Desterrados
344. Nuestra Madre la Virgen de las Ermitas
345. Nuestra Madre la Virgen do Corpiño
346. Nuestra Madre la Virgen da Barca
347. Nuestra Madre la Virgen del Avellano
348. Nuestra Madre la Virgen de la Braña
349. Nuestra Madre la Virgen de Chamorro o del Nordés
350. Nuestra Madre la Virgen de La Lanzada
Mi jaculatoria: Que me devuelvan a la Señora María
Junto a esta jaculatoria me sigo identificando con esta otra que voy repitiendo como un nuevo mantra del aire de mis adentros: Vive Jesús en nuestros corazones. Siempre.
Leo y escribo Contigo:
PESCAR ES LIBERAR
Puedes saltarte, lector paciente, este primer párrafo porque es una denuncia que ya te suena a conocida. Sabes bien que escribiré la denuncia mientras siga detectando intereses poco evangelizadores en la selección de los evangelios para la liturgia eucarística. ¿Qué tiene de malo, de indecente, de no eclesial… el texto de Lucas 4,31-44 para que no se nos lea a quienes somos sólo asamblea dentro de la celebración que le pertenece al celebrante? ¿Suena tan mal escuchar que Jesús de Nazaret, el condenado a ser despeñado barranco abajo en 4,29-30, ‘fuera predicando el Evangelio de la buena noticia en la que no hay castigo ni venganza de nada ni de nadie por las sinagogas de Judea (o tal vez mejor, Galilea)’ como se dice en 4,44?
Sábado a sábado y de sinagoga en sinagoga, fue Jesús de Nazaret amontonándose una larga colección de condenas ‘a muerte’ por los maestros oficiales de su RELIGIÓN. Tal vez fuera este proceder del galileo de Nazaret el que despertara la curiosidad por saber de los asuntos religiosos de los que hablaba de forma tan novedosamente blasfema. Así es como comienza el texto en el capítulo cinco: ‘Estaba en la orilla del lago de Galilea y la gente se agolpaba a su alrededor para oír la Palabra de Dios… y enseñaba desde la barca a la multitud reunida’ (5,1-3).
¿Qué enseñaba este evangelizador? Dice este texto que ‘la Palabra de Dios’. ¿Puede saberse a qué se le llamaba entonces ‘Palabra de Dios’? Parece ser que eran considerados como Palabra de Dios todos los textos recopilados en los llamados rollos de la Ley de Moisés, los Profetas y los demás escritos. Aproximadamente lo que hoy conocemos como libros del Antiguo Testamento. Y se creía que había sido el mismo Dios Yavé quien así se lo había hablado directamente a los diversos escritores. Hasta se llegaba a decir que ese Dios sólo hablaba en hebreo.
Y hoy, ¿a qué llamamos ‘Palabra de Dios’? Sería muy largo de contar con todas sus connotaciones. Pero creo que para las gentes del pueblo se considera Palabra de Dios todo lo escrito principalmente en los cuatro Evangelios y lo que llamamos libros del Nuevo Testamento. Y en sentido más global, toda la Biblia, Antiguo y Nuevo Testamento es considerada como ‘Palabra de Dios’. ¿Y esto quiere decir que el Dios Yavé de Israel habló y los escritores copiaron lo que Dios les dictaba? ¿Y quiere decir que Dios, el de Jesús o en quien él creía, le habló directamente a Jesús y a todos cuantos escribieron los libros del Nuevo Testamento? ¿Habló y, desde entonces, ese mismo Dios dejó de hablar?
Voy a escribirlo claro para que se me entienda y/o se me condene, si alguien desea hacer lo uno o lo otro. Ningún Dios habló a ningún Moisés o Profeta. Y ningún Dios habló a Jesús de Nazaret ni a ninguno de los escritores de los libros del Nuevo Testamento o de la Biblia. Y ningún Dios nos ha hablado a ti, a mí y a los demás vivientes. Creo que tampoco lo hizo a Teresa de Ávila ni a Tomás de Aquino, por poner dos referencias. Dios nunca habló a nadie. ¿Qué valor tiene entonces todo lo escrito en la Biblia? El valor que cada uno deseemos darle.
Por eso a nadie se le debe imponer nada en nombre de ningún Dios o de su supuesta palabra que es la Biblia. Dicho esto, suelo añadir: no pretendo tener razón, pero no quiero engañar a nadie ni quiero que nadie me engañe. Esto lo aprendo de la libertad crítica con la que habló y obró Jesús de Nazaret. Así entiendo esa misión de Jesús: “desde ahora serás pescador de hombres” (5,10). Pescar es liberar.
Carmelo Bueno Heras. En Burgos, 07 de febrero de 2016 y en Madrid, 09 de febrero de 2025
Segundo comentario:
CINCO MINUTOS con el Evangelio de Lucas para leerlo ordenadamente y desde el principio hasta el final. Semana 11ª (09.02.2025): Lucas 3,21-38.
UN PECADOR ENTRE LOS PECADORES
Espero que todo lector de este comentario de Lucas 3,21-38 se lea en este momento el relato en su propia Biblia… Puntos suspensivos y silencio mientras se lee…
Leído el texto, pregunto: ¿Alguien puede creerse que este Evangelista pudo rastrear uno a uno, y con su nombre propio, todos los antecesores paternos de su Jesús de Nazaret? He contado los nombres de estos hombres y padres tres veces y me han salido setenta y siete. ¿Pura curiosidad del número 77? Voy a citarlos, según el texto, de esta manera: “Según se creía, Jesús era hijo de José…, hijo de David…, hijo de Abraham…, hijo de Adán e hijo de Dios”.
Dicho de forma muy abreviada: Jesús era hijo de José, de Adán y de Dios. Así de sencillo. Y así se comprende bastante mejor lo que ya nos dijo este Evangelista en 1,26-38. ¿Acaso sería blasfemo decir que también tú y yo y todos los seres humanos podemos decir esto mismo que dice Lucas del judío Jesús? Todos somos hijos de un padre… de Adán y de Dios. ¿Él es el único?
Y por relacionar y tratar de precisar los datos de estos relatos de la infancia de Jesús sugiero que se lea sin prisas el texto de Mateo 1,1-17. Se constatará que son dos listas de paternidades muy distintas. Es más, el padre de José en ambas listas genealógicas es distinto y no será porque José tuviera dos padres biológicos (Helí, según Lucas; y Jacob, según Mateo). ¡Curioso! Otro dato: en Mateo se citan nombres de mujeres y de madres. En Lucas, sólo leemos padres.
Otro dato más: Mateo abre su Evangelio con la genealogía de Jesús. ¿Tenía demasiada prisa por asegurar que su Jesús de Nazaret era judío, judío, judío? En cambio, Lucas nos ha regalado la curiosa genealogía de su Jesús cuando éste tiene ya alrededor de treinta años y después de haberse bautizado con Juan el bautizador (3,23). ¿Qué fue de este Jesús, amigo Lucas, desde sus doce hasta sus treinta años? ¿Por qué ninguno de los cuatro tan lúcidos Evangelistas nos ha dicho nada de estos años?
Después de todo esto, hablemos de ‘el bautismo de Jesús’ (3,21-22). Entre la gente que va a bautizarse con Juan en el Jordán va el propio Jesús, dice este Evangelista. Uno cualquiera entre tantos. Un pecador más entre quienes se sienten pecadores. En este encuentro nada se dicen Juan y Jesús. No sabemos si se hablaron, si se miraron, si se abrazaron. ¿Acaso no eran primos?
“Bautizado también Jesús y puesto en oración, se abrió el cielo…” (3,21). Nada dice este Evangelio de cómo fue el bautismo de Jesús ni de los ritos y palabras que usaba aquel Bautizador para bautizar. Tampoco se nos dice nada de la oración de Jesús. ¿Era de pie, sentado o de rodillas? ¿De tres salmos, dos o ninguno? ¿Pedía o agradecía? Nada sabemos.
Sí se nos dice, en cambio, lo más importante: ‘se abrió el cielo’.
Si se abre será porque estaba cerrado. Y seguramente tras de la puerta, en el más allá, ¿estaba Yavé Dios con todos los dioses de los que hablaban los hombres de todos los pueblos y religiones? Se abrió el cielo y desde entonces quien allí hubiera o hubiese abandonó su cielo y empezó a vivir como uno más entre los humanos hecho aire (espíritu, pneuma, vendaval, susurro). ¿El aire es vida? ¿Es Dios? ¿Qué haríamos o seríamos tú y yo sin el aire?
Carmelo Bueno Heras. En Madrid, 11 de febrero de 2018 y e
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