Feliz día de la educación
… de san Lucas. Que me devuelvan a la señora María. 342. Nuestra Señora la Virgen del Acebo. Que me devuelvan a la señora María. 343. Nuestra Señora la Virgen del Fresno. Que me devuelvan a la señora María.
Junto a esta jaculatoria me sigo identificando con esta otra que voy repitiendo como un nuevo mantra del aire de mis adentros: Vive Jesús en nuestros corazones. Siempre.
2025, 02.02. Domingo 4º del Tiempo Ordinario C: Lucas 2,22-40
Leo y escribo Contigo:
¿Presentación – Purificación – Evangelización?
El primer domingo de este nuevo mes de febrero se celebra dentro de la iglesia católica romana y vaticana la fiesta llamada de la Presentación o, también, de la Purificación. Presentación o Purificación por aquello que nos cuenta, en rigurosa primicia, el biógrafo Lucas cuando Jesús cumplió sus primeros cuarenta días de vida. Podemos o debemos imaginar que el recién nacido bebé, Jesús en (de) Belén, es llevado por sus padres y parientes a la capital Jerusalén y a su Templo para purificarse de sus pecados según la Ley de Moisés (cfr. Levítico 12).
Felicidades y enhorabuenas a todas las mujeres que se llaman Presentación o Purificación, que son muchas, pero serán muchas más quienes se llamen ANA; feliz día para éstas también.
La memoria de este ‘hecho’, histórico o imaginado por el Evangelista Lucas, es el relato evangélico que se nos proclamará en la eucaristía de este domingo, el cuarto del tiempo litúrgico llamado ordinario, entiéndase como se desee este asunto del ‘ordinario’.
En mi celebración eucarística de este acontecimiento dominical me leeré el relato amplio que nos ha dejado Lucas como testimonio de su fe en Jesús de Nazaret de quien escribe unos cuarenta o cincuenta años después de la muerte de este protagonista de su buena noticia. Me leeré de nuevo este texto para tratar de retener todos los detalles del relato para volver a empaparme de los mensajes de la fe en Jesús. Volveré a constatar que aquel Jesús concebido y nacido de María y de José fue uno y único como cualquier otro ser humano llegado a este mundo. Y que siendo así, uno y único, cada uno de sus creyentes y seguidores nos lo imaginamos a nuestro modo y manera. Tantos modos o maneras como creyentes. Desde el Dios segunda persona trinitaria, hasta el Sumo Sacerdote de cualquiera de los Templos de la Religión que es el Cristianismo, pasando por el siervo de los siervos servidores crucificados de este mundo. Parece ser que su identidad de ser humano se nos ha ido resucitando divinizada en los adentros de cada uno de sus creyentes.
En síntesis, me seguiré preguntando en este domingo día 2 de febrero ¿quién es este Jesús de Nazaret? ¿Quién eres? ¿Quién eres para mí? ¿Luz, agua, camino, palabra, piedra, puerta… pan?
Y…, ya puesto en sintonía, trataré de hacer algo semejante a lo que nos relata Lucas sobre aquel anciano del Templo de Jerusalén llamado Simeón: escribir ‘un poemita’, inspirado en el suyo o en el de Lucas 2,29-32. Aunque no desee como él morir en breve, puede que encuentre algunas palabras (como las siete ya escritas en el párrafo anterior) que me permitan hilvanar alguno de los buenos sentimientos de las interconexiones de mis neuronas.
Y…, ya puesto en sintonía, prometo volver a leerme un excelentemente precioso comentario de lo que nos dice Lucas de su profetisa Ana en este relato (2,36-38). No he leído en mucho tiempo ningún comentario tan sabroso, documentado, bien contado y comprensible para todo lector interesado en asuntos bíblicos. Por esto, volveré a poner ante mis ojos a Ariel Álvarez Valdés, 6. ¿Quién es la única profetisa mencionada en el Nuevo Testamento?, en Nuevos enigmas de la Biblia 6, PPC, Madrid, 2023, páginas 93-108. A modo de uva madura de su racimo copio esta afirmación de su autor: “Nuevamente, Ana aparece bajo una luz de preeminencia, convirtiéndose en la primera catequista en encender la mecha del Evangelio, mecha que nunca más se apagará” (página 106).
Carmelo Bueno Heras. En Madrid, 2 de febrero de 2025.
CINCO MINUTOS con el Evangelio de Lucas para leerlo ordenadamente y desde el principio hasta el final. Semana 10ª (02.02.2025): Lucas 3,1-20.
Juan, bautizador y blasfemo
Acabada la narración de ‘la infancia de Jesús’ (Lucas 1-2), este Evangelista dedica el largo texto del capítulo tercero a presentarnos a Juan el bautizador y a Jesús de Nazaret en el río Jordán, lejos de Jerusalén y de su Templo. En este comentario nos detenemos sólo, y como lo hace Lucas, en la persona de Juan (3,1-20).
Ninguno de los tres restantes Evangelistas describe con tanta amplitud y precisión la misión que desarrolla el adulto Juan, hijo del Sumo Sacerdote Zacarías. La síntesis de esta misión está nítidamente expresada por el narrador: “Recorría Juan toda la región del Jordán y proclamaba un bautismo para perdonar los pecados” (3,3).
Y se añade que este Juan aprendió del profeta Isaías a realizar estas tareas de bautizador-perdonador de pecados. ¿Por qué los clérigos del templo no aprendieron eso mismo del profeta?
En los días de aquel Juan el bautizador tanto las gentes del pueblo como las autoridades de la religión, la economía y la política de Israel conocían los mensajes de los profetas del pasado. También hoy podríamos decir que todos tenemos acceso a leer y comprender el mensaje de los Evangelios que nos hablan de aquel Jesús.
. ¿Por qué las autoridades de la Ley siguen en el Templo y oficiando en él los rituales de las ofrendas presentadas a su Yavé Dios?
. ¿Por qué, en cambio, aquel Juan abandonó el Templo con todas sus liturgias y se marchó al Jordán para hacer lo mismo que se hacía en el Templo?
. ¿No perdonaban ambos los pecados de la gente en nombre de Dios?
Tal vez hicieran lo mismo, pero no lo hacían de la misma manera:
. Al templo se le pagan los servicios prestados.
. Por el contrario, Juan no cobra. Regala e invita a regalarse:
“La gente le preguntaba: ¿qué tenemos que hacer?...
Los publicanos le preguntaban: ¿qué tenemos que hacer?...
Le preguntaron también unos soldados: ¿qué debemos hacer?...
Y de esta manera, Juan anunciaba el EVANGELIO al pueblo (3,10-18).
Retomo la sencilla y humilde expresión ‘de esta manera’ para contemplar la fuerza transformadora que se encierra dentro de ella. En ‘de esta manera’ se está haciendo carne y sangre la presencia del llamado ‘reinado de Dios’. Por hablar y actuar, por enseñar y bautizar, por evangelizar y perdonar ‘de la manera’, como lo hacía este hombre, Juan el bautizador sabe que se está jugando la vida y sabe que la perderá.
“Herodes, el tetrarca…, encerró a Juan en la cárcel” (3,19-20). Al parecer, el tetrarca (del griego ‘tetra’, cuatro; y ‘arjé’, jefe o principal) Herodes mandaba en una cuarta parte de la provincia romana de la Siriapalestinense.
‘De esta manera’, el bautizador Juan en su plena madurez fue tachado de blasfemo por el poder religioso (judío) y político (romano).
Carmelo Bueno Heras. Madrid, 4 de febrero de 2018 y 2 de febrero de 2025.
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