La Biblia y el telescopio
Por eso os digo:
¡Cuidado al leer la Biblia! Leerla con lógica, teniendo presente la cultura de
las gentes que la escribieron, pues la iluminación que trasmiten nada tiene
que ver con el contexto desde donde la escriben. Una cosa es el mensaje, y
otra son el tiempo y las formas. Hay que leerla con apertura, sin apegarse a
las formas, sabiendo comprender su esencia. También a Jesús lo rechazaron por
hereje. Cuando leáis las Escrituras, tened en una mano la Biblia y en la otra
el telescopio.
Buscar siempre la verdad.
La verdad es lo importante, venga de donde venga, de la ciencia, de Buda o de
Mahoma, lo importante es descubrir la verdad en donde todas las verdades
coinciden, porque la verdad es Una. No se puede tener miedo a mirar por el
telescopio.
Hay muchos santos
que, sin conocer la Biblia, se han encontrado con la realidad. El verdadero
texto es la vida. La Biblia nos refiere la vida, y por ello es un medio; pero
también es un mito que trata de expresar lo inexplicable en palabras, en forma
de historias, para que de ella saquemos el significado de la vida, que es el
mensaje de Dios.
Algunos mitos son
históricos y otros no. La vida de Jonás no es histórica, la de Jesús sí.
Nuestra mente humana no está preparada para ver la realidad de la vida y se
queda en los conceptos que tratan de expresar el mensaje de esos mitos. La vida
histórica de Jesús se ha convertido en un mito y hay que desmitificarla para
recobrar la frescura de un mensaje que está vivo. Dejar fuera de la Biblia los
fanatismos, los límites culturales, costumbres y prejuicios del pueblo judío
de aquella época.
Jesús, al celebrar
la eucaristía, toma el pan y el vino que eran la comida corriente del pobre,
lo más asequible en su país. En otros países tienen que importar el pan y
vino para celebrarla, ¿por qué? Unos jesuitas misioneros se escandalizaban
porque algunos orientales celebraban con pan de arroz y zumo de frutas, que era
lo más asequible allí. ¿Qué es lo más importante, la esencia o la forma? ¿El
mensaje o el modo? Distinguir lo esencial de lo adicional y no considerar los
errores como verdades.
Einstein llegó a
probar con la teoría de la relatividad que no siempre la distancia más corta
entre dos puntos es la línea recta, sino que, en algunos casos, la curva
puede acercar esos puntos. Si ves una cosa clara y la experimentas,
necesitarás mucha valentía para demostrar algo que va en contra de las
creencias generales aceptadas por la sociedad y la religión. Te llamarán loco.
Los científicos tienen la ventaja de poder demostrarlo, los iluminados sólo
pueden vivirlo. Y, sin embargo, las teorías no curan y la fe sí. Ambas pueden
ser acertadas o equivocadas. Hay que quitarles los aditamentos culturales y
fanáticos para probar la verdad. Lo importante es mirar, no el dedo, sino hacia
donde señala para descubrir la verdad. En eso nos es de gran ayuda la Biblia,
que nos revela los datos y las actitudes que nos acercan a la verdad.
Buscar
siempre la verdad. La verdad es lo importante, venga de donde venga.
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