la liturgia eucarística, la iglesia nos propone meditar dos parábolas. Una (Lc 18,1-8) para el domingo 19 de octubre: “Les decía Jesús una parábola para inculcarles que era preciso orar siempre sin desfallecer”. Y la otra (Lc 18,9-14) para el siguiente domingo, 26 de octubre: “Dijo también una parábola a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás”.

 

Recordé hace un tiempo en estos comentarios del Evangelio que este narrador Lucas se sirve muy a menudo del género literario de la parábola y de manera especial en esta etapa del camino que recorren los galileos y que acaba en Jerusalén. Para comprender bien qué es una parábola y toda la tensión dramática, crítica y profética que atesora conviene releerse aquella vieja parábola que le cuenta el profeta Natán al rey David y que encontramos en el segundo libro de Samuel capítulos undécimo y duodécimo. Aquella parábola y en su contexto.

 

Con estas claves de la mentira literaria de una metáfora con la que se viste la desnudez de la verdad del mensaje nos acercamos a leer una vez más la parábola de un juez, que lo único que deseaba era ‘no sentirse molestado por nada ni nadie’, y de una viuda que pide justicia. Bueno, más que pedirla, la exige. Aunque parezca una ridiculez, vuelvo a decir que según este Evangelista es Jesús quien cuenta esta parábola. Y lo hace, ¿para decir que el juez es su Dios Yavé o lo son todos los Sumos Sacerdotes del templo y de la ley que tienen olvidadas, marginadas y explotadas a todas las viudas del pueblo? ¿Qué tipo de relación con Dios puede existir si se sigue esclavizando tan deshumanizadamente a la mujer sin marido, sin protección, sin futuro y sin amor?

 

Donde no hay amor, podrá existir una religión, pero nunca existirá la experiencia de la fe, que humaniza y mantiene en pie y liberado a cualquier ser humano. La viuda de esta parábola exige justicia. Precisamente se trata de una justicia que no encuentra entre quienes sostienen la presencia de una religión marginadora de la mujer, de su voz, de su horizonte y de su vida. ¿Quién es ‘el adversario’ de esta viuda? La clave del mensaje de la parábola de Jesús está sembrada en la respuesta de esta pregunta.

 

El adversario, ¡creo y lo escribo!, es la religión de Israel, de la Ley de Moisés, de su institucionalización que es el Templo y la autoridad del Sumo Sacerdocio. Frente a este adversario sólo existe el camino de la oración, el camino del conocimiento crítico de la realidad, que llega a identificar el poder inhumano que niega el aire de la vida a una y a todas las viudas de aquel Israel de Jesús. En este laico de Nazaret, aquellas mujeres encontraron el aire de su vida. Al fin.

Carmelo Bueno Heras. En Burgos, 16.10.2016. Y también en Madrid, 19.10.2025.


CINCO MINUTOS con el Evangelio de Lucas para leerlo ordenadamente y desde el principio hasta el final. Semana 47ª (19.10.2025): Lucas 21,1-38.

De aquel segundo Templo de Jerusalén de los días de Jesús de Nazaret no quedó piedra sobre piedra desde el año 70… ¡Y así sigue hasta ahora!

Este Jesús de Nazaret del que nos ha escrito el Evangelista Lucas está en el Templo de Jerusalén porque ha venido desde la lejana región de Galilea para evangelizar. Está aquí para anunciar ‘su buena noticia’ que ya dejó explícitamente proclamada en la sinagoga de su tierra de Nazaret (Lucas 4,14-30). Permanece en el Templo, y habla, aunque sabe que sus días están contados: “Los escribas y los sumos sacerdotes trataron de echarle mano..., porque comprendieron que la parábola la había dicho por ellos” (20,19).

 

Jesús permanece dentro de ese Templo y “al alzar la vista, ve a unos ricos que echaban sus donativos en el Tesoro del Templo...” (21,1-4). Ve esto y lo denuncia... “llegarán días en los que no quedará piedra sobre piedra de este Templo” (21,5-7). Estas palabras pronunciadas, según Lucas, por Jesús están anunciando que el Templo de Jerusalén va a ser destruido.

 

Cuando este Evangelista escribe estas cosas, el Templo de Jerusalén ya ha sido destruido por los romanos. En el transcurso del año 70 y siendo Vespasiano emperador de Roma, Tito sitia la ciudad de Jerusalén, la incendia y la destruye. Poco tiempo después, muy probablemente, se escribe la llamada ‘obra de Lucas’: su Evangelio, la primera parte, y el Libro de los Hechos de los Apóstoles, la segunda.

 

Muchos comentaristas y estudiosos de este Evangelio suelen decir que el Jesús de Lucas anuncia acontecimientos en la historia de Jerusalén y del Templo de los judíos que ya habían sucedido: “Cuando veáis a Jerusalén cercada por ejércitos, sabed entonces que se acerca su desolación... Jerusalén será pisoteada por los gentiles...” (21,20-24).

 

Al constatar estos datos de la destrucción de Jerusalén y de su Templo en torno al año 70 d.C. conviene decir aquello de “llueve sobre mojado” del refrán. El escritor judío del Libro de Daniel (en su capítulo noveno, por ejemplo) ya anunciaba la destrucción de esta Jerusalén y de su Santuario. Y mucho antes en la historia también lo anunció y escribió Jeremías en el vigesimosexto capítulo de su Libro. Quien se lo lea descubrirá que este Jeremías fue condenado a morir por haber denunciado las maldades de la ciudad de la Paz y de su Templo.

 

Este Jeremías, profeta, salvó su vida de la muerte por haber hecho y dicho lo que anteriormente ya denunció Miqueas, otro profeta sin ‘pelos en la lengua’ ante el malvado mal de los poderosos que mandan y no hacen otra cosa que aprovecharse y enriquecerse de sus ‘esclavizados servidores’. Quien se haya leído una vez Miqueas 3,9-12 sabrá que esto es cierto. ¿Cómo olvidar estos antecedentes tan evidentes y sonoros cuando se contemplaba la realidad de aquella Jerusalén y de su Templo en los tiempos del Jesús de Nazaret y de aquel siglo que se empezó a llamar el primero de una nueva era?

 

Al acabar esta página de comentario cito esta pregunta que se lee en 21,7: “¿Cuál será la señal de que todas estas cosas están a punto de suceder?”. La señal primera y más clara, cierta y cumplida es la ostentación. Ésta esconde siempre, como en un iceberg, la corrupción humana.

Carmelo Bueno Heras. En Madrid, 14.10.2018. Y también en Madrid, 19.10.2025.

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