viernes, 5 de diciembre de 2014

La Biblia y el telescopio (AUTOLIBERACIÓN INTERIOR) Anthony de Mello


La Biblia y el telescopio


Por eso os digo: ¡Cuidado al leer la Biblia! Leerla con lógica, tenien­do presente la cultura de las gentes que la escribieron, pues la ilumina­ción que trasmiten nada tiene que ver con el contexto desde donde la escri­ben. Una cosa es el mensaje, y otra son el tiempo y las formas. Hay que leerla con apertura, sin apegarse a las formas, sabiendo comprender su esencia. También a Jesús lo rechaza­ron por hereje. Cuando leáis las Es­crituras, tened en una mano la Biblia y en la otra el telescopio.

Buscar siempre la verdad. La ver­dad es lo importante, venga de don­de venga, de la ciencia, de Buda o de Mahoma, lo importante es descubrir la verdad en donde todas las verda­des coinciden, porque la verdad es Una. No se puede tener miedo a mi­rar por el telescopio.

Hay muchos santos que, sin cono­cer la Biblia, se han encontrado con la realidad. El verdadero texto es la vida. La Biblia nos refiere la vida, y por ello es un medio; pero también es un mito que trata de expresar lo inexplicable en palabras, en forma de historias, para que de ella saquemos el significado de la vida, que es el mensaje de Dios.

Algunos mitos son históricos y otros no. La vida de Jonás no es his­tórica, la de Jesús sí. Nuestra mente humana no está preparada para ver la realidad de la vida y se queda en los conceptos que tratan de expresar el mensaje de esos mitos. La vida his­tórica de Jesús se ha convertido en un mito y hay que desmitificarla para recobrar la frescura de un mensaje que está vivo. Dejar fuera de la Bi­blia los fanatismos, los límites cultu­rales, costumbres y prejuicios del pueblo judío de aquella época.

Jesús, al celebrar la eucaristía, toma el pan y el vino que eran la co­mida corriente del pobre, lo más ase­quible en su país. En otros países tie­nen que importar el pan y vino para celebrarla, ¿por qué? Unos jesuitas misioneros se escandalizaban porque algunos orientales celebraban con pan de arroz y zumo de frutas, que era lo más asequible allí. ¿Qué es lo más importante, la esencia o la for­ma? ¿El mensaje o el modo? Distin­guir lo esencial de lo adicional y no considerar los errores como verdades.

Einstein llegó a probar con la teo­ría de la relatividad que no siempre la distancia más corta entre dos pun­tos es la línea recta, sino que, en algu­nos casos, la curva puede acercar esos puntos. Si ves una cosa clara y la ex­perimentas, necesitarás mucha valentía para demostrar algo que va en contra de las creencias generales aceptadas por la sociedad y la religión. Te llamarán loco. Los científicos tienen la ventaja de poder demostrarlo, los iluminados sólo pueden vivirlo. Y, sin embargo, las teorías no curan y la fe sí. Ambas pue­den ser acertadas o equivocadas. Hay que quitarles los aditamentos cultura­les y fanáticos para probar la verdad. Lo importante es mirar, no el dedo, sino hacia donde señala para descubrir la verdad. En eso nos es de gran ayuda la Biblia, que nos revela los datos y las actitudes que nos acercan a la verdad.

 

Buscar siempre la verdad. La verdad es lo importante, venga de donde venga.

 

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