Santa Cristina la Admirable, no la imitable.
Pregunta: Me gustaría conocer la historia de Santa Cristina la Admirable,
aquella santa belga de la Edad Media, pero sobre todo los atributos y
características iconográficas para poder identificarla en la pintura. Mexico.Respuesta: Me preguntas por una de las santas más extravagantes y raras del santoral, solo comparable, quizás, con San Simeón Estilita (5 de enero). Cristina vivió entre 1150 y 1224, nació en una familia humilda, a la que abandonó, junto a sus dos hermanas, para vivir como eremitas. De ella lo que más ha trascendido son sus fenómenos, llamémosles místicos, narrados y autenticados por el cardenal Jacques de Virty, que la conoció personalmente.
Entre los 20 y 30 años murió y estuvo largo tiempo insepulta, por varias razones. mientras estaban cantando la misa de su funeral se levantó del ataúd y voló hasta que el techo de la iglesia la detuvo, porque "le repugnaba el olor nauseabundo de los pecadores empedernidos que asistían a su funeral", solo bajó cuando el sacerdote oficiente se lo ordenó. Hay que decir que esta sensación de olor nauseabundo ante el pecado, aún el más recóndito, le acompañó durante su vida, llegando a vomitar convulsivamente a la vista de algún pecador (esto me hizo recordar a Jean Baptiste, el personaje de "El perfume", de Patrick Zuskind).
Cristina, luego de su pseudo-muerte, declaró que había estado en el infierno, en el cielo y en el purgatorio y que Dios le había ofrecido ir al cielo o volver a la vida para dar testimonio y sufrir por las almas del purgatorio, pagando con sus penitencias, sufrimientos y enfermedades lo que las almas debían. Ella eligió lo último y a partir de entonces los prodigios, o como se llame a eso, se sucedieron unos detrás de otro:
El demonio la arrojó a un
horno de pan, de donde salió ilesa, otras veces ella misma se arrojaba, para
padecer algo similar, pero mucho menor a lo que padecían las almas, allí
lloraba y gemía, pero no se quemaba. También llegó a poner las manos largos ratos
en los braseros, sufriendo grandes dolores, pero no las quemaduras (ojo,
niños, esto no lo hagáis en casa). Otras veces se sumergía durante una
semana entera en agua helada, en pleno invierno. Se arrojaba a los molinos de
agua, pasando su cuerpo por entre las ruedas, aplastando su cuerpo y dejándola
con grandes dolores. En algunos éxtasis místicos conducía a las almas del
purgatorio al cielo. Volaba a la vista de todos, ante la simple visión de un
pecador, alejándose de él; se remontaba a los árboles o las torres de las
iglesias. Gozaba del don de la profecía, de milagros, de ubicuidad... y de mil
y unos fenómenos más.
Ante estos fenómenos fue encerrada y
encadenada, acusada de brujería, pero siempre salía volando, lejos del pecado y
el no arrepentimiento, en medio de cantos de salmos o cánticos religiosos. En
otras ocasiones, hacía todo lo contrario, se refugiaba en tumbas putrefactas,
cuyo olor le era más soportable que el del pecado. Incluso en la cárcel, las
llagas que le hicieron los grilletes, exhalaban un óleo milagroso que sanaba de
sus llagas a otros presos. Otros
milagros se sucedían en la pila bautismal donde había sido bautizada; allí todo
enfermo que se metía era sanado en el acto. A pesar de la oposición
eclesiástica era consultada por grandes personajes, como Luis II, conde de
Loon, o Santa Lutgarda de
Tongeren (16 de junio).
Al final murió muy joven,
en el convento de Santa Catalina de Saint-Trond, luego de un tiempo sin
fenómenos y oculta a todos, pero llena de devoción de la gente, aunque también
de recelo por parte de algunos clérigos, que no veían con buenos ojos aquellas cosas.
Pero no murió de una vez, como los demás, sino que cuando había muerto ya, un
hombre llegó al monasterio suplicando la salud de su hermana que había
enloquecido; Cristina hizo su último milagro reviviendo y sanando a la chica;
luego volvió a morir y ya esta vez para siempre. Es patrona de las almas del
purgatorio, psiquiatras y enfermos mentales. Aunque sólo fue beatificada, se le
llama santa, sin más distinción y su memoria es el 24 de julio. Al nombre se le
ha añadido los sobrenombres de "la admirable" y "la
atonita", o sea, la extática.
Sus atributos iconográficos más
característicos son: las alas y la hoguera, ambos alusivos a sus fenómenos
místicos más conocidos. También se le suele representar volando por los aires y
con una especie de escapularios que hacen referencia a su insistencia en la
necesidad de la devoción mariana como prenda de no ir al infierno. Aunque se le
acostumbra poner vestida de monja, no está claro si al final tomó los hábitos,
todo parece indicar que no.
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