La fuerza espiritual
de la Palabra de Monseñor Oscar A. Romero
Recopilado y presentado por Pablo Richard, Pbro.,
San José, Costa Rica / ssee@correo.co.cr
Introducción
No queremos escribir un libro más sobre
Monseñor Romero. Hay muchos y muy buenos. Queremos más bien que sea el mismo
Mons. Romero el que nos hable directamente. Aquí presentamos mas de 60 párrafos
cortos, con aquellas palabras más representativas de Monseñor, aquellas que nos
introducen directamente en su mente y corazón de pastor y profeta. Lo que hice
fue simplemente buscar esas frases y ponerles un título indicativo sobre su
contenido. Aquí presento en un orden cronológico sus palabras desde el año 1977
hasta el 24 de marzo de 1980. La fecha entre paréntesis permite encontrar el
texto completo en la edición de sus homilías.
Hay dos párrafos de sus homilías que
expresan con fidelidad el espíritu de esta colección:
“La palabra queda.
Y éste es el gran consuelo del que
predica.
Mi voz desaparecerá, pero mi palabra que
es Cristo
quedará en los corazones que lo hayan
querido acoger” (17.12.78)
“Hermanos, guarden este tesoro. No es mi
pobre palabra la que siembra esperanza y fe; es que yo no soy más que el
humilde resonar de Dios en este pueblo” (2.10.77).
Hemos puesto al
comienzo una biografía mínima de Mons. Romero, pensando en aquellos que apenas
lo empiezan a conocer o como ayuda memoria para nosotros. Al final, después de
leer y “oír” el disparo que atravesó el corazón de Mons. Romero, puse aquella
poesía impactante de Mons. Pedro Casaldáliga, titulada “San Romero de América,
Pastor y Mártir nuestro”. Es la poesía que mejor expresa lo que uno siente y
piensa después de haber conocido el pensamiento de Mons. Romero, después de
escuchar su última homilía y escuchar el disparo que puso fin a sus días. Pero
un momento: ahí no termina esta presentación. Puse al final aquel texto profético
que nos permite seguir escuchando a Mons. Romero y encontrarlo en su resurrección.
Aquí adelanto dos frases de este texto profético:
“Si me matan, resucitaré en el pueblo
salvadoreño.
Un obispo morirá, pero la Iglesia de
Dios, que es el pueblo, no perecerá jamás” (marzo 1980).
Por último, quiero decir que este trabajo
lo he realizado con una profunda gratitud hacia Monseñor Romero. En dos
ocasiones en 1979 y en otra en enero de1980, tuve un encuentro largo y personal
con Monseñor que marcó definitivamente mi vida.
Biografía mínima de Mons. Romero
(Recortes y adaptación de la biografía
presentada en Internet por la Biblioteca Virtual Cervantes)
Óscar Arnulfo Romero nació en Ciudad
Barrios (San Miguel) el 15 de agosto de 1917. Fue el segundo de 8 hermanos de
una modesta familia. Su padre, Santos, era empleado de correo y telegrafista y
su madre, Guadalupe de Jesús, se ocupaba de las tareas domésticas. El Salvador
era por entonces un país de relativa prosperidad económica (gracias al cultivo
y exportación de café), pero dominado por un poder oligárquico que mantenía
oprimida a la población campesina.
A muy corta edad tuvo que interrumpir sus
estudios debido a una grave enfermedad, de manera que a los 12 años trabajaba
ya como aprendiz en una carpintería. Su ingreso en el seminario menor de San
Miguel tiene lugar en 1931. Allí permaneció durante 6 años hasta que tuvo que
interrumpir de nuevo sus estudios, esta vez para ayudar a su familia en unos
momentos de dificultad económica. Durante tres meses trabajó con sus hermanos
en las minas de oro de Potosí por 50 centavos al día.
En 1937 Óscar ingresa al Seminario Mayor
de San José de la Montaña en San Salvador. Siete meses más tarde es enviado a
Roma para proseguir sus estudios de Teología. Es ordenado sacerdote el 4 de
abril de 1942 y continúa en Roma un tiempo con el fin de iniciar una tesis
doctoral, pero la guerra europea le impide terminar los estudios y se ve
obligado a regresar a El Salvador.
Su labor como sacerdote comienza en la
parroquia de Anamorós, trasladándose poco después a San Miguel, donde durante
20 años realiza labor pastoral. En esos años, su trabajo es el de un sacerdote
dedicado a la oración y la actividad pastoral, pero todavía sin un compromiso
social evidente. El país vive sumido en un caos político, donde se suceden
golpes de estado en los que el poder queda casi siempre en manos de los
militares.
En 1966 Monseñor fue elegido Secretario
de la Conferencia Episcopal de El Salvador. Comienza así una actividad pública
más intensa que viene a coincidir con un periodo de amplio desarrollo de los
movimientos populares.
Su nombramiento como obispo auxiliar de
Monseñor Luis Chávez y González, en 1970, no fue bien visto por los sectores más
renovadores: Monseñor Chávez y González y Monseñor Rivera (también obispo
auxiliar) estaban impulsando los cambios pastorales que el Vaticano II y la
Conferencia de Medellín de 1968 exigían para el desarrollo de una nueva forma
de entender el papel de la Iglesia Católica en América Latina y los
planteamientos de Monseñor Romero, nombrado además director del periódico Orientación,
eran todavía muy conservadores.
Nombrado Obispo de la Diócesis de
Santiago de María, se traslada a la misma en diciembre de 1974. El contexto político
se caracteriza sobre todo por una especial represión contra los campesinos
organizados. En junio de 1975 se producen los hechos de Tres Calles: la Guardia
Nacional asesina a 5 campesinos. Monseñor Romero llega a consolar a los
familiares de las víctimas y a celebrar la misa. No hace una denuncia pública
de lo ocurrido, como le habían pedido algunos sectores, pero sí envía una dura
carta al presidente Molina.
El nombramiento de Monseñor Romero como
arzobispo de San Salvador, el 23 de febrero de 1977, es una sorpresa negativa
para el sector renovador, que esperaba el nombramiento de Monseñor Rivera, y
una alegría para el gobierno y los grupos de poder, que ven en este religioso
de 59 años un posible freno a la actividad de compromiso con los más pobres que
estaba desarrollando la Arquidiócesis.
Sin embargo, un hecho ocurrido apenas
unas semanas más tarde, que se revelará decisivo en la escalada de violencia
sufrida en El Salvador, va a dejar clara la futura línea de actuación de
Romero: el 12 de marzo de 1977 es asesinado el padre jesuita Rutilio Grande,
que colaboraba en la creación de grupos campesinos de autoayuda y buen amigo de
Monseñor. El recién electo arzobispo insta al presidente Molina para que
investigue las circunstancias de la muerte y, ante la pasividad del gobierno y
el silencio de la prensa a causa de la censura, amenaza incluso con el cierre
de las escuelas y la ausencia de la Iglesia católica en actos oficiales.
La postura de Óscar Romero, comienza a
ser conocida y valorada por el contexto internacional: el 14 de febrero de 1978
es nombrado Doctor Honoris Causa por la Universidad de Georgetown (JUL); en
1979 es nominado al Premio Nóbel de la Paz y en febrero de 1980 es investido
Doctor Honoris Causa por la Universidad de Lovaina (Bélgica). En ese viaje a
Europa visita a Juan Pablo II en el Vaticano y le transmite su inquietud ante
la terrible situación que está viviendo su país.
En 1980 El Salvador vivía una etapa
especialmente violenta en la que sin duda el gobierno era uno de los máximos
responsables. La Iglesia calcula que, entre enero y marzo de ese año, más de
900 civiles fueron asesinados por fuerzas de seguridad, unidades armadas o
grupos paramilitares bajo control militar. De todos era sabido que el gobierno
actuaba en estrecha relación con el grupo terrorista ORDEN y los escuadrones de
la muerte.
Apenas llegado de su viaje a Europa, el
17 de febrero, el arzobispo Romero envía una carta al presidente Carter en la
que se opone a la ayuda que EEUU está prestando al gobierno salvadoreño, una
ayuda que hasta el momento sólo ha favorecido el estado de represión en el que
vive el pueblo. La respuesta del presidente estadounidense se traduce en una
petición al Vaticano para que llame al orden al arzobispo. Sin embargo, en
otros países continúa el reconocimiento a la labor de Romero: por esas mismas
fechas, recibe el premio de la Paz de Acción Ecuménica Sueca.
El cerco se cierra: a fines de febrero,
Monseñor tiene conocimiento de amenazas de muerte contra su propia persona;
Romero recibe también un aviso de amenazas de similar seriedad por parte del
Nuncio Apostólico en Costa Rica, Monseñor Lajos Kada y a comienzos de marzo es
volada una cabina de locución de la emisora YSAX, La Voz Panamericana, que
transmitía sus homilías dominicales. Los días 22 y 23 de marzo, las religiosas
que atienden el Hospital de la Divina Providencia, donde vive el Arzobispo,
reciben llamadas telefónicas anónimas que lo amenazan de muerte. Finalmente, el
24 de ese mismo mes, Óscar A. Romero es asesinado por un francotirador mientras
oficia misa en la Capilla de dicho Hospital.
1977
La Iglesia: una, santa, católica,
apostólica… y perseguida
La persecución es algo necesario en la
Iglesia. ¿Saben porqué? Porque la verdad siempre es perseguida. Jesucristo lo
dijo: «Si a mí me persiguieron, también os perseguirán a vosotros». Y por eso,
cuando un día le preguntaron al Papa León XIII, aquella inteligencia
maravillosa de principios de nuestro siglo, cuáles son las notas que distinguen
a la Iglesia católica verdadera, el Papa dijo ya las cuatro conocidas: una,
santa, católica y apostólica. «Agreguemos otras -les dice el Papa-, perseguida».
No puede vivir la Iglesia que cumple con su deber sin ser perseguida (29.5.77).
La Palabra de Dios en nuestra propia
conciencia
Vivimos muy
afuera de nosotros mismos. Son pocos los hombres que de veras entran dentro de
sí, y por eso hay tantos problemas. En el corazón de cada ser humano hay como
una pequeña celda íntima, donde Dios baja a platicar a solas con el ser humano.
Y es allí donde la persona decide su propio destino, su propio papel en el
mundo. Si cada hombre o mujer, de los que estamos tan emproblemados, en este
momento entráramos en esta pequeña celda y, desde allí, escucháramos la voz del
Señor, que nos habla en nuestra propia conciencia, cuánto podríamos hacer cada
uno de nosotros por mejorar el ambiente, la sociedad, la familia en que vivimos
(10,7.1977).
Dios no camina sobre charcos de sangre
Dios no camina por allí, sobre charcos de
sangre y de torturas. Dios camina sobre caminos limpios de esperanza y de amor
(7.8.1977).
Yo se que he caído mal a mucha gente
Si uno vive un cristianismo que es muy
bueno, pero que no encaja con nuestro tiempo, que no denuncia las injusticias,
que no proclama el reino de Dios con valentía, que no rechaza el pecado de los
hombres, que consiente, por estar bien con ciertas clases, los pecados de esas
clases, no está cumpliendo su deber, está pecando, está traicionando su misión.
La Iglesia está puesta para convertir a las personas, no para decirles que está
bien todo lo que hacen; y por eso, naturalmente, cae mal. Todo aquél que nos
corrige, nos cae mal. Yo sé que he caído mal a mucha gente, pero sé que he caído
muy bien a todos aquéllos que buscan sinceramente la conversión de la Iglesia
(21.8. 1977).
Esta es la Iglesia que yo quiero
Ahora la Iglesia
no se apoya en ningún poder, en ningún dinero. Hoy la Iglesia es pobre. Hoy la
Iglesia sabe que los poderosos la rechazan, pero que la aman los que sienten en
Dios su confianza. Esta es la Iglesia que yo quiero. Una Iglesia que no cuente
con los privilegios y las valías de las cosas de la tierra. Una Iglesia cada
vez más desligada de las cosas terrenas, humanas, para poderlas juzgar con
mayor libertad desde su perspectiva del Evangelio, desde su pobreza (28.8.77).
La riqueza un ídolo que mata
¿Qué otra cosa es la riqueza cuando no se
piensa en Dios? Un ídolo de oro, un becerro de oro. Y lo están adorando, se
postran ante él, le ofrecen sacrificios. ¡Qué sacrificios enormes se hacen ante
la idolatría del dinero! No sólo sacrificios, sino iniquidades. Se paga para
matar. Se paga el pecado. Y se vende. Todo se comercializa. Todo es lícito ante
el dinero (11 9.77).
Me glorío de estar en medio de mi
pueblo
Es cierto que me he andado yo por El
Jicarón, por El Salitre y muchos otros cantones; y me glorío de estar en medio
de mi pueblo y sentir el cariño de toda esa gente que mira en la Iglesia, a
través de su obispo, la esperanza (25.9.77).
Es necesario hacerse racional y
atender la voz de Dios
Los corazones no quieren oír ni aunque
sea un muerto el que les venga a decir: estamos muy mal en El Salvador. Esta
figura tan fea de nuestra patria no es necesario pintarla bonita allá afuera.
Hay que hacerla bonita aquí adentro, para que resulte bonita allá afuera también.
Pero mientras haya madres que lloran la desaparición de sus hijos, mientras
haya torturas en nuestros centros de seguridad, mientras haya abuso de
sibaritas en la propiedad privada, mientras haya ese desorden espantoso,
hermanos, no puede haber paz, y seguirán sucediendo los hechos de violencia y
sangre. Con represión no se acaba nada. Es necesario hacerse racional y atender
la voz de Dios, y organizar una sociedad más justa, más según el corazón de
Dios (25.9.77).
Biblia y signos de los tiempos
Además de la
lectura de la Biblia, que es Palabra de Dios, un cristiano fiel a esa Palabra
tiene que leer también los signos de los tiempos, los acontecimientos, para
iluminarlos con esa Palabra (30.10.77).
Un lenguaje que siembra esperanza
Ayer supe allá, por Santiago de María,
que ya, según algunos amigos míos, yo he cambiado, que yo ahora predico la
revolución, el odio, la lucha de clases, que soy comunista. A ustedes les
consta cuál es el lenguaje de mi predicación. Un lenguaje que quiere sembrar
esperanza, que denuncia, sí, las injusticias de la tierra, los abusos del
poder, pero no con odio, sino con amor, llamando a conversión (6.11.77).
Cómo saber si soy cristiano
Hermanos, ¿quieren saber si su
cristianismo es auténtico? Aquí está la piedra de toque. ¿Con quiénes estás
bien? ¿Quiénes te critican? ¿Quiénes no te admiten? ¿Quiénes te halagan? Conoce
allí que Cristo dijo un día: No he venido a traer la paz sino la división, y
habrá división hasta en la misma familia, porque unos quieren vivir más cómodamente,
según los principios del mundo, del poder y del dinero, y otros, en cambio, han
comprendido el llamamiento de Cristo y tienen que rechazar todo lo que no puede
ser justo en el mundo (13.11.77).
La Palabra lleva la fuerza de la
verdad
La Palabra es fuerza. La Palabra, cuando
no es mentira, lleva la fuerza de la verdad. Por eso hay tantas palabras que no
tienen fuerza ya en nuestra patria, porque son palabras mentira, porque son
palabras que han perdido su razón de ser (25.11.77).
Queremos ser la Iglesia que lleva el
Evangelio auténtico
Un Evangelio que no tiene en cuenta los
derechos de los hombres, un cristianismo que no construye la historia de la
tierra, no es la auténtica doctrina de Cristo, sino simplemente instrumento del
poder. Lamentamos que en algún tiempo nuestra Iglesia también haya caído en ese
pecado; pero queremos revisar esta actitud y, de acuerdo con esa espiritualidad
auténticamente evangélica, no queremos ser juguete de los poderes de la tierra,
sino que queremos ser la Iglesia que lleva el Evangelio auténtico, valiente, de
nuestro Señor Jesucristo, aun cuando fuera necesario morir como Él, en una cruz
(27.11.77).
La Iglesia espera una liberación cósmica
La liberación que la Iglesia espera es
una liberación cósmica. La Iglesia siente que es toda la naturaleza la que está
gimiendo bajo el peso del pecado. ¡Qué hermosos cafetales, qué bellos cañales,
qué lindas algodoneras, qué fincas, qué tierras, las que Dios nos ha dado! ¡Qué
naturaleza más bella! Pero cuando la vemos gemir bajo la opresión, bajo la
iniquidad, bajo la injusticia, bajo el atropello, entonces duele a la Iglesia y
espera una liberación que no sea sólo el bienestar material, sino que sea el
poder de un Dios que librará de las manos pecadoras de los hombres una
naturaleza que, junto con los hombres redimidos, va a cantar la felicidad en el
Dios liberador (11.12.77).
Hay muchos templos, pero lo que
importa son ustedes
Hermanos, no
contemos la Iglesia por la cantidad de gente, ni contemos la Iglesia por sus
edificios materiales. La Iglesia ha construido muchos templos, muchos
seminarios. Lo que importa son ustedes, las personas, los corazones, la gracia
de Dios dándoles la verdad y la vida de Dios. No se cuenten por muchedumbres,
cuéntense por la sinceridad del corazón con que siguen esta verdad y esta
gracia de nuestro Divino Redentor (19.12.77).
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