¿Analógico en estado puro?
Cuarto domingo ya del Adviento. Se encenderá la cuarta vela.
Este año, esta vela alumbrará casi toda la semana. No suele ser habitual. Pero
este año toca así. Curiosidades. Tendremos más tiempo para reflexionar sobre
aquello que nos traemos entre manos. ¿Qué te traes entre manos, Leyente amigo,
en estos días de diciembre de 2021?
Yo me traigo entre manos esta tarea que estoy haciendo ahora:
escribir. A alguien que me conoce le ha debido de llamar la atención esto
porque me ha dicho en varias ocasiones que siempre estoy escribiendo. Y ya
le tengo dicho que escribir es la mejor manera de leer. ¿No eran ambas tareas
las primeras de nuestra infancia escolar? Aprender a leer, a escribir y los
números. Analógico en estado puro. Un cimiento de roca, de roca siempre viva.
A estas alturas de la vida, uno se hace más consciente de la
inmensidad oceánica que le queda por leer. Y si esta tarea de la lectura está
en mi caso tan en mantillas, soy consciente de que la tarea por escribir está
aún más allá atrás de las mantillas. Y el tiempo se acaba, aunque sea aún muy
largo y alargado su horizonte. Así que toca 'perimetrar' (¿les suena
la palabreja?), acotar, seleccionar, discernir... a cada paso del camino
qué leer y qué escribir.
Cada semana encuentro más sentido leer la página evangélica que
se debe anunciar cada domingo en las liturgias y luego escribir una página de
cinco a siete párrafos. No es tanto. O sí. Muchas veces he pensado que esto
de leer el Evangelio y esto de escribir sobre el Evangelio es como el
respirar, consciente o inconsciente, para seguir vivo. Y esto es lo que me
traigo entre manos en estos días del Adviento. Espero no quedar
defraudado de mí ni en el Adviento ni más adelante en lo que
esta iglesia nuestra llama 'Tiempo Ordinario'. Leo, respiro; escribo,
vivo.
Esta es la razón por la que estoy Contigo. Respiro. Tú me
mantienes vivo. Nos vivimos, podría decirse. Y esto, ¿no es un camino
compartido?, ¿no es una experiencia de profunda sinodalidad?
Estos eran algunos de mis devaneos mentales mientras contemplaba
el encuentro de aquellas dos mujeres de las que nos escribió, en rigurosa
exclusiva, Lucas el Evangelista. He leído la historia de Lucas y me he atrevido
a imaginar tantos encuentros entre las dos, tantos diálogos, tantas risas,
Tantos miedos, tanta experiencia... Tres meses de convivencia de dos madres dan
para toda una historia de salud (¡qué otra cosa es la salvación!). Dan
para tanto que no es necesario ni que aparezcan los maridos o padres, sean
quienes sean. Por si me voy pasando de frenada, dejo aquí de escribir sobre
esto.
He añadido una segunda página perteneciente a un libro como
suelo recomendar cada semana. Seguramente que no tiene, esta página
perimetrada, demasiada relación con la narración lucana del encuentro de Isabel
con María. Pero dejo dicho ahora que si se tiene la oportunidad de hacerse
con ese libro no se pierda la ocasión. Si ya se tiene a mano el tal libro de
Alberto Maggi, conviene leerse, por ejemplo, el capítulo que comienza en la
página 111. Y nunca se deje uno sin leer las dos páginas del 'Contenido'
(7-8).
A continuación el comentario semanal y la referencia del libro
recomendado. Ambas páginas están también en el archivo adjunto.
Domingo 4º de Adviento C (19.12.2021): Lucas 1,39-45
Así lo comento y comparto CONTIGO: ¡Mujeres y niños...!
Bendita tú y bendito el fruto de tu vientre
Hemos llegado al
cuarto domingo llamado del Adviento porque se nos está anunciando la cercanía
de la Navidad. Y por estar en el año C dedicado a la lectura del Evangelio de
Lucas se nos invita a las gentes de la celebración eucarística a que
escuchemos, meditemos y comprendamos el relato de Lucas 1,39-45 que
popularmente se le conoce como ‘la visita de María a su prima Isabel’. Según se
nos va a leer, esta visita sucede “en aquellos días”. ¿Qué días?
Los oyentes de la
palabra ignoran lo que sucede anteriormente y lo que acontecerá después. ¿Cómo
les será posible a estos oyentes situarse en el relato y comprender el mensaje
que se nos quiso transmitir por el narrador de la Buena Noticia? El proclamador-sacerdote
de este relato leerá lo prescrito para la liturgia y luego comentará en su
homilía lo que mejor le parezca, ya se trate de la cercanía de la Navidad o de
la importancia del misterio de los belenes o de las iluminaciones de las
ciudades para recordar los misterios de la fe... Todo esto estará bien y será
oportuno comentarlo, pero la narración de Lucas y su mensaje, ¿dónde quedarán?
Volveré a dejar
escrito que el relato de Lucas 1,5 hasta 2,52 debe leerse
siempre de principio a fin y completo. No sé si esto debe hacerse en una sola
liturgia o en siete o en ocho o en una semana, o en dos meses; pero siempre
debe hacerse de manera ordenada y completa. Antes de ponerse en plan de
intérprete, todo creyente consciente de su fe debe conocer en todos sus
detalles este relato de la ¡Infancia de Jesús de Nazaret!, que sólo y en
exclusiva nos ha narrado este Evangelista. La Infancia de Jesús que puede
leerse en Mateo es tan distinta como distante de ésta. Los evangelistas Marcos
y Juan ¡¡¡nada contaron de esta Infancia de su Jesús, el laico!!!
Para comprender esta
Infancia del Evangelista Lucas debemos releer despacio, al menos, los capítulos
séptimo, octavo y noveno del Libro del profeta y sabio Daniel en los que se
cuenta la gran esperanza de los creyentes judíos en la llegada de un MESIAS
LIBERADOR de todo mal, de toda opresión, de toda violencia, de toda dominación
y esclavitud. El Evangelista Lucas ha comprendido que este Mesías Liberador fue
y lo seguirá siendo aquel judío del norte llamado Jesús de Nazaret. En esta
persona de carne y hueso se ha hecho realidad el sueño judío y han sido dos
mujeres las personas conscientes de que el Dios en quien creían tiene razón.
Pero...
Pero se ha de leer
muy detenidamente la obra completa de este Evangelista, porque su Jesús de
Nazaret, el hijo de María será un Mesías a su manera, sorprendente, tal vez
incluso muy extraño. El encuentro personal de estas dos mujeres debemos leerlo
muy despacio con el atrevimiento de llegar a imaginárnoslo.
En el origen de este
nuevo mesianismo, el más serenamente humano y revolucionario de la historia
humana, según nos cuenta Lucas, existen mujeres y niños; quizá fue posible solo
por las mujeres -ancianas o jóvenes- y por sus hijos, Juan el Bautista y Jesús
de Nazaret que comenzaron a verse de tú a tú con unos treinta años. Benditas
mujeres y benditos sus hijos. Carmelo Bueno Heras.
CINCO MINUTOS con la otra Biblioteca de la BIBLIA entre las
manos
Tú
y yo, entre otras muchas actividades, solemos también leer. En ocasiones, quedamos
sorprendidos por lo que leemos. Es más, y nos ocurre a veces, llegamos a pensar
que lo que leemos nos hubiera gustado haberlo escrito nosotros mismos. Por esta
sola razón, me he decidido a compartir CONTIGO, semana a semana, durante este
año eclesiástico, 52 libros.
Ahora, Semana 4ª:
19.12.2021. Cita de: Alberto Maggi, Cómo leer el Evangelio y no perder la
fe, El Almendro, Córdoba, 1999.
Al talante abierto demostrado por el letrado, responde Jesús con
una invitación implícita: ‘No estás lejos del reino de Dios’ (Mc 12,34) [...]
Todo el que está por el bien del hombre no se halla lejos del
reino, pero para entrar en él es necesaria la
conversión, un cambio radical de mentalidad en la escala de los valores que
regulan la propia existencia, renunciando a toda clase de prestigio para poder
poner la propia vida al servicio de los hombres.
Por esto Jesús, al
único letrado que se había ofrecido voluntariamente a seguirlo (Maestro, te
seguiré adonde quiera que vayas), le había objetado: Las zorras tienen madrigueras...
(Mt 8,19-20). Mientras la Escritura enseñaba que no se puede fiar uno de un
hombre que no tiene un nido (Eclo 36,27), Jesús avisa, al letrado, acostumbrado
a los primeros puestos (Mc 12,39), que, para seguirlo hay que abandonar toda
ambición de honores y de prestigio, aceptar ser considerados los últimos de la
sociedad y valer menos que los animales considerados más inútiles (los pájaros,
Lc 12,6; Mt 6,26) e insignificantes (las zorras, Ne 3,35; P. Ab. 4,20).
Una invitación. Una
propuesta. Pero el letrado no da la adhesión a Jesús. Permanece con su saber
teológico que no se transforma en práctica. Para él se trataba solamente de una
cuestión teórica (dicen, pero no hacen, Mt 23,3), y no da el paso de la
adhesión a un Jesús que lo invitaba a colaborar de hecho en la construcción de
una sociedad nueva (el reino), desembarazándose de todo elemento de injusticia,
de toda pretensión de superioridad.
La reacción de Jesús
es inesperadamente dura. Comienza ridiculizando la enseñanza de los letrados,
demostrando su inconsistencia (Mc 12,35-37), invitando a la gente a abrir los
ojos y a librarse de su dominio: aquellos que pretenden ser los guías
espirituales del pueblo no sólo no entrarán en el reino, sino que impiden el
acceso incluso a los que quisieran entrar en él (Mt 23,13).
La invectiva termina
poniendo en guardia ante esta categoría de personas, cuya religiosidad así
exhibida y ostentada esconde en realidad intereses inconfesables (Mc 12,38-40).
En compañía de Jesús se encuentran descreídos y pecadores, pero no los
pertenecientes a la jerarquía religiosa que en los evangelios son presentados
siempre hostiles a Jesús hasta el punto de quererlo muerto. Personas y lugares
religiosos se revelarán los más peligrosos para el Hombre-Dios. En una sinagoga
se tomará la decisión de asesinarlo (Mc 3,1-6) y en el templo intentarán
apedrearlo (Juan 10,31-33). La condena de Jesús a muerte emanará del más alto
cargo religioso del país, el sumo sacerdote, con la aprobación de todo el
Sanedrín: setenta y una excelentísimas y reverendísimas personas que
desencadenarán contra Jesús todo su rencor escupiéndole en la cara,
abofeteándolo, golpeándolo y mofándose de él (Mt 26,65-68).
Texto leído en las páginas 59 a 61 bajo el título ‘LOS
LETRADOS: SI LOS CONOCES, EVÍTALOS’
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