martes, 5 de mayo de 2015

Beato Nunzio Sulprizio - San Nancto - San Avertino - San Ángel - San Gotardo - Beata Caterina Cittadini 05052015


Beato Nunzio Sulprizio

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Su vida estuvo colmada de paciencia y bondad. Y eso que el trato que recibió de frialdad y dureza fue tal que recuerda a esos textos infantiles en los que un personaje vive atormentado por una especie de ogro que lo tiene maniatado. Por supuesto, la diferencia entre la ficción y la realidad es un hecho insalvable. Ante ambas cabe una comparación, nada más. Desgraciadamente, lo que acontece en ciertas ocasiones es infinitamente más doloroso que lo expuesto en un simple relato. Pablo VI, conmovido por las virtudes de Nunzio, el 1 de diciembre de 1963, en pleno Vaticano II, lo elevó a los altares llamando la atención de los padres conciliares. Les sugirió establecer una amistad con él, ya que su vida debía servir para reflexionar en el coloquio celestial que mantuvo y tomarlo como modelo a imitar en la trayectoria que llevó en la tierra. También el beato Gaetano Errico, que conoció al beato en los umbrales de su fundación --los misioneros de los Sagrados Corazones de Jesús y de María--, estuvo dispuesto a admitirle en ella, a pesar de sus pésimas condiciones de salud. Despachó enseguida las críticas malintencionadas de quienes juzgaron su decisión dejando claro lo esencial: «Este es un joven santo y a mí me interesa que el primero que entre en mi Congregación sea un santo, no importa si está enfermo».
Nació en Pescosansonesco, Italia, al pie de los Apeninos, el 13 de abril de 1817. Su padre era zapatero. Murió en agosto de 1820 y aunque su madre trató de afrontar la situación en soledad, la precariedad pudo con ella. Dos años más tarde contrajo nuevas nupcias con un vecino de la localidad de Corvara, quien desde el primer momento no ocultó su inquina por el pequeño. Éste, ajeno a su animadversión, era feliz en la escuela regida por el párroco. Se familiarizaba con las verdades de la fe y recibía nociones de lectura y escritura. Pero, sobre todo, aprendía a contemplar el rostro de Cristo crucificado, muerto para expiar los pecados de la Humanidad. Aborrecía todo mal, y quería asemejarse a Él. Además, se aficionó a orar y a imitar a los santos. En 1823 falleció su madre y quedó al cuidado de su abuela Rosaria, prolongando un poco más ese periodo amable de su vida, aunque teñido por el dolor de la pérdida sufrida. Ella continuó animándole y acompañándole en el camino de la virtud hasta su muerte que se produjo en abril de 1826. A sus 9 años Nunzio quedó a merced de un tío materno, Domenico, herrero de profesión, que le abrió las puertas de la eternidad. Vetó por completo su educación, y le puso a trabajar a su servicio en condiciones infrahumanas. Sin apenas descanso, y en numerosas ocasiones sin alimento que llevarse a la boca, con escasas prendas de vestir portaba pesadas cargas en su menudo cuerpecito sorteando distancias, inclemencias meteorológicas, y riesgos diversos que podían salirse al paso. Al regresar le recibían los exabruptos. Obligado a golpear el yunque casi sin respiración ofrecía todo a Cristo. Quería obtener el paraíso con sus muchos sufrimientos. Tan solo los domingos tenía un pequeño momento de asueto que le permitía ir a misa.
Un invierno transitaba por las laderas de Rocca Tagliata con el insoportable fardo en medio de gélida temperatura. Comenzó a notar el pie con gran calentura que se extendió por la pierna como la pólvora. Se acostó sin decir nada. Al día siguiente no era capaz de sostenerse. Su tío no tuvo en cuenta ni inflamación, ni fiebre. Le obligó a trabajar, como siempre, bajo amenaza. Los vecinos se apiadaron alguna vez de él y le daban algo de comer. Nunzio no se quejaba ante ellos de la conducta de su familia. Antes bien, la disculpaba. Cuando podía, acudía a misa y oraba ante el Santísimo. La lesión le corroía, y Domenico solo permitió que dejara el yunque y se ocupara del fuelle. Nuevo suplicio. Para tratar de calmar los atroces dolores y la supurante llaga acudía a una fuente pública, de la que fue arrojado para evitar el posible contagio. Así que halló otra corriente de agua en Riparossa donde solía rezar rosarios a la Virgen, a la que tenía gran devoción. En 1831 ingresó en el hospital de L’Aquila, pero le dieron el alta como enfermo incurable. Allí había vivido de la caridad consolado por la oración. Al volver a casa de su tío, éste no lo admitió. Y se dedicó a mendigar. Pensaba para sí:«Es muy poco lo que sufro, siempre que pueda salvar mi alma amando a Dios».
Un viajante que supo de él, informó a su tío paterno Francesco, militar en Nápoles, de la situación que atravesaba. Nunzio tenía 15 años. Su tío se lo llevó y le presentó al coronel Felice Wochinger, un hombre bueno que auxiliaba a los pobres, estableciéndose entre ambos una bellísima relación paterno filial. Felice se ocupó de que recibiera toda la asistencia posible en el hospital de Incurables con el mejor tratamiento. El personal del centro y los enfermos se percataron de la grandeza del muchacho. Allí hizo su primera comunión y confió a un sacerdote el sentimiento de que todo lo que le sucedía era providencia de Dios. Durante dos años hubo momentos de ligera mejoría, resultado de los excelentes cuidados recibidos en las termas de Ischia. Se sostenía con un palo, impartía catecismo y ayudaba a los que sufrían en su entorno. Dedicaba la mayor parte del tiempo a rezar al Santísimo y a la Virgen Dolorosa. En 1834 comunicó su deseo de consagrarse a Dios en el momento conveniente para él. Entretanto, viviría con el sentimiento de quien ya ha hecho de su entrega algo efectivo: oración, estudio, meditación… El coronel le apoyó. Pero en marzo de 1836 empeoró. La pierna estaba afectada de gangrena. Gozoso, confiado, agradeciendo a Dios su dolor, lo ofreció por los pecadores con el mismo afán: si padecía, iría al paraíso. «Jesús sufrió mucho por mí. ¿Por qué no puedo sufrir por Él?». Estaba dispuesto a morir con tal de convertir a un solo pecador. El 5 de mayo rogó a Felice que viviese con alegría, asegurándole que nunca le faltaría su ayuda desde el cielo. Luego falleció. Gaetano Errico lo consideró un dilecto hijo, el primero que ingresaba en la vida eterna.







Sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien: a los que ha llamado conforme a su designio. A los que había escogido, Dios los predestinó a ser imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito de muchos hermanos. A los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los justificó; a los que justificó, los glorificó. Rm 8, 28-30 









Calendario de  Fiestas Marianas: Nuestra Señora Reina de los Apóstoles.



San Nancto

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Abad. (s. VII)   En el  siglo VII la vida monástica fue floreciente: cuna de futuros prelados y cantera de santos.    En tiempos del rey Leovigildo, vino de las regiones del África a la provincia de Lusitania un abad por nombre Nancto. Fray Justo Pérez de Urgel amplía noticias sobre este personaje y su monasterio.
Por el libro de "Las Vidas de los Santos Padres de Mérida" sabemos de su vida monástica: por una parte, su aislamiento del mundo; por otra, su retirada a un lugar desértico con unos pocos hermanos.
Empezó a brillar por su fama de santidad debido a sus muchas virtudes.





Oremos

Tú, Señor, que nos has dado un modelo de perfección evangélica en la vida ejemplar de San Nancto, abad, concédenos, en medio de los acontecimientos de este mundo, que sepamos adherirnos, con todo nuestro corazón, a los bienes de tu reino eterno. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.



San Avertino

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San Avertino, Cantorbery (Inglaterra), 1180. Fue discípulo de Santo Tomás Becket. Nacido a mediados del siglo XII, se consagró a la vida religiosa entre los canónigos de San Gilberto, recién fundados.
Acompañó a Santo Tomás en el Concilio de Tours, donde fue condenado el antipapa Víctor, y poco después, asesinado el arzobispo de Cantorbery, dejó definitivamente su tierra para retirarse a Francia, donde vivió haciendo vida de anacoreta en un bosque cercano a Tours, 1180.

San Ángel

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San Ángel de Jerusalén (de Sicilia),Mártir Carmelita

En Licata, de Sicilia, en Italia, santo Ángel, presbítero, carmelita y mártir. (1225)
Nació en Jerusalén, en el seno de una familia de judíos conversos.
A la temprana muerte de su hermano gemelo, San Ángel decide ingresar a la Orden Carmelita, y es admitido en el monasterio en el Monte Carmelo, en Palestina.
En el siglo trece, los Carmelitas pasaron de ser una orden contemplativa a ser una orden de mendicantes; recordemos que era el siglo de la revolución espiritual de San Francisco de Asís y de Santo Domingo de Guzmán.
San Ángel es enviado eventualmente a Roma, para llevar un mensaje al papa Honorio III. A continuación recibe la encomienda de dirigirse a Sicilia, para ayudar a predicar contra la herejía de los cátaros, que habían tomado control de la isla.
Sin embargo, a poco de haber desembarcado en Sicilia, San Ángel fue asesinado a traición con cinco puñaladas por la espalda, ordenadas por el líder de los herejes. En el sitio donde murió se edificó una iglesia, y su sepulcro se convirtió muy pronto en sitio de peregrinación.
La Orden Carmelita venera a San Ángel como santo por lo menos desde 1456. En 1459, el papa Pío II aprobó su culto.
Ángel se cuenta entre los primeros Carmelitas que vinieron del Monte Carmelo a Sicilia, donde, según las fuentes tradicionales dignas de fe, murió apuñalado a muerte en Licata a manos de hombres impíos, en la primera mitad del siglo XIII.
Venerado como mártir, muy pronto se edificó una iglesia sobre el lugar de su martirio, y allí fue colocado su cuerpo.
Sólo en 1662 sus restos mortales fueron trasladados a la iglesia de los Carmelitas de Licata.
El culto a san Ángel se difundió por toda la Orden y también entre el pueblo. Él y san Alberto de Trápani son considerados los "padres" de la Orden por ser los dos primeros santos que recibieron culto en la Orden, y por esto fueron representados muchas veces en la iconografía medieval al lado de la Virgen María.
En Sicilia existen muchos lugares que tienen a san Ángel como patrono, y el pueblo lo invoca en las necesidades, dirigiéndose a él con mucho afecto y cariño.
SAN ÁNGEL nos ofrece un ejemplo de misticismo y de obediencia debida.






Oremos

Dios de poder y misericordia, que diste tu fuerza al mártir San Ángel de Jerusalén para que pudiera resistir el dolor de su martirio, concédenos que quienes celebramos hoy el día de su victoria, con tu protección, vivamos libres de las asechanzas del enemigo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.



San Gotardo

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San Gotardo o Gotardo de Hildesheim (n. 960 en Reichersdorf, cerca de Niederalteich, distrito de Deggendorf, en Baja Baviera; f. el 5 de mayo de 1038 en Hildesheim, Baja Sajonia) fue obispo de Hildesheim. Es uno de los santos más representativos de la Edad Media.

Su padre era Ratmund, vasallo de los monjes de la abadía de Niederaltaich. Gotthard se educó en el mismo lugar, y estudió humanidades y teología bajo la guía del maestro Uodalgisus. Gotthard luego fue sirviente en la corte del arzobispo de Salzburgo (Austria), donde trabajó como administrador.Después de viajar por varios países (incluida Italia) como monje vagabundo Gotthard completó sus estudios como sirviente de Liutfrid en la escuela de la catedral de Passau.

Cuando Enrique II de Baviera decidió transformar la casa capitular de Niederaltaich en un monasterio benedictino, Gotthard permaneció como novicio, y en 990 se convirtió en monje, bajo el abad Ercanbert. En 993, fue ordenado sacerdote y se convirtió en prior, y rector de la escuela de novicios. En 996, fue elegido abad e introdujo en su monasterio las reformas de Cluný.

Él ayudó a revivir la regla de san Benito, que luego le proveyó abades para las abadías de Tegernsee, Hersfeld y Kremsmünster para restaurar la observancia benedictina, bajo el patronazgo del emperador Enrique II.

El 22 de diciembre de 1022, Aribo (arzobispo de Mainz) lo nombró obispo de Hildesheim. Consiguió fondos para construir unas treinta capillas en la zona. Después de una breve enfermedad, murió el 5 de mayo de 1038.

Los sucesores de Gotardo en el episcopado de Hildesheim, Bertoldo (obispo entre 1119 y 1130) y Bernardo II (obispo entre 1130 y 1153), impulsaron su rápida canonización. Ésta se logró en 1131, durante el primer año del obispado de Bernardo II, y tomó lugar en un sínodo de obispos en Reims. Allí, el Inocencio II, en la presencia de Bernardo II y de Norberto de Xanten, oficialmente lo nombraron santo.

El 4 de mayo de 1132, el obispo Bernardo II trasladó el cadáver de Gotardo (que sus devotos consideraban reliquias) desde la iglesia abadal hasta la catedral de Hildesheim. El 5 de mayo se realizó la primera festividad litúrgica en honor de Gotardo. Sus atributos fueron el dragón (representación del demonio) y la maqueta de una capilla.

Inmediatamente se empezaron a atribuir toda clase de milagros a su cadáver. Su veneración se difundió por Escandinavia, Suiza y Europa Oriental.

Se lo consideraba el patrono de los vendedores viajantes y se lo invocaba para curar la fiebre, la hidropesía, la gota, para curar niños con toda clase de enfermedades infantiles, y aliviar los dolores de parto. También se le invocaba contra el granizo.y los peligros en el mar

Es famoso su hospicio para viajeros cerca de Hildesheim (el Mauritius Stift).





Oremos

Señor, tú que por la predicación de San Gotardo de Hildesheim obispo llamaste a nuestros padres a la luz admirable del Evangelio, te pedimos que, por su intercesión, nosotros crezcamos también en tu gracia y en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Que vive y reina contigo.


Beata Caterina Cittadini

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Caterina Cittadini nace en Bérgamo el 28 de septiembre de 1801, sus padres fueron Giovanni Bautista y Margherita Lanzani es bautizada el 30 de septiembre en la iglesia Parroquial de San Alejandro en Columna. En e1 1808, queda huérfana de madre y es abandonada por su padre, Caterina junto a su hermana Judit nacida en e1 1803, es acogida en un orfanatorio del Conventino de Bergamo. Bajo la guía del prior Padre Giuseppe Brena, vive una intensa vida cristiana, que contribuye a formar en ella una fe solida, una profunda confianza con el Señor, una caridad activa, una tierna devoción a la Virgen María, un gran sentido de responsabilidad y de laboriosidad en orden al desenvolvimiento del proprio deber. Después de haber conseguido el diploma de maestra elemental, en el 1823 deja el Conventino para trasladarse con su hermana a casa de sus primos sacerdotes Giovanni y Antonio Cittadini que habitaban en Calolzio, Parroquia de la Diócesis de Bérgamo. 

       Aquí las hermanas permanecen cerca a dos años, encontrando en sus primos sacerdotes una segura guía espiritual en un ambiente pastoralmente muy activo. Caterina viene asumida, como maestra provisoria y en el 1824 como maestra estable, en la escuela comunal femenina de Somasca, fracción de la Comuna de Vercurago cercano a Calolzio. Con su hermana Judit madura el deseo de entrar en una Congregación religiosa. 

       Piden, por esta razón, consejo al Padre Giuseppe Brena, su director espiritual en el Conventino de Bérgamo, el cual indica que la voluntad de Dios consiste en quedarse en Somasca: ellas mismas serán las piedras fundamentales de una nueva familia religiosa en aquella pequeña región ya custodiada de la Santidad de San Jerónimo Emiliano. 

 En el 1826 juntamente a su hermana Judit, se traslada definitivamente a Somasca en una casa tornada en alquiler. En el octubre del mismo año compra un inmueble que, sistematizado y ampliado con ulteriores adquisiciones, será sede de un colegio de niñas y seguidamente del instituto religioso de las hermanas Ursulinas. 

En Somasca Caterina encuentra una idónea guía a su vida espiritual en los Clérigos Regulares Somascos, fundados por San Jerónimo Emiliano, que ella siente corno "padre" hasta , el fin de su infancia de huérfana y del cual admira y sigue el ejemplo de caridad y pobreza.  La tarea de maestra la introduce en la vida de la pequeña región de Somasca, donde Caterina participa activamente en la vida parroquial: es maestra de la doctrina cristiana, se inscribe a diversas confraternidades, participa con las compañeras y alumnas a las sacras funciones, abre su casa para el la acogida de la juventud femenina para animarla y recrearla , según el estilo oratoriano. 

 Caterina desenvuelve su tarea con tal fervor y empeño de alcanzar siempre el máximo elogio de las autoridades y el unánime consenso de la población. 

 La atención hacia los más necesitados y los más pobres, la puerta a extender, no sin grandes sacrificios de todo tipo, su obra benéfica a niñas huérfanas o imposibilitadas a frecuentar la escuela comunal o provenientes de lugares lejanos. Nace así en el 1832 la escuela privada "Cittadini" y en el 1836 el Colegio de Niñas, cuya dirección es confiada a la hermana Judit. 

Las valoraciones positivas también sobre la escuela privada y sobre la casa de educación se multiplican: en realidad la formación de las educandas, inspirada en los valores de la vida cristiana, prepara a las muchachas a realizar una elección sabia de vida, vivieron con coherente cristiandad, así que un excepcional testimonio contemporáneo puede escribir: "La prueba más convincente y que basta de si sola aclarar es la óptima instrucción que aquellas niñas recibían de las pías maestras, con la constante floridez de aquel internado hasta ah ora, consecuencia del buen resultado de sus alumnas, las cuales no solo en Somasca se enriquecieron de cada virtud religiosa, moral y civil es de aquellos artes que a mujeres les conviene, más aún llevaron a tales ventajas para a sus regiones, donde surgieron  nuevas escuelas o reedificaron las deterioradas con tal progreso de la moralidad que aquellos párrocos consideran todavía las maestras Ursulinas de Somasca, cuales principales benefactoras de los pueblos de si directos". 

Toda la vida de Caterina esta siempre acompañada de grandes pruebas. En el 1840 Judit muere improvisamente a solo 37 años, con la cual Caterina habia compartido: sufrimientos familiares, formación, ideales, proyectos, actividad. En el 1841, con la muerte del padre Giuseppe Brena y su primo padre Antonio Cittadini, le llegan a faltar otros valiosísimos apoyos. 

En el 1842 Caterina es presa de un grave malestar, del cual se sana prodigiosamente por intercesión de la Virgen de Caravaggio y de San Jerónimo Emiliano.  

En el 1845 debe dejar la actividad educativa en la escuela comunal, para dedicarse enteramente al colegio de niñas, al cuidado de las huérfanas y a la guía de las compañeras que eran muy unidas a ella, decida a compartir no solo la actividad educativa, sino también la voluntad de consagrarse enteramente al Señor, en la vida religiosa.  

 En el 1844 Caterina, para dar estabilidad a su obra, por lo menos civilmente, estipula con tres compañeras un "Instrumento de Sociedad y de Estado y también de donación reciproca o Vitalicio", que presenta ya muchas características de un Instituto religioso. En el 1850 obtiene del Papa Pío IX el Decreto de erección del Oratorio privado donde conservan la Sagrada Eucaristía. En el 1850 al 1851 se dirige al Obispo de Bérgamo, Mons. Carlo Gritti Morlacchi, varias súplicas para obtener la aprobaciòn de su "pequeña familia religiosa" y una regla, pero el tiempo no está aún maduro. En el 1854 Caterina tiene un encuentro con el Obispo, Mons. Pedro Luis Speranza, que le da valor a ella misma de escribir las reglas del Instituto y le pro mete ayudarla. Caterina le muestra el modelo de las constituciones de las Ursulinas de Milán, pero, cuando le presenta al Obispo, son rechazadas. 

       Sin rendirse, prepara un nuevo texto, que presenta al Obispo el 17 de septiembre de 1855, acompañado de una petición, en la cual pide la aprobación del Instituto con el título de Ursulinas Geronimianas. Mons. Speranza aprueba las reglas, ad experimentum, prometiendo la definitiva aprobación del nuevo Instituto. Caterina espera con tanta confianza el día suspirado, pero las fatigas, las preocupaciones, los sufrimientos, afectaron sobre su salud y un deterioro orgánico general la reduce poco a poco al final de su vida.    

 Siempre lúcida, confiada y en continua plegaria, exhorta las compañeras a aceptar con serenidad la voluntad del Señor, porque todo sería continuado. Muere el 5 de mayo de 1857, después de un día de agonía, serenamente y santamente, rodeada de fama de santidad y grandemente llorada de sus hijas, de las educadoras y de la población, dejando a todos su ejemplo luminoso de profunda madurez espiritual 

      A poca distancia de su muerte, y precisamente el 14 de diciembre de 1857, llega el decreto canónica del Instituto de parte del Obispo de Bérgamo. 

El Instituto tendrá el reconocimiento pontificio el 8 de julio de 1927.

En los primeros decenios el intenso apostolado educativo del Instituto de Caterina Cittadini se concentra en Somasca y en Ponte San Pietro, gran aldea en la provincia y diócesis de Bérgamo.

 Del 1902 se extiende progresivamente en muchas partes de Italia y otros confines nacionales: hoy sus hijas espirituales desenvuelven su misión educativa también entre los inmigrantes italianos en Suiza y en Bélgica, entre los pobres de América Latina (Bolivia, Brasil) y de Asia (India, Filipinas). 

Aunque la fama de santidad sea perdurada en el tiempo, la Causa de Beatificación y de Canonización de la Sierva de Dios inició solamente en el 1967, cuando con el Decreto del 21 de abril de 1967 el Obispo de Bérgamo mons. Clemente Gaddi constituyó la Comisión histórica que concluye sus trabajos el 5 de mayo de 1969. El 5 de agosto de 1971 viene constituido el Tribunal Eclesiástico diocesano para el Proceso ordinario que se concluye el 14 de diciembre de 1978. 

El 12 de enero de 1979 se abre el Proceso a cargo de la Congregación para las Causas de los Santos. 

El Decreto sobre los escritos de la Sierva de Dios fué aprobado el 12 de enero de 1981, después de que se pasó a la preparación de la Positio.  

Completada el 28 de septiembre de 1989 la Positio Super Virtutibus, e19 de diciernbre de 1989 viene convocada la sesión de los Consultores históricos y el 16 de enero de 1996 fué celebrado con éxito favorable el Congreso peculiar de los Consultores teológicos. El 3 de diciembre de 1996 se realiza la Congregación ordinaria de los Cardenales y Obispos, y el 17 de diciembre de 1996 fue emanado de S.S. Giovanni Pablo II el Decreto sobre la Heroicidad de las virtudes de la Sierva de Dios Caterina Cittadini, Fundadora de las Hermanas Ursulinas de San Gerónimo de Somasca. 

 En seguida, el 20 de diciembre de 1999, fue emanado el Decreto "super miraculo" por la  sanación atribuida a la intercesión de Caterina Cittadini del pequeño Samuel Piovani. 

  Con su beatificación el Papa indica a Caterina corno modelo de santidad diaria, como ejemplo luminoso de verdadera maternidad en Cristo y de dedición incondicional para las jóvenes generaciones.





Oremos

Señor Dios todopoderoso, que de entre tus fieles elegiste a la Beata Caterina Cittadini para que manifestara a sus hermanos el camino que conduce a ti, concédenos que su ejemplo nos ayude a seguir a Jesucristo, nuestro maestro, para que logremos así alcanzar un día, junto con nuestros hermanos, la gloria de tu reino eterno. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.



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