martes, 12 de julio de 2016

San Enrique II, emperador - San Esdras, santo del AT (13 de julio)

San Enrique II, emperador

fecha: 13 de julio
fecha en el calendario anterior: 15 de julio
n.: c. 973 - †: 1024 - país: Alemania
canonización: 
C: Eugenio III 4 mar 1146
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

San Enrique, emperador romano-germánico, que, según la tradición, de acuerdo con su esposa Cunegunda puso gran empeño en reformar la vida de la Iglesia y en propagar la fe en Cristo por toda Europa, donde, movido por un celo misionero, instituyó numerosas sedes episcopales y fundó monasterios. Murió en este día en Grona, cerca de Göttingen, en Franconia.
oración:
Oh Dios, que has llevado a san Enrique, movido por la generosidad de tu gracia, a la contemplación de las cosas eternas desde las preocupaciones del gobierno temporal, concédenos, por sus ruegos, caminar hacia ti con sencillez de corazón en medio de las vicisitudes de este mundo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén (oración litúrgica).

Enrique II, hijo de Enrique, duque de Baviera y de Gisela de Borgoña, nació el año 972. Fue educado porsan Wolfgango, obispo de Ratisbona y, en 995, sucedió a su padre en el gobierno del ducado de Baviera. Estuvo casado con santa Cunegunda, pero no tuvieron hijos. En 1002, a la muerte de su primo Otón III, fue elegido emperador. Enrique no perdió nunca de vista los peligros a los que se hallan expuestos los gobernantes. Consciente de la importancia y extensión de las obligaciones que le imponía su cargo, supo mantenerse, por la oración, en una actitud de humildad y de temor de Dios, y su virtud salió victoriosa del peligro de los honores. Jamás olvidó el fin para el que Dios le había elevado a la más alta dignidad temporal y trabajó con todas su fuerzas por promover la paz y la prosperidad de su reino. Hay que especificar, sin embargo, que san Enrique se valió algunas veces de la Iglesia para sus fines políticos, imitando así a su predecesor Otón el Grande. Sin discutir la autoridad espiritual de la Iglesia, se opuso en ciertos casos a su engrandecimiento temporal. Y hemos de confesar que, desde el punto de vista del bienestar de la cristiandad, algunas de las medidas políticas del santo emperador fueron equívocas.
San Enrique tuvo que emprender numerosas guerras para defender y consolidar su imperio. Tales, por ejemplo, las guerras de Italia, antes de recibir la corona. Arduino de Ivrea se había hecho coronar rey en Milán; san Enrique cruzó los Alpes y le arrojó del poder. En 1014, llegó triunfalmente a Roma, donde fue coronado emperador por el Papa Benedicto VIII. El santo restauró con gran munificencia las sedes episcopales de Hildesheim, Magdeburgo, Estrasburgo y Meersburgo e hizo ricos presentes a las iglesias de Aquisgrán y Basilea, entre otras. Es falso que el santo haya convertido a la fe a san Esteban, rey de Hungría, quien era hijo de padres cristianos, pero en cambio sí incitó a dicho monarca a trabajar por la conversión de sus súbditos. En 1006, san Enrique fundó la sede de Bamberga y construyó una gran catedral para fortalecer el poder germánico entre los wendos. Los obispos de Wurzburgo y Eichstätt se opusieron a ello, pues la empresa llevaba consigo el desmembramiento de sus diócesis; pero el Papa Juan XIX dio la razón al emperador, y Benedicto VIII consagró la catedral en el año de 1020. San Enrique construyó y dotó también un monasterio en Bamberga e hizo donaciones a varias diócesis para promover el honor divino y proveer a las necesidades de los pobres. En 1021, fue de nuevo a Italia en una expedición contra los griegos de Apulia. En el camino de vuelta cayó enfermo y fue transportado a Monte Cassino. Según se dice, fue milagrosamente curado por la intercesión de San Benito, pero quedó baldado para siempre.
Enrique sabía atender aun a los detalles de menor importancia, a pesar de los innumerables deberes de un jefe de Estado; por ello, al mismo tiempo que cumplía a la perfección sus obligaciones públicas, no olvidaba que su primer deber consistía en mirar por el bien de su alma. Apoyó con entusiasmo las ideas de reforma eclesiástica del gran monasterio de Cluny, como lo prueba el hecho de que se opuso a su pariente, amigo y antiguo capellán, Aribo, a quien el mismo había nombrado arzobispo de Mainz, cuando condenó en un sínodo a los que apelaban a Roma sin su permiso. Es muy conocida la leyenda de que, deseando san Enrique hacerse monje, prometió obediencia al abad del monasterio de Saint-Vanne, en Verdun, el cual le mandó por precepto de obediencia que siguiese gobernando el Imperio. En realidad, ésta y otras anécdotas semejantes cuadran mal con el carácter y la vida del emperador. San Enrique fue uno de los más grandes gobernantes del Sacro Romano Imperio y se santificó, precisamente, como soldado y jefe de Estado, cumpliendo con deberes muy diferentes a los que cumplen los monjes. Las leyes edificantes son un producto de la invención de los habitantes de Bamberga y las biografías del tipo de la que escribió Adalberto, no reflejan la verdadera personalidad de San Enrique. Lo que sabemos sobre él se refiere más bien a su actuación pública. San Enrique II no tuvo, como san Luis de Francia, un Joinville que describiese su vida íntima. El santo emperador promovió cuanto pudo la reforma eclesiástica, sobre todo por el cuidado con que elegía a los obispos y por el apoyo que prestó a monjes tan destacados como san Odilón de Cluny y Ricardo de Saint-Vanne. Eugenio III canonizó a San Enrique en 1146 y san Pío X le proclamó patrono de los oblatos benedictinos. Se ha difundido la leyenda de que vivió en abstinencia con su mujer, santa Cunegunda, pero no hay pruebas de ello, ni hay ningún testimonio contemporáneo de que el propio Emeperador lo haya comunicado en su lecho de muerte.
San Enrique era el personaje más importante de Europa a principios del siglo XI, de suerte que ocupa un sitio muy destacado en las crónicas de la época, como las de Raúl Glaber y Tietmaro. Además, existen dos biografías latinas que se atribuyen respectivamente al obispo de Utrecht, Adalboldo y Adalberto, diácono de Bamberga. Pueden verse en Acta Sanctorum, julio, vol. III, y en MGH., Scriptores, vol. IV. Desde el punto de vista religioso, la mejor biografía es la de H. Gunter, Kaiser Heinrich der Heilige (1904).
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
accedida 5164 veces
ingreso o última modificación relevante: ant 2012

Estas biografías de santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía, referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.org/lectura/santoral.php?idu=2354





San Esdras, santo del AT

fecha: 13 de julio
otras formas del nombre: Ezra, Esra
canonización: bíblico
hagiografía: Abel Della Costa

Conmemoración de san Esdras, sacerdote y escriba, que, en tiempo de Artajerjes, rey de los persas, habiendo regresado desde Babilonia a Judea, congregó al pueblo que estaba disperso y puso gran empeño en estudiar, llevar a la práctica y enseñar la Ley del Señor en Israel.

La figura de Esdras se sitúa en el el centro de un momento clave de la historia de Israel: el regreso de la comunidad exiliada en Babilonia a repoblar y reorganizar Judá en torno a la Ley y al templo. Lamentablemente, no es posible, con los datos que aporta la Biblia, situar exactamente cuándo ocurrió eso. El libro de Esdras dice que fue «en tiempo de Artajerjes», sin embargo no es posible establecer con total certeza si se trata de Artajerjes I o Artajerjes II. Las hipótesis varían desede mediados del siglo V antes de Cristo hasta fines del siglo IV (la fecha de 398 para la obra de Esdras es muy aceptada en la actualidad, pero no decisiva).
Como sea que se interprete la difícil cronología, con Esdras toma su forma una nueva manera de entender la Alianza con el Dios de Israel, una nueva manera que a nosotros nos parece la más propia de israel, pero que en realidad aparece recién en esta época: la forma clásica del judaísmo, centrada en los límites nacionales y en el cumplimiento de la Ley, todo eso que popularmente referimos al «espíritu fariseo», porque es más bien relacionado con esta secta de la época de Jesús que lo conocemos.
Esdras fue un jefe religioso, sacerdote, que actuó como una especie de ministro de los asuntos persas en la comunidad judía (ver Esd 7), no olvidemos que la vuelta del destierro no provino de una «liberación nacional» sino sólo de un ventajoso trato por parte de la nueva potencia dominante del mundo, Persia. Esdras organizará la lectura pública de la Ley, y un acto penitencial colectivo (Esd 10) luego del cual se renovó la Alianza con Dios, con especial insistencia en el cumplimiento estricto del sábado y la prohibición total de matrimonios mixtos, punto que parece estar en el centro de las preocupaciones del predicador, divorciando, incluso, por decreto a todos aquellos que estuvieran casados con extranjeras (Esd 10,17), que serían, sin duda, muchos, puesto que venían de cincuenta años de vivir en el extranjero.
La tradición posterior atribuye a Esdras mismo la redacción final de lo que nosotros conocemos como Pentateuco, la Ley, o cinco primeros libros de la Biblia. Si materialmente fue así o no, no es algo que esté del todo claro; puede ser que Esdras trajera ya alguna redacción vigente y aceptada desde antes entre los desterrados. Es poco creíble que una redacción enteramente nueva tuviera la fuerza que adquirió la Ley como centro de la vida de este «pueblo del Libro» -lo que recién después del destierro llega a ser-, y por otra parte parece también difícil que con las ideas de Esdras, tan centradas en la claridad del cumplimiento literal, hubiera podido tener lugar la redacción de un Pentateuco donde se dan cita tantas tendencias religiosas distintas.
Sea cual sea su papel concreto en la redacción del Pentateuco, no puede obviarse que es con él y a partir de él que comienza a tomar forma esa etapa de la religión bíblica que vendrá a ser, con todas sus particularidades, el «judaísmo», en el seno del cual Dios quiso hacerse hombre.
Puede consultarse la introducción al libro de Esdras en cualquier Biblia actual, donde se encontrará tanto el resumen de la actuación del escriba, como los problemas de cronología aludidos aquí. Comentario Bibíblico San Jerónimo tiene, en su tomo V, una Historia de Israel que, sin llegar a profundizar demasiado en los temas, sintetiza muy bien lo que puede ser necesario tener de base para entender el difícil proceso de conversión de la religión bíblica en «judaísmo». Los Cuadernos Bíblicos de Verbo Divino dedican uno a Esdras y Nehemías, como siempre con un buen nivel de divulgación de los estudios bíblicos (Philipe Abadie, cuad. nº 95).
Abel Della Costa
accedida 774 veces
ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía, referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.org/lectura/santoral.php?idu=2355

No hay comentarios:

Publicar un comentario