Camino Circular
Es sábado y estoy con la
presentación de los comentarios del domingo 24 de octubre entre las manos. Y
sólo se me ocurre hablar del camino. ¿Cuándo no he escrito algo en relación con
el camino en estos tres u cuatro últimos meses?
Pues hay que seguir hablando
de la experiencia del camino.
Creo que sólo existe un
camino circular perfecto, el que escribe un compás perfecto en un medio
perfecto y con un acabado perfecto. Una circunferencia. Tan así. Existe el
camino perfecto. Sin embargo, con el compás que son nuestras dos piernas
resulta un poco complicado hacer un camino circular perfecto. Casi siempre nos
encontramos con un camino circular imperfecto. Es decir, trazamos algo que se
parece a un círculo o circunferencia.
Por ejemplo, salimos de casa
y nos dirigimos desde la puerta hacia donde sale el sol y caminamos. Un
kilómetro o un viaje al extremo del pueblo o de la ciudad y al cabo de un
tiempo como una hora, una mañana, un día, una semana, un mes o más
regresamos de nuevo a casa y entramos por la misma puerta por la que se había
salido. ¿Acaso esto no es un camino circular imperfecto?
Siempre estamos en camino y,
en este sentido, casi todos son caminos circulares imperfectos. Y así, en
síntesis, es toda la vida que te pertenece y la que me pertenece. Todo ser
humano comienza su propia vida con el grito que nos permite respirar por uno
mismo. Así es como entra el aire en nuestros pulmones y se inicia un camino
único y circular, porque ahí mismo, en la puerta de esa respiración acabará
todo cuando se acabe y se deje de respirar. Empezar a respirar y dejar de
respirar, el comienzo y el final abrazados en la inmensa unidad vital de un
camino circular imperfecto.
Y, ¿los caminos rectos?
Existen, claro, pero son pequeñitos, parciales y siempre forman parte del inmenso
camino circular imperfecto.
Camino Circular Imperfecto es
el título de una tesis sobre antropología bíblica que trata de comprender todo
tipo de caminos presentes en la biblioteca de la Biblia. Y uno de esos caminos
circulares e imperfectos es el camino de un ciego llamado Bar-Timeo, porque, al
parecer por su nombre de pila, su padre fue un tal Timeo, amante de todo cuando
existe y sucede en la casa común llamada Tierra.
Me han contado que este tal
Bartimeo comenzó su camino existencial arropado por las tinieblas en todos los
sentidos. Me he imaginado de mil modos los caminos circulares imperfectos
que recorrió siendo ciego. Y después de tanto camino circular imperfecto sólo
alcanzó a ser un mendigo. Pero de oído muy fino. Tan fino que grababa en sus
archivos mentales los caminos de las palabras por sus adentros. Y guardaba
serenamente esperanzado toparse de manos a boca con un liberador de las
tinieblas. Había oído tanto sobre la luz..., sobre el aire..., sobre el
sol y el mar... Había oído tanto... Y esperaba. Esperaba en la orilla de
su propio camino circular imperfecto. Lo sabía él y lo sabían los de su
alrededor. Hasta que una vez escuchó como en susurros una voz distinta. No supo
si era su propia voz o la de alguien que paseaba también su camino de
caminante. Y esa voz decía y repetía: tu fe te cura, tu fe te ayuda, tu fe te
salva, tu fe te empuja, tu fe te... Se levantó y comenzó a caminar de nuevo e
hizo que su propio camino circular imperfecto y poblado de
tinieblas coincidiera con el camino circular imperfecto de esa voz que le
decía: tu fe te cura, tu fe... Y los caminos circulares imperfectos se hicieron
uno y el mismo... Aquel Bartimeo acompasó su camino con el de un tal
Jesús, judío de la Galilea, y juntos entraron en Jerusalén y juntos siguieron
su camino... Me lo estoy imaginando.
Tal vez esté imaginando un
sueño. El judío de Galilea acabó su camino circular imperfecto en la gran
ciudad y capital de su nación. Acabó su camino o, mejor, le cortaron la trama
de sus pasos y le callaron sus palabras y le ahogaron sus susurros, pero el
aire va llevando el eco de su mensaje: Tu fe te cura... Ese aire era el que
seguía respirando Bartimeo que acabó los días de su camino circular imperfecto
sabiendo que el mar es azul, tan azul como el cielo que veían sus ojos. O,
quizá, ¿lo seguía imaginando todavía? No lo sé. Pero él seguía, hasta
completarlo, en su camino circular imperfecto...
A continuación encuentras,
inteligente Leyente, los comentarios del domingo 24 de octubre.
Domingo XXX TO
Ciclo B (24.10.2021): Marcos 10,46-52. Tu fe te cura. Me
lo comento y lo escribo CONTIGO,
Hemos llegado, por fin, al último tramo del camino
que, según este primer Evangelista escritor, recorrió Jesús de Nazaret con sus
seguidores: “Llegan a Jericó. Y cuando salía de Jericó acompañado de sus
discípulos y de una gran muchedumbre...” (Marcos 10,46-52). Este último
tramo tiene un nombre geográfico: Jericó. De esta misma realidad nos
informa también el segundo Evangelio, el de Mateo (20,29-34) para indicarnos
que el único Bartimeo ciego se ha convertido en dos ciegos. ¿Fue así? Así
esta contado y escrito.
El
tercer Evangelista, Lucas, cuenta la curación de un ciego que no tiene nombre y
que sucede antes de entrar en la ciudad (Lc 18,35). Y según este narrador,
después de esta curación entraron en Jericó y ahí tuvo lugar el encuentro de su
Jesús de Nazaret con Zaqueo. En el Evangelio de Juan no se encuentra nada de
esto, ni de Jericó, ni de Bartimeo, ni de Zaqueo. Sólo se habla de un ciego de
nacimiento curado (Juan 9), pero todo sucedió en la ciudad de Jerusalén.
Demasiadas
diferencias invitan a los lectores a dudar de la historicidad lisa y llana de
tales hechos. ¿Curaba aquel Jesús de Nazaret las cegueras, sorderas, parálisis
de manos o pies o las lepras y enfermedades de todo tipo? La literalidad de los
textos del Evangelio dice que sí. La lectura contemplativamente crítica dice
que no. Tú y yo, que también leemos e interpretamos podemos pensar como mejor
nos parezca. Y ojalá no olvidemos nunca la capacidad de pensar.
Al
regresar al texto de Mc 10,46-52 me sorprende siempre encontrar las
palabras que la mano narradora pone en boca de su Jesús, judío, laico y de
Galilea: “Tu fe te ha curado”. Me sorprende este mensaje por la
sencilla razón de que ‘la fe de una persona judía’ pasaba por conocer la Ley de
Moisés y de su Dios, practicarla y hacerla pública en su asistencia al Templo
de Jerusalén o su presencia en la Sinagoga de su poblado habitualmente sábado
tras sábado.
En
cambio, la fe que manifiestan estos ciegos del Evangelio -sea en Marcos, sea en
Mateo, sea en Lucas o sea en Juan- no se expresa en la confianza en la Ley o en
el Templo o en la Sinagoga, sino en una persona laica como Jesús. Y tan laica y
pecadora y blasfema como lo ha dejado contado tan explícitamente Marcos 3,1-6.
Y esta fe que manifiestan estos ciegos también coincide con la fe manifestada
por mujeres, como ya había contado este Evangelista en Mc 7,24-30 o
anteriormente en Mc 5,21-43, sobre todo en Mc 5,34.
En
aquellos tiempos de Jesús y en los tiempos posteriores del Evangelista y en los
más posteriores que son los de nuestro siglo XXI, ¿quién cura?, ¿quién libera
de la enfermedad?, ¿quién salva, que es otra manera de decir ‘curar’? Y vuelvo
a escuchar a quien nos dejó escrito su testimonio, sea quien sea quien
escribiera este relato de Marcos: “Tu fe te ha curado”. La
curación no llega desde fuera, sino que nace en los adentros. Como la vida de
las semillas.
Y
me queda comentar otro dato de estas narraciones de los tres Evangelios
sinópticos. Esta curación de la ceguera acontece en Jericó. Seguramente
que cada uno de los tres narradores tuvo sus motivos para ubicar los hechos,
precisamente, en Jericó. El lugar y puerta de entrada de la liberación del
pueblo de Israel como se cuenta en el Libro de Josué. Aquello fue
entonces. Con el judío Jesús de Nazaret llega una nueva liberación, salvación,
curación, humanización para Jerusalén y todo el pueblo, contando mujeres y
niños. Pero no se trata de una conquista al modo de las conquistas de los
viejos reinos de esta tierra. Se trata de una curación, liberación, conquista
que nace de dentro de cada uno: Tu fe, mi fe, nos cura. Una revolución. Carmelo
B. H.
CINCO
MINUTOS con la Biblia entre las manos. Domingo 48º: 24.10.2021. Después de comentar los
cuatro Evangelios y Hechos ¡completos!...
¿TRES
COSAS HAY EN LA VIDA
1. "Tres cosas hay en la vida, salud, dinero y amor... y el que
tenga estas tres cosas, que le dé gracias a Dios". Seguro que al
lector ya le han venido al oído las notas de esta cancioncilla popular. A mí me
vienen a la mente cada vez que mis ojos se encuentran con las expresiones del
Salmo 128 (127 Vg): "Dichosos todos los que van por los caminos de
Yahvé... Del trabajo de tus manos comerás... Todo te irá bien... Tu esposa será
como parra fecunda en el secreto de tu casa... Verás a los hijos de tus
hijos...".
2. Dicen los estudiosos que este salmo es un poema sapiencial-didáctico.
Y, la verdad, ¡qué bien refleja el pensar y creer del judío sobre el judaísmo!
Dichoso el hombre que tiene trabajo y come de él (¿salud-dinero?). Dichoso el
hombre que siempre tiene éxito en todo cuanto emprende (¿dinero-salud?).
Dichoso el hombre que tiene muchos hijos, como racimos la parra o brotes el
olivo (¿amor-salud-dinero?). ¡Ah!, y una mujer en lo secreto de su casa, todo
un ejemplo de hacendosidad por aquello de "sus labores (S. L.)".
3. Me gustaría oír la opinión de aquella mujer de hoy que lee
"significativamente" estas expresiones del salmo. La Escritura es
siempre y para todos "luz en el camino". Y por eso, me pregunto:
¿También para la mujer, y madre, creyente cristiana? Al intentar responderme
esta pregunta, la mente se me llena de escalofríos...
4. Los biblistas suelen sugerir que el AT puede ser leído al estilo de
las primeras comunidades cristianas, que proclamaban el texto de la vieja
alianza y luego se comentaba a luz del mensaje y vida de Jesús. Y la
zascandilosidad de mi mente me bombardea interrogantes: ¿Leería Jesús este
salmo? ¿En qué trabajó Jesús? ¿Comía habitualmente Jesús del fruto de su
trabajo? ¿Qué éxito tuvo Jesús en aquello que emprendió? ¿Y el matrimonio de
Jesús? ¿Y el asunto de los hijos? Entonces me digo, ¿qué tipo de judío fue
Jesús?
5. Sinceramente, los anteriores escalofríos mentales aumentaron de
grado, hace unos meses, al escuchar de labios de un rabino que "ser
judío era tener nietos judíos". Lo del salmo este: "Verás a
los hijos de tus hijos". Los tiempos de la "intolerancia" de
Esdras y Nehemías (Esd 10) continúan vivos y palpitantes. Entonces, los
anuncios y denuncias del judío Jesús de Nazaret ¿dónde están?; las actitudes,
gestos y acciones liberadoras del Jesús de los Evangelios ¿dónde le sitúan?
6. Los sabios que escribieron esto bien sabían lo que decían. La
doctrina sobre el judaísmo quedaba, para mucho tiempo, precisa y ajustadamente
grabada en los versos de este poema-canción-oración. La espiritualidad del
varón judío tiene su referencia en el hombre rico y sano que participa del
bienestar en medio de su numerosa familia. Cuando toda Jerusalén y todo el
pueblo estén organizados como una "gran familia de familias",
semejante a la del salmo, entonces se establecerá ¡la paz en Israel!
7. En consecuencia, el "dichoso el pobre... y el
que llora... y el que tiene hambre... y el perseguido, por la
justicia" de la buena noticia de Jesús y de la espiritualidad del
proyecto cristiano viene a ser la blasfemia más grandiosa para las religiosas
conciencias de los justos judíos. Y, si así son las cosas de la vida judía y
cristiana, ¿por qué seguir proclamando este salmo en las celebraciones del
matrimonio cristiano? ¿Por qué proclamar este salmo? Carmelo
Bueno Heras, Educar hoy 56 (febrero.1997).
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