LA ACTIVIDAD DEL BUEN
RELIGIOSO.
1. La vida del buen
religioso debe relucir con toda clase de virtudes para que sea interiormente
como aparece por fuera; y debe ser mejor por dentro que como se aprecia de
fuera porque nuestro inspector es Dios a quien debemos el máximo respeto donde
sea que estemos y debemos andar tan puros como ángeles en su presencia. Cada
día tenemos que renovar nuestros propósitos y animarnos al fervor como si hoy
fuese el primer día de nuestra conversión, y decir: "Ayúdame Señor Dios en
el buen propósito de tu santo servicio y haz que hoy día empiece perfectamente
porque nada he hecho hasta ahora".
2. Según nuestro
propósito será el camino de nuestro aprovechamiento y debe poner mucho empeño
el que quiere aprovechar bien. Si el que propone firmemente, con frecuencia
decae ¿qué será del que rara vez o con menos firmeza propone?. Sucede que de
diversas maneras desertamos de nuestros propósitos y una pequeña omisión de los
ejercicios no pasa sin detrimento. Los propósitos de los santos penden más de
la gracia de Dios que del propio saber y en Dios siempre confían cuando algo
acometen. Porque el hombre propone pero Dios dispone y no está en poder del
hombre su camino (Jr 10, 23).
3. Si por causa de
la compasión o por utilidad del prójimo se suspende de vez en cuando el cumplimiento
de los ejercicios acostumbrados, con posterioridad puede fácilmente
recuperarse. Sin embargo, abandonarlos simplemente por fastidio o negligencia
es una actividad muy culpable y se sentirá que hace daño. Esforcémonos cuanto
podamos porque así y todo fallaremos con facilidad en muchas cosas. No
obstante, siempre debe proponerse algo muy concreto principalmente contra
aquello que más se opone a nuestro progreso. Debemos escrutar por igual
nuestras actividades exteriores e interiores porque todas tienen que ver con
nuestro aprovechamiento.
4. Si no eres capaz
de recogerte en ti mismo continuamente, quizás puedas algunas veces en el día,
o al menos una vez cada día, ya sea temprano o al atardecer. Propón por la
mañana y al final del día examinar tus obras, porque es posible que hayas
ofendido muchas veces a Dios y al prójimo. Ármate con todas tus fuerzas contra
las maldades diabólicas, frena la gula y podrás frenar con mayor facilidad tus
bajas inclinaciones. Nunca estés del todo ocioso, sino lee, escribe, reza,
medita o desarrolla alguna labor útil para la comunidad. Sin embargo las
actividades físicas deben realizarse con discreción, porque no convienen por
igual para todos.
5. Las actividades
no comunes, no deben ostentarse públicamente sino ejercerse en privado
protegidas por el secreto. Ten cuidado, no obstante: No seas mezquino con los
intereses comunes y dispuesto con los tuyos exclusivamente sino que después de
cumplir íntegra y fielmente lo que debes y te han encomendado, si todavía te
queda tiempo, vuelve sobre ti mismo como deseas según tu buena disposición. No
todos podemos llevar a cabo las mismas cosas: unas convienen más a unos y otras
a otros. En concordancia con los distintos tiempos conviene diversas
actividades, porque unas son más propias de los domingos y festividades
religiosas y otras de los días ordinarios. Unas son necesarias en tiempo de
tentación y otras distintas en tiempo de paz y tranquilidad. Está bien que
pensemos en ciertas cosas cuando estamos entristecidos y en otras cuando
nos encontremos alegres en el Señor.
6. En las
festividades principales debemos renovar nuestros buenos ejercicios e implorar
con más ahínco la intercesión de los Santos. De celebración en celebración
debemos hacer propósitos como si entonces tuviéramos que emigrar de este mundo
y llegar por fin a la eterna fiesta. De ésta manera, debemos prepararnos con
gran solicitud en los tiempos de piedad cristiana y más piadosamente
comportarnos y cumplir más estrictamente nuestros compromisos religiosos como si
fuéramos a recibir de Dios dentro de corto tiempo el premio de nuestros
trabajos.
7. Y si esto se
dilata creamos que no estamos muy bien preparados y que todavía no somos
merecedores de tanta gloria como se revelará en nosotros al final de nuestras
vidas y esforcémonos por prepararnos mejor para ese suceso. Feliz el servidor
que cuando regrese su Señor le encuentre vigilante; de verdad les digo que lo
pondrá como administrador de todos sus bienes (Lc 12, 37)
sábado, 8 de agosto de 2020
Imitación de Cristo (Consejos útiles para la vida espiritual)
CONSEJOS ÚTILES PARA LA VIDA ESPIRITUAL.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario