Buscados por la sed de Jesús: primera
meditación en los Ejercicios del Papa
El Papa Francisco y los miembros de la Curia Romana, en su
primer día de Ejercicios en la casa Divino Maestro, asistieron a la primera
meditación del padre José Tolentino de Mendonça, sobre el pasaje evangélico de
Juan dedicado al encuentro de Jesús y la samaritana en el pozo de Jacob
Jesús sentado en el pozo de
Jacob le pide a la samaritana: “Dame de beber” nos maravilla, nos deja inermes
por el estupor. Un judío que habla con una mujer de Samaría, poblada por
disidentes con los cuales los judíos estaban de acuerdo, nos sorprende como
Jesús que se dirige a nosotros para preguntarnos: “Dame lo que tienes. Abre tu
corazón, dame lo que eres”. Comienza con estas palabras la primera meditación
de don José Tolentino de Mendonça en los Ejercicios Espirituales de Cuaresma
para el Papa y la Curia Romana propuesta esta tarde en la capilla de la Casa
Divino Maestro de los Paulinos de Ariccia.
Aprendices
del estupor
En la meditación, el teólogo
y poeta portugués, vicerrector de la Universidad Católica de Lisboa, ha elegido
como tema de sus predicaciones “El elogio de la sed” y en la introducción
titulada “Aprendices del estupor” comenta la primera parte del relato de Juan
(Jn 4, 5-24) sobre el encuentro entre Jesús y la samaritana en el pozo.
El pedido de Jesús provoca en nosotros perplejidad y desconcierto porque “somos nosotros los que hemos venido a beber” al pozo y sabemos que la sed es fatiga y necesidad. Pero Jesús está cansado por el viaje y está sentado cerca del pozo. Y, en el Evangelio, aquellos que están sentados para pedir, recuerda el padre Tolentino, son los mendigos. También Jesús mendiga, el suyo “es un cuerpo que experimenta la fatiga de los días: extenuado por la atención amorosa por los otros”. No es sólo el hombre a ser mendigo de Dios. “También Dios es mendigo del hombre”.
El pedido de Jesús provoca en nosotros perplejidad y desconcierto porque “somos nosotros los que hemos venido a beber” al pozo y sabemos que la sed es fatiga y necesidad. Pero Jesús está cansado por el viaje y está sentado cerca del pozo. Y, en el Evangelio, aquellos que están sentados para pedir, recuerda el padre Tolentino, son los mendigos. También Jesús mendiga, el suyo “es un cuerpo que experimenta la fatiga de los días: extenuado por la atención amorosa por los otros”. No es sólo el hombre a ser mendigo de Dios. “También Dios es mendigo del hombre”.
Con su
debilidad vino a buscarnos
Con su debilidad – continúa
el padre Tolentino – Jesús “vino a buscarnos”. “En lo más abismal y nocturno de
nuestra fragilidad, sintámonos comprendidos y buscados por la sed de Jesús”.
Que no es una sed de agua, es más grande: “Es sed de alcanzar nuestras sedes,
de entrar en contacto con nuestras heridas”. Nos pregunta: “Dame de beber”.
“¿Le daremos? ¿Nos daremos de beber los unos a los otros?” pregunta el padre
José.
Reconozcámonos llamados, porque es el Señor que toma la iniciativa de venir a nuestro encuentro. “Por grande que sea nuestro deseo, el deseo de Dios es aún mayor”. Y cuando Jesús dice a la mujer lo verdadero de su vida, “esto no la humilla ni la paraliza. Más aun, se siente visitada por la gracia, liberada por la verdad del Señor”.
Reconozcámonos llamados, porque es el Señor que toma la iniciativa de venir a nuestro encuentro. “Por grande que sea nuestro deseo, el deseo de Dios es aún mayor”. Y cuando Jesús dice a la mujer lo verdadero de su vida, “esto no la humilla ni la paraliza. Más aun, se siente visitada por la gracia, liberada por la verdad del Señor”.
Dios sabe
que estamos aquí y nos abraza
Sintámonos abrazados,
concluye el padre Tolentino, porque “Dios sabe que nosotros estamos aquí”. Y en
estos días, “desaprendemos, para aprender aquella gracia que hará posible la
vida dentro de nosotros”. En nuestro íntimo decimos: “Señor, yo estoy aquí en
espera de nada”. Que es como decir: estoy solamente en espera de ti, “en espera
de aquello que tú me das”.
Desde el lunes 19 hasta el
viernes 23 de febrero, las jornadas del Papa y de sus colaboradores en la Casa
Divino Maestro en Ariccia se abrirán a las 7.30 de la mañana con la celebración
de la misa, seguida por una primera a las 9.30. A las 16 se tendrá la segunda
meditación, que precederá la oración de las vísperas y la adoración eucarística.
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