lunes, 1 de diciembre de 2014

Adviento: tiempo en el que se despiertan los corazones ¡Velad! (Meditación para hoy) 01122014

Adviento: tiempo en el que se despiertan los corazones ¡Velad!
Es una llamada a recordar que la vida no tiene sólo la dimensión terrena, sino que es proyectada hacia un 


Por: SS Benedicto XVI | Fuente: Catholic.net



Palabras de SS Benedicto XVI durante el rezo del Ángelus en el primer domingo de Adviento, 27 noviembre 2011 


¡Queridos hermanos y hermanas!

Iniciamos en toda la Iglesia el nuevo Año litúrgico: un nuevo camino de fe, a vivir juntos en las comunidades cristianas, pero también, como siempre, a recorrer dentro de la historia del mundo, para abrirla al misterio de Dios, a la salvación que viene de su amor. El Año litúrgico empieza con el Tiempo de Adviento: tiempo estupendo en el que se despierta en los corazones la espera de la vuelta de Cristo y la memoria de su primera venida, cuando se despojó de su gloria divina para asumir nuestra carne mortal.

"¡Velad!". Este es el llamamiento de Jesús en el Evangelio. Lo dirige no sólo a sus discípulos, sino a todos: “¡Velad!” (Mt 13,37). Es una llamada saludable a recordar que la vida no tiene sólo la dimensión terrena, sino que es proyectada hacia un “más allá”, como una plantita que germina de la tierra y se abre hacia el cielo. Una plantita pensante, el hombre, dotada de libertad y responsabilidad,por lo que cada uno de nosotros será llamado a rendir cuentas de cómo ha vivido, de cómo ha usado las propias capacidades: si las ha conservado para sí o las ha hecho fructificar también para el bien de los hermanos.

También Isaías, el profeta del Adviento, nos hace reflexionar con una sentida oración, dirigida a Dios en nombre del pueblo. Reconoce las faltas de su gente, y en un cierto momento dice: "Nadie invocaba tu nombre, nadie salía del letargo para adherirse a tí; porque tu nos escondías tu rostro y nos entregabas a nuestras maldades" (Is 64,6).

¿Cómo no quedar impresionados por esta descripción? Parece reflejar ciertos panoramas del mundo postmoderno: las ciudades donde la vida se hace anónima y horizontal, donde Dios parece ausente y el hombre el único amo, como si fuera él el artífice y el director de todo: construcciones, trabajo, economía, transportes, ciencias, técnica, todo parece depender sólo del hombre. Y a veces, en este mundo que parece casi perfecto, suceden cosas chocantes, o en la naturaleza, o en la sociedad, por las que pensamos que Dios pareciera haberse retirado, que nos hubiera, por así decir, abandonado a nosotros mismos.

En realidad, el verdadero "dueño" del mundo no es el hombre, sino Dios.

El Evangelio dice: "Así que velad, porque no sabéis cuándo llegará el dueño de la casa, si al atardecer o a media noche, al canto del gallo o al amanecer. No sea que llegue de improviso y os encuentre dormidos" (Mc 13,35-36). El Tiempo de Adviento viene cada año a recordarnos esto para que nuestra vida reencuentre su justa orientación hacia el rostro de Dios. El rostro no de un "amo", sino de un Padre y de un Amigo.

Con la Virgen María, que nos guía en el camino del Adviento, hagamos nuestras las palabras del profeta: "Señor, tu eres nuestro padre; nosotros somos de arcilla y tu el que nos plasma, todos nosotros somos obra de tus manos" (Is 64,7).




El siervo del centurión (Evangelio meditado) 01122014

El siervo del centurión
Adviento
Mateo 8, 5-11. Adviento. La fe procede de la confianza y la humildad... ¿Qué no podrá lograr el poder de Dios?


Por: P Juan Pablo Menéndez | Fuente: Catholic.net




Del santo Evangelio según san Mateo 8, 5-11
Al entrar en Cafarnaúm, se le acercó un centurión y le rogó diciendo: «Señor, mi criado yace en casa paralítico con terribles sufrimientos». Dícele Jesús: «Yo iré a curarle». Replicó el centurión: «Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano. Porque también yo, que soy un subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: "Vete", y va; y a otro: "Ven", y viene; y a mi siervo: "Haz esto", y lo hace». Al oír esto Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: «Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande. Y os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se pondrán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los Cielos.

Oración introductoria
Señor, yo tampoco soy digno de que entres en mi casa, por eso te suplico que esta oración me disponga para tu venida. Quiero que encuentres en mí un alma vacía de apegos y de preocupaciones superficiales, que esté abierta a acogerte y a vivir conforme a tu voluntad.

Petición
¡Ven Señor y renueva mi corazón!

Meditación del Papa Francisco
La Navidad no es sólo un acontecimiento temporal o un recuerdo de una cosa bonita. La Navidad es algo más: vamos por este camino para encontrarnos con el Señor. ¡La Navidad es un encuentro! Y caminamos para encontrarlo: encontrarlo con el corazón; con la vida; encontrarlo vivo, como Él es; encontrarlo con fe.
El Señor, en la palabra que hemos escuchado, se maravilló de este centurión: se maravilló de la fe que él tenía. Él había hecho un camino para encontrarse con el Señor, pero lo había hecho con fe. Por eso no sólo él se ha encontrado con el Señor, sino que ha sentido la alegría de ser encontrado por el Señor. Y este es precisamente el encuentro que nosotros queremos: ¡el encuentro de la fe!
Pero más allá de ser nosotros los que encontremos al Señor, es importante dejarnos encontrar por Él. (Cf. Papa Francisco, homilía en santa Marta, 2 de diciembre de 2013)
Reflexión
Jesús fue enviado a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Ni la mujer cananea, ni el soldado romano eran parte del pueblo judío. Sin embargo, la voluntad de Jesús "sucumbió" tanto en uno como en otro caso ante la insistencia de la fe de estos paganos. ¡Qué extraño y maravilloso poder tiene la fe cuando es capaz de hacer cambiar hasta los planes de Dios! Y cuando además, la fe procede de la confianza y la humildad... ¿Qué no podrá lograr del omnipotente poder de Dios?

Jesús aprovecha la circunstancia del encuentro con el centurión para advertir a los judíos su falta de fe. La carencia de ella en éstos, en contraste con la fe de aquellos que no pertenecían al pueblo de la Alianza, se hacía aún más evidente. A nosotros, cristianos, nos puede suceder algo parecido cuando no valoramos la riqueza espiritual y los medios de salvación que conservamos en la Iglesia. Cuando sentimos que la rutina amenaza nuestra vida cristiana, o cuando permitimos que las angustias y los problemas de la vida vayan corroyendo la paz de nuestra alma.

Si la vivencia de los sacramentos no es asidua, si no nos mueve a crecer, a pedir perdón y a levantarnos; si ya no tenemos tan claro en nuestra mente y corazón que hemos sido llamados personalmente por el Señor a la plena felicidad; entonces, es quizás el momento de escuchar de nuevo las palabras que Cristo nos dirige.

Propósito
Es hora de renovar nuestra conciencia y nuestra respuesta a Cristo. Nada de lo que digamos o hagamos es indiferente ante Él. La fe es capaz de mover montañas... Si fuera auténtica sería capaz de mover hasta al mismo Dios... ¿A qué estamos esperando?

Diálogo con Cristo
Gracias, Señor, por este tiempo privilegiado para prepararnos a celebrar el acontecimiento que marcó la Historia… y mi historia. Dios mismo se encarna en su Hijo Jesús para curar nuestra herida original: esa desobediencia, esa soberbia que aparta del amor. Que este Adviento sea mi oportunidad para llevar a Cristo a los que tengo más cerca.



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¿Quieres conocer el origen de las tradiciones de Adviento? El Adviento, preparación para la Navidad

8. La tarta de Viena (Razones desde la otra orilla) José Luis Martín Descalzo

8. La tarta de Viena

El mejor de mis amigos me contaba el otro día -con la cara rebosante de satisfacción y casi cayéndosele la baba- la sorpresa que se había llevado cuando llegó a su casa, perfectamente embalada, una tarta que venía nada menos que de Viena.
¿Era un santo? ¿Era alguna fiesta especial? No, era simplemente que uno de sus hijos, el menor, que pasaba sus vacaciones por Centroeuropa, se encontró, en un restaurante, con que, de postre, le sirvieron una tarta riquísima que le hizo pensar: « ¡Lo que a mi padre le gustaría esta tarta! »
Y, sin dudarlo un momento, le preguntó al maitre si una tarta corno ésa podría enviarse a España. Le dijeron que sí, y ese dulce voló hacia España, aunque costó diez veces más el envío que la misma tarta. Pero el precio valió sobradamente la pena, porque para su padre el gesto y el detalle de¡ muchacho significó más de diez años de amor.
Y le hizo pensar algo que ya sabía, pero que no siempre recordarnos: que vale la pena hacer todos los esfuerzos del mundo por los hijos cuando éstos tienen un corazón mínimamente caliente. Mi amigo, es claro, no hizo lo que hizo por sus hijos para cosechar un agradecimiento, pero se sentía muy a gusto recibiéndolo.
Y ahora soy yo quien se pregunta: ¿Por qué nos gusta tanto el agradecimiento?
Tiene que ser forzosamente por dos razones: porque todo corazón necesita recibir amor por amor y porque ese agradecimiento, por desgracia, no es demasiado frecuente en este mundo.
El mismo Cristo lo comprobó con dolor: de los diez leprosos que había curado en una ocasión, sólo uno volvió para darle las gracias.
Por eso pienso que es bastante peligroso trabajar o amar «para» recibir algo a cambio. Hay que trabajar o amar «porque» se debe trabajar o amar, pero no porque nos lo vayan a agradecer. Y no amargarnos cuando nadie nos lo agradece.
¡Pero qué bonito es que ese agradecimiento funcione! ¿Cuánto más y mejor amarían los hombres si pudieran «tocar» el fruto de su amor! Pero me temo que las personas -y mucho más las empresas y las instituciones- no hayan aprendido esa primera asignatura del amor que es el agradecimiento.
Por eso uno ve por el mundo docenas y centenares de personas que, después de dejarse la piel por tal empresa o tal institución (por la misma Iglesia, a veces) no reciben mayor respuesta que el olvido, cuando tan poco costarían cuatro detalles agradecidos para llenar el corazón de los que nos amaron o sirvieron.
Porque muchas veces se trata sólo de detalles. Yo he comentado con frecuencia en esta página que, en la mayoría de las ocasiones, no aspiramos a grandes respuestas a nuestro trabajo, sino a una palabra inteligente, a un diminuto detalle que nos llega -mejor entonces- sin que lo esperemos, sin que haya que esperar a nuestro santo o a una fiesta especial.
La pequeña llave del detalle abre más corazones de lo que imaginarnos. Y hay personas que parece que, ya por nacimiento, nacieron detallistas, mientras otras saben tal vez amar, pero carecen de esa finura para el detalle que tanto valdría siendo tan pequeño.
Tenía razón Bernanos al escribir que «las cosas pequeñas que nada parecen son las que dan la paz. Al igual que las florecillas campestres, que se las cree sin olor, pero que todas juntas embriagan. Sí, la plegaría de las cosas pequeñas es inocente. En cada cosa pequeña hay un ángel».
Cierto: las más de las veces no tenemos nada importante para agradecer lo que han hecho por nosotros. ¿Cómo podría un humano agradecer a Dios la maravilla de la vida? Nadie espera que nuestro agradecimiento alcance el tamaño del don. Pero resulta que tanto Dios corno los hombres no esperan grandes respuestas a los grandes regalos, sino ese diminuto detalle que levanta un poco el velo de la realidad y nos hace ver el amor que hay al fondo.
Y lo grande de los detalles es que en ellos no cuenta el valor monetario de los mismos. Cuenta Hebbel con ironía la historia de aquel hombre que, estando hundiéndose en el mar, recibió la ayuda de un desconocido que le tiró una tabla a la que pudo agarrarse y salvar así su vida.
Y añade que el salido de las aguas se dirigió a su salvador y le preguntó cuánto costaba la madera de la tabla, porque quería pagársela y, así, agradecérsela. ¡Como si su salvador le hubiera regalado una madera y no la vida!
Lo bueno del amor y del agradecimiento es que ambos son gratuitos y un poco absurdos. Pero valen muchísimo más de lo que valen.
Como esa tarta que llegó por correo urgente desde Víena, valiendo diez veces más el envío que el objeto enviado. Pero yo estoy seguro de que, cuando mi amigo comió esa tarta, no estaba devorando un pastel cualquiera, sino el corazón mismo de su hijo.
9. Ochenta años.
Un buen amigo, que sabe el cariño que yo le tuve al padre Llorente, que fue misionero en Alaska durante más de treinta años y que hace poco murió, me envía la carta suya que recibió poco después de que el buen padre cumpliera los ochenta años.
Y, como es una carta-tesoro, me permito transcribir aquí alguno de sus párrafos:
En el primero habla del aniversario que acaba de cumplir. Y dice: «Me pide usted en su carta que le diga algo de lo que pienso al
entrar en los ochenta años. Le quedo muy agradecido por creer que a los ochenta años todavía puedo pensar. Yendo pronto al grano, digo que pienso en muchas cosas.
Por ejemplo, en los terribles y frecuentes sustos y sobresaltos que he causado al Angel

Novena de la Inmaculada Concepción 30112014

Novena de la Inmaculada Concepción
Devocionario. Novenas
Oraciones de cada día.


Por: devocionario.com | Fuente: devocionario.com




Por la señal...
Señor mío Jesucristo...


1. ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Dios te salve, María, llena de gracia y bendita más que todas las mujeres, Virgen singular, Virgen soberana y perfecta, elegida por Madre de Dios y preservada por ello de toda culpa desde el primer instante de tu Concepción: así como por Eva nos vino la muerte, así nos viene la vida por ti, que por la gracia de Dios has sido elegida para ser Madre del nuevo pueblo que Jesucristo ha formado con su sangre.

A ti, purísima Madre, restauradora del caído linaje de Adán y Eva, venimos confiados y suplicantes en esta novena, para rogarte que nos concedas la gracia de ser verdaderos hijos tuyos y de tu Hijo Jesucristo, libres de toda mancha de pecado.

Acordaos, Virgen Santísima, que habéis sido hecha Madre de Dios, no sólo para vuestra dignidad y gloría, sino también para salvación nuestra y provecho de todo el género humano. Acordaos que jamás se ha oído decir que uno solo de cuantos han acudido a vuestra protección e implorado vuestro socorro, haya sido desamparado. No me dejéis, pues, a mi tampoco, porque si me dejáis me perderé; que yo tampoco quiero dejaros a vos, antes bien, cada día quiero crecer más en vuestra verdadera devoción.

Y alcanzadme principalmente estas tres gracias: la primera, no cometer jamás pecado mortal; la segunda, un grande aprecio de la virtud cristiana, y la tercera, una buena muerte. Además, dadme la gracia particular que os pido en esta novena (hacer aquí la petición que se desea obtener).


2. REZAR LA ORACIÓN DEL DÍA CORRESPONDIENTE


3. ORACIONES FINALES


Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza. A ti, celestial Princesa, Virgen sagrada María, te ofrezco en este día alma, vida y corazón. Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía. Rezar tres Avemarías.

Tu Inmaculada Concepción, oh Virgen Madre de Dios, anunció alegría al universo mundo.

ORACIÓN. Oh Dios mío, que por la Inmaculada Concepción de la Virgen, preparaste digna habitación a tu Hijo: te rogamos que, así como por la previsión de la muerte de tu Hijo libraste a ella de toda mancha, así a nosotros nos concedas por su intercesión llegar a ti limpios de pecado. Por el mismo Señor nuestro Jesucristo. Amén.



DÍA PRIMERO (30 DE NOVIEMBRE)

1. Comenzar con el ofrecimiento y la oración preparatoria.

2. ORACIÓN DE ESTE DÍA. Oh Santísimo Hijo de María Inmaculada y benignísimo Redentor nuestro: así como preservaste a María del pecado, original en su Inmaculada Concepción, y a nosotros nos hiciste el gran beneficio de libramos de él por medio de tu santo bautismo, así te rogamos humildemente nos concedas la gracia de portarnos siempre como buenos cristianos, regenerados en ti, Padre nuestro Santísimo.

3. Meditar y rezar la oración final.



DÍA SEGUNDO (1 DE DCIEMBRE)

1. Comenzar con el ofrecimiento y la oración preparatoria.

2. ORACIÓN DE ESTE DÍA. Oh Santísimo Hijo de María Inmaculada y benignísimo Redentor nuestro: así como preservaste a María de todo pecado mortal en toda su vida y a nosotros nos das gracia para evitarlo y el sacramento de la confesión para remediarlo, así te rogamos humildemente, por intercesión de tu Madre Inmaculada, nos concedas la gracia de no cometer nunca pecado mortal, y si incurrimos en tan terrible desgracia, la de salir de él cuanto antes por medio de una buena confesión.

3. Meditar y rezar la oración final.



DÍA TERCERO (2 DE DICIEMBRE)

1. Comenzar con el ofrecimiento y la oración preparatoria.

2. ORACIÓN DE ESTE DÍA. Oh Santísimo Hijo de María Inmaculada y benignísimo Redentor nuestro: así como preservaste a María de todo pecado venial en toda su vida, y a nosotros nos pides que purifiquemos más y más nuestras almas para ser dignos de ti, así te rogamos humildemente, por intercesión de tu Madre Inmaculada, nos concedas la gracia de evitar los pecados veniales y la de procurar y obtener cada día más pureza y delicadeza de conciencia.

3. Meditar y rezar la oración final.



DÍA CUARTO (3 DE DICIEMBRE)

1. Comenzar con el ofrecimiento y la oración preparatoria.

2. ORACIÓN DE ESTE DÍA. Oh Santísimo Hijo de María Inmaculada y benignísimo Redentor nuestro: así como libraste a María de la inclinación al pecado y le diste dominio perfecto sobre todas sus pasiones, así te rogamos humildemente, por intercesión de María Inmaculada, nos concedas la gracia de ir domando nuestras pasiones y destruyendo nuestras malas inclinaciones, para que te podamos servir, con verdadera libertad de espíritu, sin imperfección ninguna.

3. Meditar y rezar la oración final.



DÍA QUINTO (4 DE DICIEMBRE)

1. Comenzar con el ofrecimiento y la oración preparatoria.

2. ORACIÓN DE ESTE DÍA. Oh Santísimo Hijo de María Inmaculada y benignísimo Redentor nuestro: así como, desde el primer instante de su Concepción, diste a María más gracia que a todos los santos y ángeles del cielo, así te rogamos humildemente, por intercesión de tu Madre Inmaculada, nos inspires un aprecio singular de la divina gracia que tú nos adquiriste con tu sangre, y nos concedas el aumentarla más y más con nuestras buenas obras y con la recepción de tus Santos Sacramentos, especialmente el de la Comunión.

3. Meditar y rezar la oración final.



DÍA SEXTO (5 DE DICIEMBRE)

1. Comenzar con el ofrecimiento y la oración preparatoria.

2. ORACIÓN DE ESTE DÍA. Oh Santísimo Hijo de María Inmaculada y benignísimo Redentor nuestro: así como, desde el primer momento, infundiste en María, con toda plenitud, las virtudes sobrenaturales y los dones del Espíritu Santo, así te suplicamos humildemente, por intercesión de tu Madre Inmaculada, nos concedas a nosotros la abundancia de estos mismos dones y virtudes, para que podamos vencer todas las tentaciones y hagamos muchos actos de virtud dignos de nuestra profesión de cristianos.

3. Meditar y rezar la oración final.



DÍA SÉPTIMO (6 DE DICIEMBRE)

1. Comenzar con el ofrecimiento y la oración preparatoria.

2. ORACIÓN DE ESTE DÍA. Oh Santísimo Hijo de María Inmaculada y benignísimo Redentor nuestro: así como diste a María, entre las demás virtudes, una pureza y castidad eximía, por la cual es llamada Virgen de las vírgenes, así te suplicamos, por intercesión de tu Madre Inmaculada, nos concedas la dificilísima virtud de la castidad, que tantos han conservado mediante la devoción de la Virgen y tu protección.

3. Meditar y rezar la oración final.



DÍA OCTAVO (7 DE DICIEMBRE)

1. Comenzar con el ofrecimiento y la oración preparatoria.

2. ORACIÓN DE ESTE DÍA. Oh Santísimo Hijo de María Inmaculada y benignísimo Redentor nuestro: así como diste a María la gracia de una ardentísima caridad y amor de Dios sobre todas las cosas, así te rogamos humildemente, por intercesión de tu Madre Inmaculada, nos concedas un amor sincero de ti, ¡oh Dios Señor nuestro!, nuestro verdadero bien, nuestro bienhechor, nuestro padre, y que antes queramos perder todas las cosas que ofenderte con un solo pecado.

3. Meditar y rezar la oración final.



DÍA NOVENO (8 DE DICIEMBRE)

1. Comenzar con el ofrecimiento y la oración preparatoria.

2. ORACIÓN DE ESTE DÍA. Oh Santísimo Hijo de María Inmaculada y benignísimo Redentor nuestro: así como has concedido a María la gracia de ir al cielo y de ser en él colocada en el primer lugar después de Ti, te suplicamos humildemente, por intercesión de María Inmaculada, nos concedas una buena muerte, que recibamos bien los últimos Sacramentos, que expiremos sin mancha ninguna de pecado en la conciencia y vayamos al cielo, para siempre gozar, en tu compañía y la de nuestra Madre, con todos los que se han salvado por ella.

3. Meditar y rezar la oración final.




 


CÓDIGO DE CIRCULACIÓN CATÓLICO

CÓDIGO DE CIRCULACIÓN CATÓLICOEn honor a San Cristóbal, patrón de los conductores
 En la vida siempre hay un peligro indefinido. Estate atento y no confundas nunca el bien... con el mal.


image004.jpg (1989 bytes) Deja que en tu camino se incorporen algunas personas. Serás más feliz y nunca te sentirás sólo.


 Déjate guiar por la técnica que hace más seguro tu camino. Pero no concluyas que todo lo que nos ofrece la ciencia es ético ni bueno.

    No te dé pena dar las vueltas que sean necesarias para defender la verdad. Recuerda que es la persistencia del agua la que rompe la roca.
  
 Levanta las barreras de tu orgullo y de tus falsas seguridades. Nadie es dueño absoluto de la verdad sino Dios.

 No eches humo ni te enfades cuando las cosas no te vayan bien. Piensa que después de la noche... viene el día. El “día siguiente” es un buen remedio para los fracasos momentáneos.
   Sueña con alcanzar los más altos ideales. Nunca te des por vencido cuando se trate de escalar hacia aquellos valores que merecen la pena.

   No te salgas del camino trazado por la justicia y la solidaridad. No hay peor cosa que aquellos que comienzan algo y, por la presión del entorno, no lo llevan a cabo.

   No te hundas cuando la vida se te haga cuesta arriba o cuesta abajo. Es cuestión de poner el freno de la paciencia y la vitamina de la audacia.

   En tiempos de estrecheces no desesperes. Piensa que no hay mal que cien años dure y, además, Dios aprieta... pero no ahoga.
   
 No te arrepientas nunca de haber trabajado por alguien o por algo. Dejan huella los que construyen, no los que dinamitan. El amor nunca muere.

   Vete con precaución por la vida. En cualquier momento una persona puede cambiar el rumbo de tu felicidad. Recuerda que hay mucho lobo en piel de cordero.

  Nunca dejes de ser “un poco niño”. Verás que siempre queda algo por aprender, algo por escuchar y algo por lo que soñar. No te importe ser el último en las cosas del mundo... y el primero a la hora de servir.
 
 Piensa que, antes que nada, eres persona. No blasfemes ni tengas comportamientos propios de otra especie. No vence quien grita sino quien convence con su testimonio y comportamiento.
 
Cuida tu alimentación. De vez en cuando procura comer algo que te llene el corazón y la mente de paz y de felicidad. Además de no pesar....ayuda y anima. No es más rico quien más tiene sino quien menos necesita para ser feliz.

   En tus criterios e ideas, a la hora de defenderlas, sé constante y guarda las distancias necesarias con aquella que pretende aniquilarlos.

 Sé siempre coherente en tus principios. No digas primero “sí” y luego “no”. El “ser veleta” no es una buena opción en la vida de un cristiano.

  No te pares nunca a la hora de defender la verdad y el buen entendimiento. Evitarás que la mediocridad te acompañe en tu vida.

  No insultes a tu compañero/a. Sé respetuoso a la hora de proponer tu pensamiento. Quedarás como tolerante. Las cosas cuando se proponen entran mejor que con la imposición.

  De vez en cuando párate y piensa un poco en tu vida. En lo que haces y en el por qué lo haces. Pasan los días... y no tienen vuelta. ¿Dónde está tu tesoro? ¿Dónde tienes puestos los acentos de tu felicidad?

 Aun cuando a veces tengas razón, deja espacio para el otro. La verdad es más grande y firme cuando se descubre en dos direcciones.

Cuando tengas que decir que NO... que sea un NO convencido y meditado. Que nada ni nadie pueda condicionar tus decisiones basadas en la sinceridad, la transparencia o el trabajo bien hecho.

Si crees que tienes que caminar en una dirección para alcanzar la felicidad, que nada te impida girar en sentido opuesto. Pero recuerda: “no siempre el camino que nos indican es el camino que nos conviene”.

 Cuando a la hora de decidir veas dos caminos... opta por aquel que menos ansiedad te vaya a producir y, sobre todo, por el mal menor que te vaya a causar.

  Cuando te fallen los amigos y hasta las promesas del mundo... sujétate y agárrate a la FE en Dios. El nunca te fallará. No solamente es un buen cinturón de seguridad sino, además, un buen seguro para toda la vida.

image052.jpg (2083 bytes)  Si piensas que en tu vida todo es oscuridad reza para que DIOS sea tu luz y tu claridad. Las dificultades se iluminan  más y mejor cuando se mira hacia el cielo. Se hacen grandes e insoportables cuando nos empeñamos en solucionarlas por nosotros mismos.

 Si te ofrecen caminos rápidos para alcanzar el poder y la fama, el dinero o la riqueza... valora los riesgos que trae eso consigo. La riqueza que viene deprisa... suele marcharse con la misma velocidad con que llegó.

  Si te invitan a recorrer senderos que llevan a tu perdición y tu degradación personal y profesional, que seas capaz de poner los límites necesarios. Recuerda que los hijos de las tinieblas... son más rápidos que los "hijos de la luz”.

  Cuando te falten las fuerzas para seguir adelante, mira al cielo, eleva una oración y DIOS hará lo demás.
No pienses que la vida sólo es para trabajar. Descansa y contempla la naturaleza. Disfruta de todo lo que, tal vez, ya nunca podrás contemplar.
   Cuando te animen a llegar siempre el primero, piensa que no es más listo quien más corre sino quien, en equipo, llega hasta el final de la meta. La vida cristiana es un camino hacia Dios.

Autor del texto: Padre J. Leoz

Ejercicio (AUTOLIBERACIÓN INTERIOR) Anthony de Mello

Ejercicio
Piensa en algo que hayas hecho en el pasado y que al recordarlo tengas sentido de culpabilidad. Entiende que, como para ti lo que hacías tenía una parte de agrado, esa parte no te dejó ver tu injusticia o pudo más que ella. Tú actuabas bajo los efectos de la programación; paralizado e hipno­tizado por ella, creías que tu felici­dad estaba en hacer aquello, ¿no? A ver si eres capaz de ver lo que suce­dió como consecuencia de una enfer­medad de la que quieres sanar.

Si te das cuenta de ello, es que des­piertas a la realidad, es que te estás sensibilizando y, en donde hay sen­sibilidad -apertura hacia la ver­dad-, no puede haber pecado. Pue­des estar enfermo y necesitar curar­te, despertarte más a la realidad, pero si ya lo puedes observar, señal de que lo estás consiguiendo. Ya sabes el porqué de tu obrar así.

A ver si eres capaz de perdonarte tú, sin más sentido de culpabilidad ni resentimiento. Si de verdad has com­prendido la situación y aceptado tu papel en ella, ya no habrá remordimien­to ni rechazo alguno al recordarlo.
Ahora piensa en algún rechazo, ofensa o injusticia que has recibido de otro. ¿Era una ofensa? ¿O es que tu miedo y tu inseguridad hicieron que te sintieras ofendido? Es posible que el otro no supiese obrar debida­mente, pero piensa que, al actuar así, a quien hizo más daño fue a sí mis­mo, no a ti. ¿Eres capaz de verlo?

El otro es inocente, aunque en ese momento haya reaccionado ofuscada­mente, como un loco. Pero lo impor­tante es que él no está capacitado para ofenderte, ni con palabras, ni con acti­tudes, ni con gestos. Es tu inseguridad la que se sintió atacada e hizo que tus mecanismos de defensa se pusieran en guardia. Recompón la situación y ve­rás cómo es así.


¿Qué es el pecado? Existe el peca­do, pero es un acto de locura. Tú pre­ocúpate de desmontar tu programación y no te preocupes de lo que te digan.

Beata Clementina Nengapeta Anuarite - Beato Carlos de Foucauld 01122014

lunes 01 Diciembre 2014

Beata Clementina Nengapeta Anuarite




Beata Clementina Nengapeta Anuarite, virgen y mártir
En Isiro, en la República Democrática del Congo, beata Clementina Nengapeta Anuarite, virgen de la Congregación de Religiosas Misioneras de la Sagrada Familia y mártir, que en la persecución que se desató durante la guerra civil fue apresada junto con otras religiosas, a las que exhortó a que vigilaran y oraran, y al resistirse con gran fuerza a la torpe pasión del capitán de los soldados, éste, enfurecido, la mató a causa de Cristo, su Esposo.
La Beata Clementina Anuarite Nengapeta nació en 1939 de padres que seguían la religión tradicional africana, en Wamba, en el entonces Congo Belga. Fue bautizada católica junto a la madre, realizando los estudios con las Hermanas del Niño Jesús de Nivelles, dónde se graduó. Entrada en la Congregación local de la Sagrada Familia, emitió su primera profesión religiosa el 5 de agosto de 1959. En el ámbito de su vida de religiosa, Sur Anuarite desarrolló con humildad, diligencia y amor los más diversos cargos: sacristana, ayudante de cocinera y profesora en una escuela elemental.
En 1961, a apenas un año de la independencia, el país se encuentra en el caos de la guerra civil provocado por la tentativa secesionista de Katanga. Después de la intervención de las tropas de las Naciones Unidas, la revuelta secesionista es bloqueada, pero continúan las tensiones que desembocan en la revuelta de los "Simba" en el este del Congo. El 29 de noviembre de 1964, los "Simba" secuestran a Sor Anuarite junto a un grupo de religiosas de su orden y son transportadas a Isiro, en el Noreste del País. El comandante del grupo rebelde intenta varias veces violar el compromiso de castidad de Sor Anuarite, que se opone enérgicamente a las locas solicitudes del guerrillero, afirmando que «prefiere morir antes que cometer un pecado». En la noche del 1° de diciembre de 1964, después de salvajes maltratos, Sor Anuarite es asesinada, no sin antes haber perdonado a su propio verdugo con estas palabras: «Te perdono, no eres consciente de lo que está haciendo, que el Padre te perdone.»
El 15 de agosto de 1985, el Papa Juan Pablo II beatificó a la religiosa mártir, durante su segundo viaje apostólico al entonces Zaire.
fuente: Agencia Fides



Beato Carlos de Foucauld




  CARLOS DE FOUCAULD (Hermano Carlos de Jesús) nace en Francia, en Estrasburgo, el  15 de septiembre 1858. Huérfano a los 6 años, creció con su hermana Maria, bajo  los cuidados de su abuelo, orientándose hacia la carrera militar.
Adolescente, pierde la fe. Conocido por su gusto de la vida fácil él revela, no  obstante una voluntad fuerte y constante en las dificultades. Emprende una  peligrosa exploración a Marruecos (1883- 1884). El testimonio de fe de los  Musulmanes despierta en él un cuestionamiento sobre Dios: «Dios mío, si  existes, haz que te conozca ».
Regresando a Francia, le emociona mucho la acogida discreta y cariñosa de su  familia profundamente cristiana, y comienza una búsqueda. Guiado por un  sacerdote, el Padre Huvelin, él encuentra a Dios en octubre 1886.Tiene 28 años.  «Enseguida que comprendí que existía un Dios, comprendí que no podía hacer otra  cosa que de vivir sólo para El».
Durante una peregrinación a Tierra Santa descubre su vocación: seguir Jesús en  su vida de Nazareth. Pasa 7 años en la Trapa, primero N.S. de las Nieves, después  Akbes, en Syria. Enseguida después, él vive solo en la oración y adoración cerca  de las Clarisas de Nazareth.
Ordenado sacerdote a los 43 años (1901) parte al Sahara, primero Beni-Abbes,  después Tamanrasset en medio de los Tuaregs del Hoggar. Quiere ir al encuentro  de los más alejados, «los más olvidados y abandonados».Quiere que cada uno de  los que lo visiten lo consideren como un hermano, «el hermano universal». El  quiere «gritar el evangelio con toda su vida» en un gran respeto de la cultura  y la fe de aquellos en medio de los cuales vive. «Yo quisiera ser lo bastante  bueno para que ellos digan: “Si tal es el servidor, como entonces será el  Maestro...”?».
En el atardecer del 1° de Diciembre 1916, fue matado por una banda que rodeó la  casa.
Siempre soñó compartir su vocación con otros: después de haber escrito varia  reglas religiosas; pensó que esta «vida de Nazareth» podía ser vivida en todas  partes y por todos. Actualmente la «familia espiritual de Charles de Foucauld»  comprende varias asociaciones de fieles, comunidades religiosas e institutos  seculares de laicos y sacerdotes.





http://www.carlosdefoucauld.org/Oraciones/Oraciones.htm



Padre mío

Me abandono a Ti.

Haz de mí lo que quieras.

Lo que hagas de mí te lo agradezco.

Estoy dispuesto a todo,

Lo acepto todo,

Con tal que tu voluntad se haga en mí

Y en todas tus criaturas.

No deseo nada más, Dios mío.

Pongo mi vida en tus manos.

Te la doy, Dios mío,

Con todo el amor de mi corazón.

Porque te amo

Y porque para mí amarte es darme, 

Entregarme en tus manos sin medida,

Con una infinita confianza, 

Porque tu eres mi Padre. 

(Carlos de Foucauld)