miércoles, 31 de octubre de 2018

Santos del día 1 de noviembre

Santos del día 1 de noviembre
Kalendis novembris
   Todos los Santos (2 coms.) - Solemnidad litúrgica   
Solemnidad de Todos los Santos que están con Cristo en la gloria. En el gozo único de esta festividad, la Iglesia Santa, todavía peregrina en la tierra, celebra la memoria de aquellos cuya compañía alegra los cielos, recibiendo así el estímulo de su ejemplo, la dicha de su patrocinio y, un día, la corona del triunfo en la visión eterna de la divina Majestad.
En Tarracina, en la costa del Lacio, san Cesáreo, mártir.
En Dijón, en la Galia Lugdunense, san Benigno, venerado como presbítero y mártir.
En Auvernia, de Aquitania, san Austremonio, obispo, que, según la tradición, predicó en esta ciudad la palabra de la salvación.
En París, en la Galia Lugdunense, san Marcelo, obispo.
En el territorio de Bourges, en Aquitania, san Rómulo, presbítero y abad.
En Tívoli, en el Lacio, san Severino, monje.
En Milán, de la Lombardía, san Magno, obispo.
En Bayeux, en la Galia Lugdunense, san Vigor, obispo, discípulo de san Vedasto.
En Angers, en Neustria, san Licinio, obispo, a quien el papa san Gregorio I Magno encomendó los monjes que se dirigían a Inglaterra.
En Larchant, ciudad del Gatinais Aquitano, san Maturino, presbítero.
En el territorio de Théouranne, en Flandes, san Audomaro, que, siendo discípulo de san Eustasio, abad de Luxeuil, fue elegido obispo de los Marinos y renovó allí la fe cristiana.
En Borgo Sansepolcro, lugar de Umbría, beato Rainiero Aretino, de la Orden de los Hermanos Menores, que brilló por su humildad, pobreza y paciencia.
En Shimabara, lugar de Japón, beatos Pedro Pablo Navarro, presbítero, Dionisio Fujishima y Pedro Onizuka Sandayu, religiosos de la Orden de la Compañía de Jesús, y Clemente Kyuemon, mártires, que fueron sometidos al tormento del fuego por quienes odiaban la fe.
En la ciudad de Hai Duong, en Tonquín, santos mártires Jerónimo Hermosilla y Valentín de Berriochoa, obispos, y Pedro Almató Ribeira, presbítero de la Orden de Predicadores, que fueron decapitados por orden del emperador Tu Duc.
En La Pobla de Claramunt, Barcelona, beato Eudald d'Igualada (Lluís Estruch Vives), capuchino mártir en la persecución religiosa durante la Guerra Civil.
En Munich, en la región de Baviera, en Alemania, beato Ruperto Mayer, presbítero de la Orden de la Compañía de Jesús, que fue celosísimo maestro de los fieles, ayuda para los pobres y obreros, y predicador de la palabra de Dios. Sufrió persecución bajo el nefasto régimen nazi, durante el cual le deportaron primero a un campo de concentración y después fue recluido en un monasterio, totalmente incomunicado con sus fieles.
En la ciudad de Mukacevo, en Ucrania, beato Teodoro Jorge Romzsa, obispo y mártir, que, por mantener su fidelidad infatigable a la Iglesia en tiempo de persecución de la fe, mereció alcanzar la palma gloriosa.

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