martes, 30 de junio de 2015

Tres señales esperanzadoras de María para los cristianos de Oriente 30062015

Tres señales esperanzadoras de María para los cristianos de Oriente

Um país entero, una ciudad histórica e incluso una mezquita homenajean a la Virgen Madre de Jesús
El 13 de junio de 2013, el Líbano se consagró al Inmaculado Corazón de María. En esta semana, además de celebrar los dos años de este acto de consagración, el patriarca maronita Bechara Boutros Raï lo extendió a todo Oriente Medio.
En una valiente e incisiva homilía proclamada en presencia de más de 5.000 fieles en la basílica libanesa de Harissa, el patriarca denunció a los “mercenarios que reciben apoyo financiero, político y militar tanto de países de Oriente como de Occidente”.
Como respuesta a los “poderes del terror”, afirmó Raï: “Renovamos la consagración de nuestro pueblo y de nuestra patria libanesa, así como de todos los países de Oriente Medio, al Inmaculado Corazón de la Virgen María, repleto de ternura y de amor por los hombres, hermanos de su único Hijo”.
Recomendando que todos los fieles “recen diariamente el rosario para conseguir la paz en el mundo”, el cardenal recordó que los cristianos intentan construir junto con los musulmanes, desde hace 1.400 anos, “una civilización-modelo para todas las sociedades multiculturales y plurirreligiosas”. Defendió vivamente que este esfuerzo por la concordia no sea abandonado en medio de los actuales conflictos sanguinarios en la región.
Después de Beirut, la imagen peregrina de Nuestra Señora de Fátima pasará también por el patriarcado greco-católico, por un monasterio siro-católico y por la sede del patriarcado armenio-católico.
Mientras tanto, en el país vecino, Siria, María también da una señal de esperanza a los cristianos: la estatua mariana en lo alto de una colina de la localidad de Maaloula acaba de ser reerguida, después de la destrucción de la original perpetrada en 2013 por los yihadistas del Frente Nusra.
Maaloula es una pequeña ciudad de 4.000 habitantes, en su mayoría cristianos, que aún hablan arameo, la misma lengua que hablaba Jesús. Se trata de una de las poquísimas comunidades de Oriente Medio que conservan ese idioma condenado a la extinción. Además del arameo, Maaloula también conservó durante siglos algunos monasterios e iglesias construidos al comienzo de la historia del cristianismo.
También en Siria se inauguró, el pasado 6 de junio, algo inédito en el mundo islámico: una mezquita en la ciudad litoral de Tartous dedicada nada menos que a la Virgen María, madre de Jesucristo. María es reconocida por el islam como la madre del profeta Jesús.
Que María interceda por todos los cristianos probados por un sin fin de sufrimientos y persecuciones en esas tierras en que el cristianismo nació y comenzó a propagarse entre los pueblos.
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La vieja y la cebolla

La vieja y la cebolla

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29 junio 2015
 Dostoyevski, en Los Hermanos Karamazov, escribió la fábula:
«Era una vez una mujer mala, malísima, y murió. Los demonios la llevaron al infierno. Pero su Ángel de la Guarda recordó una acción buena de la mujer y se la presentó a Dios.
- “Señor: un día la mujer cogió una cebolla de su huer­to y se la dio a un pobre hambriento.” Y Dios le dijo:
- “Coge tú esa misma cebolla. Dásela a la mujer. Que se agarre a ella y si logras sacarla, irá al paraíso; pero si la cebolla se rompe... entonces se quedará allí.”
El Ángel fue hacia la mujer y le alargó la cebolla.
- “Agárrate fuerte a la cebolla, es igual como la que diste a un pobre que estaba hambriento.”
Y el Ángel se puso a tirar con cuidado y casi había sacado a la mujer del infierno, cuando empezaron los condenados a agarrarse a ella para salir también.
Y la mujer, que era mala y egoísta, se puso a darles: patadas gritando:
-“¡Me va a sacar a mí y no a vosotros! ¡Es mi cebolla!”
Apenas había pronunciado dichas palabras cuando la cebolla se rompió... Y la mujer volvió a caer en el infierno de su egoísmo. Allí está desde entonces. El Ángel se puso a llorar y se fue...»
El infierno es el egoísmo.
San Juan de la Cruz dice:
«Al final de la vida, se nos juz­gará por el amor

José María Alimbau, jalimbaublog@gmail.com
http://www.religionenlibertad.com/la-vieja-y-la-cebolla-43351.htm

San Marcial Limoges - San Basílides Alejandría - San Otón de Bamberg 30062015


San Marcial Limoges

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Todo lo que en realidad se sabe acerca de san Marcial es que fue obispo de Limoges y que es objeto de veneración desde tiempos muy remotos, como apóstol de la región de Limousin y fundador de la sede que ocupó. Es muy probable que haya vivido hacia el año 250. De acuerdo con la tradición que data del siglo VI y fue registrada por san Gregorio de Tours, era uno de los siete misioneros enviados desde Roma a las Galias, poco antes del 250. San Gaitán fue a Tours, san Trófimo a Arles, san Pablo a Narbona, san Marcial a Limoges, san Dionisio a París, san Saturnino a Toulouse y san Austremonio a la Auvernia. Cada uno evangelizó el distrito que había elegido y fue el primer obispo de la sede. En las más antiguas letanías de Limoges aparece el nombre de san Marcial como el de un confesor, pero al cabo de cierto tiempo, los monjes de la abadía local de san Marcial (que conserva las reliquias del santo), iniciaron una campaña para que se le honrase como apóstol. Ya para entonces, su leyenda se había desarrollado bastante y se le tomaba, no sólo como el apóstol de la Aquitania, sino como a uno de los que conocieron a Jesucristo, tal vez el chiquillo que llevaba el cesto de panes cuando la multiplicación de los mismos, o bien alguno de los setenta y dos discípulos. La cuestión de su título se consideró de tanta importancia, que fue tema de discusión en varios sínodos. En el siglo XI, el culto a san Marcial recibió impulso como consecuencia de la reconstrucción de la abadía dedicada a su nombre, la traslación de sus restos a un santuario edificado en la propia abadía y la propagación de narraciones fantásticas que recopilaban las diversas leyendas y las ampliaban y, sin embargo, pretendían ser las «actas» auténticas del santo obispo, tal como las había escrito su sucesor en la sede de Limoges, Aureliano.

Que esta fábula extravagante, llena de anacronismos e improbabilidades, se haya tenido por cosa cierta en épocas de credulidad absoluta, no es cosa de extrañar; pero sí sorprende que, hasta hoy, se la tenga por cierta en algunos lugares: se nos dice que Marcial fue convertido al cristianismo a la edad de quince años por las predicaciones de Nuestro Señor; fue bautizado por su pariente san Pedro; estuvo presente en la resurrección de Lázaro; atendió a Jesús en la Última Cena y recibió al Espíritu Santo con los otros discípulos, en Pentecostés. San Pedro, a quien acompañó primero a Antioquía y luego a Roma, lo mandó a predicar el Evangelio en las Galias. En nombre de san Pedro, resucitó a su compañero, Austricliniano, quien había muerto en el viaje. Al llegar a Tulle, curó a la hija de la familia que le había dado hospedaje, al lanzar fuera un mal espíritu que la poseía, y resucitó al hijo del gobernador romano, que había sido estrangulado por un demonio. Estos milagros produjeron la conversión de 3.600 personas. Los sacerdotes paganos que se atrevían a atacarle, quedaban inmediatamente castigados con la ceguera, hasta que las plegarias del santo les devolvían la vista. Otros, que llegaron a golpearle y a encerrarle en la prisión de Limoges, quedaron fulminados por un rayo, pero Marcial les devolvió la vida a ruegos de los ciudadanos. Uno de los sacerdotes que resucitó, era Aureliano, el supuesto autor de estas «actas». Los bautismos en masa siguieron a estos prodigios. Entre los penitentes de san Marcial estaba una noble dama llamada Valeria. Esta anunció su decisión de consagrar su virginidad a Nuestro Señor y fue degollada por los esbirros enviados por el duque Esteban, que era su prometido. Después del asesinato, la doncella recogió su cabeza y la transportó hasta la iglesia donde se hallaba san Marcial. El propio duque Esteban se convirtió e hizo una peregrinación a Roma, donde encontró a san Pedro ocupado en instruir a las gentes en un sitio llamado el Vaticano. El duque informó a san Pedro sobre las actividades de san Marcial y los progresos de las misiones en las Galias. El año cuarenta después de la Resurrección -el 74 de nuestra era-, san Marcial tuvo una visión en que se le anunció su muerte y, quince días más tarde, lanzó el último aliento, rodeado por sus fieles.

Se ha declarado que el papa Juan XIX autorizó que se diera el título de «apóstol» a san Marcial, pero en 1854, la Congregación de Ritos se negó a ratificar esa denominación y decidió que, en la misa, en las letanías y los oficios se venerase a san Marcial como obispo y confesor. Sin embargo, en el mismo año, el obispo de Limoges reiteró la solicitud del título al Papa Pío IX y obtuvo una respuesta favorable, para que, en la diócesis, san Marcial fuese honrado con los usos y precedencias de un apóstol.

Hay tres relatos antiguos sobre la vida de san Marcial. El primero, con una brevísima biografía y una larga lista de sus milagros, se encuentra en el «De Gloria Confessorum» (cap. XXVII y cf. Hist. Francorum, i, 28) de san Gregorio de Tours. Ahí se establece el arribo de san Marcial, por el año 250. La segunda es más extensa y, posiblemente pertenece al siglo IX. En ella se dice que el santo fue enviado a Limoges por san Pedro, pero sus trabajos de misionero, coronados por un éxito instantáneo y acompañados de grandes maravillas, se limitan a la diócesis de Limoges. El mejor de los textos de esta biografía, fue el que editó C. F. Bellet, en su libro L'ancienne vie de St. Martial et la prose rythmée (1897). La tercera biografía, la más fantástica, pretende haber sido escrita por san Aureliano, el sucesor de Marcial, pero que tiene mucho de la Historia Apostólica, un documento apócrifo que fue impreso, bajo el nombre de Abdias. Ahí se presenta a san Marcial predicando en todo el sur de Francia, con el apoyo del duque Esteban. Hay razones para pensar que semejante historia fue fabricada por Adhemar de Chabannes, con el objeto de aumentar la gloria de la Abadía de San Marcial, donde había sido educado. Parece que fue Adhemar quien falsificó la bula del Papa Juan XIX, para autorizar el culto a san Marcial como a uno de los auténticos apóstoles; también se sospecha de él en la falsificación de otros documentos semejantes. El asunto fue debidamente investigado por Louis Saltet, en el Bulletin de Littératare ecclésiastique (Toulouse, 1925), pp. 181-186 y 279-302; 1926: pp. 117-139 y 145-160; 1931, pp. 149-165. Ver a Duchesne en Anuales da Midi, vol. iv (1892), pp. 289-339; y su Pastes Episcopaux, vol. n, pp. 104-117; y finalmente, un extenso artículo de Leclercq en «Dictionnaire d'Archéologie chrétienne et de Liturgie», vol. IX, cl. 1063-1167, complementado con una amplísima bibliografía.
Cuadro: Juan de Miranda, «San Marcial, obispo», 1787, Catedral de Santa Ana, Las Palmas de Gran Canaria.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI




San Basílides Alejandría

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En Alejandría de Egipto, san Basílides, que en tiempo del emperador Septimio Severo, al conducir a la virgen santa Potamiena al suplicio, la protegió de las intenciones deshonestas de algunos hombres, recibiendo como premio, en primer lugar, la gracia de convertirse a Cristo, y después, tras un breve combate, llegar a ser también mártir glorioso.
La memoria del soldado mártir Basílides ha sido introducida separadamente del grupo de los santosPlutarco, Sereno y compañeros, recién en el nuevo Martirologio Romano, acorde con el intento de presentar los datos históricos de la manera más fidedigna posible, pero su historia está indisolublemente ligada a la de la virgen Potamiena, la más conocida de aquel grupo, por lo que debe leerse en esa hagiografía, el 28 de junio.


San Otón de Bamberg

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 En Bamberg, de Franconia, san Otón, obispo, que evangelizó con gran celo al pueblo de los pomeranios.
Otón pertenecía a la familia suaba de Mistelbach. Siendo todavía joven, recibió la ordenación sacerdotal e ingresó al servicio del emperador Enrique IV, quien con el tiempo le nombró su canciller. En las luchas entre el sacerdocio y el imperio, Enrique IV apoyó a un antipapa. San Otón hizo cuanto pudo por conseguir que se arrepintiese y se sometiese al Papa y se negó a aprobar el cisma y otros crímenes del emperador, sin dejar por ello de secundar sus medidas políticas cuando le parecían justas. Enrique le nombró obispo de Bamberg en 1102, pero Otón se negó a recibir la consagración hasta que pudo ir a Roma, varios años después, y aceptó el episcopado de manos del papa Pascual II. Enrique V, el sucesor de Enrique IV, parecía inclinado a la reconciliación con la Santa Sede, y san Otón le exhortó a poner fin a los males que el cisma había aportado; pero finalmente el nuevo emperador prosiguió la política de su padre. A pesar de ello, gracias a su integridad y al poder de su mansedumbre, san Otón gozó siempre de la confianza de ambos bandos. Por otra parte, sus actividades políticas no le impidieron desempeñar celosamente sus deberes episcopales, establecer numerosos monasterios y fundaciones religiosas, y llevar una vida ejemplar.

Cuando Boleslao III de Polonia conquistó una parte de la Pomerania, pidió a san Otón que fuese a evangelizar a los idólatras de aquel país. En 1124, el santo obispo se trasladó a la Pomerania oriental, acompañado de algunos sacerdotes y catequistas. Se cuenta que los misioneros bautizaron a más de 20.000 infieles. El santo volvió a Bamberg en la Pascua siguiente, después de encargar a cierto número de sacerdotes que atendiesen a los convertidos y continuasen la obra de evangelización tan felizmente comenzada. Como las ciudades de Stettin y Julin habían recaído en la idolatría, san Otón partió de nuevo a Pomerania en 1128, reconvirtió a las dos ciudades y llevó la luz del Evangelio a otros puntos más remotos, exponiéndose a toda clase de peligros e incomodidades. Más tarde volvió a su diócesis y ahí murió, el 30 de junio de 1139. Fue canonizado cincuenta años más tarde.

El material biográfico de san Otón es muy considerable. Además de la importante «Relatio de piis operibus Ottonis» (editada por Holder-Egger en MGH., Scriptores, vol. xv, 1156-1166), existen la Vita de Ebe, un Dialogus de Herbord, y otra Vita debida a la pluma del monje Prüfening.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI


Santa Erentrudis - San Teobaldo de Provins - San Ladislao 30062015


Santa Erentrudis

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En Salzburgo, en la región de Baviera, santa Erentrudis, primera abadesa del monasterio de Nonnberg y sobrina de san Ruperto, la predicación del cual sostuvo con oraciones y obras.
Nacida probablemente en la Francia occidental, fue llamada a Salzburgo por el obispo san Ruperto, tío suyo, que la hizo abadesa del monasterio de monjas fundado por él en la parte oriental del Monchsberg. Colaboró en las labores apostólicas del obispo con la oración, y haciéndose cargo de la educación de la juventud femenina. Murió poco después de san Ruperto, el 30 de junio del 718, aproximadamente.

El culto a la santa es muy antiguo en Salzburgo, pero no tuvo una gran difusión territorial; tuvieron lugar traslaciones de las reliquias en 1023 y en 1624; partes de la cabeza se conservan en un precioso relicario del 1316; las otras reliquias se encuentran najo el altar del coro del monasterio; el sarcófago de piedra, vacío, se encuentra aun en la Cripta de Santa Erentrudis. En 1624 se examinaron las reliquias y, entre ellas, se encontró un mechón de cabello rubio que, al decir de la perita Dra. Hella Poch, de Viena, no podían pertenecer a una persona del sud o centro de Alemania; los huesos revelaron una estatura pequeña, y la edad se vino a estimar, en base a un diente conservado, en no más de cincuenta y cinco años.

Su memoria se celebra en Salzburgo en dos fechas, 30 de junio y 4 de septiembre. En cuanto a su iconografía, no es muy numerosa, y se limita al área de culto. En la decoración de la catedral (siglo XV) y del arcón de plata (1676) del convento de Nonnberg, así como en los dibujos de R. Sadeler (Baviera Santa, siglo XVIII), aparece en vestidos de abadesa, con el báculo abacial. En ocasiones tiene en sus manos el modelo del monasterio de Nonnberg, puesto bajo su patronato (estatua del siglo XV en el portar de la iglesia de Nonnberg, Salzburgo.

Traducido para ETF de los artículos de Alfons o M. Zimmermann y Francisco Negri Arnoldi en Enciclopedia dei Santi.
fuente: Santi e Beati



San Teobaldo de Provins

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En Salánica, en el territorio de Vicenza, san Teobaldo, presbítero y eremita, que habiendo nacido en la familia de los condes de Champagne, nobles de Francia, junto con su amigo Gualterio renunció a las riquezas y a los honores, y por Cristo abrazó la soledad y la pobreza

Este Teobaldo era de la familia de los condes de Champagne, hijo del conde Arnoul, nacido en Provins, en la región de Brie, en 1017. En su temprana juventud, leyó obras sobre la vida que llevaban los padres del desierto y quedó muy impresionado por los ejemplos de abnegación, renunciamiento, contemplación y perfección cristiana que se le presentaban; la existencia de san Juan Bautista, san Pablo el Ermitaño, san Antonio y san Arsenio en las yermas soledades, le apasionaban y no deseaba otra cosa que imitarlos. Cuando su padre le mandó que se pusiese a la cabeza de un cuerpo de la tropa para emprender una campaña, el muchacho le contestó, con mucho respeto, que estaría dispuesto a obedecerle si no fuera porque había hecho el voto de apartarse del mundo. A regañadientes, el conde Arnoul acabó por dar su consentimiento.

Junto con otro joven de la nobleza, llamado Walter, se refugió en la abadía de Saint Remi, en Reims. Los dos, vestidos como mendigos, salieron a poco del monasterio; se dirigieron, primero hacia Suxy, en las Arderías y luego, a los bosques de Pettingen, en Luxenburgo, donde encontraron la absoluta soledad que buscaban. Ahí construyeron dos pequeñas celdas para vivir en ellas. Como el trabajo manual es un deber necesario en la vida de ascetismo o de penitencia, y ellos no sabían tejer esteras ni cestos, iban diariamente a la población más próxima para ofrecerse, por jornadas, como peones de los albañiles, ayudantes de los labradores, o para acarrear piedras, recoger cosechas, cargar y descargar carretas, limpiar los establos o mover los fuelles para los hornos de los herreros. Gastaban sus jornales en comprar un poco de pan de centeno, que era todo lo que comían, y daban el resto a los pobres. Mientras trabajaban con sus manos, tenían el corazón puesto en la plegaria; por las noches, se mantenían en vela para cantar juntos los salmos. La fama de su santidad les molestaba hasta el extremo de que decidieron partir de aquel lugar en que ya no podían vivir ignorados. Emprendieron una peregrinación a Santiago de Compostela y de ahí se fueron a Roma. Luego de visitar todos los lugares de veneración en Italia, eligieron, para retirarse, un bosquecillo llamado Salanigo, cerca de Vicenza. Dos años después, Dios llamó a su seno a Walter. Teobaldo tomó la pérdida de su amigo como una advertencia de que a él mismo le quedaba poco por vivir y, entonces, multiplicó sus penitencias, austeridades y oraciones. Numerosos discípulos se reunían en torno a él y el obispo de Vicenza le elevó a las órdenes sacerdotales para que pudiera atenderlos con mayor provecho.



Su fama se extendió tanto que no tardaron en descubrirse sus antecedentes, su dignidad y su linaje; los padres de Teobaldo recibieron la noticia de que el hijo a quien creían muerto estaba vivo, y que era nada menos que aquel ermitaño de Salanigo, de quien habían oído tantas historias de santidad, milagros y profecías. Tanto el conde como su mujer eran ya muy ancianos, pero inmediatamente emprendieron el viaje a Italia para ver a su hijo. Gisele, la condesa, obtuvo el permiso de su marido para quedarse junto al ermitaño hasta el fin de sus días y Teobaldo construyó para ella una choza a corta distancia de la suya. Poco tiempo después, san Teobaldo cayó enfermo, pero no fue para morir: le sobrevino un mal doloroso y repulsivo que él soportó con infinita paciencia. Poco antes de morir, mandó llamar a un abad de los ermitaños camaldulenses, de cuyas manos había recibido los hábitos. A él le hizo su profesión, le confió a su madre y a sus discípulos y, tras de recibir el viático, murió en paz, el último día de junio de 1066. Menos de siete años después, le canonizó el Papa Alejandro II.



Una muy completa biografía contemporánea, escrita por Pedro, abad de Vangadizza, fue impresa por Mabillon y por los bolandistas en el Acta Sanctorum, junio, vol. VII. Por una confusión muy curiosa, Teobaldo fue honrado durante tiempo, erróneamente, como el fundador de la iglesia y la ciudad de Thann, en Alsacia. Ver Analecta Bollandiana, vol. XXIV (1905), p. 150. El santo es el patrón de los carboneros y, a veces, se le llama "le Charbonnier".

fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

San Ladislao

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En Nitra, en los montes Cárpatos, muerte de san Ladislao, rey de Hungría, que restableció en su reino las leyes cristianas dictadas por san Esteban, reformando las costumbres y dando él mismo ejemplo de virtud. Propagó fervientemente la fe cristiana en Croacia, que había sido incorporada al reino húngaro, estableciendo la sede episcopal de Zagreb. Murió cuando se disponía a una guerra con Bohemia y fue enterrado en Varadino, en Transilvania.
Si bien es verdad que Hungría debe a san Esteban el establecimiento de su monarquía y la organización de su Iglesia, no es menos cierto que tiene una deuda igual con otro santo rey de la misma casa real de Arpad. Porque Ladislao extendió las fronteras del reino, mantuvo a raya a sus enemigos y, desde el punto de vista político, lo convirtió en un gran Estado. Pero no se canoniza a los hombres por semejantes actividades (si es que alguna vez se canonizó formalmente a Ladislao, lo que parece dudoso), sino que se rinde la debida veneración a su memoria por su vida privada y su trabajo por la cristiandad.

Pasó la niñez y la juventud en un ambiente cargado de intrigas políticas y dinásticas y, sin modificaciones en el estado de cosas, Ladislao ocupó el trono de Hungría en el año 1077. Inmediatamente fueron negados sus derechos reales por su hermanastro Salomón, quien tomó las armas contra él; pero a fin de cuentas, el rey lo derrotó en el campo de batalla. Se afirma que el joven monarca era un dechado de gracias y que, desde temprana edad, dio muestras de poseer todas las virtudes que deben adornar a un hidalgo y noble caballero. A una estatura descomunal, que le permitía sacar la cabeza y hasta los hombros por encima de cualquier muchedumbre, unía la fuerza de un toro y el valor de un león, pero todos estos atributos estaban en él atenuados por una cortés afabilidad, y una gentileza que conquistaba a todos inmediatamente. Su piedad, tan fervorosa como bien equilibrada, se expresaba en su celo por la fe, en el escrupuloso cumplimiento de sus deberes religiosos, en su estricta moral y en la austeridad de su vida. Se había despojado de toda ambición personal y, sólo por su sentido de la obligación, aceptada la dignidad que le habían echado sobre las espaldas. En persecución de una política dictada por sus sentimientos religiosos y patrióticos, Ladislao se vinculó estrechamente al Papa Gregorio VII y a los otros oponentes del emperador Enrique IV de Alemania. Abrazó la causa del rival de Enrique, Ruperto de Suabia, y se casó ron Adelaida, la hija del duque Welfo de Baviera, el más poderoso de los aliados de Ruperto. Dentro del propio territorio de Hungría el rey tuvo que soportar numerosas invasiones por parte de los «kuman» y otras tribus, pero a todas las rechazó triunfalmente e hizo lo más que pudo para atraer a los bárbaros a la civilización y al cristianismo; al mismo tiempo, en su reino otorgó la libertad religiosa a los judíos y los ismaelitas (mahometanos). A solicitud suya, la Santa Sede reconoció como dignos de veneración al rey Esteban I, a su hijo Emeric, así como a Gerardo, el obispo mártir.

Ladislao gobernó con mano firme, tanto en los asuntos civiles como en los eclesiásticos; así se puso de manifiesto en el curso de la dieta de Szabolcs, y en el año 1091, cuando su hermana Elena, la reina de los croatas, le pidió ayuda en contra de los asesinos de su esposo, Ladislao en persona acudió a socorrerla, restableció el orden en Croacia y estableció la sede de Zagreb. Cuando Elena murió sin haber tenido hijos, Ladislao anexó Croacia a Hungría y Dalmacia a la República de Venecia, no obstante las promesas y las amenazas del emperador de Constantinopla. Sin embargo, el Papa Urbano II recurrió al Emperador en busca de apoyo para organizar la primera Cruzada y, los reyes de Francia, España e Inglaterra, eligieron a Ladislao como el comandante en jefe de la expedición. Pero no tuvo ocasión de partir con los cruzados, porque la muerte le sorprendió repentinamente en la ciudad de Nitra, en Bohemia, a principios del año 1095. Sólo tenía cincuenta y cinco años de edad.

El cuerpo de San Ladislao se llevó a Nagy Varad (Oradea Mare, en Transilvania) para sepultarlo en la ciudad que había fundado y en la catedral que construyó. Desde el momento de su muerte, se le honró como a un santo y a un héroe nacional. Sus proezas dieron el tema para innumerables baladas, trovas y leyendas populares entre los magiares. Sus reliquias fueron solemnemente guardadas en un santuario, en el año 1192. En ese mismo año se afirma que fue canonizado por el papa Celestino III (aunque no parece que se haya conservado la bula correspondiente).

En el Acta Sanctorum, junio, vol. VII, los bolandistas imprimieron una serie de leyendas litúrgicas, acompañadas de las acostumbradas disertaciones históricas. Probablemente sea una fuente de información más digna de confianza, la biografía editada por S. L. Edlicher, de su Rerum Hungaricarum Monumento Aspadiana (1849), pp. 235-244 y 324- 338.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI




Beato Jenaro María Sarnelli - San Vicente Do Yen - San Raimundo Li Quanzhen - Beato Zenón Kovalyk - Beato Basilio Velyckovsky 30062015


Beato Jenaro María Sarnelli

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país: Italia - n.: 1702 - †: 1744


formas del nombre: Gennaro, Genaro

En Nápoles, de la Campania, beato Jenaro María Sarnelli, presbítero de la Congregación del Santísimo Redentor, que se entregó activamente a ayudar a toda clase de necesitados.

«El misionero santo. Apóstol de Nápoles, defensor de las mujeres prostituidas. Era miembro de las Misiones Apostólicas, y al conocer a san Alfonso María de Ligorio compartió con él sus afanes apostólicos convirtiéndose en redentorista»

  Esta alma gemela de san Alfonso María de Ligorio, desde que se encontraron en el camino persiguiendo juntos el mismo ideal, cuando aguardaba ser liberado de este mundo para volar al cielo prometido, manifestó: «La criatura vuelve ya al Creador, el hijo al Padre. Si te place, deseo ir a verte cara a cara; pero no quiero ni morir ni vivir, quiero sólo lo que tú quieres. Tú sabes que cuanto he hecho, cuanto he pensado, todo ha sido para tu gloria». Vivió tan desembarazado de sí, volcado incansablemente en remediar las turbias jornadas de los oprimidos, dedicando especial atención a las mujeres inmersas en la sordidez de los bajos fondos, tan ajeno a los riesgos que corría, y con tal afán por llegar a tiempo, que su salud se desplomó irremisiblemente cuando tenía 42 años.


Nació en Nápoles, Italia, el 12 de septiembre de 1702. Su padre Angelo Sarnelli era un prestigioso jurista napolitano, sagaz para los negocios con los que obtuvo el título nobiliario de barón de Ciorani, localidad en la que Gennaro pasó algunas temporadas. Era el cuarto de ocho hermanos. En su adolescencia un hecho marcó el ritmo que iba a seguir su vida: la beatificación de Francisco de Regis ya que, impactado por ella, decidió hacerse jesuita. Dos circunstancias indujeron a su padre a negarle el permiso: su endeble organismo y la edad. Tenía 14 años y su padre juzgaba que debía centrarse en los estudios; después, podría reconsiderar su decisión. Aceptó su consejo y, siguiendo la tradición familiar, cursó leyes.

Después de doctorarse en 1722, ejerció la abogacía durante unos años. Sin relegar al olvido la fe, meditaba y seguía yendo a misa en la que diariamente recibía la Eucaristía, de la que era devoto. Se integró en una congregación formada por abogados y médicos regida por los Píos Operarios, una de cuyas acciones apostólicas se desarrollaban en el hospital de Incurables. Otro ilustre jurista, que iba a ser una de las glorias de la Iglesia y fundador suyo, Alfonso María de Ligorio, había tenido la misma idea. Y en este centro se conocieron entablando una entrañable amistad que se iría consolidando a su tiempo con nuevos y profundos lazos. La llamada al sacerdocio se tornó apremiante para Gennaro. Tan perentoria llegó a sentirla, que en 1728 ingresó en el seminario. El arzobispo de Nápoles, cardenal Pignatelli, lo destinó a la parroquia de Sant’Anna di Palazzo.

No hallaba el sosiego necesario para el estudio en su domicilio, y se trasladó al colegio de la Santa Familia (denominado también de los Chinos), donde permaneció hasta abril de 1729. Alfonso, residente del mismo, lo había dejado antes que él para instituir su fundación. En junio de ese año el beato ingresó en la sociedad de las Misiones Apostólicas, asociación de sacerdotes napolitanos que estaban bajo la autoridad del arzobispo; tenían como objetivo primordial atender las zonas marginales de la diócesis. Empleó gran parte de su tiempo en esta tarea misionera y solidaria. Visitaba a los que se hallaban ingresados en el hospital, a los ancianos del geriátrico de san Gennaro y a los marineros enfermos en el hospital del puerto. También impartía catequesis a los niños obligados a ganarse el sustento como obreros.

Alfonso había fundado su Orden en Scala el año 1732, el mismo en el que Gennaro se ordenó sacerdote. El cardenal Pignatelli puso al beato al frente de la formación religiosa en la parroquia de los santos Francisco y Mateo. El lugar en el que estaba ubicada era un auténtico lupanar donde muchas jóvenes eran vilmente explotadas en malsanos tugurios. Y se dedicó a luchar contra esta antigua lacra social. Cuando en 1733 las críticas se cebaron en el fundador de los redentoristas, Gennaro se unió a él y le ayudó en Ravello. Así inició su colaboración. La forma de apostolado que impulsaba Alfonso despertó su interés. Ambos unieron sus fuerzas catequizando a laicos y promoviendo acciones apostólicas realizadas al caer la tarde en las denominadas «capillas del atardecer». Poco después Gennaro se convirtió en redentorista, pero nunca dejó de ser miembro de las Misiones Apostólicas.

Idealista, soñador, altamente creativo, llegó con un sinfín de proyectos y trabajó junto al fundador sin desfallecer, mostrando la urgencia apostólica que le animaba. Predicó misiones por la provincias de Calabria y de los Abruzzos. Vivía en un constante estado de oración, por eso pudo escribir por experiencia: «Dios está más cerca de nosotros que nosotros mismos». Seguía preocupado por el destino de las prostitutas y escribió Ragioni cattoliche pensando en el peligro que corrían numerosas jóvenes.

Extenuado por tanto esfuerzo, hubo un momento en que su salud decayó seriamente, y autorizado por Alfonso regresó a Nápoles a fin de restablecerse. Se trasladó a Scala. Luego volvió nuevamente a Nápoles donde siguió luchando para devolver la dignidad a las mujeres descarriadas al punto de suscitar la atención de las autoridades. Paralelamente escribía con exclusiva finalidad espiritual, evangelizadora. Su legado se compone de una treintena de obras dedicadas a la meditación, dirección espiritual, teología mística, derecho, pedagogía, moral y temas pastorales. Hasta su muerte solía viajar periódicamente desde Roma a Nápoles, donde seguía ejerciendo la labor catequética misionera, sin descuidar su apostolado en pro de la mujer; ello le impuso permanecer en la ciudad para atenderlas convenientemente. Lo denominaban «el misionero santo».

La intensidad de su entrega consumió sus escasas fuerzas. En junio de 1744 se hallaba muy enfermo, y se alojó en la casa de su hermano Domenico, en Nápoles. Cuando Alfonso tuvo noticias de su gravedad, inmediatamente le envió dos redentoristas para que le asistieran. Y el 30 de junio de ese año entregó su alma a Dios. Humilde y desprendido hasta el final, había pedido al religioso que le acompañaba: «Hermano, prepare los vestidos más viejos para amortajarme, a fin de que no se pierdan los mejores conmigo».Juan Pablo II lo beatificó el 12 de mayo de 1996.


San Vicente Do Yen

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En  la ciudad de Hai Duong, en Tonkín, san Vicente Do Yen, presbítero de la Orden de Predicadores y mártir, que, en tiempo del emperador Minh Mang, fue decapitado por quienes odiaban la fe cristiana.
Nace en el seno de una familia cristiana el año 1764 en el poblado vietnamita de Tra-Lu. Recibido y educado en la llamada «Casa de Dios», san Clemente Ignacio Delgado lo ordenó sacerdote en 1798. Surgida aquel mismo año la persecución, cuando ya estaba dedicado a la cura de almas, fue denunciado y arrestado en 1799 y pasó a la cárcel con la canga al cuello. Un mes más tarde los fieles lograron su libertad dando por él una suma de dinero. Continuó su labor apostólica hasta que finalmente decidió ingresar en la Orden de Predicadores. Fue recibido como miembro de la comunidad de Manila y emitió su profesión religiosa el 22 de julio de 1808.

Adornado de extraordinarias cualidades morales, era amado de sus feligreses que veían en él un ángel de Dios. Su parroquia era la de Ke Sat, donde logró ampliar y fortalecer la comunidad cristiana y hacer verdaderamente una cristiandad ejemplar. Llegada la persecución de Minh-Mang y luego de que los cristianos tuvieran que destruir con sus manos la iglesia y la casa de la misión (1832), se dieron trazas de tener oculto al sacerdote nada menos que durante seis años. Años en los que no se derramó sangre cristiana en el Tonkín oriental. Pero cuando el gobernador fue llamado al orden por el emperador, la persecución se hizo muy espesa. Los fieles de Ke Sat supieron de una inmediata búsqueda en el pueblo y dirigieron al sacerdote a Thua y luego a Bong, queriendo también librar de problemas a sus fieles. Pero aquí fue rápidamente localizado, arrestado, cargado de cadenas y de una canga y enviado a Hai Duong el 8 de junio de 1838.

El día 11 fue interrogado por el tribunal. Uno le invitó a que diera respuestas ambiguas, como que era médico (de las almas) y que pisara un círculo mientras los jueces creían que pisaba una cruz. Se negó el mártir a cualquier engaño. Declaró ser sacerdote y estar pronto a morir por la fe. Su declaración se envió a la corte y de allí vino la condena a muerte. Mientras llegaba la condena, estuvo en la cárcel haciendo oración y recibiendo a los fieles que venían a visitarlo. Llegada la condena el día 30, ese mismo día fue decapitado. SS. Juan Pablo II lo canonizó el 19 de junio de 1988.
fuente: «Año Cristiano» - AAVV, BAC, 2003


San Raimundo Li Quanzhen

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En el territorio de Chendum, cerca de Jaohe, en la provincia china de Hebei, santos Ramón Li Quanzhen y Pedro Li Quanhui, mártires, que, siendo hermanos, en la persecución por parte de los partidarios de la secta Yihetuan, dieron un glorioso testimonio. El primero, llevado a un templo pagano, por negarse a venerar aquellas divinidades fue azotado hasta morir, mientras que el segundo fue asesinado con no menor crueldad.
Raimundo tenía, en 1900, cuarenta y cinco años y estaba muy feliz de tener un hijo sacerdote. Era un cristiano chino que vivía su fe con intensidad y daba buen ejemplo a todos por su magnífica conducta evangélica. Cuando el 30 de junio de 1900 vio venir a los boxers, tomó en sus brazos a su pequeña hija Magdalena y se escondió en un cañaveral. Aquí le hallaron los bandidos y para forzarlo a la apostasía le quitaron la niña y la mataron ante sus ojos. A continuación lo condujeron por la fuerza a la pagoda y le exigieron que adorara a los dioses, pero él se negó firmemente. Entonces, le cortaron una oreja y le hicieron quemaduras en la espalda, pero no por ello apostató. Sacado fuera de la pagoda, fue rematado a golpes de espada y de lanza.

Pedro era su hermano, nacido en 1837 y de más edad, por tanto, que Raimundo. Intentó también a la llegada de los boxers esconderse en un cañaveral, pero fue descubierto y llevado también a la pagoda para que adorara a los dioses, a lo que se negó con energía. Lo llevaron entonces frente a su casa, donde vivían sus ancianos padres, y como insistía en manifestarse cristiano, allí fue asesinado a golpes de lanza. Ambos fueron canonizados el 1 de octubre de 2000.
fuente: «Año Cristiano» - AAVV, BAC, 2003


Beato Zenón Kovalyk,

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En Lviv, en Ucrania, conmemoración del beato Zenón Kovalyk, presbítero de la Congregación del Santísimo Redentor y mártir, que en tiempo de un régimen hostil a Dios, alcanzó la palma gloriosa en un día no precisado.
Al retirarse las tropas soviéticas por el avance de las tropas alemanas, fueron asesinados por los soviéticos los presos de la prisión de Bryghidki, en Lvov. Uno de los que fueron encontrados muertos en uno de los calabozos fue el sacerdote redentorista Zenón Kovalyk.

Había nacido el 18 de agosto de 1903 en Ivachiv Horisnyl, en la región de Ternopol. Decidido por la vida religiosa, ingresó en su juventud en la Congregación del Santísimo Redentor, en la que profesó el 28 de agosto de 1926. Prosiguió los estudios eclesiásticos y se ordenó sacerdote el 9 de agosto de 1932, ejerciendo desde entonces provechosamente su ministerio. Como a tantos otros religiosos, le tocó también a él ser arrestado en la madrugada del 21 de diciembre de 1940 y llevado a la citada cárcel, donde pasó seis meses de dura prisión, llevada por el religioso con paciencia y fe. Fue beatificado el 27 de junio de 2001.
fuente: «Año Cristiano» - AAVV, BAC, 2003

Beato Basilio Velyckovsky

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En  Winnipeg, en la provincia de Manitoba, en Canadá, beato Basilio Velyckovsky, obispo de la Iglesia grecocatólica de Ucrania y mártir, que, por haberse dedicado a ejercer clandestinamente en su patria el ministerio entre los cristianos católicos de rito bizantino, sufrió mucho por parte de los enemigos de la fe y murió en el exilio, asociado al sacrificio de Cristo.
Este obispo de la Iglesia greco-católica ucraniana clandestina ha sido reconocido como mártir por cuanto, a la hora de ponerlo en libertad, los soviéticos le inyectaron una sustancia desconocida que lo enfermó y al cabo de cuatro años de sufrimientos lo condujo a la muerte.

Había nacido el 1 de junio de 1903 en Stamslaviv (hoy Ivano Frankvisk). Sintiendo la vocación religiosa ingresó en 1925 en la Congregación del Santísimo Redentor, en la que hizo la profesión religiosa y los pertinentes estudios, ordenándose de sacerdote. Ejerció con provecho su ministerio misionero en Volyn a lo largo de siete años y en 1942 fue nombrado superior de la casa de su congregación en Ternopol. Aquí estaba cuando, acusado de actividades contra el Estado, fue arrestado y encarcelado el 11 de abril de 1945, siendo condenado en el juicio a diez años de detención en el campo de concentración de Vorkuta en Siberia. Allí pasó dichos años, y fue puesto en libertad en 1955. Volvió a Lvov y estando allí le llegó el nombramiento clandestino de obispo, pero, dadas las terribles condiciones de persecución religiosa en que se estaba, no pudo ser consagrado obispo hasta 1973.

Sus actividades apostólicas volvieron a hacerlo odioso a los ojos del régimen dictatorial existente y fue nuevamente detenido, acusado de organizar estudios teológicos secretos en Ternopol. Fue condenado a tres años de exilio y antes de ser puesto en libertad, el 27 de enero de 1972, le pusieron la indicada inyección. Murió en Winmpeg, Canadá, el 30 de junio de 1973, y fue beatificado el 26 de junio de 2001.
fuente: «Año Cristiano» - AAVV, BAC, 2003

El Vaticano, los patriarcas y Al-Azhar piden acción mundial contra ISIS: Francia y EEUU son ambiguos 29062015

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Ayudan a salafistas en Yemen y Siria, los condenan en Irak

El Vaticano, los patriarcas y Al-Azhar piden acción mundial contra ISIS: Francia y EEUU son ambiguos

El Vaticano, los patriarcas y Al-Azhar piden acción mundial contra ISIS: Francia y EEUU son ambiguos
Terroristas de Al-Nusra, un frente yihadista ligado a Al-Qaeda que recibe apoyo francés y de EEUU porque combate al gobierno sirio y, a veces, a Isil

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29 junio 2015
Frente a la sangre derramada en Túnez, Kuwait, Francia, Somalia (y podríamos agregar a Siria e Irak), hay una clara visión común entre Al-Azhar, la universidad del mundo sunnita con más autoridad y cuánto el Vaticano va diciendo ya desde hace un año, es decir, que el terrorismo es un desafío global que se ha de enfrentar en todo campo.

Por otro lado, cada vez es más evidente que muchos países- también víctimas del terrorismo- prefieren hacer distinciones, sobre las ambiguas alianzas, poniendo en primer plano los simples intereses económicos.

El día después de los atentados en la playa de Sousse, en la mezquita chií en Kuwait y de la decapitación cerca de Lyon, al-Azhar condenó las violencias “odiosas”, que “son una violación de todas las reglas religiosas y humanitarias”.

También pidió “a la comunidad internacional que derroten a este grupo terrorista (Estado Islámico) a través de cualquier modo posible”.

Este reclamo a “la comunidad internacional” no es retórico y está en profunda sintonía con los pedidos del Papa Francisco, la Secretaría de Estado vaticana, los nuncios en la ONU en Ginebra y en Nueva York, los patriarcas orientales han lanzado este año: es decir, que la comunidad internacional debe enfrentar y combatir este peligro para la humanidad entera, sin lavarse las manos o peor, tratando de circunscribirlo a regiones lejanas de sus propios países: los muertos ya son de diversas nacionalidades y Europa, como América se convirtieron en el objetivo casi cotidiano.

El mismo Túnez, único país donde la primavera árabe logró cierto éxito, golpeada por los ataques, pregunta- con las palabras de su presidente Essebsi- que no puede luchar solo contra la amenaza terrorista y dice que se necesita “una estrategia unitaria y global”.

La “estrategia unitaria” es necesaria para Francia- también golpeada por el terrorismo- que continúa jugando sobre las divisiones en Medio Oriente, apoyando a Al-Nusra (Al-Qaeda) contra Assad y diciéndose enemiga del Estado islámico en Irak.

Pero mientras tanto vende armas, aviones y helicópteros de guerra a Arabia Saudita que las usa para combatir a los Houthi en Yemen y favorece a los sunnitas de al-Qaeda y al Estado islámico.

“Estrategia unitaria” es importante también para Kuwait, donde desde hace años se soporta la presencia de salafistas implicados en masacres contra los chiíes en Siria y acusados de apoyar a organizaciones ligadas a al-Nusra y al Estado islámico.

Es importante también para Turquía, que por no tener vecino a un Estado Kurdo, está dispuesta al compromiso con los milicianos del califato dejando las fronteras porosas para el tráfico de nuevos reclutas y de petróleo de contrabando.

Un pedido de compromiso para una “estrategia unitaria y global” es necesaria también a los EEUU por su ambiguo apoyo a al-Nusra en la lucha contra Bashar al-Assad y en el combatir (en realidad sólo contener) al Estado islámico en Irak, vendiendo armas a Arabia Saudita y no a los kurdos, tachando de terrorismo a Irán y cerrando de buen gusto un ojo hacia Qatar y Riyad.

Ya es urgente que la lucha al terrorismo vaya más allá de las decisiones de “voluntariosos” enfermos de parcialidad, y que venga asumida por las Naciones Unidas que, con la colaboración de todos- también de Irán, Rusia y China- frene las financiaciones a las milicias y comparta informaciones y estrategias.

Lo que sucede en Siria e Irak, en Raqqa y en Mosul, interesa a toda la comunidad internacional.