domingo, 14 de abril de 2024

Vivir es, también, recrear y recrearse. - Domingo 3º de Pascua B (14.04.2024): Lucas 24,35-48 (Comensalidad-Sinodalidad: De dos en dos) y CINCO MINUTOS semanales con el Evangelio de Marcos (Semana 20ª (14.04.2024): Marcos 5,21-43 ¿Era la Ley de Moisés una luz o una cadena?).

 

Vivir es, también, recrear y recrearse.

Hace cuarenta años estábamos en 1984. ¿Qué hacíamos por aquella primavera de entonces? Personalmente llevaba viviendo en Madrid desde hacía nueve meses. Y aquí sigo todavía. Y con las mismas cosas entre manos, aunque no de la misma manera. Cada uno de cuantos leemos esto sabemos muy bien quiénes éramos y cómo nos encontrábamos. Seguramente lo tenemos todo clarito y recordamos de 'pe a pa' cuanto nos sucedió por aquellos días, semanas y meses. O, quizá, hay demasiadas cuestiones que ya se nos han perdido en los baúles de la memoria y necesitamos que algo o alguien nos aireen los polvos del olvido. ¿Nos vemos igual cuando nos vemos ante el espejo? ¿Pensamos lo mismo de los mismos asuntos? ¿Qué queda de los sueños de entonces? ¿Estamos empapados en los mismos planes o proyectos? Las personas de nuestro entorno por aquellas fechas, ¿siguen siendo las mismas? ¿Qué asuntos han cambiado dentro y fuera de mí? ¿Qué otras realidades de mis adentros y de mis entornos permanecen?

Cuarenta años, tal vez, no sean demasiados años. Cuarenta años habían pasado también desde la muerte de un judío laico y galileo llamado Jesús de Nazaret hasta cuando uno de sus cuatro primeros biógrafos se aventuró a contarnos, a su modo, qué fue de él y cómo hacerlo presente. Estoy evocando la tarea evangelizadora del narrador Lucas que nos habló de él mientras se iban sucediendo los años de la década de los setenta del siglo primero después de Cristo. Cada vez me atrevo a pensar con mayores motivos que la tarea de éste y de los demás Evangelistas no fue plasmar la historia tal cual le fue sucediendo año tras año a su Jesús en el que creía. Creo más bien que se atrevió a 'recrear' a su modo la aventura humana de su biografiado Jesús. Se atrevió a recrear. Así fue la aventura de su fe. Y así nos la compartió. Y si él se atrevió a recrear su fe o desde su fe, podemos también nosotros aventurarnos a recrear nuestra fe y a compartirla también y así, a nuestro modo. 

Desde hace cuarenta años y más somos los mismos, tú y yo, pero no iguales en todo lo de entonces, sino recreados. Conscientemente. Y en este camino que es el vivir, seguimos creciendo, humanizados... Creo.

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Y también, prosigo la meditación contemplativa de 'esas otras cositas de la fe' que tienen que ver con nuestras populares, o no tan populares, tradiciones pastorales o pastoriles. Por eso, me vuelvo a repetir el mantra de mis saludos o silencios en una semana más de este curioso año de mis preocupaciones:

Buenos días, 

humanísima 

trinidad de Nazaret,

Jesús, José

y María.

071. Reina y Madre la Virgen de Covadonga

072. Reina y Madre la Virgen de la Fuensanta

073. Reina y Madre la Virgen de la Candelaria

074. Reina y Madre la Virgen de Aránzazu

075. Reina y Madre la Virgen de Guadalupe

076. Reina y Madre la Virgen del Pilar

077. Reina y Madre la Virgen de los Desamparados

Mi jaculatoria: Que me devuelvan a la Señora María.

Y añado:

Vive Jesús en nuestros corazones. Siempre.

A continuación se encuentran los dos comentarios de este domingo día 14 de abril.

Carmelo Bueno Heras

 

Domingo 3º de Pascua B (14.04.2024): Lucas 24,35-48. Respiro, vivo y sigo escribiendo CONTIGO:

Comensalidad-Sinodalidad: De dos en dos

En la liturgia de este domingo, día 14 de abril, escucharemos estas palabras en el comienzo de la proclamación del Evangelio: “En aquel tiempo, los discípulos de Jesús contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. Estaban hablando de estas cosas, cuando él se presentó en medio de ellos y les dice: «Paz a vosotros». Pero ellos, aterrorizados y llenos de miedo, creían ver un espíritu. Y él les dijo: «¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro corazón?” (Lucas 24,35-38).

 

Según mi costumbre abro la biblia para ‘situar’ este texto en medio del relato que el Evangelista tejió según los criterios de su inspiración de creyente. Constato que es muy enriquecedor atreverse a leer completo este último capítulo de la ‘biografía del Jesús de Nazaret’ del narrador Lucas. Capítulo completo. Capítulo dedicado a contar ‘a su modo’ que su Jesús de Nazaret resucitó y sigue vivo y presente en los corazones de sus seguidores. Sólo así comprendo que aquel judío de Nazaret de Galilea sigue estando vivo allí donde un viviente, sea quien sea, conserva un espacio en sus adentros para cualquier otro viviente, sea quien sea.

 

Comprendo que aquellos discípulos de Jesús descubrieran que él estaba en sus corazones y que se atrevieran a compartirlo, de pe a pa, con otros discípulos. Esta fue la experiencia realizada por los dos de Emaús, según cuenta este Evangelista Lucas en este relato de los hechos de su misma experiencia de creyente.

 

Estos de Emaús podrían llamarse hoy el ‘Dúo Cleofás’. Según Lucas, este curioso dúo forma parte también del grupo llamado de los DOCE (o de los ONCE, por lo del abandono de Judas) que aquí son calificados como ‘los aterrorizados y llenos de miedo’. Ellos lo acababan de contemplar y compartir. ¿Cómo es posible que estuvieran aterrorizados y llenos de miedo? En menos de un día este ‘Dúo Cleofás’ ha caminado, dialogado, tocado, contemplado y comido con Jesús de Nazaret, el viviente, en dos ocasiones. ¿De quién más se dicen estas cosas en los cuatro Evangelios? Según el cuarto Evangelista (Juan 20), también de María Magdalena.

 

En estos dos encuentros del Resucitado, como nos lo cuenta el Evangelista Lucas, me llama poderosamente la atención el hecho de la ‘comensalidad’, es decir, compartir la presencia real y verdadera de la comida y del comer: “Ellos le ofrecieron parte de un pez asado. Lo tomó y comió delante de ellos” (Lucas 24,42-43). 

 

Cuando leo este asunto de la comensalidad, y pienso sin prisas en ello, se me despierta en los adentros la presencia de la ‘sinodalidad’; precisamente de esta sinodalidad de la que hablamos tan explícitamente en estos últimos tiempos de la vida eclesial. Caminar de dos en dos, dialogar de dos en dos, comer y beber de dos en dos, trabajar de dos en dos, ociar de dos en dos, vivir de dos en dos. Siempre de dos en dos, porque en los adentros del uno y del otro presenciamos la vida plena de cada ser humano, de cada viviente ¿Comprender la vida así es resucitar? Probablemente. Carmelo Bueno Heras  

 

CINCO MINUTOS semanales con el Evangelio de Marcos entre las manos para leerlo y meditarlo completo y de forma ordenada, de principio a fin. Semana 20ª (14.04.2024): Marcos 5,21-43

¿Era la Ley de Moisés una luz o una cadena?

En la travesía del lago de Galilea desde la orilla oriental hasta la orilla occidental no hubo tempestad alguna. Imagino, aunque nada de ello diga su escritora María de Magdala, que hasta hubo una serena y espléndidamente iluminadora luna llena. Si no fue de esta manera, ¿cómo es que en la orilla a donde llegan Jesús y los suyos les esté aguardando una inmensidad de gentes como cuando les contó aquellas cinco parábolas del reino-reinado?

     Aquellas parábolas del reino estaban contadas en Marcos 4,1-34: “Otra vez se puso a enseñar a orillas del lago”. Esta enseñanza de las parábolas será muy oportuna leerla en paralelo con la narración de los dos gestos inolvidables (Marcos 5,21-43) realizados por Jesús y una mujer desconocida y sin nombre, pero tan arriesgada como creyente. Ambos gestos tienen una protagonista: la mano, guiada por sus correspondientes neuronas cerebrales.

      Este relato de Marcos 5,21-43 es otra excelente palindromía narrativa y teológica. Las dos partes del ‘pan del bocadillo’ cuentan los deseos manifestados y cumplidos de Jairo, el jefe de la sinagoga del lugar. El centro del bocadillo-palindromía lo constituye la narración de la experiencia de fe de una mujer que oye a Jesús, medita en su enseñanza y decide acercarse a Jesús para tocarlo sin ser sentida. ¿Es así, María Magdalena narradora, el proceso de la experiencia de la fe? ¿Escuchar, meditar, decidir?: “Tu fe… te ha curado” (5,34).

     Al volver sobre el relato completo de la palindromía llama la atención el dato de los doce años relacionados con cada una de ambas mujeres. La hija de Jairo “se levantó al instante y se puso andar, pues tenía doce años. Jesús insistió en que nadie lo supiera y les dijo que le dieran de comer…” (5,43). Siete personas había en aquella habitación de la mansión de Jairo. Jairo, su esposa y la hija de ambos, por un lado. Pedro, Santiago y Juan, por otro. En medio Jesús. Todos vieron la mano de Jesús sobre la mano de la ya mujer de doce años.

     ¿De qué estaba enferma aquella niña-mujer? No sé qué daría por que me lo dijera María Magdalena, que lo sabía y nos lo escribió a su manera. ¿Puedo intuir que esa enfermedad era su dependencia esclavizadora? Hasta sus doce años había vivido como propiedad de su padre y desde sus doce años sería propiedad de su marido. Jesús la invitó a levantarse, caminar, comer y decidir qué hacer con su persona, su vida y su futuro. Era hora de ser una mujer libre. Y esta libertad dependía de ella, pero también de todos cuantos estaban a su alrededor. La Ley de Moisés y de la Sinagoga de Jairo no pensaba así. Jesús cree en cada persona y en su libertad.

     “Entonces, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años… habiendo oído lo que se decía de Jesús, se acercó por detrás entre la gente y tocó su manto. Pues se decía: con solo tocar su manto quedaré curada…”  (5,25-34). Dos preguntas me asaltan de inmediato: ¿Qué enfermedad era esa del flujo de sangre? Y, ¿qué enseñaba este laico Jesús cuando hablaba de esa tal enfermedad? Creo no estar demasiado equivocado si digo que esa enfermedad está descrita con precisión en el capítulo decimoquinto del rollo del Levítico, uno de los cinco libros de la Ley que el Dios Yavé de Moisés ordenó que cumplieran todas las gentes de su pueblo. ¿Era esta    Ley una luz o una cadena? Para Jesús, una cadena que romper.

Carmelo Bueno Heras. En Madrid, 9 de abril de 2017.

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