jueves, 1 de septiembre de 2016

Diálogo introductorio con Jesús 01092016


Diálogo introductorio con Jesús

Señor, gracias por estar en mi primer pensamiento de la mañana. Quiero entregarte hoy todos mis miedos, preocupaciones, dolores y confusiones, porque sé que sólo pueden encontrar sanación en Ti. Gracias, porque sé que siempre estarás conmigo y me ayudarás a que todo me salga bien y harás que todas las dificultades y todos los problemas sean auténticos trampolines que me impulsen a lograr mis objetivos. Te suplico que seas el escudo que no permita que los malos deseos, palabras destructivas o las acciones de aquellos que no me quieren, me hagan daño y me hagan sufrir. Cuento con tu presencia para la realización de tantos sueños que tengo y que quiero ver realizados. Amén

Se anula el matrimonio Homosexual.(Tribunal de Estrasburgo)

Se anula el matrimonio Homosexual.
El dictamen fue fundado en un sinfín de considerandos filosóficos y antropológicos basado en el orden natural, el sentido común, informes científicos y por supuesto, en el derecho positivo. 







Se anula el matrimonio Homosexual.
Por unanimidad, el tribunal de Derechos Humanos más importante del mundo estableció textualmente que “no existe el derecho al matrimonio homosexual”.
Estrasburgo, Francia. 15 de julio de 2016.- Los 47 jueces, de los 47 países del Consejo de Europa, que integran el pleno del Tribunal de Estrasburgo (el tribunal de Derechos Humanos más importante del mundo), han dictado una sentencia de enorme relevancia, la cual fue y es sorprendentemente silenciada por el progresismo informativo y su zona de influencia.
En efecto, por unanimidad, todos los 47 jueces, han aprobado la sentencia que establece textualmente que “no existe el derecho al matrimonio homosexual”.
El dictamen fue fundado en un sinfín de considerandos filosóficos y antropológicos basado en el orden natural, el sentido común, informes científicos y por supuesto, en el derecho positivo. 


Dentro de esto último fundamentalmente la sentencia se basó en el Artículo No. 12 del Convenio Europeo de   Humanos. Dicho Artículo equivale a los Artículos de los tratados sobre derechos humanos, tal el caso del 17 del Pacto de San José y al No. 23 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.
En la histórica y nada difundida resolución, también ha dicho el Tribunal que la noción de familia no sólo contempla “el concepto tradicional del matrimonio, a saber, la unión de un hombre y de una mujer” sino que no se debe imponer a los gobiernos la “obligación de abrir el matrimonio a las personas del mismo sexo”.
En cuanto al principio de no discriminación, el Tribunal también añadió que no hay tal discriminación dado que “los Estados son libres de reservar el matrimonio únicamente a parejas heterosexuales”.

¡No juzguéis...! ¿Y qué hago yo de la mañana a la noche? (Meditación para hoy) 01092016

¡No juzguéis...! ¿Y qué hago yo de la mañana a la noche?
Reflexiones Eucaristía

Jesús Sacramentado ¿por qué tu Corazón nunca me ha juzgado tan severamente como yo acostumbro a juzgar a mis semejantes?


Por: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net 



No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzguéis seréis juzgados, y con la medida con que midáis se os medirá a vosotros. ¿Cómo es que miras la brizna en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu ojo?. ¿O cómo vas a decir a tu hermano: Deja que te saque esa brizna del ojo, teniendo la viga en el tuyo?. Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna del ojo de tu hermano. (Mateo 7, 1-5)

Señor, acabamos de leer tus palabras según el evangelista San Mateo. Con qué claridad nos está hablando el Maestro, con qué claridad nos llega tu mandato, Señor: ¡NO JUZGUÉIS!...

¿Y qué hago yo de la mañana a la noche? Juzgar, criticar, murmurar... voy de chisme en chisme sin detenerme a pensar que lo que traigo y llevo entre mis manos, mejor dicho en mi lengua, es la fama, la honestidad, el buen nombre de las personas que cruzan por mi camino, por mi vida. Y no solo eso, me erijo en juez de ellos y ellas sin compasión, sin caridad y como Tu bien dices, sin mirar un poco dentro de mí.

Señor, en este momento tengo la dicha inmensa e inmerecida de estar frente a Ti, Jesús, ¡qué pena tengo de ver esa viga que no está precisamente en mi ojo, sino en mi corazón...! ¿Por qué en este momento me siento tan pequeña, tan sin valor, con todas esas "cosas" que generalmente critico de los demás y que veo en mí son mayores y más graves?

Jesús Sacramentado ¿por qué tu Corazón nunca me ha juzgado tan severamente como yo acostumbro a juzgar a mis semejantes?
Solo hay una respuesta: ¡porque me amas!

Ahora mismo me estás mirando desde esa Sagrada Hostia con esos ojos de Dios y Hombre, con los mismos que todos los días miras a todos los hombres y mujeres, como miraste a María Magdalena, como miraste al ladrón que moría junto a ti y por esa mirada te robó el corazón para siempre... y así me estás mirando a mí esta mañana, en esta Capilla me estás hablando de corazón a corazón: "Ámame a mi y ama a los que te rodean, no juzgues a los que cruzan por tu camino, por tu vida... ámalos como me amas a mi, porque todos, sean como sean, son mis hijos, son mis criaturas y por ellos y por ti estuve un día muriendo en una Cruz... Te quiero a ti, los quiero a ellos, a TODOS...¡NO LOS JUZGUES!"

Señor, ¡ayúdame!

Arranca de mi corazón ese orgullo, esa soberbia, ese amor propio que no sabe pedir perdón y aún peor, ese sentimiento que me roe el alma y que no me deja perdonar... No perdones mis ofensas, mis desvíos, mi frialdad, mi alejamiento como yo perdono a los que me ofenden - así decimos en la oración que tu nos enseñaste, el Padrenuestro - a los que me dañan, a los que me lastiman, porque mi perdón suele ser un "perdón limitado", lleno de condiciones.... ¡Enséñame Señor, a dar ese perdón como es el tuyo: amplio, cálido, total, INFINITAMENTE TOTAL!

Hoy llegué a esta Capilla siendo la de siempre, con mi pereza, con mis rencillas muy mías y mis necedades, mi orgullo, mi intransigencia para los demás, sin paz, con mis labios apretados, sin sonrisa, como si el mundo estuviera contra mi...

Pero Tu me has mirado, Señor, desde ahí, desde esa humildad sin límites, desde esa espera eterna a los corazones que llegan arrepentidos de lo que somos... y he sabido y he sentido que me amas como nadie me puede amar y mi alma ha recobrado la paz.

Ya no soy la misma persona y de rodillas me voy a atrever a prometerte que quiero ser como esa custodia donde estás guardado y que donde quiera que vaya, en mi hogar, en mi trabajo, en la calle, donde esté, llevar esa Luz que he visto en tus ojos, en los míos, y mirar a todos y al mundo entero con ese amor con que miras Tu y perdonar como perdonas Tu....

¡Ayúdame, Señor, para que así sea!


 

Preguntas o comentarios al autor   Ma. Esther de Ariño
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Rema mar adentro y echa las redes (Evangelio meditado) 01092016

Rema mar adentro y echa las redes 
Milagros

Lucas 5, 1-11. Tiempo Ordinario. Ojalá que nosotros, como Pedro, creamos en Jesús y obedezcamos su palabra.


Por: P. Sergio A. Córdova LC | Fuente: Catholic.net 



Del santo Evangelio según san Lucas 5, 1-11
Estaba Jesús en cierta ocasión a orillas del lago de Genesaret, y de repente se juntó un gentío para oír la palabra de Dios. Vio entonces dos barcas a la orilla del lago; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió a una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que la separara un poco de tierra. Se sentó y enseñaba a la gente desde la barca. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: «Rema hacia dentro del lago y echen las redes para pescar». Simón respondió: «Maestro, estuvimos toda la noche intentando pescar, sin conseguir nada; pero, sólo porque tú lo dices, echaré las redes». Lo hicieron y capturaron una gran cantidad de peces. Como las redes se rompían, hicieron señas a sus compañeros de la otra barca para que vinieran a ayudarlos. Vinieron y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se postró a los pies de Jesús diciendo: «Apártate de mí, Señor, que soy un pecador». Pues tanto Pedro como los que estaban con él quedaron asombrados por la cantidad de peces que habían pescado; e igualmente Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Entonces Jesús dijo a Simón: «No temas, desde ahora serás pescador de hombres». Y después de arrimar las barcas a tierra, dejaron todo y lo siguieron.

Oración introductoria 
Gracias, Señor, por revelarme tu corazón misericordioso. Tu Sagrado Corazón me da la confianza de regresar a Ti cada vez que caigo en el pecado. Sé que lo que más te puede ofender es que dude de tu misericordia, por eso en esta meditación, amado y buen Jesús, ayúdame a saber escucharte y descubrir cuál es tu voluntad para este día.

Petición
Dios mío, dame la fe que me convierta en un instrumento dócil que responda con prontitud a lo que quieras pedirme.

Meditación del Papa Francisco
El evangelio de hoy narra como Pedro confía en el Señor y tira las redes obteniendo una pesca milagrosa, tras una noche de trabajo en vano. La fe es un encuentro con Jesús y me gusta pensar que Jesús pasaba la mayor parte de su tiempo en las calles, con la gente, y al anochecer se retiraba solo a rezar.
El evangelio usa la misma palabra sobre esta gente, sobre el pueblo, los apóstoles, y Pedro: se quedaron asombrados. Y el pueblo sentía este estupor y decía: Él habla con autoridad. Nunca un hombre ha hablado así.
En cambio entre los que encontraban a Jesús había otro grupo que no dejaba entrar en sus corazones al asombro. Los doctores de la Ley hacían sus cálculos, tomaban distancia y decían; 'es inteligente, dice cosas verdaderas, pero a nosotros no nos conviene'.
Los mismos demonios confesaban que Jesús era el 'Hijo de Dios', pero como los doctores de la Ley y los malos fariseos no tenían la capacidad de asombrarse, estaban cerrados en su autosuficiencia, en su soberbia. Pedro reconoce que Jesús es el Mesías, pero confiesa que es un pecador. Los demonios llegan a decir la verdad sobre él. Mientras que los doctores de la Ley si bien dicen es inteligente, es un rabino capaz, hace milagros, no dicen somos soberbios, somos autosuficientes, somos pecadores. La incapacidad de reconocerse pecadores nos aleja de la verdadera confesión de Jesucristo. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 3 de septiembre de 2015, en Santa Marta).


Reflexión
"¡Que Dios es la mar de raro!..." es el título de un libro escrito hace ya algunos años por un sacerdote, pensador y periodista mexicano llamado Antonio Brambila. Y me pareció muy acertado este título para mi reflexión del día de hoy.

El padre Brambila explica en el prólogo de su libro el porqué de ese título. Cuenta que un día, hace ya mucho tiempo, atendía en dirección espiritual a una joven religiosa que estaba pasando por un momento muy difícil en su vocación, uno de esos períodos de desolación y de sequedad espiritual en los que el alma sufre bastante interiormente, pero que Dios nuestro Señor aprovecha, de un modo misterioso, para purificarla y acercarla más a Él. Y el padre le decía que Dios juega a las escondidas con sus hijos, que se les oculta para hacerse desear y buscar; y luego se les manifiesta para volverse a esconder; y que, durante nuestra vida en este mundo, muchas veces nos muestra su amor en forma de castigos que nos desconciertan y nos hacen llorar y sufrir... La religiosa, tras un momento de silencio, concluyó: "¡pues, la verdad, Dios es la mar de raro!".

Efectivamente, ¡la mar de raro! Rarísimo. Porque Dios es misterioso. Más aún, Él mismo es un misterio que no podemos comprender y en muchísimas ocasiones su modo de actuar nos sorprende, nos confunde y nos "destantea". ¡Parece ilógico y extraño! Ya el profeta Isaías nos decía que "los pensamientos de Dios no son nuestros pensamientos, ni sus caminos son nuestros camino." (Is 55, 8).

No entendemos, por ejemplo, por qué Dios permite el sufrimiento, máxime cuando el que sufre es una persona inocente. ¿Por qué el dolor de tanta gente pobre en tantos países del África, de Asia o de América Latina, y muchísimos de ellos a veces sin lo mínimo para subsistir? ¿Por qué tantas injusticias y abusos contra los pobres y débiles? Pensemos en las guerras, en las discriminaciones, en las persecuciones y segregaciones de pueblos enteros a causa del color, la religión, la raza, la cultura o su condición social. ¿Por qué tantos abusos de niños y mujeres, usados para la trata de blancas y un comercio brutalmente indigno y escandaloso? ¿Por qué tantos niños tronchados en el vientre de su propia madre antes de ver la luz del sol?

Tal vez también nosotros tengamos experiencias de sufrimiento en nuestra vida. Es tremendamente doloroso. ¿Por qué Dios permite la enfermedad o la muerte de un ser querido, sobre todo cuando aún es necesaria su presencia en este mundo? ¿Por qué el Señor permite a veces que sintamos el dolor terrible de la depresión, la soledad, la tristeza, el abandono? ¿Por qué ciertos problemas sin resolver, después de tantos años de haber luchado en vano por superarlos? ¿Por qué fracasan a veces los matrimonios, con tanto sufrimiento para la esposa, los hijos, los familiares? ¿Y por qué no se puede rehacer la propia vida con otro hombre o con otra mujer después de haber fallado el primer matrimonio religioso?..  Éstos y muchos otros interrogantes tocan a la puerta de nuestra alma sin encontrar suficientes respuestas.

El evangelio de este día no nos habla sobre el dolor, pero sí nos puede ofrecer alguna luz para tratar de comprenderlo y de aceptarlo.

San Lucas nos presenta hoy la escena de la pesca milagrosa. Nuestro Señor se halla en el lago y, después de predicar, le dice a Simón Pedro que reme mar adentro y que eche las redes para pescar. Simón era un experto pescador –ése era su oficio- y conocía perfectamente los lugares y las horas más oportunas para ello. Él sabía de sobra que se pesca durante la noche porque las aguas están tranquilas y los peces dormidos. Es más, se habían pasado la noche entera bregando ¡y no habían cogido ni un miserable charal! Y ahora llega este Jesús -todavía no conocía bien Pedro a nuestro Señor- y, sin conocer el arte y los gajes del oficio, le dice así, tranquilamente, que eche las redes para pescar...

"¡Pero, Señor –le pudo haber dicho Pedro— no es hora de pesca, ni el lugar ni las condiciones son apropiadas!...". Y humanamente tenía toda la razón. Cuando se callan las palabras de nuestra propia experiencia, de nuestras previsiones y cálculos humanos ("nos hemos pasado toda la noche bregando"); cuando hemos probado la amargura del fracaso o de la desilusión ("no hemos cogido nada"), entonces puede brotar el milagro: "Pero, en tu nombre echaré las redes". Esto es lo más maravilloso de todo. Y ya sabemos lo que pasó después.

En realidad, éste fue el verdadero milagro: que Pedro haya creído en Cristo y que, cuando todo era ilógico, adverso y contradictorio para la razón, haya aceptado la orden del Señor y haya obedecido. La pesca sobreabundante y las redes repletas fueron ya sólo una consecuencia. Para nuestro Señor no hay imposibles porque Él es Dios. El único imposible es que nuestra voluntad no quiera adherirse a lo que Él quiere Y el milagro está precisamente aquí.

Si echamos una hojeada a todo el evangelio, nos daremos cuenta de que siempre actúa así nuestro Señor: todos los milagros comienzan con la FE y es la única condición que Él pone para poder actuar. Sólo cuando aceptamos a Jesús con el corazón y doblamos las rodillas de nuestra mente, aunque humanamente no se vea nada, aunque el llanto explote en nuestra garganta y las lágrimas arrasen nuestros ojos, aunque tengamos que esperar contra toda esperanza humana y sangre el corazón... si creemos en Él y lo aceptamos, así como Dios nos visita, ¡es entonces cuando Jesús realiza el milagro!

Propósito
No es fácil. Necesitamos una fe muy grande. Y la fe es un don de Dios. ¡Pidámosle con humildad ese grandioso don!

Diálogo con Cristo
Ojalá que también nosotros, como Pedro, creamos en Ti, Señor y obedezcamos tu palabra: "¡Rema mar adentro y echa las redes para la pesca!". Y entonces veremos otro milagro en nuestra vida.

Preguntas o comentarios al autor  P. Sergio Cordova LC
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San Egidio o Gil, abad (Los 14 santos auxiliadores) 1 de septiembre

San Egidio o Gil, abad


fecha: 1 de septiembre
†: s. VI/VII - país: Francia
otras formas del nombre: Aegidius, Gilles
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

Elogio: En la región de Nimes, de la Galia Narbonense, san Egidio o Gil, cuyo nombre adopta la población que después se formó en la región de la Camarga, y donde se dice que el santo había erigido un monasterio y completado el curso de su vida mortal.
Patronazgos: patrono de los lactantes, pastores, cazadores, náufragos, arqueros, mendigos y leprosos, protector de los bosques y de la ganadería, contra incendios, sequía, tormenta y desgracias; para invocar en la confesión, en la angustia y el abandono, contra la epilepsia, la enfermedad mental y la infertilidad. Patrono de muchas ciudades y diócesis europeas.
Ver más información en: Los 14 santos auxiliadores

La leyenda de san Gil (Aegidius), una de las más famosas en la Edad Media, procede de una biografía escrita en el siglo X. De acuerdo con aquel escrito, Gil era ateniense por nacimiento. Durante los primeros años de su juventud, devolvió la salud a un mendigo enfermo, en virtud de haberle cedido su capa, tal como había sucedido con san Martín. Gil despreciaba los bienes temporales y detestaba el aplauso y las alabanzas de los hombres, que llovieron sobre él, tras la muerte de sus padres, debido a la prodigalidad con que daba limosnas y los milagros que se le atribuían. Para escapar, se embarcó hacia el Occidente, llegó a Marsella y, luego de pasar dos años en Arles, junto a san Cesareo, se construyó una ermita en mitad de un bosque, cerca de la desembocadura del Ródano. En aquella soledad se alimentaba con la leche de una cierva que acudía con frecuencia y se dejaba ordeñar mansamente por el ermitaño. Cierto día, Flavio, el rey de los godos, que andaba de cacería, persiguió a la cierva y le azuzó a los perros, hasta que el animal fue a refugiarse junto a Gil, quien la ocultó en una cueva, y la partida de caza pasó de largo frente a ella, incluso los perros, que parecían haber perdido el olfato. Al día siguiente, se reanudó la cacería y la cierva fue nuevamente descubierta y perseguida hasta la cueva donde la ocultó el ermitaño y donde se volvía invulnerable. Al tercer día, el rey Flavio llevó consigo a un obispo para que presenciara el suceso y tratase de explicarle el extraño proceder de sus perros. En aquella tercera ocasión, uno de los arqueros del rey disparó una flecha al azar, a través de la maleza que cubría la entrada de la cueva. Cuando los cazadores se abrieron paso hasta la caverna, encontraron a Gil herido por la flecha y a la cierva echada a sus pies. Flavio y el obispo instaron al ermitaño para que diera cuenta de su presencia en aquellos parajes. Gil les relató su historia y, al escucharla, tanto el monarca como el prelado le pidieron perdón por haber alterado la paz de su soledad y el rey impartió órdenes para que fuesen en busca de un médico que le curase la herida de la flecha, pero san Gil rehusó aceptar la visita del doctor, no quiso tomar ninguno de los regalos que le presentaron los de la partida real y rogó a todos que le dejasen tranquilo en su solitario retiro.
El rey Flavio hizo frecuentes visitas a san Gil, y éste acabó por solicitar al monarca que dedicase todas las limosnas y beneficios que le ofrecía, a la fundación de un monasterio. Flavio se comprometió a hacerlo, a condición de que Gil fuese el primer abad. A su debido tiempo, el monasterio se levantó cerca de la cueva del ermitaño, se agrupó una comunidad en torno a Gil, y muy pronto la reputación de los nuevos monjes y de su abad llegó al oído de Carlos, rey de Francia (a quien los trovadores medievales identificaron con Carlomangno, aunque resulta anacrónico). La corte mandó traer a san Gil a Orléans, donde se entretuvo largamente con el rey en profunda charla sobre asuntos espirituales. Sin embargo, en el curso de aquellas conversaciones, el monarca calló una gravísima culpa que había cometido y le pesaba sobre la conciencia... «el domingo siguiente, cuando el ermitaño oficiaba la misa y, según la costumbre oraba especialmente por el rey durante el canon, apareció un ángel del Señor que depositó sobre el altar un rollo de pergamino donde estaba escrito el pecado que el monarca había cometido. En el pergamino se advertía también que aquella culpa sería perdonada por la intercesión de Gil, siempre y cuando el rey hiciese penitencia y se comprometiese a no volver a cometerla ... Al terminar la misa, Gil entregó el rollo de pergamino al monarca, quien, al leerlo, cayó de rodillas ante el santo y le suplicó que intercediera por él ante Dios. A continuación, el buen ermitaño se puso en oración para encomendar al Señor el alma del monarca y a éste le recomendó, con dulzura, que se abstuviese de cometer la misma culpa en el futuro». Después de aquella temporada en la corte, san Gil regresó a su monasterio y, al poco tiempo, partió a Roma para encomendar sus monjes a la Santa Sede. El Papa concedió innumerables privilegios a la comunidad, y al monasterio le hizo el donativo de dos portones de cedro tallados con primor. A fin de poner a prueba su confianza en Dios, san Gil mandó arrojar aquellas dos puertas a las aguas del Tiber, se embarcó en ellas y, con viento propicio, navegaron por el Mediterráneo hasta las costas de Francia. Recibió una advertencia celestial sobre la proximidad de su muerte y en la fecha vaticinada, un domingo l de septiembre, «dejó este mundo, que se entristeció por la ausencia corporal de Gil, pero en cambio, llenó de alegría los Cielos por su feliz arribo».
Este relato sobre san Gil y otros que circularon durante la Edad Media y que son nuestras únicas fuentes de información resultan completamente indignos de confianza. Es evidente que algunos de sus pormenores son contradictorios y anacrónicos; además, la leyenda está asociada con ciertas bulas pontificias que, como ahora se sabe, fueron fraguadas para servir a los intereses del monasterio de San Gil, en Provenza. Lo más que se puede saber sobre el santo es que debe haber sido un ermitaño o un monje que vivió cerca de la desembocadura del Ródano, en el siglo sexto u octavo, y que el famoso monasterio que lleva su nombre afirma poseer sus reliquias. La historia de la cierva se relaciona con varios santos, de entre los cuales san Gil es el más famoso y, durante muchos siglos, uno de los más populares. Se le nombra entre los «Catorce Santos Auxiliadores» (el único entre ellos que no fue mártir) y su tumba, en el monasterio, fue centro de peregrinaciones de primerísima importancia que contribuyó a la prosperidad de la ciudad de Saint Gilles durante la Edad Media, hasta el siglo XIII, cuando quedó convertida en ruinas, durante la cruzada contra los albigenses. Otros cruzados bautizaron con el nombre de Saint Gilles a una ciudad (la actual Sinjil) que fundaron en los límites de las regiones de Benjamín y Efraín, de manera que su culto se extendió por todo el oriente de Europa. En Inglaterra había 160 parroquias dedicadas a él. Se le invoca como protector de los tullidos, mendigos y herreros. Juan Lydgate, un monje poeta de Bury, le invocaba así en el siglo quince:
Gil, santo protector de pobres y lisiados,
consuelo de los enfermos en su mala suerte,
refugio y escudo de los necesitados,
patrocinio de los que miran a la muerte.
Por ti, los moribundos vuelven a la vida.
El texto en latín sobre la vida de San Gil, se encuentra en Acta Sanctorum, septiembre, vol. I, y una versión semejante, en Analecta Bollandiana, vol. VIII (1889), pp. 103-120. También hay una biografía de versos rimados y una adaptación al francés antiguo. Para estas últimas, consultar el cuidadoso estudio de la Srta. E. C. Jones, Saint Gilles (1914). En cuanto a las tradiciones populares reunidas en torno a san Gil, véase a Bächtold- Stäubli en Handwörterbuch des deutschen Aberglaubens, vol. I, pp. 212 y ss.; sobre el tratamiento del tema en el arte, véase a Künstle en Ikonographie, vol. II, pp. 32-34; el emblema distintivo del santo, naturalmente, es una cierva con una flecha clavada.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012

Estas biografías de santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía, referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.orgindex.php?idu=sn_3138

Alcohólico y mundano, una pregunta poderosa le transformó: ¿has amado al prójimo como a ti mismo? 31082016

Milán Hlavác sabía que no podía romper sus cadenas

Alcohólico y mundano, una pregunta poderosa le transformó: ¿has amado al prójimo como a ti mismo?

Alcohólico y mundano, una pregunta poderosa le transformó: ¿has amado al prójimo como a ti mismo?
El eslovaco Milan Hlavac hoy evangeliza y trabaja con niños discapacitados, pero su juventud fue distinta

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31 agosto 2016
“Memento mori”, recuerda que vas a morir algún día, dice la frase latina. Pensar en la muerte ayuda a madurar, a ser realista, a tomarse en serio la vida. Y así le sucedió a Milán Hlavác, un eslovaco que hoy es un apasionado de la evangelización y el trabajo con discapacitados psíquicos, pero que en su juventud era un juerguista alcoholizado.

Familia católica en un país comunista
El pequeño Milán crecía en los años 70 en una familia católica tradicional de la Eslovaquia comunista. Todos sus parientes tenían una fe sencilla, de costumbre, y la familia acudía a la Iglesia cada domingo.

Una vez unos adultos a la puerta de la parroquia dijeron al niño que la forma correcta de saludar a las personas de edad avanzada era usar la fórmula tradicional: “Alabado sea Jesucristo”. Y el joven Milán usó esta frase con entusiasmo muchos años en una época en que estaba muy mal visto por las autoridades celosas del laicismo impuesto por el régimen dictatorial.

Sin embargo, la fe infantil basada en la mera costumbre no le alimentó al crecer, y a los 17 años se declaró ateo en una discusión con su padre: “Basta, ¡Dios no existe, Dios ha muerto!”, gritó. “Me había convertido en un ateo y ni siquiera sabía cómo”. Simplemente, repetir oraciones porque era lo que hacían los mayores ya no le bastaba.

El fin de semana, emborracharse en grupo
Convencido de su increencia estaba convencido también de ser un valiente rebelde… básicamente porque se dedicaba a fumar y beber en exceso. Fue su ritmo cotidiano durante cuatro años, de los 17 a los 21. “Me pasaba el fin de semana con amigos en distintos pisos, y nuestra principal actividad era el consumo de alcohol. Yo trabajaba, tenía bastante dinero y me lo gastaba en los amigos y la bebida”.

A partir de cierto momento ya entendió que tenía un problema grave con el alcohol. Intentó seguir una terapia para dejarlo, sin éxito alguno. “Mi deseo de beber era más fuerte que esa pequeña voz interna que me instaba a parar”.



Un libro sobre la muerte… y el sentido
Y llegó el verano de 1989, el año de la caída de los regímenes comunistas en Europa Oriental. Estaba con unos amigos de vacaciones en el campo, en teoría de pesca, en la práctica bebiendo y bebiendo.

Pero le gustaba leer y se había llevado un libro sobre experiencias cercanas a la muerte,testimonios de personas que habían vivido la muerte, o algo muy cercano, y habían sobrevivido. Todas hablaban del sentido de la vida, del por qué seguir viviendo. Y lo expresaban con una frase: “al final de todo… ¿has amado al prójimo como a ti mismo?”

A Milán aquello le sonaba: lo había oído en misa muchos años antes, era algo que había dicho Jesús. Amar al prójimo como a uno mismo… vivir con sentido, tener una vida que poder mirar con satisfacción al llegar los últimos momentos… He ahí una sabiduría válida, y venía de Jesús.

Para él fue un reencuentro con Jesucristo. Entendió que necesitaba a Jesús y su camino…y sin embargo no tenía fuerzas para dejar a sus malas amistades y la bebida. Prometió a Dios y a algunos seres queridos que dejaría el alcohol… pero no lo conseguía hacer. “Las cadenas eran más fuertes que yo”.

Cuando le echaron de casa
Un día llegó a casa completamente borracho y, según parece –él no recuerda cómo fue- pegó a su padre. Lo vio al día siguiente, con golpes en la cara, cuando entró en su habitación y le dijo, contundente: “Son las mueve y media; a las doce ten hechas las maletas y vete para siempre. Ya no eres mi hijo”.

Milán quedó perplejo: ni siquiera recordaba lo que había hecho. Pero sentía un enorme pesar y comprendía que si se hubiera mantenido sobrio no habría sucedido nada malo.

Allí, fuera de casa, se volcó en Cristo. “Fue un punto de inflexión, muy educativo. El Señor me liberó entonces de la esclavitud del alcoholismo. Mi padre, al cabo de un tiempo, me perdonó y me recibió de nuevo en casa. Desde entonces, nunca más me emborraché”, explica en la web de testimonios Moj Pribeh.

Buscando servir a Dios
Él se sabía salvado y sanado por Cristo, y quería trabajar para Dios de alguna manera. Primero probó como novicio en la Sociedad del Verbo Divino, pero entendió que no era su senda. Después empezó una relación con una chica, que no funcionó bien. Estaba algo desconcertado, buscando la voluntad de Dios.

Acudió en esos días al grupo de oración de estilo carismático de Tomás Pruzinec, en Bratislava, en el que participaban católicos y protestantes. Un amigo le había invitado muchas veces y por fin había accedido. Le gustó la oración de alabanza, y cuando Tomás Pruzinec apoyó sus manos en él y rezó a Dios pidiéndole que Milán experimentase plenamente el Espíritu Santo, que transformase su vida, supo que era el comienzo de un nuevo caminar.


Tomas Pruzinec, profesor de filosofía en la Universidad de Nitra y fundador de un relevante grupo de oración en Bratislava

Se avivó en él el deseo de servir a Dios. También creció su amor por los cristianos de otras congregaciones. “Todos, católicos, luteranos, baptistas y otros, sirven al mismo Dios y Señor Jesucristo”, escribe. Notó “el deseo de que pronto llegue el día en que todos los cristianos puedan unirse bajo la bandera de Cristo Jesús victorioso”.

Evangelizar… y aprender de los pequeños
Se casó con una chica de tradición luterana, y consideran “un gran regalo para nosotros la oración común”, en grupos de oración y en casa. Pensó en ser misionero en África, y estuvo un tiempo en la comunidad carismática ecuménica Chemin Neuf (Camino Nuevo) en Francia, para mejorar el idioma, y luego en la comunidad El Arca, fundada por Jean Vanier, varios años como voluntario en Francia y Canadá con discapacitados psíquicos.“Trabajar con estas personas me dio mucho, vi la intensidad con la que Dios vive en ellas: como dice el Señor Jesús: quien recibe a  un niño como este, a mí me recibe”.

No ha ido a África, pero sigue siendo misionero y evangelizador allí con quien se trata. Sigue trabajando con niños con discapacidad psíquica. “Cada uno puede ser misionero exactamente donde está ahora. Sé que no es fácil, pero no me avergüenzo de anunciar el Evangelio. Es para la salvación de todos. No dejo que nadie me disuada: el Evangelio es la vida”, afirma hoy.
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Es una mujer homosexual que quiere seguir siéndolo y defiende a la coach Elena Lorenzo, su terapeuta 01092016

En defensa de la libertad personal

Es una mujer homosexual que quiere seguir siéndolo y defiende a la coach Elena Lorenzo, su terapeuta

Es una mujer homosexual que quiere seguir siéndolo y defiende a la coach Elena Lorenzo, su terapeuta
La coach Elena Lorenzo

María es una mujer homosexual convencida, y quiere seguir viviendo como homosexual. Su terapeuta es Elena Lorenzo. Le da las gracias por el respeto hacia su persona y a sus decisiones vitales, y la ayuda profesional que le ha prestado.

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1 septiembre 2016
En la página web Lo sé, de Elena Lorenzo, aparece un testimonio de una persona que solicitó hace meses la ayuda profesional de la coach madrileña pero no para dejar atrás su homosexualidad, sino para trabajar otras partes de sus emociones.

Firma el testimonio como el seudónimo de María, aunque Religión en Libertad ha podido comprobar que se trata de una persona real que prefiere no facilitar su identidad real por razones obvias.

Un testimonio que invita a la reflexión
«Escribo este testimonio para contar mi experiencia del último año y medio en el que he estado acudiendo a sesiones de coaching con Elena. Y no quiero compartir todo esto por el contenido en sí de mi historia, que eso no tiene por qué importarle a nadie, sino por cómo se ha desarrollado y cómo creo que puede invitar a la reflexión.

»Acudí a Elena porque ya no podía más. Estaba cansada de no ser feliz, de no sentirme a gusto ni en paz conmigo misma. Todo lo que más quería y más me importaba en mi vida -mi pareja, mis padres y mi trabajo- o lo había perdido o era un conflicto continuo. Pensaba que cómo podía haber tomado decisiones tan malas en mi vida para estar en semejante situación, pero la verdad era otra.

»Pessoa lo describe a la perfección: ‘Llevo encima todas las heridas de las batallas que he evitado’.

»Cuando las relaciones con los demás no van bien, y sobre todo con las personas que más queremos, principalmente es porque la relación con nosotros mismos no la hemos cuidado lo suficiente. No hemos sido lo suficientemente responsables para ser honestos con nosotros mismos y por tanto es imposible que seamos honestos con los demás.

"Estoy tan agradecida a Elena"
»No es una tarea fácil atreverse a mirarnos cómo somos realmente, a descubrir todas las contradicciones, miedos y miserias que forman parte de quiénes somos. Requiere madurez y autocrítica. Por eso estoy tan agradecida a cómo Elena supo encontrar y transmitirme a través del coaching las herramientas adecuadas para que yo pudiera alcanzar los objetivos que me había marcado cuando acudí a ella. Y lo increíble es que esto sucedió incluso teniendo opiniones diametralmente opuestas.

"Elena siempre respeta la libertad de la persona"
»Yo siempre me he considerado yo, por encima de homosexual, lesbiana, gay o cualquier otra denominación que sea utilizada para reducir mi identidad sólo a algo que pertenece a mi intimidad. Nunca me ha resultado un conflicto interno el que me sintiera atraída por mujeres, pero no creo que eso me tenga que definir exclusivamente. Al menos así lo vivo yo. He intentado, llegado el momento, ser honesta y abierta sobre esta parte de mí con la gente que está a mi alrededor y que me importa, a pesar de los conflictos que se pudieran originar. Y ha sido así porque siempre lo he sentido, y lo siento, como algo natural en mí. Elena no piensa que eso sea así (al igual que mis padres y otra mucha gente), pero eso nunca fue un problema, ya que Elena siempre respeta la libertad de la persona.

Posiciones contrapuestas y trabajo mutuo...
»Por eso quiero compartir mi experiencia de cómo estando en posiciones tan contrapuestas, se puede trabajar conjuntamente, se puede llegar a un entendimiento mejor de uno mismo y del otro, al diálogo abierto sin pre-juicios y sobre todo sin miedos. Y todo sin perder uno mismo su identidad, porque al final todo radica en el respeto mutuo y en la voluntad firme de querer comprender al otro. Además en el caso de Elena, ella pone su rigor y honestísima profesionalidad de querer ayudar a los que acudimos a ella.

"Ya disfruto de la vida"
»Puedo decir ahora que disfruto de la vida, algo que hace año y medio no me permitía hacer. Y lo he conseguido porque he asumido mis responsabilidades y he hecho frente a mis inseguridades. Y no puedo más que estar por siempre agradecida a Elena por haberme guiado y acompañado para conseguirlo».

María