jueves, 11 de septiembre de 2014

¿Sabemos exactamente dónde mirar o reconocer?(La oración de la rana de Anthony de Mello)

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Una ostra divisó una perla suelta que había caído en una grieta de una roca en el fondo del océano.

Tras grandes esfuerzos, consiguió recobrar la perla y depositarla sobre una hoja que estaba justamente a su lado.

Sabía que los humanos buscaban perlas, y pensó: “Esta perla les tentará, la tomarán y me dejarán a mí en paz”.

Sin embargo, llegó por allí un pescador de perlas cuyos ojos estaban acostumbrados a buscar ostras, no perlas depositadas cuidadosamente sobre una hoja.

De modo que se apoderó de la ostra -la cual no contenía perla, por cierto- y dejó que la perla rodara hacia abajo y cayera de nuevo en la grieta de la roca.

Sabes exactamente dónde mirar. Por eso no consigues encontrar a Dios.

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Una mujer acudió al cajero de un banco y le pidió que le hiciera efectivo un cheque.

El cajero, después de llamar a un empleado de seguridad, pidió a la mujer que se identificara.

La mujer no salía de su asombro, pero al fin consiguió articular: “Pero, Ernesto... ¡si soy tu madre...!”.

Si crees que tiene gracia, ¿Cómo es que tú mismo no logras reconocer al Mesías?

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