domingo, 28 de febrero de 2016

San Torcuato y los 7 Varones Apostólicos - San Augusto Chapdelaine (28 de febrero)

San Torcuato de Guadix

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San Torcuato y los 7 Varones Apostólicos
Patrono principal de Guadix y de la Diócesis.
Según la tradición hispánica, que recogen los calendarios mozárabes, siete discípulos del Apóstol Santiago: Torcuato, Segundo, Indalecio, Tesifonte, Eufrasio, Cecilio y Hesiquio, fueron enviados por san Pedro y san Pablo a evangelizar España.
Las muchas tradiciones en torno a la cristianización de nuestro país atribuyen a éstos, conocidos como los siete varones apostólicos, hechos históricos que otros atribuyen a Santiago; la imprecisión se debe a la falta de fuentes documentales. No está claro si eran romanos, griegos o indígenas; tampoco la ubicación de las siete iglesias que fundaron, y de las que fueron obispos (la única que parece segura es Iliberal, Elvira, sede del famoso Concilio, cuyo primer obispo, según el Códice Emiliano, fue Cecilio). No obstante, parece probada la existencia de un texto original del siglo V, que sirvió de base al Martirologio de Lyon (año 806), al relato de Rodrigo Cerrato (siglo XIII) y a la liturgia mozárabe, donde se recogían los primeros recuerdos de la Iglesia en España.
Según la más depurada tradición hispánica, corroborada por varios documentos, los restos de san Torcuato y san Eufrasio descansan en Galicia; el primero estuvo mucho tiempo en la iglesia visigótica de Santa Comba de Baños, de Bande, y actualmente están en la iglesia de Celanova (Orense); los de san Eufrasio descansan en Santa María de Mao, en la diócesis de Lugo.
El Papa Juan Pablo II en su primer viaje a España del año 1982 pronunció las siguientes palabras refiriéndose a nuestra nación: “...fue conquistada para la fe por el afán misionero de los Siete Varones Apostólicos”.
Breve historia del Santuario de San Torcuato en Gaudix (Granada - España)
La Emita-Sepulcro de San Torcuato de Face Retama, fue erigida en Santuario Diocesano en honor del Patrón San Torcuato, fundador de esta Iglesia local, por Decreto del Sr. Obispo de la Diócesis, Don Juan García-Santacruz Ortiz, es el lugar sagrado donde, según la tradición, fue martirizado el primer obispo de Europa (s. I d.c.) y patrón de la ciudad de Guadix y estuvieron enterrados sus restos.
Estos restos, fueron trasladados en el siglo X a Celanova, Galicia, difundiéndose su veneración por el Norte Peninsular.
La catedral de Guadix conserva un total de tres reliquias de San Torcuato: El santo brazo que bendice a los accitanos cada 15 de mayo, la mandíbula que se trajo para la iglesia de San Torcuato (Hospital) y una tercera -y poco conocida por no encontrarse expuesta a la veneración de los fieles- llamada del calcáneo. La Puerta de Baçamarín pasó a llamarse de San Torcuato a partir del año 1593 con motivo de la entrada solemne de las reliquias del Santo traídas del Monasterio de San Rosendo de Celanova (Orense) y en su interior alberga un pequeño oratorio.
La fachada está dedicada a San Torcuato y fue trazada por el arquitecto Gaspar Cayón.








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Oremos


Cristo, Cabeza, Rey de los pastores,

El pueblo entero, madrugando a fiesta,

Canta a la gloria de tu sacerdote

Himnos sagrados.



Con abundancia de sagrado cisma,

La unción profunda de tu Santo Espíritu

Lo armó guerrero y lo nombró en la Iglesia

Jefe del pueblo.



Él fue pastor y forma del rebaño,

Luz para el ciego, báculo del pobre,

Padre común, presencia providente,

Todo de todos.



Tú que coronas sus merecimientos,

Danos la gracia de imitar su vida

Y al fin, sumisos a su magisterio,

Danos su gloria. Amén





San Augusto Chapdelaine

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San Augusto Chapdelaine, presbítero y mártir
(en años bisiestos pasa al día 29) En la ciudad de Xilinxian, en la provincia china de Guangxi, san Augusto Chapdelaine, presbítero de la Sociedad de Misiones Extranjeras de París y mártir, que, detenido por los soldados junto con muchos neófitos de esta región a los que había convertido, recibió trescientos azotes, fue encerrado en una reducida jaula y finalmente decapitado.
San Augusto Chapdelaine nació en 1814, cerca de Coutances (Francia). Sus padres, que tuvieron nueve hijos, trabajaban en familia una pequeña granja de su propiedad. Augusto se distinguió, desde joven, por su piedad y generosidad. En las labores del campo trabajaba por cuatro («il faisait de la bésogne pour quatre»). La muerte arrebató a dos de sus hermanos. Esto restó brazos en el trabajo y al fin, la familia se vio obligada a parcelar la propiedad. Así pudo Augusto satisfacer su deseo de abrazar el sacerdocio. En 1844, fue nombrado párroco y su celo obró maravillas entre sus feligreses.
En 1851 sintió el llamado a las misiones extranjeras y, tras un corto período de preparación en la casa de las Misiones Extranjeras de París, partió rumbo a China. Después de mil peligrosas aventuras, llegó al sitio al que sus superiores le habían enviado. En diciembre de 1854, fue denunciado al mandarín de la región por el celoso pariente de un convertido. Fue arrestado y pasó en la prisión algunos días de ansiedad, pero el mandarín se mostró bondadoso y no le hizo daño alguno. El P. Chapdelaine volvió con mayor ímpetu al trabajo apostólico y logró muchas conversiones, a pesar de su imperfecto conocimiento de la lengua.
Pero algún tiempo después, un nuevo mandarín sustituyó al primero. El P. Chapdelaine fue denunciado por segunda vez y hecho prisionero, con algunos de sus cristianos. Sus valientes respuestas provocaron la cólera de los jueces, quienes le condenaron a ser apaleado. El mártir quedó medio sordo a resultas del castigo, pero no dejó escapar ni una queja ni una protesta y, uno o dos días después se restableció milagrosamente. Creyendo el mandarín que su curación se debía a la magia, mandó que bañaran al santo con la sangre de un perro para anular el conjuro. La segunda vez que el P. Chapdelaine compareció ante los jueces, fue condenado a recibir trescientos golpes en el rostro con una especie de pesada suela de cuero; en el suplicio perdió varios dientes y sufrió la fractura de la mandíbula. Al fin, los jueces le dieron a entender que le dejarían libre por 1.000 taels, o aun por 300, pero los cristianos no pudieron reunir esa suma. Así pues, los jueces le condenaron a morir lentamente en una jaula. Los verdugos decapitaron al mártir después de la muerte, y se cuenta que de su cuello brotaron tres chorros de sangre, cosa que convenció a todos los presentes de que algo extraordinario había en él. Fue canonizado el año 2000.
Cf. los estudios de A. Launay sobre las misiones de China, como por ejemplo, Les 52 sérviteurs de Dieu, vol. II, pp. 287-304, y Salle des martyrs du Séminaire des Missions. Fragmento extractado del artículo dedicado a los mártires de la China, en Butler-Guinea, México, 1964, vol I, pág 365. Los años no bisiestos se celebra su memoria el 28 de febrero. 

fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

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