jueves, 1 de febrero de 2018

Un minuto de esperanza: En tus fragilidades Dios manifiesta su poder 01022018

Un minuto de esperanza


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Oración de sanación y Vídeo reflexión para hoy 01022018

Oración de sanación

Señor, quiero vivir feliz con todo lo que me has dado y con la libertad con la que me has permitido pasar por esta vida haciendo el bien a todos.
Quiero poner mis talentos al servicio de los que necesitan de Ti, sembrar el bien y la verdad, acompañando a mis hermanos en sus penas y sufrimientos.
Transforma mi vida en un eterno acto de bondad. Que pueda aliviar las heridas al que sufre, consolar al afligido y asistir al necesitado
Con tu Gracia, ayúdame a dar ejemplo de tu amor en todos mis ambientes: en el hogar, en el trabajo y en todas las situaciones que vivo,
¿Cómo hablar de tu esperanza a otros cuando vivo quejándome por todo? Quiero ser agradecido tanto en las alegrías como en las pruebas de dolor.
Oh mi Dios, sana mis dolencias, llévate mis frustraciones y todos esos temores que me impiden anunciarte y ser testimonio vivo de tu amor.
Te entrego mis problemas y dificultades, sé que Contigo puedo superar todos los obstáculos y vivir de acuerdo a tus enseñanzas: amando y consolando.
Confío en tu asistencia divina y en todas las bendiciones que dejas caer sobre mí para fortalecerme y vivir locamente enamorado de Ti. Amén

Propósito para hoy

En mi oración, quiero esforzarme por escuchar, más que pedir lo que deseo, para así ser más dócil a las inspiraciones del Espíritu Santo

Frase de reflexión

"Jesús es nuestro mediador y nos reconcilia no solamente con el Padre, sino también entre nosotros". Papa Francisco

Vídeo reflexión para hoy


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La ley antiespionaje que prepara Australia podría considerar a los católicos «agentes extranjeros» 31012018

La ley antiespionaje que prepara Australia podría considerar a los católicos «agentes extranjeros»

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31 enero 2018
La ley antiespionaje que prepara Australia podría considerar a los católicos «agentes extranjeros»
Los sacerdotes y religiosos podrían ser considerados "agentes extranjeros" en Australia
Australia quiere defenderse de terceros países que intentan infiltrarse y condicionar la política interna del país y para ello está preparando una ley antiespionaje que, sin embargo, podría afectar muy negativamente a los católicos, al relacionarlos directamente con un país extranjero, en este caso el Vaticano.

Esta legislación se ha propuesto tras la investigación gubernamental  que sugiere que China habría estado interfiriendo en la política local mediante pagos y donaciones en organizaciones sociales y políticas con el objetivo de influir en la política del gobierno de Australia.

Registro ante el gobierno
Esta normativa que se debate en el Comité de Inteligencia y Seguridad del Parlamento quiere obligar a registrarse ante el gobierno a todo aquel que actúe en nombre de potencias extranjeras, de manera directa o indirecta, y de no hacerlo así podría enfrentarse a cargos criminales.

En la normativa existen exenciones por religión pero esta no protegía a sacerdotes y monjas católicos. En un comunicado, la Conferencia Episcopal Australiana asegura que “se basa en la creencia incorrecta de que la Iglesia Católica en Australia actúa en nombre de un gobierno extranjero, es decir, el Estado de la Ciudad del Vaticano”.


El obispo McGuckin ha sido uno de los que se ha manifestado con mayor contundencia contra esta ley

La declaración de la conferencia episcopal advierte que el proyecto de ley fue redactado con "amplitud excesiva" y agrega que términos "como director extranjero, lobby, actividades en los medios de comunicación o actividad de los donantes" son muy amplios, generales e incondicionales, lo que significa que hay un gran potencial para ser usados contra personas y contra comportamientos inocentes o involuntarios, lo cual implica que (los términos) son de dudosa utilidad y eficacia".

"Pone en peligro nuestra voz"
El obispo Robert  McGuckin ha asegurado que “la Iglesia Católica en Australia está formada por millones de ciudadanos australianos que practican su fe, y no están en deuda con un poder extranjero”.

"Nuestro análisis legal es que cada católico que invita a un político a un evento, cada católico que se topa con un senador en la calle, cada católico que escribe para obtener el apoyo de un políticoen un asunto local puede verse obligado a completar un formulario", afirmó el obispo McGuckin.

"Esta legislación puede poner en peligro nuestra voz en nombre de los jóvenes y los ancianos, los pobres y los marginados", agregó.

Millones de personas afectadas
Los obispos dijeron que, incluso con la exención, los funcionarios del Papa o del Vaticano podrían interpretarse como "agentes extranjeros" en virtud de la ley, en cuyo nombre los católicos llevan a cabo ciertas actividades.

El obispo McGuckin dijo que el proyecto de ley podría afectar a "uno de cada cinco australianos" y que el gobierno debería actuar para despejar la incertidumbre de las organizaciones religiosas. "La Iglesia Católica no es la única organización con vínculos internacionales que está en peligro de ser capturada, involuntariamente o no, por esta legislación", dijo el obispo McGuckin.

Jesús me necesita (Meditación para hoy) 01022018

Jesús me necesita
Ser Luz Brillante de Jesús es la misión de cada cristiano


Por: Madre Angélica | Fuente: www.ewtn.com 



Cada cristiano es una “carta de Cristo al mundo”, “escrita no con tinta, sino con el Espíritu de Dios vivo”, “escrita, no sobre tablas de piedra, sino en los corazones vivos.” (2 Cor, 3, 2-3) Cada persona discapacitada, tullida, minusválida, deforme, o quizás senil, que ha sido bautizada, es una central eléctrica para el bien, gracias a la gracia de Dios en el alma, en un mundo perverso. Esa persona no necesita entender o ser capaz de explicar tal gracia. Es suficiente con que la posea y su presencia en el mundo hace que éste sea mejor y todos los que lo habitan también solo por el hecho de haber nacido, aunque tenga solo una poca capacidad de comunicación con aquel mundo, ya que él es una nave que porta la luz de Dios en un mundo oscuro.
Los ancianos y los que están solos, cuyas vidas son consideradas inútiles porque no pueden producir según el máximo de sus capacidades, son verdaderos dínamos de energía espiritual cuando sus almas poseen la presencia de la Trinidad por la gracia; sus mentes poseen la sabiduría que viene de la experiencia y sus espíritus poseen la serenidad de los que han luchado el buen combate y esperan con alegría la llamada del Maestro.
No hay barreras para el cristiano que trabaja junto con Cristo, su líder, para el bien de todos. Cada uno es parte importante y preciosa del todo. Ricos y pobres, enfermos y sanos, jóvenes y viejos, analfabetos y genios, todos trabajan juntos en presencia de Dios que mora en cada uno como en un Templo vivo.
Jesús los necesita a todos, mientras unos construyen enseñando, algunos enmiendan con el arrepentimiento, otros con el sufrimiento, y otros animan por medio de su alegría, algunos guían por medio del ministerio, y otros ocupándose de los demás, algunos trabajando y otros por medio del cariño. Cualquier que sea su parte, ese cristiano es luz, una antorcha y una parte integral del Cuerpo Místico de Cristo.
Ningún cristiano puede sentirse inútil o solo. Él no busca ni aplausos ni valoración. La realización personal de poder llevar en su propia alma la Divina Presencia del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo le hace un instrumento poderoso para la salvación del mundo. Cada cristiano es una central eléctrica de gracia que extiende su mano y toca al vecino por medio del ejemplo y la oración. Es poderoso no importa donde esté o que haga, porque el poder que posee no le viene de él mismo, sino del Poder de Aquél que habita en él y en quien todos “vivimos, nos movemos y existimos”.
Somos parte del Cuerpo de Cristo sobre la tierra y todo lo que hacemos y somos tiene consecuencias sobre Él.
Un corazón quebrado llena el Cuerpo de una soledad palpitante. Una sonrisa lo hace feliz. Una alegría lo hace emocionarse y un dolor lo hace gritar.
El pecado lo hace retroceder hacia las contorsiones del rechazo y la santidad lo construye con un vigor renovado. La gracia es su sangre vivificante, que constantemente renueva sus células muertas revivificando los miembros sanos. La Cabeza del Cuerpo es Cristo y a cada uno de nosotros nos ha dado una función que cumplir, un papel que actuar y una trinchera que defender.
Cada uno de nosotros es vital para el funcionamiento apropiado del cuerpo entero y aunque nuestro deber particular permanezca oculto o inadvertido, el Cuerpo entero sufriría sin nosotros.
Necesitamos a Jesús, pero Él también nos necesita. No nos necesita porque podamos agregar algo a su obra, ya que Él es Infinito en todas sus perfecciones, nos necesita porque así lo quiere; quiere que cooperemos con Él para la salvación del mundo. A través de nuestro prójimo, Él extiende la mano y nos dice “te necesito…
Necesito tus palabras de consuelo en mi dolor, tu seguridad cuando estoy enfermo, tu esperanza cuando estoy desalentado y tu amor cuando el mundo es frío, porque aquello que hagan a uno de estos pequeños, a Mí me lo hacen”.
San Pablo se postra en tierra cuando oye la voz del Señor que le dice: “Saúl, Saúl, ¿Por qué me persigues?” (Hch 9, 4)
“¿Quién eres Tú?” Pablo contesta. Sí, sabía que la voz que lo había echado del caballo era la voz de Dios, pero el Dios que Pablo conocía era solo uno, Creador del Universo, Creador y Señor de los hombres, a quien había que obedecer y temer.
Pablo estaba confundido. “¿Señor?” Le contestó, y luego Pablo tuvo su primer encuentro con Dios hecho hombre, con Jesús, la Segunda Persona de la Trinidad. Su concepto de Dios habría de cambiar, Había sido creado para entender que Dios vivía en su prójimo, pronto sería consciente de esa presencia al ser bautizado por Ananías y en el momento en que el Espíritu Santo se derramó en su alma con gracia y luz. “Yo le mostraré”, le dijo Jesús a Ananías, “cuánto tendrá que sufrir por mi nombre”.
Y lo mismo pasó con Pedro. Jesús le dijo después de la Resurrección: “Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas” (Jn 21, 17). Jesús necesitaba de Pedro y de los demás apóstoles para edificar los cimientos de un nuevo estilo de vida, una vida totalmente entregada a Dios, una vida de alegría y sacrificio, una vida de amor por el prójimo.
Jesús necesitó su martirio para que atestiguaran por El el poder de su Nombre. Les dio el poder de curar para revelar su preocupación por los enfermos. Les dio el poder de expulsar demonios para compartir su compasión con los pobres pecadores. Les dio el poder de soportar el dolor y alegrarse con él de modo que pudieran dar esperanza a otros.
Jesús necesitó a estos hombres en cada faceta de sus vidas para que lo ayudaran a salvar al mundo. Jesús nos redimió por su vida, por su sufrimiento y por su muerte. Necesitó de estos hombres y de muchos más para que lo siguieran enseñando, proclamando, sosteniendo y dando alegría.
Jesús necesitó a Juan, lo necesitó para que se hiciera cargo de su Madre cuando el tiempo de su regreso al Padre había llegado. “Viendo a su Madre y al discípulo que amaba, dijo Jesús a su Madre: “Mujer, éste es tu hijo, y dijo al discípulo: ésta es tu madre, y desde aquel momento, el discípulo hizo un lugar para ella en su casa.” (Jn 19, 26-27)
Jesús necesitó a María, de cuyo Cuerpo Inmaculado tomó su Humanidad. Necesitó a José, fuerte y apacible para protegerlo a él y a su madre durante su estancia terrena.
Jesús los necesitó a todos porque el Amor extiende su mano hacia el compañerismo, no para recibir, sino para dar, no para crecer en algo, sino porque quiere que experimentemos la alegría de ser serviciales y de estar unidos a Dios que es amable y bueno.
Jesús Necesita mi servicio
Dios creó nos creo a cada uno con un objetivo definido en su mente infinita. Aunque siempre tenga una visión panorámica de nuestras vidas enteras, este conocimiento no le impide buscar nuestra voluntad y nuestros corazones.
Cuando nuestro prójimo nos necesita, es porque tenemos algo para darle que él no posee. Lo que tenemos para darle puede no ser tangible, pero igual podremos saciar alguna de sus necesidades.
Con Dios esto es diferente. Todo lo que tenemos en el cuerpo, el alma, talentos y bienes, son un regalo suyo. Lo que le damos a Él en estas dimensiones no es un regalo en absoluto ya que desde ya nosotros le pertenecemos.
Se hace necesario para nosotros dar a nuestro prójimo aquellas cosas que no le podemos dar a Dios, de la misma manera que Dios nos da sus dones a nosotros. Debemos darlos gratuitamente y desinteresadamente, no porque nuestro vecino merezca estas ventajas, sino únicamente porque queremos imitar al Padre.
Sea que nuestro servicio sea tangible, alimento o ropa, o intangible como el amor, la oración, la compasión y la paciencia, tenemos que servir a nuestro prójimo en aquello que no podemos servir a Dios. Es por eso que Jesús nos dirá en el último día. “Yo os digo que todo lo que hiciste al más pequeño de mis hermanos, me lo hiciste a mí. (Mt 25, 40).
Jesús Necesita mi debilidad
“Todo aquél que no cargue su Cruz y me siga no puede ser mi discípulo” (Lc 14, 27) Duras palabras para un Salvador, un Redentor, que debía de liberarnos del mal.
La Cruz era un escándalo entonces y lo sigue siendo hoy. Sin embargo, debemos entender que no es tanto un escándalo como un misterio, un misterio que nunca comprenderemos en esta vida. No entendemos el amor desinteresado, aquel amor que no quiere nada más que parecerse al Amado, que busca unirse a él con la mente, el corazón, amor que dice “No temáis, yo también he tenido dolor, persecución, sufrimiento, pobreza y hambre. Mirad, yo les muestro como perseverar, yo les muestro como rezar, como perdonar, como amar, como estar en paz, como conformarse con el Plan del Padre sin importar dificultad alguna”.
Él se desprendió de sí para que nosotros pudiéramos estar llenos, llenos no por nuestra conveniencia sino por el bien del prójimo. Nos enseñó a aceptar la indiferencia desde su infancia. Nos mostró como aceptar la soledad durante su vida oculta. Nos mostró como aceptar el éxito por su actitud ante la gente que lo proclamaba Rey. Nos mostró como aceptar la voluntad de Dios en la Agonía en el Huerto, nos mostró cómo aceptar el dolor, los insultos, y la muerte, una muerte de Cruz.
Todo fue un signo de amor por el Padre y por nosotros, y todo debe ser también lo que nosotros testimoniemos al mundo. “Alégrense cuando os persigan”, nos dijo. Una y otra vez nos dijo que no temiéramos porque Él había conquistado el mundo. Él lo conquistó no cambiándolo, sino cambiando a los hombres que vivían en él.
Él lo dejó todo por nosotros, y quiere que sus discípulos hagan lo mismo. Vivir la privación fue parte de su testimonio ante el mundo y debe ser parte también del nuestro. Él instruyó a quienes lo seguían a no llevar nada para el camino salvo un bastón; ni pan, ni bolso, ni túnica, ni monedas para su bolsa. Debían usar sandalias pero al mismo los advirtió diciéndoles “no lleven túnica de repuesto”. (Mc 6, 8-9).
Nuestro testimonio no debe ser sano, rico y sabio, pero si debe ser el de aceptar todo lo que la Providencia pone en nuestro camino con alegría de corazón y paz en la mente: salud o enfermedad, pobreza o riqueza, éxito o fracaso. Nuestro testimonio debe ser realmente libre mentalmente, sin resentimientos; libre en el corazón, sin accesorios que nos puedan obstaculizar; libre en el cuerpo, que vive el autocontrol; y libre en el espíritu, siempre buscando la unión con Dios, su honor y su gloria.
Jesús necesita mi amor
Su deseo de que seamos “completamente como Él” tiene un toque de urgencia, es un deseo ardiente de que lo amemos tanto como Él nos ama. Cuando dos personas se aman el uno al otro, ese mismo amor demuestra al mundo que se pertenecen el uno al otro. Ese amor prueba que algunas personas en nuestras vidas son nuestros amigos y la falta de ese amor demuestra que otros son simples conocidos e incluso enemigos.
El amor demuestra su poder derritiendo los corazones helados, dando seguridad, cambiando las personalidades, inculcando la alegría y provocando un sentimiento de bienestar que nada más puede causar.
El amor demuestra que podemos cuidar de otros incluso sacrificándonos por ellos, el amor necesita probarse a sí mismo que ama, se esfuerza por probarle al otro cuan intenso es y es ingenioso en su modo de suministrar aquella prueba.
Las pruebas que vienen del amor verdadero permanecen ocultas y pasan inadvertidas para aquél que ama. Y la razón de esto es que aquél que ama a Dios intensamente y continúa amándolo siempre está tan ocupado amando que no se da cuenta del testimonio que da, ese testimonio es el fruto de aquel profundo amor, no su causa.
Jesús nos transforma en hermosas imágenes suyas por el poder del Espíritu Santo que ha sido derramado en nuestros corazones.

Jesús me necesita
Todo lo que Jesús quiere de nosotros exige que confiemos en Él.
Las Bienaventuranzas son ocho escaños para confiar, porque demanda mucha confianza creer y vivir según el principio de que los pobres poseerán el Reino y de que los perseguidos estarán alegres.
Demanda mucha confianza comprender que, cuando todo parece desmoronarse, de algún modo todos los pedazos rotos están en Sus manos y Él volverá a unirlos.
Demanda mucha confianza ver el sufrimiento y comprender que Dios está educando a aquellos que ama y que el mismo Jesús sufre en ellos.
Demanda mucha confianza rezar fuerte y largo y no recibir la respuesta que uno quisiera.
Demanda mucha confianza pensar que Dios se valdrá de nuestras debilidades para nuestro bien mientras hagamos un sincero esfuerzo por vencerlas.
Demanda mucha confianza comprender que la muerte de alguien querido ocurre en el mejor momento de su vida.
Demanda mucha confianza abandonar a todos y todo en las manos de Dios sin preocuparnos.
Necesitamos confiar en Él en todo momento y toda nuestra vida, y esa confianza brillara como los rayos del sol, tocando a todos los que encontremos en el camino.
La confianza que Jesús demanda de sus seguidores parece imposible y este hecho demuestra que sólo Dios exigiría una confianza heroica.
Él nos pidió no preocuparnos por el mañana y cuando nuestro prójimo ve ese testimonio en nosotros, su corazón se eleva.
Él nos pidió saltar de alegría cuando somos perseguidos, porque cuando lo hacemos, le mostramos a los demás que hay un mundo mejor más allá de este, un mundo en donde descansa nuestro verdadero tesoro.
Él nos pidió cumplir la voluntad del Padre con absoluta confianza en la Sabiduría de aquél plan, y el ver esta clase de confianza es una experiencia suficientemente poderosa como para fortalecer a nuestros hermanos en las circunstancias más difíciles.
Él nos pidió ser mansos y humildes de corazón para que encontremos descanso para nuestras almas; la serenidad, que es el fruto del señorío de uno mismo se vuelve la envidia del mundo.
Cada cristiano es importante, importante para Dios, para el mundo y para el Reino.
Luz Brillante de Jesús
Ser Luz Brillante de Jesús es la misión de cada cristiano. Como el brillo de una estrella en medio de una noche oscura, así el cristiano debe dar luz y esperanza y levantar los corazones y las mentes de todo el mundo hacia el Amor y la Misericordia de Dios que es Padre y Señor.
El esfuerzo constante del cristiano por hacerse una réplica exacta de Jesús es motivo de esperanza para el prójimo, lo llena con la convicción profunda de que existe una realidad invisible lo suficientemente fuerte como para vencer cualquier tentación, como para sobreponerse a cualquier indignidad, soportar todas las cruces y mantener el gozo no importa lo que pueda suceder.
Jesús necesita que aquella imagen, aquel cristiano, lo ayude a irradiar su poder y su Persona al mundo. Pablo lo dice hermosamente, “Dios nos hace, en Cristo, compañeros en su triunfo, y a través de nosotros expande su conocimiento como un dulce aroma en todo lugar” (2 Cor 2, 14) “Somos incienso de Cristo para Dios… Son una carta de Cristo, escrita con el Espíritu de Dios vivo.” “Somos embajadores de Cristo; como si Dios hablara por medio de nosotros”.(2 Cor 5, 21).
Debemos irradiar a Jesús y los rayos de aquella luz brillarán en los confines de la tierra, sobre cada nación y sus gentes, porque trabajamos junto con Jesús para la salvación de la humanidad.
“Os he amado con un amor eterno” (Jer 31, 3).
Cortesía de nuestros amigos: EWTN "Mini libros de Madre Angélica"





Santa Brígida de Kildare, abadesa (1 de febrero)

Santa Brígida de Kildare

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Santa Brígida de Kildare, abadesa
En Kildare, de Hibernia, santa Brígida, abadesa, que fundó uno de los primeros monasterios de la isla y, según se cuenta, continuó el trabajo de evangelización iniciado por san Patricio.
Las numerosas «vidas» de santa Brígida escritas por sus compatriotas en los cuatro primeros siglos después de su muerte, no ofrecen material para una relación completa de su vida. Sin embargo, no cabe duda de que hay que contarla entre los santos más grandes y venerados, cuya virtud ha dado gloria a Irlanda y ayudado, al menos indirectamente, a la cristianización de Europa. Los vivos recuerdos conservados en el corazón del pueblo, llevan un extraordinario espíritu de caridad. La mayoría de los numerosos y fantásticos milagros que figuran en las crónicas de su vida fueron su respuesta a súplicas que provocaron su compasión o despertaron su sentido de justicia. Sacaríamos una conclusión completamente falsa si pensáramos, como muchos lo han hecho, que siendo tan increíbles los incidentes que de ella se refieren, la existencia de la santa es un mito. El pueblo irlandés, más que otros, es imaginativo y entusiasta y, en consecuencia, muy celoso de sus objetos de veneración. Hubiera parecido como rebajar su dignidad el apuntar sólo cosas ordinarias y posibles de la que llaman «la María de los irlandeses», a quien consideraban como patrona de todas las buenas irlandesas. Así como a san Patricio y también a los héroes menores de la santidad se atribuyeron extrañas maravillas, así no le podía faltar a ella su corona: pues ¿no eran Patricio y Brígida «las columnas de Irlanda»? No valía la pena un relato de hechos prosaicos; en otras palabras, estos eran indignos de una persona tan excelsa. Es importante que nos demos cuenta clara de esta curiosa mentalidad, si no queremos confundirnos con las extravagancias que abundan en colecciones como la de Plummer «Bethada Náem Erenn» o en el «Book of Lismore». Análoga precaución hay que tener con toda la hagiografía medieval; pero especialmente en las leyendas trasmitidas por los celtas. Había que relatar maravillas y prodigios heroicos; y si faltaban, el escritor sufría el castigo de ver que su obra era despreciada por rancia e inútil. Este gusto por lo sensacional entre almas sencillas y candidas, explica por qué en la primitiva hagiografía, por cada manuscrito de las «acta sincera» -o informes verídicos sobre el martirio- poseemos otros cincuenta, con tantas deformaciones y ornamentos, que bien podrían pasar por una novela.
Así pues, lo que podemos afirmar con certeza respecto a la vida de santa Brígida es realmente poco. Probablemente nació a mediados del siglo quinto en Faughart, cerca de Dundalk. Es indudable que desde temprana edad se consagró a Dios; pero parece muy dudoso que haya recibido el «velo» de manos de san Maccaille en Mag Teloch y que haya sido consagrada por san Mel en Ardagh. La dificultad aumenta por la glosa añadida al himno de san Broccan: «San Mel le confirió la dignidad de obispo», y por ello la sucesora de Brígida «tiene derechos y honores episcopales». El P. John Ryan discute el problema en Irish Monasticism, y concluye que «esta historia fue el resultado de los honores excepcionales tradicionalmente tributados a la sucesora de santa Brígida en Kildare, y que en algunos aspectos pueden compararse con los que se tributan a los obispos en la Iglesia». Pero es bastante extraño, que fuera del relato de Cogitosus, no se insista en las "vidas" de la santa en la fundación del monasterio de Kildare; tanto más, cuanto que dicha fundación parece haber sido el gran hecho histórico de su carrera, y que en cierto sentido la convirtió durante muchos siglos en la madre ejemplar de las vírgenes irlandesas.
Quizá nos demos cuenta del tono general de las "vidas" primitivas, con algunos párrafos de las lecciones del Breviarium Aberdonense:
Santa Brígida, a quien Dios previo y predestinó para que creciera a semejanza suya, nació de noble familia escocesa [i.e. irlandesa]; su padre fue Dubthac y su madre Brocea, y desde su niñez progresó en todo bien. Esta doncella elegida por Dios, muy juiciosa y llena de sabiduría, siempre buscó lo más perfecto. Su madre la enviaba a recoger la mantequilla que hacían las mujeres con la leche de las vacas y ella se la daba toda a los pobres. Cuando las demás volvían con la carga, la joven trataba de restituir el producto que había tomado y, con tierna confianza, volvía su corazón al Señor y le pedía, por intercesión de su Madre, que devolviese la mantequilla con creces. A su debido tiempo, cuando sus padres desearon que contrajera matrimonio, hizo voto de castidad; lo hizo en presencia de un santo obispo y tocó con la mano el pilar de madera sobre el cual se apoyaba el altar. En memoria de la acción de esa joven, hace largos años esa madera permanece todavía verde, y como si no hubiera sido cortada y despojada de su corteza, florece en sus raíces y sana a innumerables tullidos.
Santa y fiel como era, viendo Brígida que se acercaba el tiempo de sus esponsales, pidió al Señor le enviara alguna deformidad para frustrar la importunidad de sus padres: se le reventó un ojo y se le derramó por dentro. Y así, habiendo recibido el santo velo, Brígida, junto con otras vírgenes consagradas, permaneció en la ciudad de Meatr, donde Nuestro Señor, por su intercesión, se dignó obrar muchos milagros. Curó a un extranjero por nombre Marcos; proporcionó cerveza de un solo barril a dieciocho iglesias, y la bebida alcanzó desde el Jueves Santo hasta el fin del tiempo pascual. A una mujer leprosa que le pedía leche, le dio agua fría, porque no tenía otra cosa; el agua se convirtió en leche, y cuando la mujer la hubo bebido, quedó sana. Curó a un leproso y dio vista a dos ciegos. Una vez cuando iba de viaje para acudir a un llamado urgente, al cruzar un arroyo se resbaló y se hirió en la cabeza; con la sangre que manó de la herida dos mujeres mudas recobraron el habla. Un buen día, a un criado del rey se le cayó de las manos una preciosa vasija y se rompió; para que no lo castigaran, Brígida la compuso totalmente.
Entre éstas y muchas otras extravagancias parecidas, hay algunas hermosas leyendas; especialmente la que se refiere a una monja ciega, Dará, cuyo relato no podrá hacerse mayor que con las propias palabras de Sabire Baring-Gould:
Una tarde, al ponerse el sol, Brígida estaba sentada con la hermana Dará, una santa monja que estaba ciega: hablaban del amor de Jesucristo y de los gozos del paraíso. Sus corazones rebosaban en tal forma, que la noche voló mientras conversaban y no se dieron cuenta de que habían pasado muchas horas. Entonces salió el sol tras las montañas de Wicklow, y su luz pura y blanca vino a iluminar y a alegrar la faz de la tierra. Brígida suspiró al ver la hermosura del cielo y de la tierra: sabía que los ojos de Dará estaban cerrados a toda esta belleza. Inclinó entonces la cabeza y rezó; extendió su mano e hizo la señal de la cruz sobre las apagadas órbitas de la dulce hermana. Entonces cesó la oscuridad, y Dará vio la esfera dorada en el oriente y los árboles y las flores, que brillaban, con el rocío a la luz de la mañana. Se quedó mirando un instante y luego, volviéndose a la abadesa le dijo: «querida Madre, le ruego vuelva a cerrar mis ojos, porque cuando el mundo está así de visible a los ojos, el alma ve menos claramente a Dios». Entonces Brígida oró una vez más, y los ojos de Dará volvieron a obscurecerse.
Poco o nada digno de confianza sabemos de la gran fundación religiosa en Kill-dara (el templo del encino) y de la regla ahí practicada. Se supone generalmente que era un «monasterio doble», es decir que incluía hombres y mujeres, pues tal era la práctica común entre los celtas. Es muy posible que santa Brígida presidiera ambas comunidades, y no sería caso único. Pero el texto de las reglas -en la Vida de san Kieran de Clonmacnois se menciona la «regula Sanctae Brigidae»- no parece haber sobrevivido. Más de seis siglos después, Giraldus Cambrensis coleccionó algunas curiosas tradiciones referentes a esta fundación. Dice, por ejemplo: «En Kildare de Leinster, renombrado por la gloriosa Brígida, hay muchas maravillas dignas de mención. Principalmente el fuego de Brígida, que llaman inextinguible; no porque no se pueda apagar, sino porque las monjas y santas mujeres alimentan y avivan el fuego tan ansiosa y puntualmente, que desde la época de la virgen, ha permanecido encendido durante siglos y nunca se han acumulado cenizas, aunque en tanto tiempo se haya consumido tan grande cantidad de madera. En tiempos de Brígida, veinte monjas servían aquí al Señor. Ella era la vigésima y cuando gloriosamente partió, quedaron diecinueve y no han pasado de ese número. Los monjas se van turnando cada noche para cuidar el fuego, y cuando llega la vigésima noche viene la última doncella y colocando suficiente leña dice: "Brígida, cuida ese fuego tuyo, porque a ti te toca esta noche." Y por la mañana encuentran el fuego todavía encendido y el combustible consumido en la forma acostumbrada. El fuego está rodeado por una valla circular de arbustos, dentro de la cual ningún hombre entra, y si alguno se atreviera a entrar, como algunos temerarios lo han intentado, no escapa de la venganza divina».
Esta es la historia a la cual aludió el poeta Tom Moore cuando escribió:

La lámpara rutilante que alumbró
el santo templo de Kildare,
ardió constante a través
de las edades de sombras y tormenta.
Pero no obstante que el material legendario predomina, es inconfundible el entusiasmo que la memoria de santa Brígida suscitó entre sus paisanos. No sería fácil encontrar algo más fervoroso en su expresión que las rapsodias del "Book of Lismore":
Todo lo que Brígida pedía al Señor se lo concedía inmediatamente. Pues todo su deseo era: socorrer al pobre, aliviar cualquier pena y ayudar a todos los desvalidos. Ahora bien, nunca hubo mujer más tímida o más modesta, más dulce o más humilde, más juiciosa o que tuviera una más armoniosa proporción en todo que Brígida. Nunca se lavaba ni las manos, los pies o la cabeza, delante de otras personas. Nunca miró rostro de hombre alguno. Nunca hablaba sin sonrojarse. Era abstemia, inocente, piadosa, paciente; se gozaba con los mandamientos de Dios; era firme y humilde, perdonaba y amaba; era un estuche consagrado para guardar la sangre y el cuerpo de Cristo; era templo de Dios. Su corazón y su mente formaban un trono para que descansara el Espíritu Santo. Tenía puesto su corazón por entero en Dios; compadecía a los desgraciados, era pródiga en milagros y maravillas. Por todo esto, su nombre en medio de las cosas creadas, es Paloma entre los pájaros, Viña entre los árboles, Sol entre las estrellas. El padre de la santa virgen, es el Padre Celestial; su hijo es Jesucristo; su aliento (quien la alienta y la nutre) es el Espíritu Santo. Por eso, esta santa virgen ejecuta tan grandes prodigios e innumerables milagros. Ella es quien ayuda a todos los que están en aprietos y peligros, la que disminuye las pestes; la que calma la ira y la borrasca del mar. Es la profetiza de Cristo; la reina del sur; la María de los gaélicos (celtas).
Pero el lenguaje de otros escritores nativos de época más primitiva es aún más novelesco. Probablemente comprendemos muy poco de la psicología gaélica para estar bien ciertos del verdadero significado de las frases que encontrarnos en documentos como el Himno de san Brocean, pero nuestros traductores dan a entender que, realmente, se identificaba a Brígida con la Santísima Virgen María. Por ejemplo leemos:
Brígida madre de mi supremo rey (de mi Altísimo Rey) del reino de los Cielos, nació superior en todo.
Es posible que algunos ecos de la primitiva mitología pagana se mezclaran con todo esto porque Brig parece haber sido una abstracción que significa "valor" o "poder" y se personificaba como una diosa, particularmente asociada con el culto al fuego el 1° de febrero. Esto pudiera ser la causa de algunos de los detalles en la descripción de Kildare en la obra de Giraldus, ya citada anteriormente; pero todo el tema está envuelto en la más profunda oscuridad. De acuerdo con Charles Plummer (VSH., vol. I, p. 136), «el nombre de Brígida tiene una etimología caprichosa: "breosaiget" significa flecha ardiente y por cierto que su leyenda expone muchos rasgos de esta naturaleza. Además Brígida tiene homónimo pagano, como por ejemplo, "Erigid banfiéle," es decir la poetisa-madre de las tres edades de la poesía. Esta identidad entre los nombres es buena ocasión para la transferencia de mitos.»
En tiempos antiguos se veneraba mucho a santa Brígida en Escocia y también en aquellas partes de Inglaterra, más directamente en contacto con influencias celtas. Hay varios lugares en Gales, llamados Blansantffraid, Iglesia de Santa Brígida. En Irlanda, las iglesias a ella dedicadas son innumerables; en Inglaterra sabemos de diecinueve que le fueron consagradas antes de la Reforma. La mayoría de éstas se encuentran en la parte occidental del país, pero hay una iglesia famosa en Londres, la de Santa Brígida, en Fleet Street. Bridewell, originalmente un palacio real, parece haber adquirido su nombre por su contigüidad a la iglesia de Santa Brígida. Su fiesta se observa en toda Irlanda, Gales, Australia y Nueva Zelandia.
 Proceedings of the R. Irish Academy, vol. XXX, (1912), pp. 307 ss., Esposito ha dado razones para pensar que Cogitosus escribió allá del 620 al 680. El himno panegírico de san Brocean está impreso en la Irish Liber Hymnorum de la Henry Bradshaw Society, vol. II p. 193. Canon O´Hanlon en LIS., vol. II, dedica más de 200 pp. a santa Brígida, y también se encuentra una relación completa en LBS., vol. I pp. 264-288. Véase también The Book of Lismore (ed. Whitley Stokes); J. Ryan, Irish Monasticism (1931), pp. 134-136, 179-184; Alice Curtayne, Saint Brigid of Ireland (1933); F. O. Briain, Sí. Erigid, her Legend, History and Cult, (1938); y la obra The Old Irish Life of St. Brigid por M. A. O"Brien en Irish Historical Studies, vol. I (1938-1939), pp. 121-134, sobre el culto de Brígida en Suecia, véase, Analecta Bollandiana, vol. LXI (1943), pp. 108-116. Cf. L. Guogaud, Christianity in Celtic Lands (1932).


fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI






Oremos

Señor Dios todopoderoso, que de entre tus fieles elegiste a Santa Brígida de Irlanda para que manifestara a sus hermanos el camino que conduce a ti, concédenos que su ejemplo nos ayude a seguir a Jesucristo, nuestro maestro, para que logremos así alcanzar un día, junto con nuestros hermanos, la gloria de tu reino eterno. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

Beato Reginaldo de Orleáns, presbítero dominico. (1 de febrero)

Beato Reginaldo de Orleáns, presbítero dominico.

Del santo receptor del escapulario dominico.

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1 febrero 2018
Beato Reginaldo de Orleáns, presbítero dominico.
La vestición del Beato Reginaldo.
Beato Reginaldo de Orleáns, presbítero dominico. 1, 12 y 17 de febrero.Sobre este pilar de la Orden de Predicadores se desconoce todo acerca de su origen e infancia, salvo que nació en la ciudad francesa de Orleáns. Se graduó con honores de Derecho en la Universidad, y en la misma Universidad ganó una oposición para profesor. En 1212 fue nombrado canónigo de Saint-Aignan y nombrado Decano del mismo cabildo. Era este un puesto codiciado, por los pingües beneficios que reportaba a su poseedor, y solo nobles o incluso reyes franceses accedían a él. Esta circunstancia nos aclara que Reginaldo o bien era noble o estaba muy bien emparentado con algún noble o poderoso arzobispo.
Fue Reginaldo acogido con frialdad por los otros canónigos, acostumbrados ya a que sus Decanos estuvieran ahí por privilegios y no por devoción ni rectitud de vida. Sin embargo, al poco tiempo comprobaron la piedad, caridad, mansedumbre y sencillez del Decano. Su obispo Manasés de Seignelay, vio los cielos abiertos con tal santo Decano y entabló una fuerte amistad con Reginaldo. Juntos planearon visitar los Santos Lugares para vivir más cerca a Cristo, siendo que en el caso de nuestro Beato, lo que buscaba era luz a su inquietud: como hacer una vida más estrecha, mortificada y apostólica al mismo tiempo. Llegados a Roma, ocurrió que Reginaldo contó a un cardenal su inquietud y este le habló del glorioso Santo Domingo de Guzmán (8 de agosto; 24 de mayo, traslación de las reliquias; 15 de septiembre "in Soriano"), quien estaba fundado una Orden de varones apostólicos y quien se hallaba, precisamente, en Roma. Entrevistáronse ambos y Reginaldo quedó contentísimo del proyecto evangelizador del santo Patriarca, y le pidió le admitiera en la Orden. Domingo vio grandes prendas en Reginaldo y aceptó, aunque dejando para más tarde la admisión formal.
Pensaba Reginaldo continuar viaje a Tierra Santa, cuando cayó enfermo de unas fiebres malignas. Entonces Santo Domingo oró a Dios para que le sanara, y ocurrió este milagro: Estando Reginaldo postrado, se le apareció la Santísima Virgen María acompañada de Santa Cecilia (22 de noviembre) y Santa Catalina (25 de noviembre). La Madre de Dios ungió a Reginaldo con un ungüento que portaba Santa Cecilia, y le dijo al ungirle los pies: "Unjo tus pies para que corran predicando el evangelio de la paz". Luego, tomando un escapulario blanco que Santa Catalina traía en sus manos, le dijo Nuestra Señora: "He aquí el hábito de tu Orden". La visión desapareció, y Reginaldo quedó sano, y jamás enfermó sino hasta su muerte. Esta visión también había sido recibida por Santo Domingo, quien a los tres días impuso a sus religiosos el escapulario blanco sobre la túnica canonical que todos vestían, quitándoles el roquete. Entre estos religiosos estaban San Jacinto de Polonia (17 de agosto) y su hermano San Ceslao (15 de julio). Esta leyenda hizo que la Santísima Virgen fuera graciosamente llamada "la Ropera de la Orden".
Profesó Reginaldo en la Orden de Predicadores y continuó su viaje a Tierra Santa con el obispo Manasés, donde veneraron todas las Reliquias Santas. Tres años permaneció allí Reginaldo, predicando la Palabra de Cristo. Cuando regresó a Europa, lo hizo por Sicilia, donde fundó un convento dominico en en Agosta, Siracusa. Dícese que teniendo los religiosos poca sombra en el patio, el beato plantó el bastón que Domingo le había dado y al otro día había allí un ciprés. Que tampoco es que diera mucha sombra, todo sea dicho.En 1218 ya está de nuevo en Roma Reginaldo, y el santo fundador lo envió de prior a Bolonia, donde llegó el mismo año. El convento de Bolonia era pobre y muy austero. Un día en el que los religiosos no tenían que comer, Reginaldo hizo una oración y aparecieron dos ángeles con cestos de pan para los pobres frailes. El Beato Jordán de Sajonia (13 de febrero), que conoció a Reginaldo, habla de él con gran admiración: "Desde que llegó comenzó a darse a la predicación, y su elocuencia era como llama de fuego, que inflamaba los corazones, hasta el punto de no hallar uno que, oyéndole, no quedara cautivo. Toda Bolonia hervía, cual si un nuevo Elías se hubiera levantado". Y ciertamente, el don de oratoria de Reginaldo hizo que muchos se convirtieran, dejando la vida de pecado o molicie para servir a Cristo con firmeza. Entre ellos un catedrático apellidado Moneta, quien se vanagloriaba de no caer bajo el "embrujo" de la predicación de Reginaldo. Hasta un día en que no tuvo más remedio que acompañar a sus alumnos a uno de los concurridos sermones del beato en la catedral. Apenas oyó las primeras palabras, Moneta cayó arrepentido de sus pecados, y no solo eso, sino que hizo voto de ser fraile predicador. El mismo Reginaldo le daría el hábito dominico al año siguiente.
Tuvo, además, Reginaldo, don de conciencias, lo cual aprovechó para encaminar a algunos religiosos tibios o que caían en pecados. Igualmente tuvo poder sobre el demonio, liberando a más de un fraile de sus insidias y tentaciones contra los votos religiosos.En 1219 le envió Santo Domingo a París, para que allí también diera fruto su palabra encendida. Solo vivió allí 6 meses, durante los cuales predicó incansablemente, convirtiendo a muchos. A inicios de 1220 Reginaldo se sintió morir y al ofrecerle los Sacramentos dijo: "No temo la muerte; antes bien la espero con alegría. María, la Madre de misericordia, vendrá a salvarme. Aunque ella se dignó ungirme en Roma con óleo del cielo, no me niego a recibir la santa unción de la Iglesia: la quiero y la pido". Le tendieron en el suelo, sobre ceniza, según la piadosa costumbre monástica, y allí expiró dulcemente, a inicios de febrero de 1220. Ese mismo día un viejo y santo religioso tuvo una visión que no entendió sino a los años: vio una fuente que se secaba y como del mismo sitio brotaban dos fuentes. Y es que el día 12 del mismo mes de febrero profesaban los Beatos Jordán de Sajonia y Enrique de Colonia (15 de febrero).
Fue sepultado Reginaldo en el priorato de Nuestra Señora de los Campos, pues no tenían los frailes cementerio en su convento, y nunca se le trasladó de allí. Numerosos milagros ocurrieron en su sepultura, lo cual hizo que su culto se extendiera. En el siglo XVII la Beata María de la Encarnación (18 de abril) establece allí a las carmelitas descalzas, quienes continuaron el culto del beato. Por esas mismas fechas se abrió el sepulcro y se halló incorrupto al Beato Reginaldo. El cuerpo fue trasladado a un lugar más digno y expuesto. Allí estuvo hasta 1790, cuando fue profanado y destruido el santo cuerpo, en la vorágine de la Revolución Francesa.
El Beato Pío IX (7 de febrero) beatificó a Reginaldo en 1875. Su memoria se estableció a 17 de febrero, pasando luego al 12 de febrero y finalmente al 1 del mismo mes.
Fuente:
-"Santos, Bienaventurados, Venerables de la Orden de los Predicadores". Volumen Primero. FR. PAULINO ALVAREZ. O.P. Almería, 1919.
A 1 de febrero además se celebra a
San Euny de Lelant, abad.
San Enrique Morse, presbítero jesuita mártir.
Otros santos del 1 de febrero.