lunes, 10 de agosto de 2015

Fue golpeada por sus propios padres durante 2 años por su Fe 05082015

Fue golpeada por sus propios padres durante 2 años por su Fe

Su nombre es Hannah. Y en la pequeña iglesia con paredes azul cielo, catorce años después ella vino a Cristo, ahora ella levanta sus manos y canta al Señor.

En una pequeña iglesia con paredes color azul cielo está una mujer con pendientes de oro en forma de corazón. Su cabello ondulado es recogido en un moño y sus mejillas pintadas con vetas de protector solar de color beige. Ella se sienta en el suelo con los hombres y las mujeres cantando la alabanza - Gloria, Aleluya - ajenos a su entorno, las voces rebotan en las paredes, sus oídos atentos sólo para el toque suave de la guitarra acústica de su pastor.
La mujer con los pendientes en forma de corazón dice que ella siempre ha sido religiosa. ¿Cómo no podría serlo, uno podría preguntarse, cuando ella vive en la tierra de brillantes pagodas?
Mucho antes de que ella diese su vida a Cristo, la mujer se despertaba antes de que saliera el sol y preparaba la comida para los monjes con túnicas carmesí que pasarían regularmente por su puerta. Como parte de la tradición familiar, ella bañaba las estatuas de Buda, ofrecía alimentos en los templos, meditaba y memorizaba oraciones budistas. Su familia practicaba el Hinduismo también. Esta mujer viene de una larga línea de devotos mixtos, de los cuales sus padres eran los más firmes de todos ellos.

Un lugar para Cristo
Hannah dice que recibió a Jesucristo a través de una canción. Era el año 2001. Una señora Chin, a quien había conocido al azar en la escuela, se hizo su amiga y la invitó a venir a la iglesia. Hannah no quería ir al principio, pero llegada la Navidad empezó a sentir lástima por la persistente dama y decidió aceptar su invitación.
"No vengas a mi casa", le dijo a la dama Chin. "Encontrémonos por la carretera. Entonces, iremos a la iglesia".
Hannah sabía que estaba pisando terreno peligroso. Era peligroso y diferente. La decisión de asistir a la iglesia no le caería muy bien a sus tan piadosos padres, pero todas sus preocupaciones se dispersaron cuando escuchó las melodías de Navidad del coro que fluían desde las ventanas. La letra decía que era tiempo de Navidad, el momento en que se debe dar un lugar en el corazón a Jesús. Ella saboreó la melodía, escuchó su verdad, y le dio todo su corazón a Jesús para que lo llene.
Todo era diferente cuando Hannah volvió a su casa. Ella se dirigió directamente a las imágenes de Buda en su casa y las quitó de las repisas. "Ellos no están vivos", dice, "Jesús está vivo. Ya no quería adorar ídolos".

El costo por Cristo
Hannah fue cambiado. Después de que ella oró para que Jesús llene su vida, se convirtió en una sedienta de agua viva. Hannah llegó a la iglesia, no sólo para el servicio de adoración los domingos, sino también los miércoles para asistir a la reunión de oración y los sábados para ayudar con la juventud. Ella hizo todo esto en secreto. O al menos lo intentó. Pero su hermana le contó a su madre acerca de sus actividades, y Hannah pronto aprendió el costo de seguir a Cristo.
Hannah fue golpeada por su propia madre por su fe. La primera vez fue desde la nuca hasta la cintura. "Al estilo japonés", dice Hannah. Estilo japonés significaba golpes de karate en su espalda con toda la fuerza de su madre. Estilo japonés significa arañazos plantados en su carne por las mismas manos que la acariciaron cuando ella era una niña.
Al servicio de adoración los domingos. Reunión de jóvenes los sábados. Reunión de oración los miércoles. Si su hermana se lo contaba a su madre, su madre la golpeaba o le prohibía comer cualquier cosa en la casa.
Aún así, Hannah lo soportó. Intentó llevar a su hermanastro a la iglesia, pero los atraparon. Esta vez los atrapó su padre. "Nosotros no somos cristianos", dijo el padre. Y él los maldijo, se burló, y les prohibió volver. En otra ocasión, el padre de Hannah le estrelló su cabeza contra la pared.
"Me golpeaban siempre que iba a la iglesia. Después de que regresaba de la iglesia, me golpeaban. Cuando iba camino a la iglesia, miraba detrás de mí para ver si mi madre me estaba siguiendo. Me preocupaba que fuese a la iglesia y maldijera a los miembros de la iglesia. Ella me había golpeado de esta manera durante dos años".
Dos años que sufrió persecución de sus padres y fue traicionada por su hermana. Dos años que pasó mirando sobre su hombro para confirmar que su asistencia a la iglesia no estaba dañando a nadie más.
"Mi madre sabía que no podía hacer que dejara de ir", añade Ana. "Un día, ella le dijo a mi hermana que estaba totalmente loca, así que mi hermana vino a mí con planes de maldecirme. Yo no reaccioné. Yo estaba dando clases en la escuela dominical en casa en ese momento, y me enteré de que mi hermana estaba escuchando la enseñanza secretamente. Finalmente tuve la oportunidad de invitarla a la iglesia y a nuestro grupo de células en casa. Ella se puso muy contenta con el compañerismo y los cantos, y en 2004, ella aceptó a Jesucristo".
La recompensa en Cristo
Ya es el año 2015. La madre de Hannah ahora está más suave. No hay más rasguños y moretones en la espalda de Hannah. Incluso un día su madre asistió a la iglesia. Ella no cree en Jesús aún, pero ella al menos trata de entender la fe de su hija.
A pesar del sufrimiento que ha soportado de parte de sus padres, Hannah decide perdonar:
"Al principio estaba enojada con mi madre, pero más tarde me di cuenta de que incluso el mismo Jesús fue golpeado para salvarnos. Por el poder de Dios, llegué a ser capaz de soportar el sufrimiento. Amo a Jesucristo. Sé que Jesús me salvó. Yo perdono a mi madre. Ella sólo quiere lo mejor para mí. Jesús sufrió mucho cuando fue perseguido. Perdono a mi madre y no voy a dejar de ir a la iglesia. Necesito que oren por mis tres hermanas, mis parientes, mi madre y mi tío Necesito que oren por todos ellos para que acepten a Jesucristo. Yo ruego por ellos con lágrimas".
En la pequeña iglesia con paredes azul cielo, Hannah y otros diez están situados al pie de la cruz. Ellos cantan al Señor con las manos levantadas, la cabeza inclinada y los corazones desnudos, regocijándose en la gloria de Dios en medio de ellos.
A pocos pies de distancia de Hannah está una mujer en una camisa violeta. La mujer está orando profundamente, con lágrimas derramadas de sus ojos, el sudor rodando de la frente. Ella es la hermana de Hannah - la misma cuyos susurros le provocaron contusiones a Hannah hace mucho tiempo - y hoy en el en la iglesia como escenario está con las rodillas plantadas en el suelo declarando: "Santo, santo, santo es el Señor".


FuenteGP
TraductorGP

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