jueves, 27 de agosto de 2020

Imitación de Cristo (Felicidad Espiritual)

PARTE TERCERA
FELICIDAD ESPIRITUAL.


Capítulo VII
CUSTODIAR LA GRACIA
 CON HUMILDAD.


Jesucristo:
1. Hijo, lo más útil y seguro para ti es mantener oculta la gracia de la devoción y no sobreestimarte, ni hablar mucho de ella, ni ponderarla demasiado, sino más bien considerar lo que vales y temer porque se te ha dado sin merecerla. No está bien apegarse tenazmente a estos sentimientos porque muy pronto pueden cambiarse en contrarios. Piensa en la gracia, qué miserable e impotente estás sin la gracia. No consiste el aprovechamiento en la vida espiritual en tener la gracia de las consolaciones sino que con humildad y paciente abnegación soportes que ella se te quite de manera que entonces no descuides el esfuerzo de la oración ni dejes del todo las demás buenas obras que acostumbras realizar, sino que como mejor puedas y entiendas realices con buena voluntad lo que esté de tu parte sin descuidarlo totalmente por la aridez o ansiedad mental que sientes.

2. Hay muchos que se vuelven de pronto impacientes o desganados cuando las cosas no suceden como quieren. No está siempre en poder del hombre su camino (Jr 10,23) sino que es propio de Dios dar y consolar, cuando quiere, en la medida que quiere y a quien quiere, según su deseo, y eso es todo. Algunos desprevenidos se destruyeron a sí mismos por causa de la gracia de la devoción, porque quisieron hacer más de lo que podían sin pensar en sus limitaciones, más seguidores del afecto de su corazón que del juicio de la razón. Y porque presuponían mayores cosas de las que agradaban a Dios por eso mismo perdieron pronto la gracia. Se volvieron pobres y quedaron despreciados los que quisieron poner su nido en el Cielo para que humillados y empobrecidos aprendan a no volar con sus alas sino a esperar bajo mis plumas. Los que todavía son nuevos e inexpertos en el camino del Señor pueden fácilmente engañarse y perderse si no se dejan guiar por los consejos de los sensatos.

3. Porque si prefieren seguir a su parecer que creer en los más experimentados será muy riesgoso su fin por no querer abandonar su propio juicio. Los que se creen sabios rara vez soportan que otros los dirijan. Mejor es saber poco, con humildad y limitada inteligencia que grandes tesoros de ciencia con vana complacencia. Mejor es para ti tener poco que mucho de lo que vayas a presumir. No se comporta con discreción quien se entrega totalmente a la alegría, olvidándose de su original carencia y del puro respeto a Dios que teme perder la gracia concedida. Ni tampoco sabe mucho de virtud quien se entrega a la desesperación en tiempo de adversidad y de cualquier contradicción y piensa y siente menos confianza en Mí de la que le conviene.

4. El que quiere estar muy seguro en tiempo de paz, se encontrará abatido y temeroso en tiempo de guerra. Si sabes permanecer siempre humilde y moderado y moderar y conducir tu espíritu no caerás tan pronto en los peligros y las faltas. Es buen consejo que medites, cuando estés con espíritu animoso qué sucederá si falta la luz. Cuando esto suceda, piensa que la luz puede regresar ya que te la quité por algún tiempo para tu seguridad y mi reconocimiento.

5. Es más útil esta prueba que si siempre tuvieras prosperidad por tu voluntad. Porque los méritos no deben calificarse por tener muchas revelaciones o consuelos, por ser un experto en las Escrituras o por tener un grado superior a los otros sino más bien, si de verdad uno está firme en la humildad y lleno de amor a Dios, si busca siempre sólo e íntegramente el honor de Dios, si piensa que no es nada, y verdaderamente se reconoce limitado, y se alegra de ser desatendido y humillado más que honrado por los demás.


Capítulo VIII
POBRE VALORACIÓN DE SÍ
 MISMO ANTE LOS OJOS DE DIOS.


Discípulo:
1. ¿Hablaré a mi Señor yo que soy como polvo y ceniza? (Gn 18,27). Si me considero superior, Tú estás contra mí, y no puedo contradecir el verdadero testimonio de mis maldades. Si, en cambio, me humillo y regreso a la nada y rechazo el propio reconocimiento y, tal como soy, me convierto en polvo vendrá a mí tu gracia y tu luz se acercará a mi corazón y toda estimación, aunque sea poca, se sumergirá en el valle de mi miseria, y perecerá para siempre. Así me muestras a mí lo que soy, lo que fui y en lo que me he convertido porque nada soy, y no lo sabía. Abandonado a mí mismo soy nada, y totalmente enfermo. Pero si de pronto me miras inmediatamente me vuelvo fuerte y me lleno de nuevo gozo. Y es algo maravilloso que así de repente me levantas y tan bondadosamente me abrazas a mí, que por mi propio peso siempre caigo a lo más bajo.

2. Esto lo hace tu amor gratuitamente anticipándose y ayudándome en tantas necesidades, protegiéndome de graves peligros y arrancándome de males verdaderamente innumerables. Porque yo me perdí amándome indebidamente pero queriéndote a Tí solo y amándote únicamente me encontré a mí y a Tí al mismo tiempo y por la profundidad del amor me olvidé de mí mismo. Tú, Señor, haces conmigo mucho más de lo que merezco y por encima de lo que me atrevería a esperar o pedir.

3. Bendito seas, Dios mío porque aunque soy indigno de todos estos bienes sin embargo tu nobleza e infinita bondad nunca cesa de beneficiar hasta a los ingratos y los que se apartan de Ti. Regrésanos a Tí para que seamos agradecidos, humildes y devotos porque Tú eres nuestra salvación, nuestra virtud y nuestra fortaleza.

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