lunes, 10 de noviembre de 2014

San Orestes de Tiana - San León Magno - San Demetrio de Antioquía 10112014

lunes 10 Noviembre 2014

San Orestes de Tiana



San Orestes, mártir

En Tiana, de Capadocia, san Orestes, mártir.
 

San León Magno



San León Magno  
San León I, elegido obispo de Roma en el año 440 y muerto el 461, fue un Papa de momentos de crisis. Tenía un espíritu suficientemente magnánimo como para hacerles frente.   Resistió con igual energía e inteligencia el peligro de las invasiones de los bárbaros como el de la herejía monofisita, que ponía en peligro la fe de la Iglesia en el misterio de la Encarnación.
Si bien acertó a alejar la amenaza de Atila que pesaba sobre Italia (452), hubo de asistir, sin embargo, tres años más tarde, al saqueo de Roma por los vándalos (455).   Ahora bien, en el momento en que tenía que atender a las necesidades materiales de su pueblo, había de formular también la fe recibida de los Apóstoles con respecto a la persona de Jesús.
El Concilio de Calcedonia ratificó por aclamación su doctrina: «Pedro ha hablado por boca de León», exclamaron los Padres (451)   Pero la fe no es una pura especulación. De ahí que San León recuerde a su pueblo, a lo largo del año, las consecuencias que supuso para la vida del cristiano la Encarnación: «Reconoce, cristiano, tu dignidad.
Recuerda de qué cabeza y de qué cuerpo eres miembro».   Es admirable que unas oraciones litúrgicas, unos sermones y cartas compuestos en medio de tantas dificultades resuman tal serenidad.
El secreto de semejante paz y dominio hay que buscarlo en el amor y la fe que animaban a León Magno: fe en Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, y amor a Aquel que es Hijo de Dios e hijo de María; fe en sus promesas, cuya depositaria es la Iglesia en la persona del sucesor de Pedro, y amor hacia esa misma Iglesia, que sigue siendo gobernada por la segura mano de Pedro.


Oremos 

Señor, tú que nos ha prometido que las fuerzas del mal nunca prevalecerán contra la Iglesia, cimentada sobre la roca de Pedro, haz que, por la intercesión del Papa San León Magno, tu pueblo permanezca siempre firme en la verdad y goce de una paz estable y verdadera. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.


San Demetrio de Antioquía



San Demetriano de Antioquía, obispo y confesor
En Persia, tránsito de san Demetriano, obispo de Antioquía, enviado al destierro por el rey Sapor I
El martirologio jeronimiano recuerda el 10 de noviembre a san Demetrio de Antioquía, también nombrado en una lista de santos y obispos de Antioquía, y en un panegírico siriaco, traducido del griego y atribuido a Eusebio de Cesarea. Quien sea este Demetrio o Demetriano lo aprendemos de registros históricos, especialmente orientales, que hablan de un Demetrio, obispo de Antioquía, que fue elegido en la primera mitad del 253 y murió antes de 261, cuando fue elegido obispo de Antioquía Pablo de Samosata. Trabajó para combatir la herejía novaciana (una forma de catarismo, que rechazaba poder dar el perdón posterior al bautismo). La fecha de la elección se conoce por una carta de Dionisio de Alejandría al papa Cornelio y por el Chronicón de Eusebio de Cesarea.
 
De las fuentes orientales venimos a conocer lo relacionado con su fin: una crónica encontrada en Seert (actual Irán), dice que el rey Sapor I, después de haber arrasado Siria en el 256, deportó en masa a los habitantes de Antioquía, estableciéndolos en algunas ciudades recientemente creadas en su reino: Sadsabur, Sapor y Bendo-Sabora. Los cristianos de Antioquía, deportados a Bendosabora, elegieron como sucesor de su obispo Demetrio, que murió de pena en el exilio, un antioqueno de nombre Azdaq. Otros autores árabes, entre ellos Al-Tabari, confirman la noticia sobre la actuación de Sapor I, y proporcionan valiosas comparaciones con la labor de otros reyes persas. Sin embargo otros cronistas (aunque menos fiables) hablan de la elección de un obispo Demetrio de Bendosabora. Posiblemente la noticia de su muerte no fue inmediatamente cnocida por los antioquenos en el exilio, por lo que la elección del sucesor se produjo recién en el 261.
 
Fácilmente se ve, además, por qué fue tradicionalmente considerado mártir, deportado por un rey pagano y muerto en el exilio cumpliendo con su ministerio, aunque en los términos más estrictos con que está redactado el Martirologio en al actualidad, ya no se lo cataloga entre los mártires. El silencio de las fuentes occidentales no es fácil de explicar, pero debemos señalar que éste es sólo uno de los muchos eventos importantes que las fuentes occidentales callan, tal como la captura y muerte en el exilio del emperador Valeriano, que Eusebio no menciona. Sin embargo más tarde encontramos que algunas diócesis persas se decían dependientes de Antioquía y que sus obispos tenían nombres griegos.
fuente: Santi e Beati


 
 

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