Sabas, Santo
Abad, 5 de diciembre
Por: P. Ángel Amo. | Fuente: Catholic.net
Abad, 5 de diciembre
Crispina, Santa
Por: P. Ángel Amo. | Fuente: Catholic.net

Abad, 5 de diciembre
Sabas es el fundador de la llamada Grande Laura al lado del valle de Cedrón, a las puertas de Jerusalén. Había nacido en Mutalasca, cerca de Cesarea de Capadocia, en el 439, y después de pasar algún tiempo en el monasterio de su pueblo, en el 457 se trasladó al de Jerusalén fundado por Pasarión, pero éste no satisfizo sus aspiraciones. Y al contrario de muchos monjes que abandonaban su convento para correr a las grandes ciudades a llevar una vida poco edificante, Sabas, deseoso de soledad, durante una permanencia en Alejandría pidió y obtuvo el permiso para retirarse a una gruta, con el compromiso de regresar todos los sábados y domingos a hacer vida común en el monasterio.
Cinco años después, de regreso en Jerusalén, fijó su domicilio en el valle de Cedrón en una gruta solitaria, a donde entraba por una pequeña escalera hecha con lazos. Por lo visto, esa escalera reveló su escondite a otros monjes deseosos como él de soledad, y en poco tiempo, como en un gran panal, esas grutas inhóspitas en la pared rocosa se poblaron de solitarios pero no ociosos habitantes.
Así nació la Grande Laura, esto es, uno de los más originales monasterios de la antigüedad cristiana. Sabas, con mucha paciencia y al mismo tiempo con indiscutible autoridad, gobernó ese creciente ejército de ermitaños organizándolos según las reglas de vida eremítica ya establecidas un siglo antes por San Pacomio. Para que la guía del santo abad tuviera un punto de referencia en la autoridad del obispo, el patriarca de Jerusalén lo ordenó sacerdote en el 491.
Sabas, a pesar de su predilección por el total aislamiento del mundo, no rehuyó sus compromisos sacerdotales. Fundó otros monasterios, entre ellos uno en Emaús, y tomó parte activa en la lucha contra la herejía de los monofisitas, llegando al punto de movilizar a todos sus monjes en una expedición para oponerse a la toma de posesión de un obispo hereje, enviado a Jerusalén por el emperador Anastasio.
Ante el emperador de Constantinopla, San Sabas puso en escena una representación de mímicas para demostrar con la evidencia de las imágenes coreográficas la triste condición del pueblo palestino agobiado por pesados impuestos y uno en particular, que perjudicaba a los comerciantes, pero sobre todo al pueblo.
Cuando murió, el 5 de diciembre del 532, toda la región quiso honrarlo con espléndidos funerales. En Roma, en el siglo VII, por obra de los monjes griegos surgieron sobre el monte Aventino un monasterio y una basílica dedicados a su memoria, del que toma el nombre el barrio.
Fue uno de los santos más influyentes y significativos del anacoretismo en Oriente.
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Cinco años después, de regreso en Jerusalén, fijó su domicilio en el valle de Cedrón en una gruta solitaria, a donde entraba por una pequeña escalera hecha con lazos. Por lo visto, esa escalera reveló su escondite a otros monjes deseosos como él de soledad, y en poco tiempo, como en un gran panal, esas grutas inhóspitas en la pared rocosa se poblaron de solitarios pero no ociosos habitantes.
Así nació la Grande Laura, esto es, uno de los más originales monasterios de la antigüedad cristiana. Sabas, con mucha paciencia y al mismo tiempo con indiscutible autoridad, gobernó ese creciente ejército de ermitaños organizándolos según las reglas de vida eremítica ya establecidas un siglo antes por San Pacomio. Para que la guía del santo abad tuviera un punto de referencia en la autoridad del obispo, el patriarca de Jerusalén lo ordenó sacerdote en el 491.
Sabas, a pesar de su predilección por el total aislamiento del mundo, no rehuyó sus compromisos sacerdotales. Fundó otros monasterios, entre ellos uno en Emaús, y tomó parte activa en la lucha contra la herejía de los monofisitas, llegando al punto de movilizar a todos sus monjes en una expedición para oponerse a la toma de posesión de un obispo hereje, enviado a Jerusalén por el emperador Anastasio.
Ante el emperador de Constantinopla, San Sabas puso en escena una representación de mímicas para demostrar con la evidencia de las imágenes coreográficas la triste condición del pueblo palestino agobiado por pesados impuestos y uno en particular, que perjudicaba a los comerciantes, pero sobre todo al pueblo.
Cuando murió, el 5 de diciembre del 532, toda la región quiso honrarlo con espléndidos funerales. En Roma, en el siglo VII, por obra de los monjes griegos surgieron sobre el monte Aventino un monasterio y una basílica dedicados a su memoria, del que toma el nombre el barrio.
Fue uno de los santos más influyentes y significativos del anacoretismo en Oriente.
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Crispina, Santa
Biografía, 5 de diciembre
Por: P. Felipe Santos | Fuente: Catholic.net
Por: P. Felipe Santos | Fuente: Catholic.net
Diciembre 5
Etimológicamente significa de pelo rizado. Viene de la lenguas alemana.
Dice el Salmo: Dios mío, te doy gracias por tu amor y tu verdad; aumentaste la fuerza de mi alma.
Esta mujer tenía mucho dinero e hijos a quien alimentar y educar.
Vivía en Tebaste, Africa, al final del siglo III y comienzos del IV.
La gracia de Dios tocó su corazón. Resplandecía ante todos por su virtud y todos, ya en vida, comenzaron a llamarla la santa.
Su salud no era muy fuerte que digamos, pero lo compensaba todo con la fortaleza de su alma.
Dios aumentaba la fuerza de su alma como dice el Salmo.
Los creyentes en Cristo el Señor la querían y respetaban con cariño profundo.
Era una buena consejera en asuntos cristianos y humanos. Las dos cosas van íntimamente unidas.
Las orientaciones que daba, eran acertadas.
Todo era paz y felicidad hasta que estalló la décima persecución de Diocleciano.
Este hombre estaba ciego y maniático por acabar con todos los nuevos creyentes.
Una de las primeras víctimas porque era la más conocida fue santa Crispina.
La llevaron ante la presencia del juez Anulino. Le hizo muchas preguntas. Y más amenazas todavía. Ella no se inmutaba ante nadie.
El mismo juez sintió la humillación ante la valentía de esta señora.
La atormentó sin cesar hasta dejarla extenuada. Irritado, mandó que la degollaran en Tebaste el 5 de diciembre del año 305.
Dice el Salmo: Dios mío, te doy gracias por tu amor y tu verdad; aumentaste la fuerza de mi alma.
Esta mujer tenía mucho dinero e hijos a quien alimentar y educar.
Vivía en Tebaste, Africa, al final del siglo III y comienzos del IV.
La gracia de Dios tocó su corazón. Resplandecía ante todos por su virtud y todos, ya en vida, comenzaron a llamarla la santa.
Su salud no era muy fuerte que digamos, pero lo compensaba todo con la fortaleza de su alma.
Dios aumentaba la fuerza de su alma como dice el Salmo.
Los creyentes en Cristo el Señor la querían y respetaban con cariño profundo.
Era una buena consejera en asuntos cristianos y humanos. Las dos cosas van íntimamente unidas.
Las orientaciones que daba, eran acertadas.
Todo era paz y felicidad hasta que estalló la décima persecución de Diocleciano.
Este hombre estaba ciego y maniático por acabar con todos los nuevos creyentes.
Una de las primeras víctimas porque era la más conocida fue santa Crispina.
La llevaron ante la presencia del juez Anulino. Le hizo muchas preguntas. Y más amenazas todavía. Ella no se inmutaba ante nadie.
El mismo juez sintió la humillación ante la valentía de esta señora.
La atormentó sin cesar hasta dejarla extenuada. Irritado, mandó que la degollaran en Tebaste el 5 de diciembre del año 305.
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