La Iglesia católica tiene una visión positiva de los medios de comunicación social: predicar exige comunicar
Por: Mons. Francesc Pardo i Artigas. Obispo de Girona | Fuente: www.agenciasic.com

Por: Mons. Francesc Pardo i Artigas. Obispo de Girona | Fuente: www.agenciasic.com

En la fiesta de la Ascensión celebramos la glorificación de Jesús a la derecha del Padre. Esto no significa su ausencia de la historia humana, sino su presencia de forma diferente a cuando vivía como hombre, pero también humana por medio de la misión de la Iglesia.
Jesús envía a sus discípulos: “Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación”. Y el evangelista Marcos constata: “Ellos se fueron a predicar por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la Palabra con las señales que los acompañaban”.
Predicar exige comunicar, y por ello celebramos hoy la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. Por eso, me permito algunas consideraciones.
Los medios de comunicación, don de Dios
La Iglesia católica tiene una visión positiva de los medios de comunicación social. “La Iglesia considera los medios de comunicación como “dones de Dios” (Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales, instrucción pastoral Communio et progressio, núm. 2). Dichos medios son factores del progreso humano: “Si son usados correctamente, proporcionan al linaje humano una ayuda considerable, porque contribuyen mucho al esparcimiento y a la cultura del espíritu, así como a la propagación y fortalecimiento del Reino de Dios” (Concilio Vaticano II). Es por eso que la Iglesia recuerda que los medios son imprescindibles, hoy en día, para la evangelización; “La Iglesia se sentiría culpable ante Dios si no utilizase estos poderosos medios que la inteligencia humana perfecciona cada vez más. Por medio de ellos proclama desde las terrazas el mensaje del que es depositaria” (Pablo VI, Evangelii nuntiandi, núm. 45).
El factor humano
El ámbito de los medios de comunicación social se ha hecho complejo, a causa de muchos factores: tecnológicos, económicos, sociológicos, políticos… Pero continúa habiendo un elemento esencial: el factor humano. “Para que los medios de comunicación social estén realmente al servicio del hombre, y de éste formando sociedades, hay que considerar, antes que nada, por lo que se refiere a su funcionamiento, la importancia del factor humano, que sobrepasa las posibilidades de la mecánica y de la electrónica” (Communio et pogressio, núm. 63). Es del todo imprescindible que quienes los utilizan posean la necesaria competencia profesional y un adecuado sentido de la responsabilidad.
El derecho a la información
El derecho a la información que tiene la sociedad humana debe de ser debidamente satisfecho. La información ha de ser “honesta, coherente, completa y exacta, respetando los legítimos derechos y la dignidad de la persona tanto en lo que se refiere a la búsqueda como a la difusión”. Creo que estos cuatro calificativos señalan las pistas a seguir. La rapidez o la falta de diligencia dificultan contrastar debidamente las informaciones, y pueden perjudicar en gran medida el buen nombre —la fama— y la dignidad a que toda persona o institución tiene derecho. Más aún, pueden convertirse en calumnia siendo después muy difícil la reparación.
En lo que se refiere a la información religiosa y eclesial, con frecuencia la falta de información y la poca formación sobre la naturaleza de la Iglesia y su organización pueden representar obstáculos y limitaciones haciendo que la información deje de cumplir algunos requisitos necesarios.
Los medios de comunicación han de favorecer el diálogo “convirtiéndose en vehículos de mutuo conocimiento, de solidaridad y de paz”, como escribía Juan Pablo II. Hoy, como siempre, todos hemos de hacer lo posible para facilitar y favorecer este diálogo social, especialmente en las grandes cuestiones que afectan la vida de las personas”.
Los medios han de favorecer el bien común
En nuestro contexto social, con importantes limitaciones que afectan a muchas personas, los medios de comunicación habrían de comprometerse, ante la sociedad, a “fomentar la responsabilidad hacia el bien común y hacia las víctimas más directamente afectadas por esta situación”. También será necesario difundir con más insistencia la tarea de atención y acompañamiento a los más necesitados —tanto de aquí como de los países en vías de desarrollo— que realizan las instituciones sociales y eclesiales. Es así como se ayudará a dar a conocer respuestas de solidaridad afectiva y efectiva.
+Francesc Pardo i Artigas
Obispo de Girona
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