miércoles, 18 de noviembre de 2015

Beatos Ovidio Bertrán y cinco compañeros - Beata Carolina Kózka - San Román de Cesarea 18112015

Beato Ovidio Bertrán

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En Lorca, Cartagena, España, beatos Ovidio Bertrán (Esteban Anuncibay Letona), Hermenegildo Lorenzo (Modesto Sáez Manzanares), Luciano Pablo (Germán García Y García), Estanislao Víctor (Augusto Cordero Fernández), Lorenzo Santiago (Emiliano Martínez De La Pera Álava), religiosos de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, y José María Cánovas Martínez, presbítero diocesano, todos ellos mártires.
En Lorca, pueblo de Murcia, los Hermanos de las Escuelas Cristianas atendían la Escuela San José, de nivel elemental. Cinco Hermanos formaban la comunidad: Ovidio Bertrán, Hermenegildo Lorenzo, Luciano Pablo, Estanislao Víctor y Lorenzo Santiago. El 30 de julio de 1936 se presentaron en la Escuela San José un grupo de personas que se decían «Trabajadores de la Enseñanza», reclamando que les entregaran el inmueble, en nombre del «Frente Popular» (formado por partidos y organizaciones de izquierda). El Hno. Director llamó al abogado de la Escuela, D. José María Campoy, que consiguió diferir lo que exigían aquellos señores. Pero cuando el Hno. Director esperaba que volvieran para exigir la entrega del edificio, los que acudieron fueron veinte milicianos de la C.N.T.

El 1 de agosto trasladaron a los Hermanos a la cárcel, donde ya estaban detenidos otros sacerdotes, religiosos y católicos significados por sus creencias. Mientras los Hermanos estuvieron detenidos, una dama caritativa, con sus cuatro hijas, les llevó todos los días la comida, que ella misma cocinaba. Los Hermanos llevaron en la cárcel una vida de suma edificación. Pasaban rezando la mayor parte del tiempo, juntos recitaban el rosario y el vía crucis, leían en voz alta algún libro piadoso, y también escribían cartas, la mayor parte de las cuales no llegaron a destino porque los carceleros las rompían.

El 30 de septiembre se constituyó el tribunal popular para juzgar a los Hermanos, y el juez D. Lino Martín Carnicero decretó ponerlos en libertad, porque los cargos contra ellos no constituían delito alguno. El acta del juicio se conserva. Pero el 2 de octubre, un escrito del Comité del Frente Popular de Lorca mandaba que se ignorase la sentencia, ya que aquellos presos eran considerados peligrosos. Por lo tanto, los Hermanos siguieron presos. Los días transcurrían sin poder discernir el futuro, hasta que llegó el día de la muerte. Fue el miércoles 18 de noviembre de 1936. Y uno de los milicianos que intervino en el asesinato, Juan Meras, relató más tarde el suceso. Un jefe miliciano, llamado Avelino, dio orden, a las 5 de la mañana, de sacar a dos sacerdotes y a los cinco Hermanos. Los ataron los brazos, los subieron a un camión y les dijeron que les llevaban a otro sitio, para prestar declaración. Pero donde los llevaron fue a las afueras del pueblo, a un monte donde había habido unas minas de azufre, uno de cuyos pozos tenía más de 100 metros de profundidad. Los mandó sentar, atados como estaban, y que rezaran.

Un pelotón de milicianos se puso detrás de ellos y el jefe ordenó disparar. Después, con el revólver remató uno a uno con un tiro en la cabeza. El relato dice que algunos milicianos se pusieron a bailar y a pisotear los cadáveres. Luego les quitaron las cuerdas y, agarrándolos por los pies, los arrastraron hasta el pozo de azufre donde los tiraron. «Es bastante profundo para que nadie se entere que están aquí, y en caso de que triunfen los católicos no vendrán a venerar sus restos», dijo uno de los milicianos. Actualmente el pozo es conocido como «Pozo de los Mártires». La causa canónica agrupa junto a estos 5 hermanos de las Escuelas Cristianas al cura del pueblo, don José Cánovas Martínez, asesinado con ellos.

El Hno. Ovidio Bertrán (Esteban Anuncibay Letona) nació en Mijancas (Álava), diócesis de Vitoria, el 26 de diciembre de 1892. Ingresó en el Aspirantado de Bujedo con 16 años, y pocos meses después iniciaba su noviciado. Tomó el hábito el 28 de junio de 1909. Tuvo que volver a su casa por enfermedad, pero regresó restablecido el 2 de octubre de 1910. Emitió los primeros votos el 31 de octubre de 1911, en Bujedo. Después del Escolasticado inició su apostolado en la escuela llamada "Beneficencia", de Madrid. Emitió sus votos perpetuos en Madrid el 25 de julio de 1919. Fue nombrado Director de Chiclana y posteriormente de Puente Vallecas, uno de los barrios más pobres de Madrid, donde se encontraba cuando en 1931 los revolucionarios quisieron quemar la escuela. Después pasó a dirigir la Escuela de San Fernando, cerca de Cádiz. Después de dos años pasó a la Escuela San Luis, de Sevilla, y dos años después a la de Lorca.

El Hno. Estanislao Víctor (Augusto Cordero Fernández) nació en Bustillo de la Vega, diócesis de Palencia, el 8 de octubre de 1908. Ingresó en el Aspirantado con 16 años, pero debido a su atraso en los estudios se le retrasó un año el paso al Noviciado. Hizo su primera profesión el 6 de agosto de 1927 y la profesión perpetua el 30 de agosto de 1933. Después del Escolasticado inició su apostolado en la Escuela de Peñuelas, de Madrid, en 1930. En 1933 fue destinado a la Escuela San José de Lorca.

El Hno. Hermenegildo Lorenzo (Modesto Sáez Manzanares) nació en Revilla del Campo, diócesis de Burgos, el 30 de julio de 1903. Ingresó en el Aspirantado de Bujedo en julio de 1916. Tomó el hábito el 2 de febrero de 1919. Hizo sus primeros votos el 2 de febrero de 1921, en Bujedo. Emitió la Profesión Perpetua el 28 de agosto de 1928, en Bujedo. Después del Escolasticado inició el apostolado en la escuela de Puente Vallecas, en Madrid, de donde pasó a Melilla por breve tiempo. Pasó luego a la Escuela de Santa Susana, en Madrid y de allí a la Escuela Sagrado Corazón, de Jerez, y a Almería. Su última comunidad fue Lorca.

El Hno. Lorenzo Santiago (Emiliano Martínez De La Pera Álava) nació en Hueto de Arriba (Álava), diócesis de Vitoria, el 8 de agosto de 1913. Ingresó en el Aspirantado de Bujedo el 16 de febrero de 1926. Tomó el hábito religioso el 14 de agosto de 1929 e hizo sus primeros votos el 15 de agosto de 1930. Terminado el Escolasticado fue destinado a la Escuela San José, de Lorca, a donde llegó en septiembre de 1933. Fue su única comunidad, pues allí le sorprendió la persecución religiosa.

El Hno. Luciano Pablo (Germán García Y García) nació en Quintanilla de la Mata, diócesis de Burgos, el 29 de mayo de 1903. Ingresó en el Aspirantado de Bujedo el 11 de noviembre de 1916. Tomó el hábito religioso el 26 de julio de 1919. Hizo los primeros votos el 28 de febrero de 1921, y los votos perpetuos el 7 de septiembre de 1928, en Bujedo. En septiembre de 1922 comenzó su apostolado en la Escuela de San Martín, de Madrid. En 1926 pasó al Colegio Maravillas, también en Madrid, donde estuvo cinco años. Cuando el colegio fue incendiado por las hordas revolucionarias, el 11 de mayo de 1931, fue trasladado a la Escuela de la Inmaculada, de Santiago de Compostela. Estuvo un año en la Escuela La Purísima, de Sevilla, volvió otro año a Madrid, y finalmente, en 1934, fue destinado a Lorca, donde llegó el 9 de septiembre.
fuente: Hermanos de las Escuelas Cristianas - La Salle


Beata Carolina Kózka

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Beata Carolina Kózka, virgen y mártir
En la aldea Wal-Ruda, en Polonia, beata Carolina Kózka, virgen y mártir, que en el fragor de la guerra, siendo aún adolescente, por amor a Cristo murió atravesada por una espada al querer defender su castidad, agredida por un soldado.
La historia del martirio en defensa de la pureza de santa Maria Goretti o de la beata Pierina Morosini, en Italia, tiene analogías en otras partes del mundo cristiano; este es el caso de la beata Carolina Kozka en Polonia.
Nació el 2 de agosto de 1898 en Wal-Ruda (Tarnow), en una familia campesina, pobre, humilde y numerosa, y es en este entorno rural en el que madura su santidad, fruto de la época y de la región en la que vivía. Ya de jovencita sigue la guía de su padre espiritual Ladislao Mendrala, quien la inserta en la vida activa de la parroquia de la aldea; emplea su tiempo libre en enseñar el catecismo a sus hermanos y hermanas, y también a los niños de las casas vecinas, así como ayudando a los ancianos y enfermos.
En mayo de 1914 recibió el sacramento de la Confirmación y seis meses más tarde, el 18 de noviembre, en medio de la I Guerra Mundial, en el frente oriental que vio a Rusia invadir alternaativamente a Prusia y a Polonia, Carolina fue atacada por un soldado ruso y arrastrada al bosque de Wal-Ruda por la fuerza; pero con la misma fuerza se opone a la violencia sexual y por ello fue asesinado, con sólo dieciséis años. Su cuerpo fue encontrado sólo dieciséis días después, el 4 de diciembre, y fue enterrado en el cementerio de la parroquia; su martirio causó un gran revuelo entre los habitantes de la región y el 18 de junio de 1916, cerca de la iglesia de Zabawa, se bendijo un monumento a su memoria, así como luego, en el lugar del crimen, en los bosques, se colocó una cruz. Fue beatificada por SS. Juan Pablo II el 10 de junio de 1987 en Tarnów, en Polonia.

fuente: Santi e Beati



San Román de Cesarea

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San Román de Cesarea, diácono y mártir
En Antioquía de Siria, san Román, mártir, diácono en la Iglesia de Cesarea, que, en la persecución bajo el emperador Diocleciano, al ver cómo los cristianos obedecían los decretos de éste y se acercaban a las estatuas de los ídolos, les exhortó en público a la resistencia, por lo cual, tras crueles tormentos y después de cortarle la lengua, consumó su glorioso martirio al ser estrangulado en la cárcel.
Eusebio cuenta el martirio de Román, diácono de la iglesia de Cesarea, en su relato sobre los mártires de Palestina, ya que, si bien sufrió el martirio en Antioquía, era originario de Palestina. Poseemos además un panegírico escrito por San Juan Crisóstomo y un poema de Prudencio sobre el mártir. A esto hay que añadir, según señala Delehaye, un testimonio muy importante sobre el culto a san Román en la mención que de él hace el Breviarium sirio de principios del siglo V. Por otra parte, el patriarca de Antioquía, Severo, fue consagrado a principios del siglo VI en una iglesia dedicada a nuestro santo y allí predicó varios sermones en su honor.

Cuando estalló la persecución de Diocleciano, Román exhortó a los fieles de la región a permanecer firmes en la fe. Hallándose en Antioquía, en el juicio de unos prisioneros cristianos, al ver que éstos se disponían a ofrecer sacrificios por miedo a los tormentos, los exhortó al martirio. Inmediatamente fue hecho prisionero, azotado y condenado a perecer en la hoguera; pero una violenta tempestad apagó las llamas. Entonces el emperador, que se hallaba en la ciudad, ordenó que se arrancase de raíz la lengua al mártir. La orden fue ejecutada, pero Román prosiguió, milagrosamente (ver, sin embargo, lo que apuntaamos más abajo sobre el cuadro de Zurbarán), exhortando a los presentes a amar y adorar al único y verdadero Dios. El emperador le envió de nuevo a la prisión, donde los verdugos le descoyuntaron las piernas en el potro y le colgaron de una viga del techo. San Román soportó la tortura largo tiempo y murió estrangulado en la prisión.

Prudencio (quien pide al mártir que con sus oraciones le alcance la gracia de pasar del rebaño de los cabritos al de las ovejas) menciona a un niño anónimo de siete años, que alentado por San Román, confesó al verdadero Dios y fue encerrado en la cárcel, «para que así Román, verdadero autor de sus males, sea más agriamente atormentado»; el niño fue finalmente azotado y decapitado. El Martirologio Romano de Baronio daba el nombre de Bárula a ese niño, y lo inscribía en la misma celebración. Pero Eusebio no habla de él, y más bien parece ser un personaje introducido en el poema de Prudencio no por recuerdo histórico sino como recurso dramático de la composición, por lo que en el Martirologio actual ya no se celebra. Delehaye ha demostrado que Bárula es casi seguramente el mártir sirio Baralaha o Barlaam (que se celebra mañana), cuyo nombre se asoció en las antiguas listas al de san Román.

Martirologium Hieronymianum, pp. 605-606; Analecta Bollandiana, vol. XXII (1903), pp. 129-145; vol. XXXVIII (1920), pp. 241-284; y sobre todo, el vol. L (1932), pp. 241-283. En este último artículo Delehaye insiste en el importante papel que desempeñó en este asunto la «Homilia de Resurrectione»; A. Wilmart demostró que esta homilía era obra de Eusebio de Emesa, quien murió el año 359. El poema de Prudencio es el Peristephanon X, y el fragmento de Eusebio puede leerse en inglés en Martyrs of Palestine. Artículo del Butler modificado. El cuadro es «Romano y Bárulas», de Zurbarán, 1630, que se encuentra en el Art Museum de Chicago, notemos que el pintor ha resuelto muy bien la milagrosa predicación muda de Román cuando ya quedó sin lengua (a la que sostiene en su mano como un trofeo): por medio de imágenes en sus vestiduras.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

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