La REPAM quiere ser voz que grita esperanza y profecía en la selva
Los
conocimientos van cambiando la vida de la gente. En la Amazonía las vivencias son fuente de
sabiduría, tan válida como la dimensión intelectual. Todo eso
hace que momentos aparentemente sencillos se conviertan en relevantes,
especialmente cuando se trata de los pueblos originarios y campesinos
amazónicos.
Este jueves, 8 de noviembre, se
clausuraba en Jaén,
Perú, la II
Escuela de Derechos Humanos de la Red Eclesial Panamazónica – REPAM,
en la que han participado 18 hombres y mujeres, representando a 6 países,
movidos por una opción de lucha y resistencia, junto con 5 acompañantes, que a
lo largo de un mes y 208 horas de clases, han ido profundizando en los Derechos
Humanos, en documentación y en incidencia, “algo que debe ser reconocido pues
supone un enorme esfuerzo”, como señala Mauricio López, Secretario Ejecutivo de
la REPAM.
Los contenidos del curso han
sido profundos, de excelencia absoluta, porque son además impartidos por personas que trabajan todos los días
en la realidad amazónica y que la conocen como ninguno, el
Equipo Itinerante, el Consejo Indigenista Misionero, el Centro Amazónico de
Antropología y Aplicación Práctica – CAAAP, de Perú, instancias especializadas
de la Pontificia Universidad Católica del Perú, el Centro de Investigación y
Educación Popular – CINEP, de Colombia, la Caritas Española y la Universidad
Antonio Ruiz de Montoya, cada uno sumando fuerzas y conocimientos, pero
haciendo que éstos sean relevantes para la vida de las personas y sobretodo
tejiendo, desde los propios casos, territorios, sus luchas y sus historias.
Junto con quienes han impartido los conocimientos, se han hecho
presentes la Secretaría Ejecutiva de la REPAM, a través de un Equipo
específico, del que han formado parte la asesora jurídica y la responsable de
comunicación, que han sostenido este proceso junto con el apoyo del Equipo
Itinerante y de la Compañía de Jesús.
Según López, en este tiempo
“hemos escuchado muchas, muchas
historias de vulnerabilidad, de fragilidad, de sentimiento de soledad y de
necesidad urgente de contar con las herramientas adecuadas”.
Todo ello ha tenido como consecuencia que “ahora nos sentimos entretejidos y entrelazados, con
más herramientas”, en un proceso que no termina con la clausura de la escuela,
sino que “entra en una nueva etapa de ir contagiando, compartiendo, sumando
fuerzas en cada territorio, con las redes locales para que estos líderes y los
agentes de pastoral que los acompañan, vayan también siendo una sola voz, una
voz que grita en el desierto, una voz que grita en la selva, una voz que grita
esperanza y grita profecía”, afirma Mauricio López.
En realidad, muchos se preguntan, como también hace el
Secretario Ejecutivo de la REPAM, “¿qué hace una red como la Red Eclesial
Panamazónica desarrollando todo un proceso formativo para la defensa de los
derechos humanos de los pueblos panamazónicos habiendo tantas instituciones especializadas,
con años de experiencia trabajando en este sentido?”.
El propio Mauricio López
encuentra una respuesta cuando dice que “porque es urgente, imprescindible e
inminente la situación
de agravamiento de toda la dinámica de vida de las
personas que habitan en el territorio Panamazónico, sobre todo de pueblos
originarios y de comunidades campesinas”. En ese sentido, no podemos negar que
la actual coyuntura política en la región no está ayudando en nada a la mejora
de las condiciones de vida de estos pueblos, con una invasión de grandes
proyectos que sólo pretenden expoliar las grandes riquezas naturales que la
región contiene.
Vivimos en una sociedad, algo
que se acentúa en la región amazónica, en la que muchos de los procesos que
existen, que pueden ser extraordinarios en sus contenidos, no llegan a estas
personas o incluso el nivel de éstos no es adaptado para una realidad de
defensores y luchadores. Como reconoce Mauricio López, “el problema no está en las personas,
como muchas veces nos han hecho creer, el problema está en que creamos toda una
serie de institucionalidades, estructuras y contenidos que no acompañan ni
empoderan la vida de las personas concretas”.
No podemos olvidar, según él
mismo afirma que “son ellas y ellos los que todos los días dan la vida,
resisten y luchan, y eso es lo que la REPAM hace, crea condiciones donde no las
hay para acompañar a gritos específicos que no son propios, que son de ellas y
de ellos, de los pueblos y de las comunidades, y busca por todos los
medios acercar herramientas
que sean relevantes para sus vidas, que les permitan
responder a las difíciles situaciones que se tienen que topar todos los
días". Por otro lado, como afirma su Secretario Ejecutivo, "una red
como la REPAM tiene todas las condiciones para articular un sin número de
presencias, personas, universidades, que hace total sentido para acompañar
estas vidas”.
Por encima de los
conocimientos adquiridos, lo más destacado al finalizar la escuela es ver
como las vidas se
entrelazan, como los participantes se van haciendo familia,
sembrándose en el corazón los unos y los otros. Esto tiene como consecuencia,
como reconoce Mauricio López, que “se
va tejiendo una red de resistencia mucho más grande que los propios contenidos
que se dan”. Desde ahí, él ve como próximo paso, “un proceso
documental, de afirmar los rostros, de hacer que la voz florezca y que, poco a
poco, se vaya configurando esa argumentación desde el sustento vital, para
decir existimos, queremos vivir y queremos que se nos respeten los derechos”.
Después de esta segunda fase el objetivo es que muchas de estas
voces puedan ser llevadas a instancias internacionales. Es ese sentido, su
Secretario Ejecutivo, señala que hoy la REPAM agradece la gran amistad en la
misión con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, con la Relatoría de
los Pueblos Indígenas de Naciones Unidas, con instancias especializadas en la
Unión Europea, con redes eclesiales en el Norte planetario, que se sienten
Amazonía y quieren amazonizar el mundo.
Por eso, la clausura de la Escuela de Derechos Humanos es
momento en que “comienza la resistencia y es una resistencia en comunión,
hoy es el día en que no nos sentimos solos y que vamos a afirmar esta certeza
de caminar juntos, como Red Eclesial Panamazónica, porque eso somos, somos un camino de esperanza en
medio de la profunda fragilidad”, concluye Mauricio López.
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