En 'Una historia de
Europa'
Declaro en la puerta de
entrada de esta presentación que el título que acabas de leer, excepto la
preposición 'en', no me pertenece. El autor de esta expresión podría ser
cualquier historiador, pero no es así. Su paternidad pertenece al escritor A.
Pérez-Reverte que casi con seguridad publicará en su día, en uno-dos-tres
años, su nuevo libro 'Una historia de Europa'. Al menos esa es la intención
explícitamente declarada en sus veinticinco primeras entregas o futuros
capítulos. Alfaguara será el sello editorial de esta historia. Estimo oportuno
colocar tal publicación en la lista de los cincuenta y dos libros que me he comprometido
a seleccionar a lo largo de las semanas de este año de la iglesia. Y como puede
constatarse esta tal Historia de Europa 'hace' el número vigesimocuarto de la
serie.
Este escritor que nos brinda
su peculiar visión de las tierras, tiempos y gentes de Europa ha decidido, con
acertado criterio, dedicar un capítulo a la persona de aquel judío llamado
Jesús de Nazaret.
Mientras andamos por los días
de la experiencia de la Pascua nos volvemos a plantear una pregunta que nunca
acertamos a responder en su plenitud: ¿Quién dices tú, quien quiera que seas,
que es Jesús de Nazaret? Desde el primero de los Evangelios escritos hasta el
último papa pastor de la iglesia, ¿quién no se ha manifestado abierta y
explícitamente? Y entre ellos, como un ser humano responsable también este
hombre de Cartagena (España) deja su propia respuesta, curiosa, interesante,
iluminadora, acertada.
¿Qué te parece, Leyente
diligente, si tú y yo nos animamos a escribir nuestra propia página? O quizá
también, ¿no sería oportuno investigar y coleccionar las diez mejores páginas,
siempre según tu propio criterio, sobre este Jesús de Nazaret que se han
escrito en esta historia alargada en los últimos veintiún siglos? O quizá
también, y siguiendo las orientaciones de la lectura del Evangelista Juan que
nos leeremos en la liturgia, ¿con qué palabra, imagen, símbolo... podríamos
identificar tú y yo a Jesús de Nazaret? Atrévete a ser como el Evangelista Juan
que en nuestro texto de este domingo nos habla de su Jesús de Nazaret como
PASTOR. Este mismo narrador nos lo identifica también, entre otras realidades,
como agua, luz, palabra, pan, puerta, camino... Y explica por qué lo hace, o lo
llama, así. Y todo esto, sea como sea, que se escriba o comente en una página,
porque no es necesario mucho más.
Cuando escribo esto me estoy
imaginando una asamblea reunida para compartir siete, ocho, diez, doce o
veinticuatro páginas e imágenes que responden con honestidad la pregunta:
¿Quién dices que es Jesús de Nazaret para ti?
Te anticipo una primera improvisación
mía que me recuerda los tiempos de la pandemia con su distancia de
metros, sus mascarillas y sus hidroalcoholes. Jesús de Nazaret es
el perfume:
Ni se le ve.
Ni se le toca.
Se le huele.
¡Y cómo se le nota!
¡Huele
tan bien!
A continuación se encuentran los
dos comentarios para el domingo 8 de mayo.
Carmelo Bueno Heras
Domingo 4º de Pascua
Ciclo C (08.05.2022): Juan 10,27-30
Que os améis los unos a
los otros. Me lo escribo CONTIGO:
“En aquel tiempo, dijo Jesús: Mis ovejas escuchan
mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no
perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las
ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. Yo y
el Padre somos uno” (Juan 10,27-30).
Textualmente
he transcrito el relato completo del Evangelio que se nos leerá al pueblo o
asamblea en la liturgia del domingo día 8 de mayo. Con tan sólo nombrar una
sola vez la palabra ‘ovejas’ se comprende que este Evangelista está hablando de
su Jesús de Nazaret como el pastor bueno, uno de los muchos simbolismos (como
el agua, el pan, la vid, la vida, la luz, el camino, la puerta, el vino, la
sed, el delantal, el sábado, la pascua…) usados por Juan para referirse al
judío galileo y laico que acabó por convertirse en la persona más conocida en
su tiempo y en la historia de la humanidad.
En
todos los años, por este tiempo de la Pascua, la Iglesia vaticana nos propone
en su liturgia la lectura crítico-contemplativa de unos versos del capítulo
décimo de este cuarto Evangelio. Así que es muy conveniente que uno se atreva a
leérselo completo en su propia biblia y, a ser posible, si esa lectura se
comparte con alguien más, mucho mejor.
Si
uno estima que este ejercicio es demasiado largo, pesado o engorroso sugiero
que nunca se deje de leer Juan 10,22-42: “Se celebró por entonces en
Jerusalén la fiesta de la Dedicación del Templo. Era invierno… Los judíos
trajeron otra vez piedras para apedrear a Jesús… De nuevo querían apedrearlo,
pero se les escapó de las manos”.
Sin
detenerse en este contexto será muy difícil acceder al mensaje del breve texto
del Evangelista para este domingo. Precisamente, para el narrador el tiempo no
era la fiesta primaveral de los judíos llamada Pascua, sino que era invierno y
se celebraba la fiesta del Templo. ¿Cómo no recordar la decisión salomónica de
edificar una Casa DEDICADA al Dios del pueblo, sea quien sea, que es lo que
significa ‘Yavé’?
Justamente
en este Templo, en esta fiesta de su Dedicación, el Evangelista nos sitúa a su
Jesús identificándose con Yavé e invitando a todos a sentirse también
identificados con él. Todos somos esa misma Casa y ese mismo Dios. ¿Puede
existir una provocación mayor?, Sin embargo, en realidad esta opción de Jesús
ya estaba encarnada y enraizada en la tradición judía desde la persona y
opciones de Natán, el profeta asesor de David: Este Dios de Israel no necesita
Casa alguna, ni Templo institucionalizado. Cada persona es su misma presencia y
toda la tierra de Israel su Casa (véase despacio 2Samuel 7,1-17; otro
ejercicio).
Y
este mismo sentido nos está expresando el nuevo Natán que es el Evangelista
Juan que nos acabará por transmitir explícitamente que la opción de Jesús, su
apuesta por el Reino, su única Religión con Templo, Sacerdocio y Dogmas de su
Credo Canónico se expresarán más adelante en su narración herética y blasfema
para Israel: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos (mis ovejas):
amaos unos a otros” (Jn 13,35).
Y
acabo con una intencionada referencia a esa ‘muletilla’ que la autoridad
litúrgica vaticana selecciona para iniciar la proclamación de las lecturas del
Evangelio en cada celebración del domingo: “En aquel tiempo”. En el
texto de Juan era, ¿el invierno del año 33 o 95 d.C.? Y cuando leemos la
expresión ‘aquel tiempo’ es también ‘ahora’. Y siempre. Carmelo Bueno Heras.
CINCO MINUTOS con la otra Biblioteca de la BIBLIA
entre las manos
Tú y yo, entre otras muchas actividades, solemos
también leer. En ocasiones, quedamos sorprendidos por lo que leemos. Es más, y
nos ocurre a veces, llegamos a pensar que lo que leemos nos hubiera gustado
haberlo escrito nosotros mismos. Por esta sola razón, me he decidido a
compartir CONTIGO, semana a semana, durante este año eclesiástico, 52 libros.
Creo que, en la inmensa BIBLIA de todos los textos, como en el cuerpo de toda
persona, ¡todo está relacionado!
Ahora,
Semana 24ª: 08.05.2022: Cita de Arturo Pérez-Reverte, Una historia de Europa,
Alfaguara, Barcelona, ¿2025?, 500 páginas, más o menos, tal vez (será libro, se
editará y va publicándose capítulo a capítulo y sin prisas, como todo lo
bueno).
Y
entonces, justo entre el día 1 antes de Cristo y el día 1 después de Cristo, en
la provincia romana de Judea, dejos de una Europa y un Occidente en los que iba
a influir como nadie influyó jamás, nació un hombre extraordinario llamado
Jesús. Tanto se ha dicho y escrito sobre él, que resulta imposible deslindar la
verdad de la mentira, lo cierto de la leyenda y lo humano de lo divino. Eso
dejémoslo a otros; que ellos aten, si pueden, tan difícil mosca por el rabo. Lo
que para esta historia importa es que Jesús era judío, hijo de un carpintero, y
que tras una infancia y una juventud oscuras, a partir de los 30 años,
mostrando un carácter, una personalidad y un encanto extraordinarios, empezó a
predicar lo que hoy conocemos por cristianismo o religión cristiana (del griego
xristos, que significa ungido, o mesías). Se basaba la cosa en el amor
al prójimo, la fraternidad del género humano, la existencia de una vida eterna
tras la muerte (para la que la vida terrena sería sólo preparación), y la
omnipresencia de un dios supremo, paternal y bondadoso, del que Jesús, sin cortarse
un pelo, se proclamaba hijo. Y tan elocuente fue, tan persuasivo y magnético
que arrasó entre los suyos. A lo mejor sólo era un tío al que se le había ido
la olla, o un manipulador muy listo, o un fulano que se creía de verdad lo que
predicaba; o tal vez, simplemente, una buena persona.
Posiblemente
fuera esto último, pero lo que importa es que su discurso, nuevo en la historia
de la Humanidad, funcionaba de maravilla. A los ricos ofrecía reparación,
esperanza a los desgraciados y consuelo a todos. Lo seguían los pobres y hasta
redimía a las prostitutas […] Predicaba en vivo, cara a cara. Y empezaron a
seguirlo centenares y miles de personas. Eso no tardó en causar problemas, pues
por un lado los sacerdotes de la religión judía oficial se indignaron con aquel
muerto de hambre que les robaba la clientela; y por otro, los romanos, que eran
quienes cortaban el bacalao, se mosquearon porque algunos seguidores de Jesús,
que no comprendían su mensaje o lo interpretaban de otra manera, afirmaban que
era el jefe que los libraría del yugo de Roma. De todas formas, y para ser
justos, quien de verdad hizo la cama a Jesús fueron los curas de allí: el clero
judío, fariseos, saduceos y fulanos de similar pelaje […] Todo eso está muy
bien contado (con adornos, fantasías y camelos, pero de forma interesantísima)
en cuatro libros llamados Evangelios, o Nuevo Testamento,
cuya lectura, además de divertida, conmovedora y fascinante, permite comprender
buena parte de las claves remotas de la historia no sólo europea, sino universal.
Y
claro, la película acabó como tenía que acabar. Los sacerdotes le jugaron a
Jesús la del chino, montándole un complot que ni los de Fantomas. Sin embargo
[…] A Pilatos, práctico como todos sus compatriotas, le importaba un carajo la
religión que predicara Jesús […] Para quitarse de encima a los sacerdotes
judíos, y organizó la primera Semana Santa dijo que allá ellos mismos con sus
mecanismos. A Jesús, recién cumplidos los 33 años, lo crucificaron […] Unos
dicen que resucitó a los tres días y otros dicen que no, y en eso no me meto.
Lo importante es que antes de que le dieran matarile, Jesús había elegido a
doce amigos especiales, los llamados doce apóstoles. Y estos […] se dedicaron a
recorrer la tierra predicando lo que les había enseñado […] Texto completo,
Una historia de Europa (XXV), XLSemanal 1798, 10-16 de abril 2022 p. 8.
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