San Sarbelio Makhluf, presbítero y eremita
fecha: 24 de julio
n.: 1828 - †: 1898 - país: Líbano
otras formas del nombre: José, Charbel, Yusuf Makhluf
canonización: B: Pablo VI 5 dic 1965 - C: Pablo VI 9 oct 1977
hagiografía: Diócesis de Málaga
n.: 1828 - †: 1898 - país: Líbano
otras formas del nombre: José, Charbel, Yusuf Makhluf
canonización: B: Pablo VI 5 dic 1965 - C: Pablo VI 9 oct 1977
hagiografía: Diócesis de Málaga
San Sarbelio Makhluf, presbítero de la
Orden Libanesa Maronita, que, por amor a la soledad y para alcanzar la más alta
perfección, dejó el cenobio de Annaya, en el Líbano, y se retiró al desierto,
en el que sirvió a Dios día y noche, y donde vivió con gran austeridad,
ayunando y orando. Murió el 24 de diciembre.
refieren a este santo: San Nimattullah
al-Hardini
oración:
Oh Dios, que llamaste a san Charbel,
presbítero, al singular combate del desierto, y le enriqueciste de todo género
de piedad, te rogamos que, habiendo imitado la pasión del Señor, merezcamos
participar de su reino. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén (oración litúrgica).

Sarbelio Makhluf fue un monje maronita
libanés que, después de años de vida comunitaria como monje, inició una vida de
oración y penitencia hasta su muerte, acontecida el año 1898.
En el Líbano moderno, donde los católicos
de rito sirio -llamados maronitas- eran perseguidos por los drusos, el humilde
hijo de un mulero, Joseph Zarun Makhluf, ingresó en el monasterio de San Marón,
en Annaya, donde fue ordenado sacerdote en 1859.
Youssef (José) nació el 8 de mayo de 1828
en un pequeño poblado del Líbano llamado Biqa-Kafra. Era el quinto hijo de
Antonio Makhlouf y Brígida Choudiac, sencillos campesinos llenos de fe. Dos de
sus tíos maternos eran monjes en el monasterio de Quzhaya, que distaba una hora
de camino desde Biqa-Kafra. José los visitaba con frecuencia y se quedaba con
ellos ayudando en los oficios divinos, participando en sus oraciones y cantos y
escuchando sus sabios consejos.
Tenía veintitrés años cuando dejó casa y
familia para entrar al monasterio de Nuestra Señora de Mayfouk de la orden
maronita libanesa. Al recibir el hábito de novicio cambió su nombre por el de
Sarbelio, nombre de un mártir de la iglesia de Antioquía que murió en el año
107 bajo el imperio de Trajano. Cuando su madre y su tío se enteraron de su
decisión, se dirigieron inmediatamente a buscarlo al monasterio tratando de
convencerlo de que regresara. Finalmente, Brígida, también convencida de la
vocación de su hijo, le dijo: Si no fueras a ser buen religioso te diría:
¡Regresa a casa! Pero ahora sé que el Señor te quiere a su servicio. Y en mi
dolor al estar separada de tí, le digo resignada: ¡Que Dios te bendiga, hijo
mío, y que haga de ti un santo...!
Desde joven había desarrollado una intensa
vida interior y de oración que durante sus años de monje había madurado. Pronto
se despertó en él la vocación por la vida eremítica. Se retiró a la ermita de
San Pedro y San Pablo en Gebel an Nour (Montaña de la Luz) que tenía sólo dos
habitaciones pequeñísimas y un oratorio también estrechísimo. Comenzó esta vida
más austera en el año 1875 y la llevó durante veintitrés años. Se ejercitaba en
diversas mortificaciones y en la oración continua; dormía sobre el suelo y comía
una sola vez al día. Ordinariamente oficiaba la misa hacia el mediodía de tal
forma que pasaba la mañana preparándose para el Santo Sacrificio y la tarde
dando gracias a Dios. Vivía en el más absoluto retiro, del que sólo salía para
atender alguna necesidad pastoral.
No le había bastado ser un monje modelo de
piedad, trabajo y obediencia, sino que, como los padres del desierto, vivió en
una desnuda celda llevando una vida sencilla y tremendamente austera. Dormía
sólo tres horas reposando sobre una tabla cubierta de hojas secas con un trozo
de madera para apoyar su cabeza y envuelto en sus desgastados hábitos y una
delgada cobija. A esta celda llegaban muchos visitantes para pedir sus
consejos, sus oraciones y su bendición.
San Sarbelio se ofreció todos los días de
su vida, y el Señor se lo llevó consigo al terminar la consagración de su Misa
de Nochebuena: el 16 de diciembre de 1898 estaba celebrando la misa hacia las
once de la mañana, cuando le sobrevino un ataque de parálisis en el momento de
la consagración. Murió el 24 de diciembre y sus restos reposan en el monasterio
de San Marón, actual meta de peregrinaciones y milagros incesantes. Fue
canonizado el 9 de octubre de 1977 por el papa Pablo VI.
Al abrir la fosa donde estaba enterrado
san Sarbelio y otros cincuenta y dos monjes por motivo de una inundación,
encontraron su cuerpo incorrupto, y un líquido rojizo saliendo de su cuerpo.
Por cincuenta y cuatro años consecutivos fue desenterrado el cuerpo de san
Sarbelio y siempre se veía el cadáver tan fresco como si estuviera dormido.
Aunque un médico retiró finalmente todos los órganos del cuerpo, el flujo de
sangre no paraba. Con la unción de este líquido, se dieron muchísimas
curaciones milagrosas, y no sólo del cuerpo sino del alma: pecado, indiferencia,
odio e incredulidad.
Para su beatificación se necesitaba un
milagro reconocido por médicos y teólogos: se contaron hasta 1.200 milagros.
fuente: Diócesis de Málaga
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.org/lectura/santoral.php?idu=2519
Santa Cristina, virgen y mártir
fecha: 24 de julio
†: s. inc. - país: Italia
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
†: s. inc. - país: Italia
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En Bolsena, ciudad de la Toscana, santa
Cristina, virgen y mártir.
patronazgo: patrona de Bolsena, Palermo y
Torcello, cerca de Venecia, de los molineros, los arqueros y los marineros.

La leyenda de esta mártir de Occidente
puede resumirse así: Cristina pertenecía a la familia romana de los Anejos.
Desde muy joven, se convirtió al cristianismo y destrozó las imágenes de oro y
plata de los dioses lares que había en la casa de sus padres y vendió los
fragmentos para repartir el producto entre los pobres. Lleno de cólera, el
padre golpeó a su hija, le ató al cuello una piedra y la arrojó al lago de
Bolsera, que estaba junto a su casa. Pero Cristina se salvó milagrosamente de
perecer ahogada y su padre la denunció como cristiana, de suerte que debió
comparecer ante los magistrados. El juez, cuando la joven rehusó renegar de su
fe, la condenó a morir. Cristina quedó ilesa en un pozo lleno de serpientes
venenosas y, luego de permanecer cinco días en un horno encendido, salió sana y
salva. Entonces el juez le mandó cortar la lengua y la hizo morir atravesada
por las flechas. El martirio tuvo lugar en la época de Diocleciano.
Santa Cristina fue antiguamente muy
popular en el Occidente, pero más tarde se confundió su leyenda con la de santa
Cristina de Tiro, tan popular como ella en el Oriente. Para identificar a ambas
santas, se inventó la historia de la translación de las reliquias de Cristina
de Tiro a Bolsena (aunque las reliquias de santa Cristina de Roma se hallan,
según se dice, en Palermo). Según otra versión, citada por Alban Butler, el
martirio de la santa occidental tuvo lugar «en Tiro, que era una ciudad que
antiguamente estaba en una isla en el lago de Bolsena que fue más tarde
cubierta por las aguas» (sic!).
La leyenda de la Cristina de Oriente, que
es una colección de milagros absurdos, dice que la santa fue encarcelada por
haberse negado a ofrecer sacrificios a los dioses. Cuando su madre fue a la
prisión con el propósito de persuadirla a que abjurase de la fe, Cristina la
rechazó y, como hija de Dios, se negó a reconocerla por madre. El juez la condenó
a ser desgarrada con garfios; la joven cogió uno de los garfios y lo arrojó a
la cara del juez. Los verdugos encendieron una hoguera para quemarla; pero el
viento dispersó las llamas de la pira y produjo otros incendios en los que
perecieron muchos hombres, dejando intacta a la mártir. Cristina fue entonces
arrojada al mar; Cristo descendió personalmente del cielo a bautizarla «en el
nombre de Dios, mi Padre y de su Hijo, que soy yo, y del Espíritu Santo», y san
Miguel Arcángel la llevó ilesa a la costa. Esa misma noche, murió el juez que
había condenado a Cristina. El substituto la condenó a morir en un caldero de
aceite y pez hirvientes, en el que se encargaron de sumergirla cuatro hombres;
pero la santa encontró muy agradable la tortura de la que, por supuesto, salió
indemne. Entonces, los verdugos le rasuraron la cabeza y la condujeron desnuda
por las calles de la ciudad hasta el templo de Apolo. Tan pronto como entró
Cristina, la estatua del dios cayó al suelo y se hizo pedazos. Entonces murió el
segundo juez. El tercero la condenó a ser arrojada a un foso de serpientes;
pero de nuevo, los reptiles se abstuvieron de tocar a Cristina y atacaron en
cambio al encantador, a quien la mártir se encargó de resucitar. Cuando el juez
mandó que le fueran cortados los pechos, manó de las heridas leche en vez de
sangre. Aunque se le había cortado ya la lengua, Cristina podía hablar sin
dificultad. Cuando se la arrancaron la arrojó a la cara del juez, quien quedó
tuerto. Finalmente la santa alcanzó la palma del martirio gracias a que una
flecha le atravesó el corazón.
La identidad de la leyenda de las dos
santas es cosa probada. En realidad no sabemos nada sobre Cristina de Bolsena.
El hecho de que su fiesta se celebre en la fecha de hoy, procede sin duda de
una confusión con Cristina de Tiro, de la que heredó también la absurda
leyenda. Es muy dudosa la existencia de una mártir llamada Cristina relacionada
en alguna forma con la ciudad de Tiro. Pero no carece de fundamento la
tradición que sostiene que en Bolsena fue martirizada una doncella llamada
Cristina, a la que se profesaba gran devoción. Las excavaciones llevadas a cabo
en Bolsena han probado la existencia de una especie de catacumba en la que
había un santuario dedicado a la santa. Como se comprenderá, esto es lo único
verdaderamente cierto que podemos decir sobre la santa.
En el Dictionnaire d'Archéologie
chrétienne et de Liturgie, vol. II, artículo Bolsena, hay una reseña sobre las
pruebas arqueológicas. Pennazi, Vita e martirio... della gloriosa S. Cristina
(1725), resume las diferentes versiones de la leyenda. Cf. también Delehaye,
Origines du culte des martyrs, pp. 181, 320; y Lexikon für Theologie und
Kirche, vol. II, cc. 923-924.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.org/lectura/santoral.php?idu=2520
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