jueves, 4 de diciembre de 2014

Cuestiónate (AUTOLIBERACIÓN INTERIOR) Anthony de Mello


Cuestiónate



Te despertarás a base de cuestionar­te cada creencia tuya y todas las que te vengan del exterior. Si no te agarras a ningún concepto, cosa o ideología, te será fácil descubrir en seguida dónde están la verdad y la realidad, que son la voluntad de Dios escrita en la vida. Pero hay quien no está dispuesto a ha­cerlo.


¡Convence al capitalista de que cuestione su capital! ¡O al político sus ideas cerradas! Están demasiado apegados a sus razones materiales. La palabra no describe la realidad, sino que la indica. La realidad no puede expresarse en su profundidad y sus matices, porque la palabra no es capaz de contenerla. Y, por ello, los místicos aseguran que es imposible expresar la realidad de Dios.

De la misma manera, en la Biblia se nos señala solamente el camino, como ocurre con las escrituras musulmanas, budistas, etc. Por ello, con las Escrituras se han cometido abusos de interpretación al querer aplicarlas li­teralmente. Ya hemos hablado de lo que ocurrió en los siglos pasados por tomarlas al pie de la letra, con la que­ma de herejes y otras barbaridades.


Todos los fanáticos querían agarrar a su Dios y hacerlo el único. También los católicos tomamos al pie de la le­tra lo del único Dios, y quisimos ha­cerlo nuestro. Las barbaridades y crueldades que se han hecho para de­fender que "sólo dentro de la fe ca­tólica está la salvación" y que el que no está bautizado se condena eterna­mente, no se suelen publicar. Todo esto se podrá develar en los siglos venide­ros. Aún hay mucho fanatismo que oculta los errores, por miedo a perder una imagen a la que nos agarramos.


Lo mismo ocurre con los fanatis­mos históricos en los cuales también la religión estuvo presente. Colón no descubrió América, pues ella ya se había descubierto a sí misma. Era una tierra poblada que tenía una forma de vida, unas creencias y una cultura. Lo que se descubrió al arribar a ella fue la ignorancia de los europeos, que no sabían que existía. Allí no se respetó nada por parte de los descubridores. Se les cambiaron nombres y apelli­dos, creencias y una forma de vivir y de expresar su cultura. En nombre de una civilización y de una religión se destruyó todo, sin discriminación al­guna y, a cambio, se le saquearon sus tesoros antes de que se enteraran de su valor.

 Ningún misionero compren­dió la riqueza de su cultura, de sus conocimientos, de su filosofía y de su creencias. No podían reconocer otra cultura y otra fe diferentes, porque estaban adoctrinados y programados por su papel de salvadores. Estaban apoyados por la creencia de toda una Iglesia cuyo Papa se tomó toda la po­testad del mundo para repartir aquellas tierras entre españoles y portu­gueses, para convertirlas. Y esto lo hizo por tomar las Escrituras al pie de la letra.


Otro tanto ocurrió con Galileo, que en su reunión con obispos y cardena­les sólo pedía que mirasen por el te­lescopio, y se negaron; porque mirar era dudar de la Palabra de Dios, ya que se interpretaba la Biblia como que era el Sol el que daba vueltas al­rededor de la Tierra, y dudarlo supo­nía herejía.

 

"La vida no conocida, no vale la pena vivirla." (Sócrates)

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario