miércoles, 2 de septiembre de 2020

Santos del día 2 de septiembre

Santos del día 2 de septiembre
Quarto Nonas septembris
En Nicomedia, de Bitinia, san Zenón, mártir.
En Nicea, también en Bitinia, martirio de santa Teodota con sus hijos Evodio, Hermógenes y Calixto.
En Edesa, en el territorio de Osroene, en Mesopotamia, san Habib, diácono y mártir, que en tiempo del emperador Licinio fue condenado a la hoguera por orden del prefecto Lisanias.
En Apamea, lugar de Siria, san Antonino, mártir de la fe, de quien se dice que los paganos lo mataron por destruir ídolos gentiles cuando tenía veinte años de edad.
En Tarragona, de Hispania, san Próspero, obispo.
En Lyon, en la Galia, sepultura de san Justo, obispo, que renunció al obispado a raíz del concilio de Aquilea y se retiró, junto con san Viator (Viador), lector, a un desierto de Egipto, donde convivió durante algunos años con monjes de vida ascética. Los restos mortales de ambos fueron trasladados después a Lyon.
En el monte Soratte, en la vía Flaminia, en el Lacio, san Nonoso, abad.
En Autun, lugar de Burgundia, san Siagrio, obispo, cuya ciencia y celo brillaron en los concilios donde intervino.
En Aviñón, en la Provenza, san Agrícola, obispo, que, después de llevar vida monástica en la isla de Lérins, sucedió en el episcopado a su padre, san Magno, de quien había sido auxiliar.
En el Piceno, san Elpidio, cuyo nombre adoptó el pueblo que conserva su venerado cuerpo.
En Póntida, en el territorio de Bérgamo, en Lombardía, santos Alberto y Vito, monjes. El primero, después de posponer armas y honores mundanos por seguir a Cristo, fundó un monasterio en la propia ciudad según las costumbres cluniacenses, y el segundo gobernó dicho monasterio.
En el monte Carmelo, en Palestina, cerca de la fuente de Elías, beato Brocardo, prior de los eremitas, a quienes san Alberto, obispo de Jerusalén, dio la Regla de vida, para conducirse día y noche vigilantes en la oración y en la meditación de la ley del Señor.
En Skänninge, en Suecia, beata Ingrid Elofsdotter, que al enviudar dedicó todos sus bienes al servicio del Señor, y vistió el hábito dominicano tras una peregrinación a Tierra Santa.
En Lucía de Mela, Italia, beato Antonio Franco, presbítero, Prelado Ordinario de Santa Lucia del Mela.
En París, en el «Hôtel des Carmes», san Salomón Leclercq, en el siglo Guillermo Nicolás Ludovico, hermano de las Escuelas Cristianas y mártir en la cruel persecución religiosa de la Revolución Francesa.
En París, en Francia, martirio de los beatos Juan María de Lau d'Allemans, Francisco José y Pedro Ludovico de la Rochefoucauld, obispos, más noventa y tres compañeros, clérigos o religiosos, que por negarse todos ellos a prestar el juramento, impiamente impuesto a los clérigos en tiempo de la Revolución Francesa, fueron encarcelados en el convento de Carmelitas y, después, ajusticiados por quienes odiaban la religión. Son sus nombres: beatos Vicente Abraham, Andrés Angar, Juan Bautista Claudio Aubert, Francisco Balmain, Juan Pedro Bangue, Ludovico Francisco Andrés Barret, José Bécavin, Jacobo Julio Bonnaud, Juan Antonio Jacinto Boucharène de Chaumeils, Juan Francisco Bosquet, Claudio Cayx o Dumas, Juan Charton de Millon, Claudio Chaudet, Nicolás Clairet, Claudio Colin, Francisco Dardán, Guillermo Antonio Delfaut, Maturino Víctor Deruelle, Gabriel Desprez de Roche, Tomás Nicolás Dubray, Tomás René Dubuisson, Francisco Dumasrambaud de Calandelle, Enrique Hipólito Ermès, Armando de Foucauld de Pontbriand, Jacobo Friteyre-Durvé, Claudio Francisco Garnières des Granges, Ludovico Lorenzo Gaultier, Juan Gautier, Juan Goizet, Andrés Grasset de Saint-Sauveur, Juan Antonio Guilleminet, Juan Bautista Jannin, Juan Lacan, Pedro Landry, Claudio Antonio Radulfo de Laporte, Roberto le Bis, Maturin Nicolás Le Bous de Villeneuve de la Villecrohaim, Oliverio Lefèvre, Carlos Francisco Legué, Jacobo José Lejardinier Deslandes, Jacobo Juan Lemeunier, Vicente José le Rousseau de Rosencoat, Francisco César Londiveau, Ludovico Longuet, Jacobo Francisco de Lubersac, Gaspar Claudio Maignien, Juan Felipe Marchand, Ludovico Mauduit, Francisco Ludovico Méallet de Fargues, Jacobo Alejandro Menuret, Juan Bautista Nativelle, Matías Agustín Nogier, José Tomás Pazery de Thorame, Julio Honorato Cipriano Pazery de Thorame, Pedro Francisco Pazery de Thorame, Pedro Ploquin, René Nicolás Poret, Julián Poulain-Delaunay, Juan Roberto Quéneau, Francisco Urbano Salins de Niart, Juan Enrique Ludovico Samson, Juan Antonio de Savine, Juan Antonio Bernabé Seguin, Juan Bautista María Tessier, Lupo Tomás o Bonnotte, Francisco Vareilhe-Duteil, Pedro Ludovico José Verrier y Ludovico Barreau de la Touche, de la Congregación de San Mauro de la Orden de San Benito; Juan Francisco Burté, de la Orden de Hermanos Menores; Apolinar (Juan Jacobo) Morel, de la Orden de Hermanos Menores Capuchinos; Ambrosio Agustín Chevreux y René Julián Massey, de la Orden de San Benito; Bernardo Francisco de Cucsac, Jacobo Gabriel Galais, Pedro Gauguin, Pedro Miguel Guérin, Jacobo Esteban Felipe Hourrier, Enrique Augusto Luzeau de la Moulonnière, Juan Bautista Miguel Pontus, Pedro Nicolás Psalmon y Claudio Rousseau, de la Compañía de San Sulpicio; Carlos Jeremías Bérauld du Pérou, Francisco Ludovico Hébert y Francisco Lefranc, de la Compañía de Jesús y María; Urbano Lefèvre, de la Sociedad de Misiones Extranjeras de París; Severino (Jorge) Girauld, de la Tercera Orden Regular de San Francisco, todos presbíteros; Ludovico Alejo Matías Boubert, Esteban Francisco Deusdedit [Diosdado] de Ravinel y Jacobo Agustín Robert de Lézardières, diáconos; Augusto Nézel, clérigo, y Carlos Regis Mateos de la Calmette.
En el mismo lugar, día y año, beatos Pedro Jacobo María Vitalis, presbítero, y veinte compañeros, mártires, que en los mismos tiempos de turbulencia fueron asesinados en la abadía de Sant-Germain-des-Prés, por quienes odiaban la Iglesia. Sus nombres son: beatos Daniel Ludovico André des Pommerayes, Ludovico Remigio Benoist, Ludovico René Nicolás Benoist, Antonio Carlos Octaviano du Bouzet, Juan Andrés Capeau, Armando Chapt de Rastignac, Claudio Fontaine, Pedro Ludovico Gervais, Santos Huré, Juan Ludovico Guyard de Saint-Clair, Alejandro Carlos Lenfant, Lorenzo, Ludovico le Danoist, Tomás Juan Monsaint, Francisco José Pey, Juan José Rateau, Marcos Ludovico Royer, Juan Pedro Simón, además de Carlos Ludovico Hurtrel, de la Orden de los Mínimos, todos presbíteros; y Ludovico Benjamin Hurtrel, diácono.

martes, 1 de septiembre de 2020

Imitación de Cristo (Felicidad Espiritual)

PARTE TERCERA
FELICIDAD ESPIRITUAL.


Capítulo XVI
SÓLO EN DIOS DEBE BUSCARSE
 LA VERDADERA SATISFACCIÓN.


Discípulo:
1. Cualquier cosa que pueda desear o pensar para mi satisfacción, no la espero ahora sino para más adelante. Porque aunque yo solo tuviera todas las satisfacciones del mundo y pudiera disfrutar de todos los placeres ciertamente que no tendrían mucha duración. Por eso no puedo satisfacerme plenamente ni regocijarme perfectamente si no es en Dios, consolador de los pobres y aceptador de los humildes. Esperaré un poco; esperaré las promesas divinas y tendré abundancia de todos los bienes en el Cielo. Si deseo desordenadamente estas cosas presentes perderé las eternas y bienaventuradas. Usaré las cosas transitorias por necesidad pero desearé las eternas. No puedo saciarme con ningún bien limitado porque no fui creado solamente para gozarlo.

2. Aunque poseyera todas las cosas no sería feliz y dichoso ya que consiste toda mi perfección y felicidad en Dios que creó absolutamente todas las cosas no tal como consideran y alaban todos los tontos amadores del mundo sino como esperan los buenos seguidores de Cristo y algunas veces saborean por adelantado los espirituales y misericordiosos, cuyo trato es con el Cielo. Es inconsistente y breve toda satisfacción humana. Santa y verdadera satisfacción la que hace percibir internamente la Verdad. La persona devota lleva consigo a todas partes a Jesús, su alegría, y le dice: Quédate conmigo, Señor Jesús, en todo tiempo y lugar. Mi satisfacción será carecer de toda satisfacción humana. Y si falta tu consuelo que sea mi mayor satisfacción tu voluntad y justa prueba. Porque no estarás airado completamente ni enojado para siempre (Sal 103, 9).


Capítulo XVII
TODA INQUIETUD
 DEBE ESTABLECERSE EN DIOS.


Jesucristo:
1. Hijo, déjame hacer contigo lo que quiero, lo que sé y te conviene. Tú piensas como ser humano y sientes muchas cosas como te hace ver la emoción humana.

Discípulo:
Señor, es verdad lo que dices. Es mayor tu preocupación por mí que todo el cuidado que puedo tener por mí mismo. Está expuesto a cualquier eventualidad quien no pone toda su atención en Ti. Señor, para que mi voluntad permanezca en ti recta y firmemente haz de mí lo que te agrade. Solamente puede ser beneficiosa para mí cualquier cosa que hagas conmigo. Si quieres que esté a oscuras, te bendeciré y si quieres que esté iluminado, te bendeciré también. Si te dignas alegrarme te bendeciré y si quieres que esté abatido, igual te bendeciré siempre.

Jesucristo:
2. Hijo, así conviene que te comportes si deseas caminar Conmigo. Igualmente debes estar dispuesto al sufrimiento y gozo. Igualmente debes aceptar de buena gana ser pobre y necesitado como rico y satisfecho.

Discípulo:
Señor, con gusto sufriré por ti lo que quieres que me sobrevenga. Quiero recibir de tu mano con indiferencia lo bueno y lo malo, lo dulce y lo amargo, lo alegre y lo triste. Defiéndeme de todo pecado y no temeré la muerte ni el infierno. Con tal que no me apartes de Ti para siempre ni me borres del libro de la vida no me dañará cualquier tribulación que venga sobre mí.


Capítulo XVIII
DEBEMOS SOPORTAR
 LAS ADVERSIDADES CON ECUANIMIDAD COMO CRISTO.


Jesucristo:
1. Hijo, yo bajé del Cielo por tu salvación: acepté tus infortunios impulsado por la caridad, no por necesidad para que aprendieses a ser paciente y soportases sin indignarte las adversidades de la vida. Desde el momento de mi nacimiento hasta mi muerte en una cruz, no me faltaron dolores que sufrir. Tuve gran carencia de bienes materiales, frecuentemente escuché quejas contra Mí, soporté con benevolencia despropósitos y ofensas, recibí ingratitud a cambio de beneficios, blasfemias por los milagros y reprensiones por enseñar.

Discípulo:
2. Señor: ya que fuiste paciente en tu vida principalmente cumpliendo los mandatos de tu Padre es justo que, perverso pecador, sufra con paciencia según tu voluntad, y mientras Tú lo quieras lleve por mi salvación el peso de esta vida breve. Porque, aunque la vida presente se siente pesada, sin embargo se ha convertido en muy meritoria por tu gracia y más tolerable y transparente gracias a tu ejemplo y el de tus santos y hasta de mucho más consuelo que la Ley Antigua cuando estaba cerrada la puerta del Cielo y parecía más oscuro el camino a la salvación, cuando tan pocos se preocupan de buscar el Reino de Dios y ni siquiera podían entrar a él los que eran buenos y se iban a salvar hasta que llegó tu Pasión y el pago de tu sagrada Muerte.

3. ¡Cómo debo agradecerte que me hayas mostrado a mí y a todos tus fieles el camino bueno y recto al Reino Eterno!. Porque tu vida es nuestra vía y por la paciencia santa caminamos hacia Ti, que eres nuestra corona. Si Tú no nos precedieras y enseñaras ¿quién tendría cuidado de seguirte?. ¿Cuántos quedarían lejos y retrasados si no mirasen tus preciosos ejemplos?. Si todavía somos negligentes, pese a que hemos conocido tus manifestaciones y tu doctrina, ¿qué sería si no tuviéramos tanta luz para seguirte?.

Santos del día 1 de septiembre

Santos del día 1 de septiembre
Kalendis septembris
Conmemoración de san Josué, hijo de Nun, siervo del Señor, que al recibir la imposición de manos por Moisés fue lleno del espíritu de sabiduría, y a la muerte de Moisés introdujo de modo maravilloso al pueblo de Israel, cruzando el Jordán, en la tierra de promisión (Jos 1,1).
En Reims, de la Galia Bélgica, san Sixto, considerado primer obispo de esta ciudad.
En Capua, de la Campania, en la vía Acuaria, san Prisco, mártir.
En Todi, de la Umbría, san Terenciano, obispo.
En Dax, de Aquitania, san Vicente, celebrado como obispo y mártir.
   Santa Verena (3 coms.)   
En Zurzach, junto al Rin, en la región de los tigurinos de Germania, santa Verena.
En Cenomanum (Le Mans), en la Galia Lugdunense, san Victorio, obispo, de quien habla san Gregorio de Tours.
En Aquino, del Lacio, san Constancio, obispo, cuyo don de profecía elogia el papa san Gregorio Magno.
En la región de Nimes, de la Galia Narbonense, san Egidio o Gil, cuyo nombre adopta la población que después se formó en la región de la Camarga, y donde se dice que el santo había erigido un monasterio y completado el curso de su vida mortal.
En Sens, de Neustria, san Lupo, obispo, que fue desterrado por haber dicho ante un jerarca local que convenía al pueblo ser regido por un sacerdote y obedecer a Dios antes que a los príncipes.
En Venecia, beata Juliana de Collalto, abadesa de la Orden de San Benito.
En Florencia, en la toscana, beata Juana Soderini, virgen de la Orden Tercera de los Siervos de María, preclara por su oración y austeridad de vida.
En Madrid, en España, beatos Cristino (Miguel) Roca Huguet, presbítero, y once compañeros, mártires, de la Orden de San Juan de Dios, fusilados durante la guerra por odio a la religión. Sus nombres son: beatos Proceso (Joaquín) Ruiz Cascales, Eutimio (Nicolás) Aramendía García, Canuto (José) Franco Gómez, Dositeo (Guillermo) Rubio Alonso, Cesario (Mariano) Niño Pérez, Benjamín (Alejandro) Cobos Celada, Carmelo (Isidoro) Gil Arano, Cosme (Simón) Brun Arará, Cecilio (Enrique) López López, Rufino (Crescencio) Lasheras Aizcorbe y Faustino (Antonio) Villanueva Igual, religiosos.
En Paterna, en la provincia de Valencia, en España, beato Alfonso Sebastiá Viñals, presbítero y mártir, que, estando al frente de la escuela de una institución social valenciana, recibió la corona gloriosa del martirio durante la misma persecución religiosa.
En Barcelona, también en España, beatos mártires Pedro Rivera, presbítero, de la Orden de los Hermanos Menores Conventuales, y María del Carmen Moreno Benítez y María del Refugio Carbonell Muñoz, vírgenes, del Instituto de las Hijas de María Auxiliadora, que en la misma persecución, a imitación de la pasión de Cristo Esposo, llegaron al premio de la paz perpetua.
En Mataró, provincia de Barcelona, beato Josep Samsó i Elias, presbítero y mártir, encarcelado y fusilado por su condición de sacerdote.
En Tirana, Albania, beato Fran Mirakaj, laico de la arquidiócesis de Shkodrë-Pult y mártir.

lunes, 31 de agosto de 2020

Imitación de Cristo (Felicidad Espiritual)

PARTE TERCERA
FELICIDAD ESPIRITUAL.


Capítulo XIII
OBEDECER HUMILDEMENTE
 COMO JESUCRISTO.


Jesucristo:
1. Hijo: quien procura apartarse de la obediencia él mismo se aparta de la gracia y el que quiere poseer cosas privadas pierde las comunitarias. Quien no se somete con gusto y espontáneamente demuestra que todavía no tiene perfectamente dominada su naturaleza sino que con frecuencia se resiste y murmura. Aprende pues a someterte a la autoridad con prontitud si deseas tener sujeta tu naturaleza. Más pronto se vence al enemigo exterior si la persona no ha quedado devastada interiormente. No existe más molesto ni peor enemigo del alma que tú mismo cuando no concuerdas bien con el Espíritu. Te conviene de verdad aceptar totalmente el desprecio de ti mismo si quieres prevalecer sobre las debilidades naturales. Porque todavía te amas muy inadecuadamente y dudas de resignarte plenamente a la voluntad ajena.

2. Pero ¿qué tanto será que tú, que eres como polvo y nada por causa de Dios te sometas a otra persona cuando Yo, Todopoderoso y Altísimo, que creo todas las cosas de la nada, me sometí humildemente a los demás por ti?. Me hice el más humilde e ínfimo de todos para que venzas tu presunción con mi humildad. Aprende, polvo, a despreciarte aprende, tierra y barro, a humillarte y a permanecer a los pies de todos. Aprende a dominar tu voluntad y ofrecerte al servicio de todos. Enójate contra ti mismo y no aceptes que viva en ti el orgullo sino manifiéstate de tal manera sujeto y pequeño que puedan todos caminar sobre ti y pisarte como el barro de las calles. ¿Qué tienes, ser despreciable, de qué quejarte?. ¿Cómo puedes contradecir, vergonzoso pecador, a los que te reprenden, ya que tantas veces ofendiste a Dios y mereciste el infierno?. Pero mis ojos tuvieron compasión de ti por que es muy valiosa tu alma en mi Presencia para que reconozcas mi amor y vivas siempre agradecido por mis beneficios, y para que te entregues continuamente a la sujeción y humildad y sufras con paciencia tus propias limitaciones.


Capítulo XIV
CONSIDERAR EL SECRETO JUICIO
 DE DIOS EVITA QUE NOS UFANEMOS EN LA PROSPERIDAD.


Discípulo:
1. Me aterran tus juicios respecto a mí, Señor por el miedo y temblor se conmueven mis huesos, y mi alma se asusta muchísimo. Estoy atónito y considero que ni el cielo es puro en tu Presencia (Job 15,15). Si hasta en los ángeles encontraste maldad (Job 4,18), y no los perdonaste, ¿qué será de mí?, cayeron las estrellas del Cielo (Ap 6,13) y yo ¿cómo puedo presumir?. Cayeron hasta el fondo aquellos cuyas obras parecían dignas de alabanza, y quienes comían el pan de los ángeles se vieron alimentados con comida de cerdos.

2. Ninguna santidad existe, Señor, si retiras tu mano; ninguna sabiduría aprovecha, si Tú no gobiernas; ninguna fuerza ayuda, si dejas de conservarla. Ninguna castidad está segura, si Tú no la defiendes; ningún cuidado propio sirve si no está presente tu sagrada vigilancia. Porque abandonados, nos sumergimos y perecemos; visitados por Ti, nos levantamos y vivimos. Somos inestables pero por Ti nos aseguramos. nos entibiamos, pero por Ti nos encendemos.

3. ¡Qué vulgar y despreciable me debo reconocer!. ¡Qué poco valioso si algo bueno parece que tengo!. ¡Qué profundamente me debo sumergir en lo hondo de tus juicios, Señor, donde nada más encuentro, sino que soy nada y nada!. ¡Inmenso peso! ¡Mar inmenso donde nada encuentro de mí sino que soy nada en todo!. ¿Dónde están pues, los cimientos de mi sobreestimación?, ¿dónde la confianza de mis propias fuerzas?. Desaparece toda la vanidad de mis glorificación en la profundidad de tus juicios sobre mí.

4. ¿Qué es toda criatura en tu Presencia?. ¿Puede acaso la arcilla elevarse sobre quien le dio forma?. ¿Cómo puede engreírse autoalabándose el corazón de quien está de verdad sometido a Dios?. Todo el mundo no puede elevar a quien mantiene en su sitio la verdad; ni se moverá, por más que lo alaben quien tiene firme toda su esperanza en Dios. Porque todos los que hablan, nada son; desaparecerán, junto con el sonido de sus palabras pero la verdad del Señor permanece para siempre (Sal 117,2).


Capítulo XV
COMO COMPORTARSE
 Y EXPRESARSE EN LOS DESEOS.


Jesucristo:
1. Hijo mío, di así para todo: Señor, si te agrada, que se haga así; Señor, si es en honor tuyo, haz esto en tu Nombre. Señor, si te parece que me conviene y encuentras que me será útil, concédelo para que lo use en tu honor. Pero si sabes que me va a causar daño, o desaprovechar para la salvación de mi alma aparta de mí este deseo. No todo deseo proviene del Espíritu Santo aunque al hombre le parezca correcto y bueno. Es difícil juzgar rectamente, si te impulsa a desear esto o lo otro un espíritu bueno u otro distinto, o si te impulsa tu propio ánimo. Muchos que al principio parecían ser conducidos por buen espíritu, quedan decepcionados al final.

2. Por eso siempre se debe desear y pedir, con respeto a Dios y humildad en el corazón, todo lo que sobrevenga como deseable al pensamiento; y sobre todo, encomendárseme diciendo: Señor, Tú sabes qué es lo mejor: haz que suceda esto o lo otro, según quieras. Da lo que quieras, cuanto quieras, y cuando quieras. Haz conmigo como sabes, lo que más te agrade a Ti, y según sea para tu mayor honor. Ponme donde quieras; dispón de mí libremente en todo. Estoy en tus manos; dame vueltas para un lado y el otro. Yo soy tu servidor, dispuesto para todo porque no deseo vivir para mí sino para Ti, ojalá que con dignidad y perfección.

3. Oración para cumplir la voluntad de Dios: Concédeme, compasivo Jesús, tu gracia para que esté conmigo y conmigo trabaje (Sb 9,10) y conmigo persevere hasta el fin. Concédeme desear y querer siempre lo que es más aceptable para Ti y más te agrada. Tú voluntad sea mía y mi voluntad siga siempre a la tuya y concuerde de la mejor manera con ella. Mi querer sea siempre uno contigo y sólo pueda querer o no querer lo que Tú quieres o no quieres. Concédeme que muera a todo lo que me tienta del mundo y por Ti, que ame ser despreciado y desconocido. Concédeme descansar en Ti sobre todo lo deseado y que mi corazón encuentre en Ti la paz. Tú eres la verdadera paz del corazón, su único descanso; fuera de Ti, todas las cosas son adversas e inestables. En esta paz permanente, es decir, en Ti Único Supremo y Eterno Bien dormiré y descansaré. Así sea.