sábado, 23 de octubre de 2021

Domingo XXX TO Ciclo B (24.10.2021): Marcos 10,46-52. Tu fe te cura y CINCO MINUTOS con la Biblia entre las manos. Domingo 48º: 24.10.2021--¿TRES COSAS HAY EN LA VIDA

 

Camino Circular

Es sábado y estoy con la presentación de los comentarios del domingo 24 de octubre entre las manos. Y sólo se me ocurre hablar del camino. ¿Cuándo no he escrito algo en relación con el camino en estos tres u cuatro últimos meses? 

Pues hay que seguir hablando de la experiencia del camino. 

Creo que sólo existe un camino circular perfecto, el que escribe un compás perfecto en un medio perfecto y con un acabado perfecto. Una circunferencia. Tan así. Existe el camino perfecto. Sin embargo, con el compás que son nuestras dos piernas resulta un poco complicado hacer un camino circular perfecto. Casi siempre nos encontramos con un camino circular imperfecto. Es decir, trazamos algo que se parece a un círculo o circunferencia.

Por ejemplo, salimos de casa y nos dirigimos desde la puerta hacia donde sale el sol y caminamos. Un kilómetro o un viaje al extremo del pueblo o de la ciudad y al cabo de un tiempo como una hora, una mañana, un día, una semana, un mes o más regresamos de nuevo a casa y entramos por la misma puerta por la que se había salido. ¿Acaso esto no es un camino circular imperfecto?

Siempre estamos en camino y, en este sentido, casi todos son caminos circulares imperfectos. Y así, en síntesis, es toda la vida que te pertenece y la que me pertenece. Todo ser humano comienza su propia vida con el grito que nos permite respirar por uno mismo. Así es como entra el aire en nuestros pulmones y se inicia un camino único y circular, porque ahí mismo, en la puerta de esa respiración acabará todo cuando se acabe y se deje de respirar. Empezar a respirar y dejar de respirar, el comienzo y el final abrazados en la inmensa unidad vital de un camino circular imperfecto. 

Y, ¿los caminos rectos? Existen, claro, pero son pequeñitos, parciales y siempre forman parte del inmenso camino circular imperfecto. 

Camino Circular Imperfecto es el título de una tesis sobre antropología bíblica que trata de comprender todo tipo de caminos presentes en la biblioteca de la Biblia. Y uno de esos caminos circulares e imperfectos es el camino de un ciego llamado Bar-Timeo, porque, al parecer por su nombre de pila, su padre fue un tal Timeo, amante de todo cuando existe y sucede en la casa común llamada Tierra. 

Me han contado que este tal Bartimeo comenzó su camino existencial arropado por las tinieblas en todos los sentidos. Me he imaginado de mil modos los caminos circulares imperfectos que recorrió siendo ciego. Y después de tanto camino circular imperfecto sólo alcanzó a ser un mendigo. Pero de oído muy fino. Tan fino que grababa en sus archivos mentales los caminos de las palabras por sus adentros. Y guardaba serenamente esperanzado toparse de manos a boca con un liberador de las tinieblas. Había oído tanto sobre la luz..., sobre el aire..., sobre el sol y el mar... Había oído tanto... Y esperaba. Esperaba en la orilla de su propio camino circular imperfecto. Lo sabía él y lo sabían los de su alrededor. Hasta que una vez escuchó como en susurros una voz distinta. No supo si era su propia voz o la de alguien que paseaba también su camino de caminante. Y esa voz decía y repetía: tu fe te cura, tu fe te ayuda, tu fe te salva, tu fe te empuja, tu fe te... Se levantó y comenzó a caminar de nuevo e hizo que su propio camino circular imperfecto y poblado de tinieblas coincidiera con el camino circular imperfecto de esa voz que le decía: tu fe te cura, tu fe... Y los caminos circulares imperfectos se hicieron uno y el mismo... Aquel Bartimeo acompasó su camino con el de un tal Jesús, judío de la Galilea, y juntos entraron en Jerusalén y juntos siguieron su camino... Me lo estoy imaginando.

Tal vez esté imaginando un sueño. El judío de Galilea acabó su camino circular imperfecto en la gran ciudad y capital de su nación. Acabó su camino o, mejor, le cortaron la trama de sus pasos y le callaron sus palabras y le ahogaron sus susurros, pero el aire va llevando el eco de su mensaje: Tu fe te cura... Ese aire era el que seguía respirando Bartimeo que acabó los días de su camino circular imperfecto sabiendo que el mar es azul, tan azul como el cielo que veían sus ojos. O, quizá, ¿lo seguía imaginando todavía? No lo sé. Pero él seguía, hasta completarlo, en su camino circular imperfecto...

A continuación encuentras, inteligente Leyente, los comentarios del domingo 24 de octubre.

Domingo XXX TO Ciclo B (24.10.2021): Marcos 10,46-52. Tu fe te cura. Me lo comento y lo escribo CONTIGO,

Hemos llegado, por fin, al último tramo del camino que, según este primer Evangelista escritor, recorrió Jesús de Nazaret con sus seguidores: “Llegan a Jericó. Y cuando salía de Jericó acompañado de sus discípulos y de una gran muchedumbre...” (Marcos 10,46-52). Este último tramo tiene un nombre geográfico: Jericó. De esta misma realidad nos informa también el segundo Evangelio, el de Mateo (20,29-34) para indicarnos que el único Bartimeo ciego se ha convertido en dos ciegos.  ¿Fue así? Así esta contado y escrito.

El tercer Evangelista, Lucas, cuenta la curación de un ciego que no tiene nombre y que sucede antes de entrar en la ciudad (Lc 18,35). Y según este narrador, después de esta curación entraron en Jericó y ahí tuvo lugar el encuentro de su Jesús de Nazaret con Zaqueo. En el Evangelio de Juan no se encuentra nada de esto, ni de Jericó, ni de Bartimeo, ni de Zaqueo. Sólo se habla de un ciego de nacimiento curado (Juan 9), pero todo sucedió en la ciudad de Jerusalén.

Demasiadas diferencias invitan a los lectores a dudar de la historicidad lisa y llana de tales hechos. ¿Curaba aquel Jesús de Nazaret las cegueras, sorderas, parálisis de manos o pies o las lepras y enfermedades de todo tipo? La literalidad de los textos del Evangelio dice que sí. La lectura contemplativamente crítica dice que no. Tú y yo, que también leemos e interpretamos podemos pensar como mejor nos parezca. Y ojalá no olvidemos nunca la capacidad de pensar.

Al regresar al texto de Mc 10,46-52 me sorprende siempre encontrar las palabras que la mano narradora pone en boca de su Jesús, judío, laico y de Galilea: “Tu fe te ha curado”. Me sorprende este mensaje por la sencilla razón de que ‘la fe de una persona judía’ pasaba por conocer la Ley de Moisés y de su Dios, practicarla y hacerla pública en su asistencia al Templo de Jerusalén o su presencia en la Sinagoga de su poblado habitualmente sábado tras sábado.

En cambio, la fe que manifiestan estos ciegos del Evangelio -sea en Marcos, sea en Mateo, sea en Lucas o sea en Juan- no se expresa en la confianza en la Ley o en el Templo o en la Sinagoga, sino en una persona laica como Jesús. Y tan laica y pecadora y blasfema como lo ha dejado contado tan explícitamente Marcos 3,1-6. Y esta fe que manifiestan estos ciegos también coincide con la fe manifestada por mujeres, como ya había contado este Evangelista en Mc 7,24-30 o anteriormente en Mc 5,21-43, sobre todo en Mc 5,34.

En aquellos tiempos de Jesús y en los tiempos posteriores del Evangelista y en los más posteriores que son los de nuestro siglo XXI, ¿quién cura?, ¿quién libera de la enfermedad?, ¿quién salva, que es otra manera de decir ‘curar’? Y vuelvo a escuchar a quien nos dejó escrito su testimonio, sea quien sea quien escribiera este relato de Marcos: “Tu fe te ha curado”. La curación no llega desde fuera, sino que nace en los adentros. Como la vida de las semillas.

Y me queda comentar otro dato de estas narraciones de los tres Evangelios sinópticos. Esta curación de la ceguera acontece en Jericó. Seguramente que cada uno de los tres narradores tuvo sus motivos para ubicar los hechos, precisamente, en Jericó. El lugar y puerta de entrada de la liberación del pueblo de Israel como se cuenta en el Libro de Josué. Aquello fue entonces. Con el judío Jesús de Nazaret llega una nueva liberación, salvación, curación, humanización para Jerusalén y todo el pueblo, contando mujeres y niños. Pero no se trata de una conquista al modo de las conquistas de los viejos reinos de esta tierra. Se trata de una curación, liberación, conquista que nace de dentro de cada uno: Tu fe, mi fe, nos cura. Una revolución. Carmelo B. H.

CINCO MINUTOS con la Biblia entre las manos. Domingo 48º: 24.10.2021. Después de comentar los cuatro Evangelios y Hechos ¡completos!...

¿TRES COSAS HAY EN LA VIDA

1. "Tres cosas hay en la vida, salud, dinero y amor... y el que tenga estas tres cosas, que le dé gracias a Dios". Seguro que al lector ya le han venido al oído las notas de esta cancioncilla popular. A mí me vienen a la mente cada vez que mis ojos se encuentran con las expresiones del Salmo 128 (127 Vg): "Dichosos todos los que van por los caminos de Yahvé... Del trabajo de tus manos comerás... Todo te irá bien... Tu esposa será como parra fecunda en el secreto de tu casa... Verás a los hijos de tus hijos...".

2. Dicen los estudiosos que este salmo es un poema sapiencial-didáctico. Y, la verdad, ¡qué bien refleja el pensar y creer del judío sobre el judaísmo! Dichoso el hombre que tiene trabajo y come de él (¿salud-dinero?). Dichoso el hombre que siempre tiene éxito en todo cuanto emprende (¿dinero-salud?). Dichoso el hombre que tiene muchos hijos, como racimos la parra o brotes el olivo (¿amor-salud-dinero?). ¡Ah!, y una mujer en lo secreto de su casa, todo un ejemplo de hacendosidad por aquello de "sus labores (S. L.)".

3. Me gustaría oír la opinión de aquella mujer de hoy que lee "significativamente" estas expresiones del salmo. La Escritura es siempre y para todos "luz en el camino". Y por eso, me pregunto: ¿También para la mujer, y madre, creyente cristiana? Al intentar responderme esta pregunta, la mente se me llena de escalofríos... 

4. Los biblistas suelen sugerir que el AT puede ser leído al estilo de las primeras comunidades cristianas, que proclamaban el texto de la vieja alianza y luego se comentaba a luz del mensaje y vida de Jesús. Y la zascandilosidad de mi mente me bombardea interrogantes: ¿Leería Jesús este salmo? ¿En qué trabajó Jesús? ¿Comía habitualmente Jesús del fruto de su trabajo? ¿Qué éxito tuvo Jesús en aquello que emprendió? ¿Y el matrimonio de Jesús? ¿Y el asunto de los hijos? Entonces me digo, ¿qué tipo de judío fue Jesús?

5. Sinceramente, los anteriores escalofríos mentales aumentaron de grado, hace unos meses, al escuchar de labios de un rabino que "ser judío era tener nietos judíos". Lo del salmo este: "Verás a los hijos de tus hijos". Los tiempos de la "intolerancia" de Esdras y Nehemías (Esd 10) continúan vivos y palpitantes. Entonces, los anuncios y denuncias del judío Jesús de Nazaret ¿dónde están?; las actitudes, gestos y acciones liberadoras del Jesús de los Evangelios ¿dónde le sitúan?

6. Los sabios que escribieron esto bien sabían lo que decían. La doctrina sobre el judaísmo quedaba, para mucho tiempo, precisa y ajustadamente grabada en los versos de este poema-canción-oración. La espiritualidad del varón judío tiene su referencia en el hombre rico y sano que participa del bienestar en medio de su numerosa familia. Cuando toda Jerusalén y todo el pueblo estén organizados como una "gran familia de familias", semejante a la del salmo, entonces se establecerá ¡la paz en Israel!

7. En consecuencia, el "dichoso el pobre... y el que llora... y el que tiene hambre... y el perseguido, por la justicia" de la buena noticia de Jesús y de la espiritualidad del proyecto cristiano viene a ser la blasfemia más grandiosa para las religiosas conciencias de los justos judíos. Y, si así son las cosas de la vida judía y cristiana, ¿por qué seguir proclamando este salmo en las celebraciones del matrimonio cristiano? ¿Por qué proclamar este salmo? Carmelo Bueno Heras, Educar hoy 56 (febrero.1997).

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