San Enrique II, emperador
fecha: 13 de julio
fecha en el calendario anterior: 15 de julio
n.: c. 973 - †: 1024 - país: Alemania
canonización: C: Eugenio III 4 mar 1146
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
fecha en el calendario anterior: 15 de julio
n.: c. 973 - †: 1024 - país: Alemania
canonización: C: Eugenio III 4 mar 1146
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
San Enrique, emperador romano-germánico,
que, según la tradición, de acuerdo con su esposa Cunegunda puso gran empeño en
reformar la vida de la Iglesia y en propagar la fe en Cristo por toda Europa,
donde, movido por un celo misionero, instituyó numerosas sedes episcopales y
fundó monasterios. Murió en este día en Grona, cerca de Göttingen, en
Franconia.
refieren a este santo: Santa Cunegunda, Santa Emma, San Esteban de
Hungría, San Gotardo de
Hildesheim, San Heriberto de
Colonia
oración:
Oh Dios, que has llevado a san Enrique,
movido por la generosidad de tu gracia, a la contemplación de las cosas eternas
desde las preocupaciones del gobierno temporal, concédenos, por sus ruegos,
caminar hacia ti con sencillez de corazón en medio de las vicisitudes de este
mundo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén (oración
litúrgica).

Enrique II, hijo de Enrique, duque de
Baviera y de Gisela de Borgoña, nació el año 972. Fue educado porsan Wolfgango,
obispo de Ratisbona y, en 995, sucedió a su padre en el gobierno del ducado de
Baviera. Estuvo casado con santa Cunegunda,
pero no tuvieron hijos. En 1002, a la muerte de su primo Otón III, fue elegido
emperador. Enrique no perdió nunca de vista los peligros a los que se hallan
expuestos los gobernantes. Consciente de la importancia y extensión de las obligaciones
que le imponía su cargo, supo mantenerse, por la oración, en una actitud de
humildad y de temor de Dios, y su virtud salió victoriosa del peligro de los
honores. Jamás olvidó el fin para el que Dios le había elevado a la más alta
dignidad temporal y trabajó con todas su fuerzas por promover la paz y la
prosperidad de su reino. Hay que especificar, sin embargo, que san Enrique se
valió algunas veces de la Iglesia para sus fines políticos, imitando así a su
predecesor Otón el Grande. Sin discutir la autoridad espiritual de la Iglesia,
se opuso en ciertos casos a su engrandecimiento temporal. Y hemos de confesar
que, desde el punto de vista del bienestar de la cristiandad, algunas de las
medidas políticas del santo emperador fueron equívocas.
San Enrique tuvo que emprender numerosas
guerras para defender y consolidar su imperio. Tales, por ejemplo, las guerras
de Italia, antes de recibir la corona. Arduino de Ivrea se había hecho coronar
rey en Milán; san Enrique cruzó los Alpes y le arrojó del poder. En 1014, llegó
triunfalmente a Roma, donde fue coronado emperador por el Papa Benedicto VIII.
El santo restauró con gran munificencia las sedes episcopales de Hildesheim,
Magdeburgo, Estrasburgo y Meersburgo e hizo ricos presentes a las iglesias de
Aquisgrán y Basilea, entre otras. Es falso que el santo haya convertido a la fe
a san Esteban, rey de Hungría, quien era hijo de padres cristianos, pero en
cambio sí incitó a dicho monarca a trabajar por la conversión de sus súbditos.
En 1006, san Enrique fundó la sede de Bamberga y construyó una gran catedral
para fortalecer el poder germánico entre los wendos. Los obispos de Wurzburgo y
Eichstätt se opusieron a ello, pues la empresa llevaba consigo el
desmembramiento de sus diócesis; pero el Papa Juan XIX dio la razón al
emperador, y Benedicto VIII consagró la catedral en el año de 1020. San Enrique
construyó y dotó también un monasterio en Bamberga e hizo donaciones a varias
diócesis para promover el honor divino y proveer a las necesidades de los
pobres. En 1021, fue de nuevo a Italia en una expedición contra los griegos de
Apulia. En el camino de vuelta cayó enfermo y fue transportado a Monte Cassino.
Según se dice, fue milagrosamente curado por la intercesión de San Benito, pero
quedó baldado para siempre.
Enrique sabía atender aun a los detalles
de menor importancia, a pesar de los innumerables deberes de un jefe de Estado;
por ello, al mismo tiempo que cumplía a la perfección sus obligaciones
públicas, no olvidaba que su primer deber consistía en mirar por el bien de su
alma. Apoyó con entusiasmo las ideas de reforma eclesiástica del gran
monasterio de Cluny, como lo prueba el hecho de que se opuso a su pariente,
amigo y antiguo capellán, Aribo, a quien el mismo había nombrado arzobispo de
Mainz, cuando condenó en un sínodo a los que apelaban a Roma sin su permiso. Es
muy conocida la leyenda de que, deseando san Enrique hacerse monje, prometió
obediencia al abad del monasterio de Saint-Vanne, en Verdun, el cual le mandó
por precepto de obediencia que siguiese gobernando el Imperio. En realidad,
ésta y otras anécdotas semejantes cuadran mal con el carácter y la vida del
emperador. San Enrique fue uno de los más grandes gobernantes del Sacro Romano
Imperio y se santificó, precisamente, como soldado y jefe de Estado, cumpliendo
con deberes muy diferentes a los que cumplen los monjes. Las leyes edificantes
son un producto de la invención de los habitantes de Bamberga y las biografías
del tipo de la que escribió Adalberto, no reflejan la verdadera personalidad de
San Enrique. Lo que sabemos sobre él se refiere más bien a su actuación
pública. San Enrique II no tuvo, como san Luis de Francia, un Joinville que
describiese su vida íntima. El santo emperador promovió cuanto pudo la reforma
eclesiástica, sobre todo por el cuidado con que elegía a los obispos y por el
apoyo que prestó a monjes tan destacados como san Odilón de Cluny y Ricardo de
Saint-Vanne. Eugenio III canonizó a San Enrique en 1146 y san Pío X le proclamó
patrono de los oblatos benedictinos. Se ha difundido la leyenda de que vivió en
abstinencia con su mujer, santa Cunegunda, pero no hay pruebas de ello, ni hay
ningún testimonio contemporáneo de que el propio Emeperador lo haya comunicado
en su lecho de muerte.
San Enrique era el personaje más
importante de Europa a principios del siglo XI, de suerte que ocupa un sitio
muy destacado en las crónicas de la época, como las de Raúl Glaber y Tietmaro.
Además, existen dos biografías latinas que se atribuyen respectivamente al
obispo de Utrecht, Adalboldo y Adalberto, diácono de Bamberga. Pueden verse en
Acta Sanctorum, julio, vol. III, y en MGH., Scriptores, vol. IV. Desde el punto
de vista religioso, la mejor biografía es la de H. Gunter, Kaiser Heinrich der
Heilige (1904).
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.org/lectura/santoral.php?idu=2354
San Esdras, santo del AT
fecha: 13 de julio
otras formas del nombre: Ezra, Esra
canonización: bíblico
hagiografía: Abel Della Costa
otras formas del nombre: Ezra, Esra
canonización: bíblico
hagiografía: Abel Della Costa
Conmemoración de san Esdras, sacerdote y
escriba, que, en tiempo de Artajerjes, rey de los persas, habiendo regresado
desde Babilonia a Judea, congregó al pueblo que estaba disperso y puso gran
empeño en estudiar, llevar a la práctica y enseñar la Ley del Señor en Israel.

La figura de Esdras se sitúa en el el
centro de un momento clave de la historia de Israel: el regreso de la comunidad
exiliada en Babilonia a repoblar y reorganizar Judá en torno a la Ley y al
templo. Lamentablemente, no es posible, con los datos que aporta la Biblia,
situar exactamente cuándo ocurrió eso. El libro de Esdras dice que fue «en
tiempo de Artajerjes», sin embargo no es posible establecer con total certeza
si se trata de Artajerjes I o Artajerjes II. Las hipótesis varían desede
mediados del siglo V antes de Cristo hasta fines del siglo IV (la fecha de 398
para la obra de Esdras es muy aceptada en la actualidad, pero no decisiva).
Como sea que se interprete la difícil
cronología, con Esdras toma su forma una nueva manera de entender la Alianza
con el Dios de Israel, una nueva manera que a nosotros nos parece la más propia
de israel, pero que en realidad aparece recién en esta época: la forma clásica
del judaísmo, centrada en los límites nacionales y en el cumplimiento de la
Ley, todo eso que popularmente referimos al «espíritu fariseo», porque es más
bien relacionado con esta secta de la época de Jesús que lo conocemos.
Esdras fue un jefe religioso, sacerdote,
que actuó como una especie de ministro de los asuntos persas en la comunidad
judía (ver Esd 7), no olvidemos que la vuelta del destierro no provino de una
«liberación nacional» sino sólo de un ventajoso trato por parte de la nueva
potencia dominante del mundo, Persia. Esdras organizará la lectura pública de
la Ley, y un acto penitencial colectivo (Esd 10) luego del cual se renovó la
Alianza con Dios, con especial insistencia en el cumplimiento estricto del
sábado y la prohibición total de matrimonios mixtos, punto que parece estar en
el centro de las preocupaciones del predicador, divorciando, incluso, por
decreto a todos aquellos que estuvieran casados con extranjeras (Esd 10,17),
que serían, sin duda, muchos, puesto que venían de cincuenta años de vivir en
el extranjero.
La tradición posterior atribuye a Esdras
mismo la redacción final de lo que nosotros conocemos como Pentateuco, la Ley,
o cinco primeros libros de la Biblia. Si materialmente fue así o no, no es algo
que esté del todo claro; puede ser que Esdras trajera ya alguna redacción
vigente y aceptada desde antes entre los desterrados. Es poco creíble que una
redacción enteramente nueva tuviera la fuerza que adquirió la Ley como centro
de la vida de este «pueblo del Libro» -lo que recién después del destierro
llega a ser-, y por otra parte parece también difícil que con las ideas de
Esdras, tan centradas en la claridad del cumplimiento literal, hubiera podido
tener lugar la redacción de un Pentateuco donde se dan cita tantas tendencias
religiosas distintas.
Sea cual sea su papel concreto en la
redacción del Pentateuco, no puede obviarse que es con él y a partir de él que
comienza a tomar forma esa etapa de la religión bíblica que vendrá a ser, con
todas sus particularidades, el «judaísmo», en el seno del cual Dios quiso hacerse
hombre.
Puede consultarse la introducción al libro
de Esdras en cualquier Biblia actual, donde se encontrará tanto el resumen de
la actuación del escriba, como los problemas de cronología aludidos aquí.
Comentario Bibíblico San Jerónimo tiene, en su tomo V, una Historia de Israel
que, sin llegar a profundizar demasiado en los temas, sintetiza muy bien lo que
puede ser necesario tener de base para entender el difícil proceso de
conversión de la religión bíblica en «judaísmo». Los Cuadernos Bíblicos de
Verbo Divino dedican uno a Esdras y Nehemías, como siempre con un buen nivel de
divulgación de los estudios bíblicos (Philipe Abadie, cuad. nº 95).
Abel Della Costa
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Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.org/lectura/santoral.php?idu=2355
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