Beato Antonio Lucci, religioso y obispo
fecha: 25 de julio
n.: 1682 - †: 1752 - país: Italia
canonización: B: Juan Pablo II 18 jun 1989
hagiografía: «Franciscanos para cada día» Fr. G. Ferrini O.F.M.
n.: 1682 - †: 1752 - país: Italia
canonización: B: Juan Pablo II 18 jun 1989
hagiografía: «Franciscanos para cada día» Fr. G. Ferrini O.F.M.
En Bobino, en la Apulia, beato Antonio
Lucci, obispo, de la Orden de los Hermanos Menores Conventuales, que refulgió
por su extraordinaria doctrina, y se entregó de tal modo a ayudar a los pobres
que se olvidaba de atender la más mínima de sus propias necesidades.

Angel Nicolás Lucci nació el 2 de agosto
de 1682 en Agnone, en el Molise. Al quedar huérfano de padre inició
privadamente los estudios para luego seguirlos en el convento de San Francisco
de los Hermanos Menores Conventuales, donde su corazón se abrió a los valores
evangélicos y a los compromisos religiosos. En agosto de 1698 hizo la profesión
religiosa y el 17 de diciembre de 1705 era ordenado sacerdote en Asís con el
nombre de Antonio María. Regresó a Agnone para dirigir el colegio local y
profundizar los estudios de teología hasta obtener la láurea en 1709.
Trasladado al convento de San Lorenzo, en el centro de la ciudad de Nápoles,
comenzó a ser buscado para el ministerio de la predicación y por su generosidad
para con los pobres. Asiduo en la liturgia de las horas, devotísimo en la
celebración de la Eucaristía, observaba la regla con meticulosa diligencia,
haciendo de las máximas evangélicas alimento de su fe. El 8 de febrero de 1718
fue elegido Ministro provincial y al año siguiente rector del colegio de San
Buenaventura en Roma, el más prestigioso de la Orden. Estudio, oración,
predicación, formación de los alumnos fueron los pilares de su vida.
El 7 de febrero de 1729 Benedicto XII lo
consagraba obispo en San Pedro, asignándole la diócesis de Bovino, en la
provincia de Foggia. Terminado el rito, el Papa, dirigiéndose a los cardenales
presentes dijo: «He escogido para obispo de Bovino a un profundo teólogo y un
gran santo». El nuevo prelado comenzó por abrir una escuela pública y concentró
todo su celo en la formación del clero. En los 23 años que rigió la diócesis,
Lucci defendió a su sacerdotes de los abusos de quienes pretendían interferir
en sus actividades pastorales y no dudó en excomulgar a algunos señores
prepotentes. Fue lo que hoy se diría un obispo «incómodo», una conciencia
crítica, sin miedo, defensor de los derechos de los débiles inclusive cuando se
trataba de enfrentar a poderosos de elevado rango. El pueblo lo llamaba «Ángel
de la caridad».
De sus visitas pastorales anuales dejó
testimonio en 13 volúmenes. A él se debe también la reconstrucción de la
catedral de Bovino, que hacía tiempo estaba deteriorándose. Podemos afirmar que
tuvo en cuenta todas las dimensiones esenciales de su oficio de obispo y que el
mensaje con que enriqueció el patrimonio espiritual de la Iglesia tiene mucho
que decirnos inclusive hoy día. Evangelización, promoción humana, culto divino,
vida sacramental de los fieles, disciplina, compromiso social, constituyeron el
programa de su ministerio episcopal siempre comprometido en estas «prioridades
pastorales». Pedía a su clero «santidad de vida y rectitud en el
comportamiento»; era un hombre lanzado en lo social, resuelto en defensa de sus
pobres hasta el punto de pedir al rey de Nápoles que permitiera a los
necesitados sembrar inclusive en terrenos patrimonio público. Antonio Lucci
murió santamente el 25 de julio de 1752. Tenía 70 años. Fue beatificado por el
papa Juan Pablo II el 18 de junio de 1989.
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.org/lectura/santoral.php?idu=2554
Santa María del Carmen Sallés y Barangueras, virgen y fundadora
fecha: 25 de julio
n.: 1848 - †: 1911 - país: España
canonización: B: Juan Pablo II 15 mar 1998 - C: Benedicto XVI 21 oct 2012
hagiografía: Alfa y Omega
n.: 1848 - †: 1911 - país: España
canonización: B: Juan Pablo II 15 mar 1998 - C: Benedicto XVI 21 oct 2012
hagiografía: Alfa y Omega
En Madrid, capital de España, santa
María del Carmen Sallés y Barangueras, virgen, fundadora de la Congregación de
las Hermanas de la Inmaculada Concepción, para la educación de mujeres piadosas
e incultas.

Cuando vino al mundo Carmen Sallés y
Barangueras, en abril de 1848, nadie lo tomó en cuenta. Era el año del
Manifiesto comunista. Un acontecimiento social y político de primera magnitud.
Incluso en su ciudad natal, Vic, pasó inadvertido. Allí toda la atención se la
llevó La muerte de Jaime Balmes, filósofo y escritor de gran relieve.
La vida de Carmen Sallés no iba a ser
fácil. Desde niña apuntaba hacia caminos particulares y difíciles, rompiendo
los designios de sus padres que la encarrilaban al matrimonio. Ella abrigaba un
propósito personal que fue tomando cuerpo en sus años jóvenes. Sentía por
dentro una inclinación religiosa. Con el tiempo supo que aquello era el germen
imparable de una vocación de entrega a los caminos de Dios y del prójimo.
Caminos claros e inciertos a la vez. ¿Por
dónde tirar? Entró primero en las Adoratrices. Contenta pero no satisfecha,
pasó a las Dominicas. Le tiraba el camino de la educación. Lo llevaba hincado
en el alma. ¿Cuál iba a ser su lugar en la Iglesia? Junto con su tendencia a la
educación humana y religiosa, su vocación se decantaba hacia la dignificación
de la mujer. Soñaba con hacer algo que favoreciera la feminidad. Algo que
sumara cultura y religiosidad; que educara, que formara, adelantándose a otros
influjos. Incluso algo que preservara. Educar consiste en anticiparse, era el
estribillo que le rondaba por la cabeza. Y pensaba siempre en la Inmaculada,
preservada y preparada por Dios para una gran misión. Tan sublime y tan
femenina a la vez. Lo suyo, lo de Carmen Sallés, apuntaba a un feminismo sin
aspavientos. Era, en realidad, un feminismo a lo divino.
Con la plenitud de la edad le alcanzó a
Carmen la plenitud de su decisión. Tenía un ideal claro y algunas compañeras
-Emilia, Remedios, Candelaria- con quienes ponerse a la tarea. Abriría con
ellas un nuevo camino en la Iglesia. Al servicio de Dios y con especial
dedicación a la promoción integral de la mujer. Pero ¿hacia dónde dirigir sus
pasos? Inició una dura peregrinación. Consultas y tanteos. Ilusiones y
sinsabores. Un buen día, descartadas otras bazas, dijo a sus compañeras con
clara decisión: Será en Burgos. Allí Dios proveerá.
Queriéndolo o sin quererlo, Carmen Sallés
se había metido por los caminos de Teresa de Jesús. En Burgos, en 1582, había
dejado Teresa su última fundación. Cómo el Señor guió hacia allí sus pasos y
cómo sostuvo a la fundadora, lo cuenta la madre Teresa en el capítulo 31 de Las
fundaciones. No era mal augurio empezar justo donde Teresa terminó. De momento,
en octubre de 1892 Carmen Sallés y las suyas estaban arrodilladas ante el
Cristo de Burgos. Era lo primero que se le había ocurrido también a Teresa de
Jesús.
Con el respaldo del arzobispo Manuel Gómez
Salazar nacería enseguida la Congregación de Religiosas Concepcionistas
Misioneras de la Enseñanza. Fecha, el 15 de octubre de 1892, fiesta litúrgica
de santa Teresa. No podía ser de otra manera. La aprobación oficial del
arzobispo llegaría poco después. El día de la Inmaculada Concepción. Cuando las
primeras Concepcionistas, con su hábito blanco y azul, salieron de casa para ir
a la catedral, en Burgos había nevado copiosamente. ¡Qué amasijo de curiosas y
providenciales coincidencias! ¡Todo quedaba entre Teresa de Jesús y la
Inmaculada Concepción!
Desde Burgos inició Carmen Sallés los
caminos de sus muchas fundaciones. Orientándolas a la educación pero
coincidentes en muchos perfiles -posadas y carretas incluidas- con los viejos
caminos fundacionales de Teresa. Carmen iba abriendo noviciados y escuelas o
colegios. Segovia, El Escorial, Madrid, varios lugares de la Mancha, de
Cáceres, de Navarra. Cuando le llegó la hora, el 25 de julio de 1911, su
congregación de Concepcionistas estaba consolidada y presente en buena parte de
la geografía española. Luego vendría la expansión por el ancho mundo. Siempre
en pie de servicio alegre y comprometido. Brasil, Japón, Venezuela, Estados
Unidos, Italia, República Democrática del Congo, República Dominicana, Guinea
Ecuatorial, Corea, Filipinas y México testimonian hoy que los caminos de Carmen
Sallés -caminos de santidad personal orientados a Dios y de servicio al prójimo
en el campo de la educación- eran de alcance universal.
Su beatificación en 1998 por Juan Pablo II
y canonización por Benedicto XVI en 2012 certifican la ejemplaridad de su vida
y de sus virtudes. Su santidad probada y atractiva. La validez eclesial de su
testimonio y de su herencia. ¡Quién iba a decirlo en Vic aquel 9 de abril de
1848!
Artículo de Joaquín L. Ortega
fuente: Alfa y Omega
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