sábado, 25 de marzo de 2023

De dos, una. Todavía y sin prisas.- Domingo 5º de Cuaresma A (26.03.2023): Juan 11,1-45 (EL MUERTO Y RESUCITADO LÁZARO ERA ISRAEL. NO HAY MILAGROS, SINO PROCESOS ) y CINCO MINUTOS de AIRES BÍBLICOS (Cada día vencer).

 

De dos, una. Todavía y sin prisas.

En este mismo espacio, el pasado domingo 12 de marzo decía que convivía con mis dos burbujas. Una interna, en el ojo derecho, y otra externa, en mi casa y mis alrededores. La burbuja interior era una burbuja de gas. Una burbuja sanadora para la retina del ojo. Esta burbuja ya se fue, se evaporó como la niebla de la mañana ante la llegada del sol. Se evaporó cuando ya había cumplido su tarea: desaparecida la burbuja, el ojo ha recuperado su visión anterior. No es que se trate de una 'resurrección de la vista' como si antes hubiera sido un ciego o un enceguecido. Podría decir que esto es un proceso, como proceso es todo cuanto existe en la realidad de la naturaleza en la que respiramos, nos movemos y vivimos.

Y el proceso continúa, porque hay que cuidar ahora, como antes, la otra burbuja, la exterior, que estaba ahí y sigue estando ahora. Se trata de una burbuja protectora, la habitación y la casa donde uno vive y que es el ámbito bueno para que la recuperación de la salud visual llegue a buen término y se consolide. De la propia habitación del reposo absoluto, se pasa poquito a poco al espacio de la propia casa y de su jardín y de ahí a volver a pisar la calle y sentir que ciertas fronteras invisibles se van evaporando y uno se mueve en los espacios nuevos con normalidad. ¿Es esto el reposo relativo? 

Constato que todo está en su sitio, las aceras, las calles, los árboles... y hasta voy sintiendo cómo va llegando la primavera para quedarse. La recuperación de la visión es otra llegada de la primavera. Y también para quedarse.

La burbuja exterior protege también. Se aprende a caminar despacio. Se aprende a no tener prisas. Se constata que se llega a tiempo y bien allá donde se  quiere llegar. Y hasta se es capaz de adentrarse en el super del barrio y transportar una bolsa con su barra de pan y otras cuatro cosillas más para la siguiente comida compartida. 

¡Cuánto tiempo perdido!, me dicen algunas de mis neuronas. Y otras más conscientes me responden: ¡Cuánto tiempo invertido!, porque todo necesita su tiempo, como aprender a andar, hablar o escribir. Nunca se pierde el tiempo, ¿se invierte en ir despacio? Sí, para llegar antes y más lejos. 

De las dos burbujas sólo me queda una, todavía. La exterior. Y ésta no es pequeña, ni se evapora, creo que cada vez se hace más grande. La casa debe hacerse calle. La calle debe hacerse barrio y así poco a poco volverse a hacer 'ciudad'. Consciente todo. Y así, agrandar el espacio hasta caminar de aquí para allá, viajar de un extremo al otro, de una ciudad a otra, de una nación a otra y volar. La burbuja exterior permanece mientras se agranda y crece. Y así, acabará uno volviendo a ser consciente de que esta burbuja llega a ser invisible a los ojos y a los pies y a los sueños.

Esto es el proceso. Dicho de otro modo, así es el milagro de la vida, del día a día, del vivir, de la salud, del crear, del creer, del ver, del compartir... Tal vez, poco antes de no sé qué exactamente, esta burbuja exterior en la que vivo y vivimos tú y yo deje de ser tal para, o hasta... ¿convertirse en pleno más allá?

Me gustaría hacerle esta pregunta a un tal Lázaro del que me habla el cuarto Evangelio en este domingo de la Cuaresma Católica. Cuenta Juan que este tal Lázaro era un amigo de Jesús de Nazaret. Pero si eran tan amigos, ¿por qué sólo el Evangelio de Juan, el último en escribirse, nos habla de él, de su vida y de su muerte y de su más allá y acá? Seguramente que estas cosas no fueron como se leen y que hay que 'ver y mirar' de otra manera' hasta llegar a comprenderlas.

De esto mismo, del llegar a comprender, me habla esa página de los 'Cinco minutos de aires bíblicos' que me he seleccionado y que lleva por título 'Cada día'.

Carmelo Bueno Heras.        

 

Domingo 5º de Cuaresma A (26.03.2023): Juan 11,1-45. Así lo comento y comparto CONTIGO:

EL MUERTO Y RESUCITADO LÁZARO ERA ISRAEL. NO HAY MILAGROS, SINO PROCESOS.

Voy a comentar el relato más sorprendente del Evangelio de Juan: la resurrección de Lázaro o la revivificación de Lázaro o como se quiera definir. El muerto y bien muerto Lázaro (11,11-15) vuelve de nuevo a la vida (11,43-44) por el poder resucitador o revivificador de Jesús de Nazaret. Y este hecho sucede, según este sorprendente narrador, entre la fiesta del invierno (Juan 10,22), la Dedicación del Templo, y la fiesta de la Pascua (Juan 12,1), en primavera. 

Si este acontecimiento sucedió históricamente tal cual está escrito en este capítulo undécimo de Juan, ¿alguien puede creerse que ni Marcos, ni Mateo ni Lucas supieran nada? ¿Por qué estos tres evangelistas no cuentan en sus Evangelios este hecho tan milagroso como es la muerte y vuelta a la vida de Lázaro? Y otro dato con sugerencias inolvidables. Se recordará que el primer signo que este Juan cuenta de Jesús es aquel de la transustanciación del agua en vino en la boda de Caná. Sólo este narrador del cuarto Evangelio cuenta el primer signo y el último que realizó Jesús. Ningún otro evangelista nos regaló relatos tan interrogadores.

Me atrevo a afirmar que ni el asunto del agua en vino en Caná ni el asunto de la muerte y vida de Lázaro en Betania sucedieron tan históricamente así.  Tales narraciones fueron concebidas y contadas, como las leemos, desde la personalísima experiencia de la fe de su narrador o narradores, que se atrevieron a responder con ellas a la pregunta de cualquier Evangelio y Evangelista: ¿Quién fue y quién sigue siendo aquel hombre de Galilea llamado Jesús de Nazaret? Creo que, para Jesús, igual que para la naturaleza en la que nos movemos, no hubo ni hay milagros, sino procesos. Conocer y acoger estos procesos sí llega a ser un milagro.

El relato se sitúa en una casa de Betania. Betania era también el nombre del lugar donde Juan bautizaba (1,28). ¿Sirve de algo saber que este nombre de Bet-ania evoca y alude a ‘la casa del testimonio’? Es un dato, no despreciable. Y otro dato es el comienzo y el final del relato de Lázaro, que conviene leerlos a la vez: “Había un cierto enfermo, Lázaro de Betania, el pueblo de María y de su hermana Marta” (Juan 11,1) y “Jesús les dijo: desatadlo y dejadle andar” (11,44).

Afirmo, con el temor y temblor de la duda crítica, que este Lázaro a quien Jesús tanto quería no era nadie individual y concreto de carne y hueso, no era ningún ser humano. Lázaro era Israel, el pueblo-país de Jesús, el pueblo-país del Evangelista. Lázaro es todos, cada persona que formaba parte de aquel pueblo y de aquella Religión del Templo, la Ley y el Sacerdocio. Una Religión y un pueblo atados de pies y manos por el pecado. Por el pecado que se atrevió Juan a deshacer con el agua de su Jordán y no con los sacrificios del Templo. ¿No fue tan milagroso y profético su actuar que arriesgó su propia vida y fue ejecutado?

¿Por qué se dice en este relato de Lázaro que Jesús se llama a sí mismo, otra vez, ‘Yo soy’ como se decía del Dios Yavé (11,25)? ¿Y por qué Jesús, en un momento final, habla a gritos y en imperativo: sal… (11,43)? Tiene que enterarse bien todo Israel, desde el Sumo Sacerdote hasta la niña recién nacida, que la vida y la felicidad no está en la Religión, sino en la humanizadora experiencia de la fe que es amarse unos a otros. Para Jesús de Nazaret, ¿fue esta su única Religión, su misión, su vida? Este Evangelista me dice que sí. Carmelo Bueno Heras     

 

CINCO MINUTOS de AIRES BÍBLICOS

. Si se puede decir en un artículo de revista, ¿para qué escribir un libro de 200 páginas?

. Si se puede decir en una página, ¿para qué escribir un artículo de revista?

. Si se puede decir en un puñado de versos, ¿para qué escribir una página?

. Este ‘Cinco minutos de aires bíblicos’ es una semilla que confío a la sabiduría de tu saber leer, que es despertar; de tu saber interpretar, que es cuidar; de tu saber compartir, que es saborear. Siempre pretenderé que esta ‘semilla de los cinco minutos’ tenga la ‘denominación de origen’ de su autor. 

Semana 18ª (26.03.2023): CADA DÍA

Cada día vencer,

vencer al temporal, a la tierra que resiste,

al injusto sudor y a la bronca nacida del dolor.

 

Cada día querer,

querer lo que vendrá, lo que se sembró,

y también el fruto que el ayer prometió.

 

Cada día perdonar

la propia división, la mentira profunda,

los tobillos vacilantes y lo aburrido del pecado.

 

Cada día esperar,

esperar la posible bondad, el término del luto,

cuidar la mecha que humea, que no se apagará.

 

Cada día transitar,

transitar por los bordes de la noche

rejuntando estrellas y tantos rumbos:

remolinos serán que no se perderán.

 

Cada día mirar

y ver la mano que cuida, la grulla que vuelve,

la alondra que se va.

 

Cada día decidir

y optar por la verdad y el amor, dejar la estupidez repetida,

emprender la ruta, el camino al último lugar.

 

Roselyne de Wilde

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