jueves, 13 de agosto de 2020

Imitación de Cristo (Consejos útiles para la vida espiritual)

PARTE PRIMERA
CONSEJOS ÚTILES PARA LA VIDA ESPIRITUAL.



Capítulo XXII
CONSIDERACIÓN DE LAS
 LIMITACIONES HUMANAS.


1. Eres miserable donde sea que vayas y a quien quiera que te dirijas si no te conviertes a Dios. ¿Porqué te desconciertas cuando no te sucede conforme quieres y deseas?. ¿Quién posee todas las cosas según su voluntad?. Ni yo, ni tú, ni ninguna otra persona sobre la tierra. Ninguno permanece en este mundo sin alguna tribulación o angustia aunque sea Estadista o Prelado. ¿Quién es el que está mejor?. Por supuesto, el que está dispuesto a sufrir un poco por Dios.

2. Dicen muchos ignorantes y endebles: mira, qué buena vida se pasa esa persona, qué rico, qué poderoso y de elevada posición; pero presta atención a los regalos divinos y verás que todos esos bienes intranscendentes nada valen sino que son muy inestables, causan graves agobios y nunca se poseen sin preocupación y temor. No consiste la felicidad del ser humano en tener sobreabundancia de bienes materiales sino que es suficiente una vida moderada. Ya es bastante dificultoso vivir sobre la tierra. Mientras uno más desee espiritualizarse más amarga será para él la presente vida porque siente mejor y más claramente las faltas producidas por la corrupción de muchas personas. Porque comer, beber, estar despierto, dormir, descansar, trabajar y estar sometido a tantos condicionamientos por las necesidades de la naturaleza humana de verdad constituye gran limitación  y pesadumbre para quien sirve a Dios y quisiera sentirse desligado y libre de toda acción culpable.

3. Muy sobrecargado se encuentra el hombre interior por las necesidades naturales en este mundo. De ahí que el Profeta suplica con devoción que pueda verse libre de ellas, diciendo: "Arráncame, Señor, de mis angustias" (Sal 25, 17). Infelices los que no reconocen su miseria y más infelices los que prefieren esta vida miserable y pervertida. Porque existen tantos tan abrazados a ella, que con tal de poseer lo apenas indispensable, ya sea esforzándose o mendigando, si les fuera posible, la pasarían sin atender para nada al Reino de Dios.

4. ¡Qué insanos y de infiel corazón los que tan profundamente se hallan sumergidos en las preocupaciones inmediatas que sólo son capaces de saborear los placeres sensuales!. Pero finalmente estos infelices terminarán por reconocer qué rastrero e inconsistente era lo que amaron. Los santos de Dios y todos los auténticos amigos de Cristo no atendieron a las satisfacciones de sus sentidos ni a lo que florecía en esta vida sino que con todo su esfuerzo e intención anhelaban los bienes eternos; orientaban todo su deseo elevándolo a lo duradero e invisible no fuera que el amor a las cosas visibles viniera a traerlos abajo. No pierdas, hermano, la confianza de progresar en la vida espiritual: todavía tienes tiempo y oportunidad.

5. ¿Por qué quieres postergar para mañana tu propósito?; levántate, empieza de inmediato y di: Ahora es tiempo de actuar Ahora es tiempo de luchar. Ahora es tiempo apto para reformarme. Cuando no te sientes bien y estás atribulado, entonces es tiempo de adquirir mérito. Es necesario que pases a través de fuego y agua antes que logres el descanso (Sal 66, 12). Si no empleas en ti tu propia fuerza jamás dominarás los defectos. Mientras conducimos nuestro frágil cuerpo no podemos estar sin faltas ni vivir sin fastidio y dolor. Con gusto quisiéramos descansar de toda deficiencia pero debido a que hemos perdido la inocencia inicial con ella se nos fue también la verdadera felicidad. Por eso conviene tenernos paciencia y vivir en la espera de la misericordia de Dios hasta que acabe la malicia y la mortalidad sea absorbida por la vida.

6. ¡Qué grande es la fragilidad humana, que siempre se inclina hacia lo malo!. Hoy día confiesas tus pecados y mañana los vuelves a cometer. Ahora propones tener cuidado de ti mismo y una hora después actúas como si nada hubieras propuesto. Con razón, pues, nosotros mismos podemos avergonzarnos, y jamás sentirnos grandes ya que somos tan quebradizos e inestables. Rápidamente puedes perder por descuido lo que has adquirido con tan gran esfuerzo por el favor de Dios.

7. ¿Qué irá a ser de nosotros al final que nos hemos entibiado tan pronto?. Pobres de nosotros si queremos declinar hacia el descanso cuando ni siquiera aparece en nuestro trato alguna señal de verdadera santidad. ¡Qué bien nos haría ser de nuevo instruidos en óptimas costumbres, como sencillos principiantes, si hubiera alguna positiva esperanza de mayor provecho espiritual!

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