sábado, 13 de enero de 2024

El día a día del sentido común - Domingo 2º del Tiempo Ordinario B (14.01.2024): Juan 1,35-42 (Escucho que Jesús me dice ‘¿Quién soy?) y CINCO MINUTOS semanales con el Evangelio de Marcos (Semana 7ª (14.01.2024): Marcos 2,1-12 Perdonar pecados era entonces igual que sanar parálisis).

 

El día a día del sentido común

El año nuevo de 2024 ha cumplido con este domingo su segunda semana. Quedan por delante otras cincuenta. Dos son poquitas y parece que cincuenta son muchísimas. Cuestión sencilla de pura relatividad. En asuntos del tiempo no existen las prisas. Éstas pertenecen a las neuronas de las personas. 

Con la llegada del nuevo año nada se paró automáticamente. Siguió una guerra en Ucrania, continuó otra en PalestinaIsrael, siguieron llegando pateras desde África hacia Europa y... ¡ese balón seguía yendo de portería en portería como un zombi ilustrado que es capaz de levantar pasiones y hundir proyectos en los que se ventilan muchos puñados de dinero!... 

La vida sigue... La vida es bella... Y aquí estamos tú y yo. No somos dos, sino muchos. Tal vez, muchos más de lo que nos imaginamos. Nos agradecemos esta presencia tan real y verdadera como lo es el sol y la luna y el universo que existe aunque ni nos atrevamos a imaginarlo.

Te deseo, leyente creyente, que el aire no te abandone y que dispongas de la cantidad de agua suficiente para no tener que lamentar su ausencia. Y ya puesto en la plataforma de los deseos, que nos acompañe la salud, esa realidad que nos hace sentirnos bien sin tener que auscultarnos en exceso.

Aire, agua y salud para recorrer el camino de la vida con una sonrisa en la cara y una canción en el corazón. Gracias a la vida...

Y si conseguimos leer y escribir algo...

Y si conseguimos viajar a alguna parte...

Y si conseguimos alcanzar...

Y si...

Así iremos sabiendo saborear el menú del aprendizaje constante y consciente que se llama felicidad...

Nos deseamos un feliz día a día.

A continuación se encuentran los comentarios evangélicos del domingo día 14 de enero.

También se les puede encontrar en el archivo adjunto.

Carmelo Bueno Heras.

 

Domingo 2º del Tiempo Ordinario B (14.01.2024): Juan 1,35-42. Respiro, vivo y sigo escribiendo CONTIGO:

Escucho que Jesús me dice ‘¿Quién soy?

Para el segundo domingo del mes de enero, el dicasterio vaticano nos propone la lectura Evangélica de Juan 1,35-42. Me atrevo a abrir la biblia que me acompaña y buscar en ella este relato. Y constato que comienza así: “Al día siguiente, Juan Bautista se encontraba allí con dos de sus discípulos y ve a Jesús que pasa…” (Juan 1,35). Mi curiosidad lectora me lleva a constatar también que la expresión ‘Al día siguiente’ la encuentro no sólo en este versículo 35, sino también antes, en el versículo 29; y también después, en el versículo 45. Es decir, me conviene leer despacio todo el relato de este narrador desde Juan 1,29 hasta 1,51.

Este ejercicio me permite identificar en la narración a las siguientes personas de carne y hueso y por este orden: Jesús (luego se nos dice que era hijo de José, el de Nazaret), Juan (el bautizador), Andrés y su anónimo acompañante, Simón Pedro, otro Juan (que es el padre de Simón Pedro), Felipe (el de Betsaida) y Natanael. Cuento y me salen nueve personas. De las cuales, tres permanecen en silencio:

José, el padre de Jesús (v. 45). Es lógico que no hable, porque sólo es una persona aludida.

Simón Pedro, que sólo escucha lo que se dice de él (v. 42). Sorprende que esté callado.

Y Juan, el padre de Simón Pedro (v. 42). Es lógico que calle por ser sólo una persona aludida.

Las otras seis personas hablan, más o menos, y todas dicen o confiesan algo sobre Jesús:

Juan el bautizador llama a Jesús ‘el Cordero de Dios’ (v. 29 y 36) y ‘el Elegido de Dios’ (v. 34).

Andrés y su anónimo acompañante llaman a Jesús ‘Rabbí, el Maestro’ (v. 38).

Andrés llama a Jesús ‘el Mesías, el Cristo’ (v.  41).

Felipe llama a Jesús ‘Jesús el hijo de José, el de Nazaret’ (v. 45).

Natanael llama a Jesús ‘Hijo de Dios’ y ‘Rey de Israel’ (v. 49).

Y Jesús se identifica y nombra él mismo como ‘el Hijo del hombre’ (v 51).

Dedico ya mi comentario a lo contado por el Evangelista en el segundo de estos tres días (Juan 1,35-42). Me llama la atención que sean Andrés y su acompañante los dos primeros seguidores de Jesús, según este narrador. Los tres Evangelios sinópticos (Marcos, Mateo y Lucas) nos han transmitido que fue Pedro el primero en seguir a Jesús y así se le suele considerar en la tradición de la Religión católica. ¿Importa mucho o poco este dato? ¿Recordamos en nuestra Iglesia vaticana la existencia de algún papa llamado Andrés?

Es Andrés, precisamente aquí en el Evangelio de Juan, quien confiesa abiertamente que Jesús de Nazaret es el Mesías (en hebreo), el Cristo (en griego). Esta confesión difiere muy explícitamente de la confesión de Pedro según se puede leer, por ejemplo, en Mateo 16,16. Además, en este cuarto Evangelio es Andrés quien confiesa el mesianismo de Jesús y, en cambio, Pedro permanece mudo. ¿Puras curiosidades mentales? Tal vez sí. O no.

En este contexto en el que me ha situado el Evangelista no dejo de imaginarme que es el propio Jesús quien me dice mientras me mira: ¿Quién dices que soy yo?  Carmelo Bueno Heras

 

CINCO MINUTOS semanales

con el Evangelio de Marcos entre las manos para leerlo y meditarlo completo y de forma ordenada, de principio a fin.

Semana 7ª (14.01.2024): Marcos 2,1-12

Perdonar pecados era entonces igual que sanar parálisis. Al comenzar la lectura del capítulo segundo del Evangelio de Marcos encontramos una de las marcas de la narración que ya suenan familiares al lector crítico: “Después de algunos días entró [en singular, Jesús] de nuevo en Cafarnaún y corrió la voz de que estaba en casa (2,1). Si también leemos ahora el comienzo del capítulo tercero nos ayudará a comprender bien todo lo dicho en el segundo: “Entró de nuevo en la sinagoga [en singular, de nuevo, Jesús] (3,1). Y por completar las tres marcas textuales leemos poco más adelante: “Jesús se retiró con sus discípulos a orillas del lago-mar y lo siguió una gran muchedumbre de Galilea…” (Marcos 3,7).

He destacado en negrita ‘casa-sinagoga-mar’ porque al leer el texto muchos investigadores de la exégesis, la hermenéutica y la interpretación crítica del texto bíblico ya constataron esta peculiar forma de contar los acontecimientos que suceden en la experiencia de las personas. Es una forma de decir las cosas. Es un género literario, o molde, en el que se vierten los mensajes que se desean comunicar. ¿Fue algún Dios quien inspiró esta manera de escribir? Fue, con seguridad, algún humano, mujer u hombre, que así le pareció bien expresarse. ¡Todo el libro de Rut, por ejemplo, está escrito usando este mismo género literario que estamos identificando en el relato de Marcos y que se denomina ‘palindromía’! En sencillo, ‘bocadillo’.

Después de esto, retomamos el capítulo segundo de nuestro Evangelio de Marcos, que nos sitúa a Jesús y los suyos -de nuevo en Cafarnaún y en casa- donde estuvo hacía muy poquito (1,29-34). En ambas casas están ocurriendo sucesos muy parecidos. La enfermedad de la suegra de Simón, la curación de toda clase de enfermedades y la ‘des-paralización de un paralítico’. Tan impedido debía de estar que no había otra forma de transportarle que no fuera una camilla llevada entre cuatro personas, ¡dispuestas a todo hasta estar de tú a tú con Jesús!

Este relato de Marcos 2,1-12 parece estar en clara contradicción con lo que ya sabemos que el narrador nos ha contado en 1,37-38: “Todos te buscan… Vámonos a otra parte”. Pues, ha vuelto y toda la gente del poblado ha acudido a recibirlo y a escuchar su mensaje (2,2). ¿Por qué, María Magdalena, narradora de estos hechos, nos vuelves a dejar en suspenso sobre el contenido de este mensaje de Jesús de Nazaret tanto en la sinagoga de antes como en esta casa de ahora? ¿Mateo nos hubiera puesto en boca de Jesús el largo discurso de las bienaventuranzas? ¿Lucas nos hubiera contado la lectura y comentario que hace Jesús de los anuncios del profeta Isaías?

Y una vocecita de mis adentros de lector contemplativo me susurra que el contenido de este mensaje está muy claro cuando se sigue leyendo el relato. Jesús enseña a la gente cosas sobre la vida y lo religioso que no se solían decir en público por miedo a la Religión oficial de los Sacerdotes de la Ley y del Templo. Entre la gente que escucha la enseñanza de Jesús había maestros de la Ley que se escandalizaron del decir y del hacer de Jesús: “Tus pecados te son perdonados… Levántate, toma tu camilla y camina” (2,5-11).

Perdonar pecados era entonces igual que curar la parálisis. Aquella Ley de los maestros, de la institución del Templo de Jerusalén y del Sacerdocio eran los causantes de todo tipo de parálisis en las personas. Esto pasaba entonces y sigue sucediendo hoy por ignorar quién fue Jesús de Nazaret. Carmelo Bueno Heras. En Burgos, 8 de enero de 2017.

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