sábado, 14 de noviembre de 2015

San Hipácio de Gangres - Beato Serapión Argel - Beatos Gaspar Nishi Genka, Úrsula y Juan Mataichi Nishi 14112015

San Hipácio de Gangres

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San Hipacio de Gangres, obispo y mártir
En Gangres, de Paflagonia, san Hipacio, obispo, que murió mártir, lapidado en un camino por los herejes novacianos.
La escueta noticia del Martirologio nos hace comprender que de san Hipatio se sabe muy poco, y eso poco se condensa en apenas una línea. Ciertamente se puede aceptar la existencia histórica de un san Hipatio, obispo de Gangra, ciudad de Paflagonia, histórica región de Asia Menor en torno al Mar Negro y provincia romana en el tercer siglo; pero debemos ser cautos en la admisión de todos los detalles y cosas inverosímiles que abundan en las narraciones de «Passio» y «Vita», así como las contadas en los Sinaxarios (santorales) griegos.

Según la «Vita», Hipatio habría sucedido al obispo de Gangra Atanasio en el siglo cuarto, y sus actividades pastorales se habrían puesto de manifiesto en la dura lucha contra los paganos, en la destrucción de templos, fundación de ermitas, construcción de iglesias y el establecimiento de un hospicio abierto a todos. Fue escritor de obras espirituales, incluyendo una interpretación de los «Proverbios de Salomón», que dedicó a la piadosa Gaiana, una de sus cooperadoras en las obras de caridad. En los sinaxarios bizantinos afirman que asistió al Concilio de Nicea (325) y su nombre también se encuentra en la lista de participantes en el Concilio de Gangra (340). También se le atribuye (como a tantos otros santos) un legendario episodio en el que da muerte a un dragón, lo que es luego un rico motivo iconográfioco, como puede verse en la estampa que acompaña a este escrito.

En un año imprecisado, en algún momento del siglo IV, pero después del 340, fue atacado y apedreado por herejes novacianos, escondidos en un barranco cerca de Luciana. Los novacianos eran seguidores de la doctrina del obispo cismático Novaciano, del siglo III, que representaba una corriente de rigurorismo exagerado en cuestiones disciplinares y penitenciales, especialmente en relación con los «relapsi», es decir, los cristianos que durante la persecución habían negado la fe para evitar el martirio, y que pasada la misma querían volver a ser admitidos como cristianos. Distintos corrientes rigoristas que se oponían a la admisión de los «relapsi» se hallaban extendidos por todo el vasto Imperio Romano, y constituían importantes iglesias.

El trágico y súbito final que señala Martirologio Romano, está en contraste con la narración de la «Passio», posiblemente legendaria, que habla de la tortura, el juicio y la decapitación final, Su culto se extendió en la Iglesia bizantina, que lo celebra en fechas diferentes, 14 y 15 de noviembre, 18 y 19 de enero y otros días del año. Su culto llega a Occidente por el sur de Italia, con los monjes «basilianos», es decir que practicaban la Regla de San Basilio el Grande, que se difundieron ampliamente por Italia, aunque ahora sólo se encuentran en la abadía de Grottaferrata (Roma). En el siglo XVI, el cardenal César Baronio (1538-1607), escritor del primera Martirologio Romano, lo inserta oficialmente el 14 de noviembre, fecha en la que se cita mayoritariamente en los sinaxarios de Oriente.
fuente: Santi e Beati


Beato Serapión Argel

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San Serapión, religioso y mártir
En Argel, de África septentrional, san Serapión, de la Orden de Nuestra Señora de la Merced, en la cual fue el primero que para la redención de los fieles cautivos y predicación de la fe cristiana mereció la palma del martirio.
Su juventud y su vida fueron de las más aventurero que podían ocurrir en aquella época. Serapión nació en Londres en 1179, hijo de Rotlando Scoto, capitán y noble de la corte inglesa de Enrique II. Participó con su padre en la Tercera Cruzada, aunque aun era un niño; bajo el mando de Ricardo Corazón de León participó en la conquista de Tolemaida (San Juan de Acre) y el asedio de Ascalón. El destino quiso que a su regreso de las Cruzadas, el buque encallara en la costa de Venecia, obligándoles a continuar su viaje por tierra. Por el camino los supervivientes fueron hechos prisioneros del duque de Austria. El rey y su padre fueron liberados, pero Serapión fue detenido en calidad de rehén. Destacó por su bondad ante el príncipe Leopoldo de Austria, que lo tomó a su servicio; allí le llegó la noticia de la muerte de sus padres, por lo que permaneció en la corte de Austria, dedicándose a obras de caridad y piedad. Formaba parte del séquito de Leopoldo que fue en ayuda del rey de España contra los moros, con el deseo de luchar contra los musulmanes, enemigos de la religión cristiana. La expedición, superada la resistencia de los albigenses en el sur de Francia, llegó a España cuando ya, el 19 de julio de 1212, los moros habían sido derrotados (batalla de Navas de Tolosa). Serapión permaneció al servicio del rey Alfonso de Castilla, participando en las batallas posteriores. Cuando en octubre de 1214 falleció el rey Alfonso, Serapión regresó a Austria, partiendo con el duque Leopoldo a la Quinta Cruzada, en 1217, primero a Palestina y luego a Egipto.

En 1221, cuando acompañaba a doña Beatriz de Suabia que iba a desposarse con Fernando el Santo, de Castilla, conoció en Daroca a san Pedro Nolasco, que había fundado en 1218 la Orden de Santa María de la Merced, para la redención de los cautivos cristianos esclavizados por los árabes. Decidió abrazar el Instituto en 1222, dedicándose primero a la atención y la educación religiosa de los esclavos liberados, y luego pidiendo limosna para su «redención» (es decir, su rescate) en España y Francia. Junto a san Ramón Nonato, en 1229, hizo la primera «redención» en Argelia, la liberación de 150 esclavos; y en el mismo año participó con san Pedro Nolasco, el fundador, en la conquista de las Islas Baleares, donde fundó el primer convento de la Orden. De nuevo volvió a Argel en 1232, siempre con san Ramón, liberando otros 228 esclavos; al regreso estos se amotinaron contra los dos sacerdotes santos que reprochaban sus vicios, pero una terrible tempestad calmada por las oraciones de los dos santos, aplacó el motín y, pidiéndoles perdón, regresaron a la tranquilidad.
Pero sus aventuras no habían terminado: en 1239 san Pedro Nolasco lo envió a Inglaterra, su país natal, para difundir la Orden, pero el barco fue atacado por piratas que lo apalearon salvajemente y, creyéndole muerto, lo abandonaron desnudo en una playa desierta; fue socorrido y vestido por unos pescadores, y a continuación, se allegó a sus familiares en Londres, pero fue expulsado de allí, porque desaprobaba la requisición de los bienes de la Iglesia, así que pasó a Escocia e Irlanda. En 1240 regresó a España e hizo un rescate en Murcia de 98 esclavos, y otros 87 en Argelia, donde permaneció como rehén para liberar a otros infelices. Los moros se irritan por su predicación y por las conversiones que consigue, por lo que lo ataron a una cruz de san Andrés y lo maltrataron salvajemente, con odio ciego. Le rompieron todas las articulaciones de las extremidades, le extrajeron los intestinos, lo envolvieron con ellos y le cortaron la cabeza, cumpliendo así el martirio el 14 de noviembre de 1240.
fuente: Santi e Beati



Beato Gaspar Nishi Genka

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Beatos Gaspar Nishi Genka, Úrsula y Juan Mataichi Nishi, mártires
En Ikitsuki, Hirado, martirio del samurai Gaspar Nishi Genka, con su esposa Úrsula y su hijo primogénito Juan Mataichi Nishi.

Se trata de una familia de mártires. Estos tres fueron martirizados el 14 de noviembre de 1609. Hijo de Úrsula es el padre Tomás, o.p., mártir en 1634, ya canonizado por Juan Pablo II en 1987; también fue martirizado su otro hijo Miguel con su esposa e hijo en 1634, por haber dado alojamiento a su hermano, el padre Tomás.

El samurai Gaspar Nishi era protector y padre de los pobres y campesinos. El martirio de esta familia fue promovido de modo especial por un bonzo principal de Hirado, de una secta budista, mitad bonzos mitad soldados, prohibidos posteriormente, que era amigo del «daimyó». Los datos precisos del martirio se encuentran en la carta de monseñor Cerqueira, del 10 de marzo de 1610, dirigida al Papa Pablo V. Los mártires se prepararon con oración para el martirio. Gaspar, samurai, pidió morir como Jesús en una cruz, pero sólo se le concedió ser decapitado en el lugar donde anteriormente el misionero padre Torres había levantado la cruz. Úrsula y su hijo Juan murieron decapitados, arrodillados y pronunciando los nombres de Jesús y María. En sus cabezas, expuestas públicamente, pusieron la causa de la muerte: «por ser cristianos». Sus cuerpos fueron llevados a Nagasaki y posteriormente, en 1614, a Macao.
fuente: «L`Osservatore Romano»

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