San Mariano Berry | |
San Mariano, ermitaño, Berry (Francia), s. VI.
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San Magno de Lacio | |
En el lugar denominado «Fabrateria Vetus», cerca de Ceccano, en el Lacio, san Magno, mártir.
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San Magín de Tarragona | |
San Magín, mártir
En Tarragona, en Hispania, san Magín, mártir.
Dado que el material histórico sobre este santo es enteramente incierto, reproducimos la leyenda de san Magín, tal como circula en Tarragona:
San Magín o Sant Magí lluny, también Sant Magí de la Brufaganya, fue el artífice del río que recorre todo el Tarragonés y a cuyas orillas se alzaron torres de vigía por parte de los propietarios de las tierras.
San Magín fue encarcelado y salió de la prisión guiado por un ángel; se retiró a la Brufaganya para hacer vida eremítica y allí murió a manos de los soldados romanos, después de vivir unos treinta años en una cueva. Antes de morir, dado que los fieles no cesaban de pedirle agua, mientras hacía vida de oración, hizo nacer cuatro fuentes primero y un río después. Un día lanzó tan lejos como puedo su cayado, diciendo: On el meu gaiat caurà, un riu hi naixerà (donde mi cayado caiga, un río nacerá), y nació un río que llamaron Gaià, que quiere decir cayado -gaiato- en recuerdo a su origen. Pero otra leyenda afirma que San Magin hizo manar las fuentes cuando llegaron los romanos a prenderle, con el fin de saciar su sed, ya que se mostraban agotados y sedientos después de tan larga caminata.
fuente: www.tarragona-goig.org
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San Andrés de Cilicia

Santos Andrés, el tribuno, y compañeros, mártires
En Cilicia, san Andrés, tribuno, y compañeros soldados, que, según la tradición, obtenida con la ayuda divina una victoria sobre los persas, se convirtieron a la fe de Cristo y, acusados por este crimen, en tiempo del emperador Maximiliano recibieron una muerte cruel en los desfiladeros del monte Tauro, a manos del ejército del prefecto Seleuco.
Es difícil reconstruir la historia de san Andrés de un modo coherente. Según parece, era uno de los capitanes del ejército de Galerio, enviado por Diocleciano contra los persas. Durante una batalla, Andrés invocó el nombre de Cristo, pues había oído decir que era un protector muy poderoso, y exhortó a sus hombres a hacer lo propio. El pelotón de Andrés triunfó, y la victoria se atribuyó a la invocación del nombre de Cristo. Entonces, el capitán y algunos de sus hombres determinaron hacerse cristianos, por lo cual fueron denunciados ante Antíoco, su jefe inmediato. Sin saber qué medidas tomar, éste escribió a Galerio y el general, reacio a desmoralizar a sus hombres con la ejecución de varios valientes soldados al día siguiente de la victoria, ordenó a Antíoco, que diese de baja a los cristianos y esperase una oportunidad mejor para castigarlos. Andrés y sus compañeros se transladaron a Cesarea, en Capaducia, donde fueron bautizados por el obispo Pedro. Seleuco, el gobernador militar de Cilicia, mandó arrestar a los neófitos. Estos huyeron a las montañas de Taurus, pero fueron aprehendidos y ejecutados ahí. En el Oriente se profesa gran devoción a san Andrés, a quien se da el título de «Megalomártir» (gran mártir). Ignoramos cuántos fueron sus compañeros. No existen huellas de culto primitivo a san Andrés, la leyenda de su martirio se popularizó muy posteriormente.
Puede verse el texto griego en Acta Sanctorum, agosto, vol. III. El Hieronymianum menciona a un Andrés el 22 de julio; pero no hay ningún motivo para relacionarle con la historia y la fecha de las «actas» de san Andrés el Tribuno.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
San Sixto III | |
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San Sixto III, papa
En Roma, en la vía Tiburtina, junto a San Lorenzo, sepultura de san Sixto III, papa, que restableció la concordia entre el Patriarcado de Antioquía y el de Alejandría, y en la Urbe erigió para el pueblo de Dios la basílica de Santa María la Mayor, en el monte Esquilino.
Sixto era uno de los principales miembros del clero de Roma. En el año 432 sucedió a san Celestino I en el pontificado. San Próspero de Aquitania escribió con esa ocasión: «Confiamos en la protección del Señor y esperamos que, por manos de Sixto, continuará derramando su gracia, como lo hizo por la mano de Inocencio, de Zósimo, de Bonifacio y de Celestino. Como éstos guardaron la grey contra los lobos que la atacaban abiertamente, así esperamos que lo haga Sixto contra los lobos ocultos». Esta última frase era una lusión al semipelagianismo. San Próspero no vio fallidas sus esperanzas. Sin embargo, como San Sixto era pacífico por temperamento y prefirió una política conciliatoria, algunos de los ortodoxos extremistas llegaron hasta a acusarle de tendencias pelagianistas y nestorianas.
San Sixto III restauró la basílica liberiana, llamada actualmente Santa María la Mayor y mandó poner en ella esta noble inscripción «¡Virgen María!, yo, Sixto te he dedicado este nuevo templo como ofrenda digna de las entrañas de las que nació nuestro Salvador. Tú, doncella que no conociste varón, llevaste en tu seno y diste a luz a nuestro Salvador. Y he aquí que ahora estos mártires, que con su vida dieron testimonio del Fruto de tu vientre, ciñen sobre tus sienes la corona de su victoria. Bajo sus pies están los instrumentos de sus sufrimientos: la espada, las llamas, las fieras, el agua, los crueles venenos. Los instrumentos son diversos, pero la corona es única». Sobre el arco del ábside puede leerse todavía la siguiente inscripción: «Sixto, obispo del pueblo de Dios». El santo Pontífice reedificó y consagró varias otras iglesias. La dedicación de Santa María la Mayor (5 de agosto) es fiesta de la Iglesia universal.
La fuente más importante es el Liber Pontificalis con las notas de Duchesne (vol. i, pp. 232-237). Véase también Grisar, Geschichte Roms und der Päpste, parrs. 224-226 y 468.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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