A continuación se pueden leer mis comentarios
de los relatos bíblicos para el domingo 3 de octubre.
Domingo XXVII TO Ciclo B (03.10.2021):
Marcos 10,2-16. Contando
siempre mujeres y niños. Me lo escribo CONTIGO,
“Y levantándose de allí va a la región
de Judea, y al otro lado del Jordán, y de nuevo vino la gente donde él y, como
acostumbraba, les enseñaba” (Marcos 10,1). Este versículo del Evangelio de Marcos
no se proclamará el próximo domingo día 3 de octubre en las celebraciones de la
eucaristía. Nunca lograré explicarme por qué motivo la mano responsable del
Vaticano decidió en su día cortarle la cabeza al texto que se nos proclamará.
¿Acaso
estas expresiones no son tan importantes para las gentes de la asamblea que
celebra la presencia de Jesús de Nazaret en la memoria de los vivientes? Tú y
yo que ya hemos caído en la cuenta de este dato podemos avanzar en la lectura
que nos hablará de las enseñanzas que aquel buen judío de Galilea compartía con
quienes le iban acompañando en su camino hacia Jerusalén. Y que no se olvide
que el relato nos sitúa a sus lectores en la región de la Transjordania.
María
Magdalena-Marcos nos constatan que su Jesús de Nazaret se atrevió a ponerse del
lado de los que no contaban: las mujeres y los niños. Resulta
curioso lo que sucede en este camino de subida a Jerusalén. La mano narradora
nos dice que “unos fariseos se acercaron a Jesús, para ponerlo a
prueba” (Mc 10,2). ¿En cuántas ocasiones en este mismo Evangelio se
han acercado estos defensores de la Ley de Moisés y de su Dios Yavé al mismo
Jesús para hablar de asuntos de su Religión judía? ¿No quedó claro ya que las
decisiones de este Jesús llevan la seña de identidad de la desobediencia a la
tal Ley y a su procedencia divina? ¡Nos vamos a tener que aprender de memoria
el relato de Marcos 3,1-6!
La
cuestión que se traen entre manos aquellos jueces interesados de la Religión de
Israel es confirmar que aquel laico y galileo llamado Jesús está en contra del
derecho de todo varón judío casado a poder repudiar a su esposa ‘por cualquier
causa’. Sólo era necesario entregar por escrito a la esposa un papel donde
constara tal decisión de repudio. No se precisaba nada más. ¿Tan difícil
resulta imaginar el poder del esposo sobre la esposa? La mujer esposa era una
posesión más de otras muchas que tenía el judío marido-amo. De igual manera que
el padre tenía como posesión todos y cada uno de sus hijos e hijas. ¿Cómo me
voy a olvidar del salmo 128 (127) donde se dice todo esto con claridad
meridiana?
De
esta realidad de los hijos-niños se habla también en este relato de la
enseñanza de Jesús en el camino que acabará en Jerusalén (Mc 10,13-16). Para
este Jesús de Nazaret en quien creen los Evangelista María Magdalena y Marcos,
tanto la esposa como los hijos son tan personas como su esposo o su padre. Si
se sostiene en pie el derecho de repudio, tanto el esposo como la esposa
tendrán capacidad para ejercerlo. Tan sencillo de comprender como de aplicar.
Tan elemental como revolucionario, en aquellos tiempos del siglo primero y
ahora, en el siglo XXI.
Esta
claridad de pensamiento y de acción que nos anuncia como buena noticia de Jesús
este Evangelio que acabamos de leer ya no se mantiene tan clara, tan nítida,
tan elemental y humana en los otros tres Evangelios con sus tres Evangelistas.
Sigo pensando en mis adentros que esta claridad humanizadora del primer
Evangelio llamado de Marcos no está ni asumida ni aplicada aún dentro de las
convicciones y de las enseñanzas de nuestra católica eclesialidad.
Ya
al autor del Evangelio de Mateo le debieron de parecer sorprendentemente
utópicas estas buenas noticias humanizadoras de nuestro primer Evangelio escrito.
¿Cómo ignorar aquella doble referencia al ‘sin contar mujeres y niños’? (Mateo
14,13-21 y 15,32-39). Carmelo B. H.
CINCO
MINUTOS con la Biblia entre las manos. Domingo 45º: 03.10.2021. Después de comentar
los cuatro Evangelios y Hechos ¡completos!...
DE MOAB A PEKÍN-95
Moab era, hacia el 450 antes
de Cristo, una tierra de la Transjordania. La ciudad de Pekín nos es más
conocida y cercana. Lo más probable es que el lector nunca haya estado ni en
una ni en otra tierra. ¿Por qué, entonces, las traemos a nuestros días y a esta
página? Porque ambas tienen algo en común: La mujer. Mujeres son
las personas del librito de Rut, mujeres que patearon la tierra de Moab. Y de
Pekín 95, todo el mundo tiene conocimiento de la Conferencia Mundial sobre la
mujer. No sé si en Pekín se habrá hablado de la tierra de Moab y de una mujer
llamada Rut. Tampoco sé si Rut, en cuerpo o en espíritu, habrá participado en
esta conferencia de Pekín 95. Ante tanta ignorancia por mi parte, me he
permitido soñar e imaginar. Si Rut hubiera contado su experiencia de mujer y de
creyente en la Conferencia de Pekín casi todas las asistentes se hubieran
sorprendido y más de una voz (digo que estoy imaginando) se habría alzado para
condenarla. Estoy tratando de decir que es hora de releer, hoy, el libro
de Rut que está en todas las biblias.
Creo que lo más importante es leerse, unas cuantas veces, la
"novelita" de Rut. Y luego dialogar, preguntarse, buscar
respuestas... Algo muy parecido a lo que hacen entre sí los amigos y amigas. Y,
al final, suele ocurrir lo mismo o lo típico: que los amigos se entienden y
deciden "alimentar" esta amistad o, por el contrario, sienten que se
trata de una amistad imposible y deciden olvidar lo ocurrido. Son tantas las diferencias...
Esto de los amigos no lo digo porque queda bien, sino porque el nombre hebreo
de Rut significa "amiga". Tal vez, la primera
lectura nos deje el agradable sabor de haber descubierto la
"osadía" de una mujer como Noemí (que en hebreo es gracia o graciosa)
y la "ternura" de otra mujer llamada Rut. Quizá la segunda
lectura de la novelita nos haya desvelado la sagacidad de un contador
de cuentos que se inventa una historia para explicar a sus alumnos el
significado de una ley social: la ley sobre los "cuñados" (levirato).
Descubrir esta intencionalidad en el relato de Rut ilumina la mente de los
educadores para ilustrar en los alumnos las normas de convivencia social por
medio de "cuentecillos", que una vez contados ya no se olvidan.
Al empezar la tercera lectura del libro de Rut sería bueno
preguntarse: ¿Quién es la protagonista? ¿Rut? ¿Noemí? ¿Ninguna de las dos? ¿Por
qué? Antes de leer la novelita por cuarta vez, sugiero que el lector
tome papel y vaya anotando todo lo que se dice en el texto o se insinúa de
Noemí: mujer judía, casada, empobrecida (esto se insinúa porque abunda el
hambre en Israel y tiene que huir con su esposo e hijos a tierra extranjera)
emigrada, viuda, sin hijos, suegra y con dos nueras extranjeras... Para una
mujer judía no cabía mayor cúmulo de desgracias. Resulta sorprendente que la
"graciosa" Noemí sea tan desgraciada. En resumen, podría decirse que
Noemí no tiene familia, ni tierra, ni pan. ¿Noemí es "de carne y
hueso" o se está refiriendo a otra realidad? Que el lector siga tomando
nota y buscando respuesta...
En la quinta lectura del relato hay que hacer lo mismo con el
personaje de Rut. Los demás personajes del relato son secundarios. Tal vez
conviene decir que Booz, segundo marido de Rut, significa en hebreo "por
la fuerza" (?)... Creo que, en este punto del trabajo de lectura, el
lector ya puede aventurarse a decir que comprende el mensaje de este
"librito" que, bajo la apariencia de una novela edificante sobre
mujeres, se está contando la realidad existencial de aquellos marginados de la
sociedad (y de esto se ha hablado ¡hasta en Pekín! refiriéndose a la mujer de
hoy). Noemí y Rut son símbolos vivos de marginados y excluidos que se
han atrevido, desde su fe en el Dios de los oprimidos, a ofrecer una
alternativa al sistema socio-político-cultural-religioso: frente a la pureza de
sangre y raza, la huida al extranjero y el matrimonio mixto; frente a la
primacía de la ley, la primacía de la persona necesitada... ¿No empieza a sonar
en todo esto la música de Jesús que interpretan los evangelios? ¡Pues eso!, que
tal vez de ello no se habló ¡ni en Pekín! Carmelo Bueno Heras, Educar
hoy 50 (diciembre.1995).
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