domingo, 7 de agosto de 2022

Domingo 19º del TO Ciclo C (07.08.2022): Lucas 12,32-48. Leo, lees, leemos Lucas 9,51 a 19,27 y Semana 37ª: 07.08.2022: Cita de Kathryn Stockett, Criadas y Señoras. Hay secretos que lo cambian todo,

 

La senda de mi camino es pequeña

Caminamos ya hacia el primer domingo del mes de agosto. Sabemos también que 'mes comenzado, medio acabado'. Esto es así, pero no corramos demasiado. No nos comamos la tarta del tiempo pensando que debemos aprovechar la oportunidad de vivir o experimentar sea como sea, porque luego, quién sabe qué sucederá. Tampoco nos debemos ocupar en no hacer nada porque pensamos que todo irá llegando, sea como sea. No se trata de correr ni de pararse. Esta experiencia del vivir consiste en caminar y a ser posible hacerlo al ritmo del día y de la noche, del sol y de la luna. Lo queramos o no ese es el ritmo natural. También existieron y existirán siempre los ritmos artificiales. Va a ser siempre así por una razón elemental: Nada ni nadie es tan importante ni poderoso, para nosotros los humanos, como lo es la casa común de este sol del universo y de su luna que aún no han acabado de aprenderse del todo las sendas del espacio. Las mentes de la ciencia seguirán sus investigaciones y todas sus conclusiones serán siempre provisionales.  Los años de la vida aquí de todas cuantas personas han nacido son tan solo un minúsculo puñado ya se trate de Jesús de Nazaret, del gran zar, del emir supremo, de Alejandro el primero, de Moisés el padre o de Obeliater el máximo del norte y del sur aún desconocido por ser la mayor sombra en las profundidades del abismo. 

Alguien pensará que sueño o desvarío. Sólo trato de respirar y caminar al compás de la serena sensatez que veo a mi alrededor. Jamás conseguiré ver todo, por eso me saborearé lo que me acompaña. Jamás lo escucharé todo, por eso no hablare de que sólo esto o lo otro es lo verdadero... 

La senda de mi camino es pequeña, corta en el espacio y breve en el tiempo, pero es la mía y... ¡la siento siempre tan concurrida!

Hablo así y escrito queda porque la lectura de la narración del escritor Lucas el del toro sobre los Caminos de su Jesús de Nazaret me atrae por sorprendente y siento que cada vez estos caminos son más inmensamente humanos y humanizadores. Luego, recomiendo un libro para esta nueva semana. Es una novela que cumple ahora sesenta años. Creo que esta novela sirvió de guion para una película del mismo título: Criadas y señoras. Se trata de una senda de la historia de la vida, una más. Tan semejante a todas las demás sendas, caminos o calzadas y, a la vez, tan peculiar y particular. 

Este tema es tan humano que en cualquiera de los tiempos de la historia y en cualquiera de los espacios de este mundo pudo haber sucedido lo que se nos cuenta como buena noticia de la vida en Criadas y Señoras. Acabo de escribir 'buena noticia', que es como escribir 'evangelio', que diría una persona de habla griega.

En este único Evangelio que es el vivir y respirar nos movemos. Puedo confirmarte que mi senda es pequeña y aún me quedan recovecos por investigar sin prisas ni pausas. Y constato en cada paso que me hallo bien acompañado.

A continuación se encuentran los comentarios del domingo 7 de agosto.

Carmelo Bueno Heras

 

Domingo 19º del TO Ciclo C (07.08.2022): Lucas 12,32-48. Leo, lees, leemos Lucas 9,51 a 19,27. Me lo escribo CONTIGO:

Se nos sigue leyendo a las gentes de la fe en Jesús de Nazaret el Evangelio de Lucas a salto de mata. Un trozo sí y el siguiente no. Sin más explicaciones que la callada por respuesta. Tendríamos que escuchar en las eucaristías de la Palabra del Resucitado, como se dice en ‘Desiderio 65’, el relato de Lucas 12,22-31. ¿Tal vez sea complicado para los celebrantes explicar esto de ‘Buscad más bien su Reino’? Pues diré que en Lucas 17,21 se explica con toda nitidez: El Reino de Dios está dentro de cada uno. Nunca fuera, siempre dentro.

De estos asuntos está escribiendo el Evangelista mientras nos dice que su Jesús de Nazaret y sus miles de acompañantes suben a Jerusalén. ¿Cómo se organizaban en este viaje tantos migrantes o peregrinos o seguidores? O, ¿se habían quedado ya solos Jesús y los DOCE?

Las primeras expresiones del relato que se nos leerá en la eucaristía del 7 de agosto dicen esto: “No temas, pequeño rebaño, porque a vuestro Padre le ha parecido bien daros a vosotros el Reino” (Lucas 12,32). ¿Se trata de palabras que dijo, y dice aún, el propio Jesús de Nazaret Resucitado a cuantos creen en él o sólo a aquellas personas que son los directos sucesores de los DOCE? ¿Cómo hay que comprender esto de ‘el pequeño rebaño’? Según este Evangelista, los nombrados ‘discípulos’, ¿forman o no forman parte de los DOCE?

Estas preguntas que me estoy haciendo no se las inventa mi imaginación o contemplación crítica. Estas preguntas están en el mismo mensaje del texto evangélico. Me lo está constatando el propio relato cuando pone en labios de Pedro esta cuestión: “Señor, ¿dices esta parábola para nosotros o para todos. Respondió el Señor…”  (Lucas 12,41-42).

Añado más datos a este comentario. ¡Cuánto me hubiera gustado que aquel Jesús de Nazaret de Lucas hablara sobre estas cuestiones con más precisión y claridad! La respuesta de aquel Jesús de Lucas comienza en el mismo versículo 42 y se alarga y alarga y alarga hasta el 48, final ya del texto que se proclama en este domingo. Continuará esta respuesta en el relato completo que se nos leerá en el domingo siguiente, día 14 de agosto, Lucas 12,49-53.

Volveré a recordar que conviene leerse personalmente, una vez y muchas más, en su biblia el relato completo del Camino del Seguimiento (de 9,51 a 19,27).

El asunto central que se ventila en estas breves parcelas de texto lucano que se nos leen en las liturgias de estos domingos es el REINO.  ¿Qué es el REINO o, como dicen otros especialistas, el REINADO de DIOS? Algunas investigaciones dicen que Reino de Dios es como decir Dios. Pues sea así, pero las preguntas permanecen: ¿Qué es el REINO? ¿Qué es Dios? Y mis obsesiones me llevan de la mano donde siempre: “El Reino viene (¿está?) sin dejarse sentir. Y ya no se dirá ‘vedlo aquí o vedlo allá’, porque el Reino ya está en vosotros. Dentro. Siempre” (Lc 17,20-21).

El Reino está en ti y en mí y en todos. Dios también. El aire también y las neuronas, los sentimientos, las actitudes, las decisiones, los amores, la ira, las maldades, el sentido común… ¿Acaso no hay personas que a esto lo llaman el jardín interior? Con tantos ‘jardines interiores’, ¡qué poquito cuesta imaginarse la presencia de la humanidad entrañable! Ya sé que esto pertenece a la imaginación y a los adentros, pero así es la utopía. Aquel Jesús de Nazaret del siglo primero de esta historia común del mundo así lo creía. Así lo anunció en el Evangelio de su vida y así nos enseñó a anunciarlo y compartirlo en la mesa de los manteles y alimentos compartidos, creo. Carmelo Bueno Heras 

 

CINCO MINUTOS con la otra Biblioteca de la BIBLIA entre las manos: Tú y yo, entre otras muchas actividades, solemos también leer. En ocasiones, quedamos sorprendidos por lo que leemos. Es más, y nos ocurre a veces, llegamos a pensar que lo que leemos nos hubiera gustado haberlo escrito nosotros mismos. Por esta sola razón, me he decidido a compartir CONTIGO, semana a semana, durante este año eclesiástico, 52 libros. Creo que, en la inmensa BIBLIA de todos los textos, como en el cuerpo de toda persona, ¡todo está relacionado!

. Ahora, Semana 37ª: 07.08.2022: Cita de Kathryn Stockett, Criadas y Señoras. Hay secretos que lo cambian todo, EMBOLSILLO, Madrid, 2010, 560 páginas.

 

AIBILEEN. Capítulo 1. Agosto de 1962

Mae Mobley nació una mañana de domingo en agosto de 1960. Un bebé de misa, como lo llamamos nosotros. Me dedico a cuidar bebés de familias blancas, además de a cocinar y limpiar sus casas. A lo largo de mi vida, he criado diecisiete niños. Sé cómo conseguir que se duerman, que dejen de llorar y que se sienten en el orinal antes de que sus madres se levanten de la cama

Sin embargo, nunca antes había visto a un bebé berrear tanto como a Mae Mobley Leefolt. El primer día que entré en esa casa allí estaba, colorada como un tomate y aullando debido a un cólico, luchando por quitarse de encima el biberón que le ofrecía su madre como si le estuvieran intentando meter en la boca un rábano podrido. Miss Leefolt contemplaba aterrorizada a su propia hija.

-¿Qué hago mal? ¿Por qué no consigo que esta cosa se calle?

‘¿Esta cosa?’ Ése fue el primer indicio que tuve de que había algo raro en esta historia.

Tomé a aquel bebé rosita y llorón en mis brazos y lo puse sobre mi cadera para darle botecitos y removerle los gases. En menos de dos minutos, la pequeña dejó de llorar y me miró sonriente. Sin embargo, ese día Miss Leefolt no volvió a tener en brazos a su propia hija. He visto a un montón de mujeres con esa depresión que las asalta después de dar a luz, así que pensé que se trataría de eso.

Os contaré algo más sobre Miss Leefolt: además de estar todo el santo día de mala leche, es una flacucha. Tiene las piernas tan delgadas que parece que todavía está en edad de crecer. A sus veintitrés años, es desgarbada como una chavala de catorce. Hasta el pelo lo tiene delicado, de un marrón casi transparente. Aunque intenta cardárselo, sólo consigue que parezca más fino. Su rostro se parece a ese diablillo rojo que sale en las cajas de caramelitos de canela, incluida la barbilla puntiaguda. De hecho, todo su cuerpo está lleno de ángulos afilados y esquinas. Por eso no sabe calmar a la criatura. A los bebés les gusta la grasa, enterrar el rostro en tu sobaco y echarse a dormir. También les encantan las piernas grandes y gordas. Yo sé bastante de eso, ¡sí señor!

Con un año, Mae Mobley me seguía a todas partes. Al llegar las cinco en punto, la hora en la que termino de trabajar, se agarraba a mis zuecos y se arrastraba por el suelo, llorando como si me marchara para no volver nunca. Miss Leefolt me lanzaba una mirada de enojo, como si yo hubiera hecho algo malo, y me arrancaba de las piernas a la pequeña, que no paraba de berrear. Supongo que es el riesgo que corres cuando dejas que otra persona críe a tus retoños.

Mae Mobley tiene ahora dos años, unos ojazos marrones y tirabuzones de color miel. La calva que tiene detrás de la cabeza estropea un poco el conjunto. Cuando se enfurruña, le sale la misma arruga en el entrecejo que a su madre. Se parecen bastante, aunque Mae Mobley es más gordita, No creo que le den el premio a la niña más guapa del condado, y tengo la impresión de que esto molesta a Miss Leefolt, pero a mí me da igual. Mae Mobley es mi Chiquitina especial. Texto completo, en páginas 7-8.

No hay comentarios:

Publicar un comentario