domingo, 5 de junio de 2022

Domingo de Pentecostés Ciclo C (05.06.2022): Juan 20,19-23. La fiesta permanente del aire que es la vida y Semana 28ª: 05.06.2022: Cita de Jacques Gaillot, ‘Me tomo la libertad…’. Conversaciones con: Jean-Claude Raspiengeas,

 

Espíritu. Pentecostés. Libertad. Aire

Acabo de escribir cuatro palabras. Estoy seguro de que cada Leyente sabe muy bien qué contenidos se atesoran en los adentros de cada una de ellas. Si se tienen cinco minutos de serena actividad interior puede dedicarse un minuto a cada una de las cuatro palabras y el quinto se le puede dedicar a escuchar el eco, nada más, de todas ellas. Seguro que se trata de un curioso ejercicio de discernimiento y acompañamiento. Quien lo experimentó, lo sabe.

Personalmente hice este ejercicio varias veces en estos días y siempre acabé por quedarme con el aire. El aire lo es todo de cada una de las otras tres. La primera bocanada de aire de nuestra nariz inicia el desatamiento de todas las ataduras que nos llegaron antes y nos irán llegando después. Respirar nos libera. Dejar de respirar nos ata y mata.

Nada tuve que pagar por esa primera respiración. Ni por la primera ni por ninguna. Respirar es vivir. Vivir es gratis, me lo dice el aire. 

No tiene sentido preguntarse qué es el aire.

Nadie lo ve.

Está, sencillamente.

¿Quién lo genera?

Más de uno cree que puede atraparlo, domeñarlo, someterlo, atesorarlo... El aire es libre, siempre y totalmente. Él es la libertad. Tal vez no haya otra libertad igual y tan plena.

Confieso ahora que esta meditación sobre el aire me recordó, entre otras muchas, la persona de un obispo francés al que escuchaba, una tarde en compañía de un amigo, comentar por qué escribió un libro que acabó titulándose "Me tomo la libertad". Por eso, a la página del comentario del texto bíblico del Evangelio de Juan adjunto, como buena y singular interpretación, el mensaje de este lúcido obispo que no se dejó esclavizar nunca. Se trataba de un obispo que aprendió y se atrevió a 'cantar fuera del coro de unos eclesiásticos' que pretendían imponer su poder. Desde aquella tarde ya lejana de experiencias compartidas, Jacques Gaillot siempre se me hace presente como icono vivo de un siempre PENTECOSTÉS nuevo y liberador.

A continuación se encuentran los comentarios del próximo domingo día 5 de junio.


Carmelo Bueno Heras

 

Domingo de Pentecostés Ciclo C (05.06.2022): Juan 20,19-23. La fiesta permanente del aire que es la vida. Así lo creo y lo escribo CONTIGO,

Acabo de teclear en el buscador de Google ‘fiesta judía de pentecostés’. Y esto me cuenta textualmente: “Los judíos celebran el Pentecostés cincuenta días después de la Pascua del Cordero para conmemorar el encuentro entre Dios y Moisés en el monte Sinaí, y la entrega de la Ley al pueblo de Israel, que simboliza el nacimiento del judaísmo”. Escueto, nítido y preciso.

También la tradición de la iglesia católica celebra esta fiesta. La celebramos, como los propios judíos, a los cincuenta días de la Pascua de Jesús de Nazaret, el viviente resucitado. Así pues, la única coincidencia entre ambas festividades es el hecho de los cincuenta días.

Y para esta celebración, la sagaz inteligencia de la autoridad litúrgica de la eucaristía nos propone un relato evangélico breve: Juan 20,19-23. Sublime curiosidad la mía que transcribe ahora y aquí el comienzo de tal texto: “Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos…” Y transcribo también esto otro: “Sopló [Jesús] sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo” Juan 20,22.

Se constata, con este sencillo ejercicio, que el Evangelista Juan sitúa en el mismo día de la resurrección de Jesús de Nazaret el dato de la entrega del Espíritu Santo, por medio de este Jesús Resucitado, a los discípulos. Y, a través de ellos, a todos cuantos llegan a ser seguidores de Jesús, como tú y como yo y como todos. ¿Dónde quedan esos cincuenta días?

Quizá convenga añadir ahora que este dato de la presencia del Espíritu Santo en los seguidores sucede, sólo según el Evangelista Lucas, a los cincuenta días de la Resurrección (cfr. Hechos 2). Tal presencia de la tercera persona de la Santísima Trinidad, ¿sucede cómo se puede leer en Hechos 2 o como se puede leer en Juan 20,22? ¿Da lo mismo lo uno que lo otro? ¿Tan arbitrario es todo? ¿Dogma o Evangelio? No será posible poner concordia entre lo uno y lo otro.

Además de esta elemental cuestión del nombre y del tiempo de ‘Pentecostés’ existe otro dato que me parece más digno de atención, meditación y asimilación. Y este asunto es la propia realidad del llamado ‘el espíritu santo’. Es esta realidad la verdadera motivación de la solemnidad de Pentecostés. ¿De qué se habla al celebrar la presencia del Espíritu Santo?

Convendría recordarnos unos a otros que ese asunto del Espíritu está presente en las primeras líneas del primer libro de la Biblia: “La tierra era caos y confusión y oscuridad por encima del abismo, y un viento de Dios aleteaba por encima de las aguas” (Génesis 1,2). Poquito más adelante puedo leer también: “Entonces Yavé Dios formó al hombre con polvo del suelo e insufló en sus narices aliento de vida…” (Génesis 2,7). Y yo me pregunto que quién sabe nada de todo esto si nadie existía aún como persona viviente cuando el tal Dios creador creaba. Para entonces, ¿este tal Dios Creador era uno?, ¿eran dos, por la presencia de ese aliento o Espíritu de Vida y Santo?, ¿o eran ya tal vez tres, aunque nada se esté diciendo explícitamente sobre un hijo único tan igual al Padre Yavé Dios y al hálito, soplo, viento o Espíritu del mismo Dios?

Según estos relatos originales, este aliento de vida en el barro que es Adán modelado por Yavé Dios no puede ser otra cosa que el Espíritu. El aliento de vida -según Génesis 2,7- debe de ser el mismo viento de Dios -según Génesis 1,2-. Y ya con toda esta primera información bíblica, ¿no puede uno confesar que el Espíritu Santo de Dios es el aire que respiramos? Así lo creo y escribo.

Carmelo Bueno Heras.

 

CINCO MINUTOS con la otra Biblioteca de la BIBLIA entre las manos

Tú y yo, entre otras muchas actividades, solemos también leer. En ocasiones, quedamos sorprendidos por lo que leemos. Es más, y nos ocurre a veces, llegamos a pensar que lo que leemos nos hubiera gustado haberlo escrito nosotros mismos. Por esta sola razón, me he decidido a compartir CONTIGO, semana a semana, durante este año eclesiástico, 52 libros. Creo que, en la inmensa BIBLIA de todos los textos, como en el cuerpo de toda persona, ¡todo está relacionado!

Ahora, Semana 28ª: 05.06.2022: Cita de Jacques Gaillot, ‘Me tomo la libertad…’. Conversaciones con: Jean-Claude Raspiengeas, Nueva Utopía, Madrid, 1996, 207 páginas.

 

CAPÍTULO 1. EL CULATAZO

“Mañana le será retirado su cargo de obispo de Évreux. A las doce. Una octava por encima de lo habitual, la voz dulce y melodiosa pero firme del cardenal Bernardin Gantin, acaba de resonar bajo el artesonado y los dorados de su despacho-salón, en el tercer piso del palacio de la Sagrada Congregación de los Obispos, plaza de san Pedro. Su mirada se clavó en los ojos azules de Mons. Jacques Gaillot, que no comprende de inmediato lo que acaba de oír “.

Apenas vuelve en sí, reacciona.’ ¡Objeción, Señoría! “¿Ha pensado usted en las reacciones en Francia?” Protesta el prelado ya revocado.

La respuesta cae:

-¡No se trata de Francia, sino de la Iglesia!

-Pero, se defiende el futuro ex obispo de Évreux, también en Francia hay una Iglesia.

-Ya lo sé -replica Su Eminencia-. Incluso siento mucho respeto por ella. Sé lo que le debo.

Miércoles 11 de enero de 1995, las diez y media, Stazione Termini, Roma. Pequeña silueta vestida con su perenne impermeable azul, su chaqueta-polo y su cartera marrón; el obispo de Évreux baja del coche de literas del Palatino (segunda clase) tras una noche de viaje, como en los tiempos en que, flamante joven seminarista de los años sesenta emergía para ocupar sus habitaciones en la Gregoriana, la gran universidad jesuita de Roma […]

Jueves 12 de enero de 1995, a las 9. Mons. Jacques Gaillot sale del seminario francés y, otra vez a pie en el aire fresco de la mañana, sube hacia el Vaticano donde le esperan sus jueces […]

Se inicia el juicio. Con solemnidad, el cardenal Gantin, que reina en la butaca, de espaldas a la plaza de San Pedro hace la retrospectiva del ‘caso Gaillot’. Nos hemos visto en 1987 […] El cardenal Decourtray le hizo firmar un protocolo de ocho puntos el 15 de febrero de 1989 […] La audiencia se presenta mal. El obispo de Évreux está impresionado por la mecánica intelectual y la memoria de Su Eminencia […] En enero de 1992, el Papa le advirtió pidiéndole no cantare extra chorum (cantar fuera del coro)” […] No tiene ni idea de las quejas que recibimos de usted, aquí en Roma. Cuando Mons. Tauran, seguro de sí, entra en escena para confirmar lo que acaba de asestarle el cardenal Gantin, Jacques Gaillot ya comprende. “Mi suerte está echada” -piensa para sus adentros […]

El cardenal Gantin toma de nuevo la palabra: ‘Si firma su dimisión, tendrá el título de obispo emérito de Évreux’.

-¿Y si no la firmo?

-Sera obispo trasladado. Le doy hasta esta noche para pensárselo.

‘Emérito’, ‘trasladado’… Después del golpe que acaba de recibir, Jacques Gaillot no consigue desenmarañar estas sutilezas canónicas. Roma acaba de derribarlo. ¿Qué podría añadir? Gesto último del obispo de Évreux en el Vaticano. Se levanta. ‘Creo -dice- que no tenemos nada más que decirnos’. El cardenal Gantin tiene la última palabra: ‘Lleve todo esto a la oración’ […]

Viernes 13 de enero de 1995, las 10 h 30 m, estación de Lyon, Paris. La hermana de Jacques Gaillot y Daniel Duigou, un amigo periodista, esperan a Jacques Gaillot en el andén.

-¿Qué tal Jacques, todo bien? ‘No, todo mal. Ya no soy obispo de Évreux’ […] ¡Pero, bueno, no estoy muerto! Texto completo, en páginas 9-19.

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