Beata María Elisabet Hesselblad, virgen
fecha: 24 de abril
n.: 1870 - †: 1957 - país: Italia
canonización: B: Juan Pablo II 9 abr 2000
hagiografía: Vaticano
n.: 1870 - †: 1957 - país: Italia
canonización: B: Juan Pablo II 9 abr 2000
hagiografía: Vaticano
En Roma, beata María Elisabet
Hesselblad, virgen, que, oriunda de Suecia, tras haber prestado servicio
durante largo tiempo en un hospital, reformó la Orden de Santa Brígida,
dedicándose particularmente a la contemplación, a la caridad para con los
necesitados y a la unidad de los cristianos.

Nació en un pequeño pueblito de Fâglavik,
en la provincia de Âlvsborg, Suecia, el 4 de junio de 1870. Fueron sus padres
el Sr. Augusto Roberto Hesselblad y la Sra. Cajsa Pettesdotter Dag, fue la
quinta de trece hijos. Recibió el bautismo en la Iglesia Luterana de su
Parroquia de Hundene, Suecia y transcurrió su infancia por diversos lugares,
siguiendo a su familia que por motivos económicos buscaban lugares de trabajo.
En el año de 1886, para ganarse el pan y
contribuir al sostenimiento de su familia, se fue a trabajar a Kârlosborg y
después a Estados Unidos de América donde frecuentó la escuela de enfermería en
el Hospital Roosvelt en Nueva York. Ahí se dedicó a asistir a los enfermos a
domicilio, este trabajo fue muy duro para ella porque no se sentía bien de
salud, sin embargo el contacto con los enfermos católicos y la sed que tenía
por buscar la verdad contribuyeron a tener viva en su alma la búsqueda del
redil de Cristo. La oración, el estudio y la devoción filial por la Madre del
Redentor la condujeron decididamente hacia la Iglesia Católica y el 15 de
agosto de 1902, en el Convento de la Visitación en Washington, recibió el
sacramento del bautismo «bajo condición» de las manos del P. Juan Hagen, S.I.,
que fue también su director espiritual. En Roma recibió el sacramento de la
Confirmación y vio claramente que debía dedicarse a la unidad de los
cristianos. Visitó también el templo y la casa de Santa Brígida de Suecia (+
1373), recibiendo una grande y profunda impresión a tal grado que mientras se
encontraba en oración en ese lugar, escuchó una voz que le decía: «Es aquí
donde deseo que te pongas a mi servicio».
Regresó a Estados Unidos sin embargo
aunque no se encontraba bien de salud dejó todo y el 25 de marzo de 1904 se
estableció en Roma en la casa de Santa Brígida, donde fue recibida
cariñosamente por las monjas que vivían ahí. En el silencio y en la oración
conoció profundamente el amor de Cristo, cultivó y difundió la devoción de
Santa Brígida y de Santa Catalina de Suecia, tuvo siempre una creciente
preocupación espiritual por su país por la Iglesia. En 1906 San Pío X le
concedió llevar el hábito de la Orden del Santísimo Salvador de Santa Brígida y
de profesar sus votos religiosos como hija espiritual de la santa de Suecia. Su
sueño de dar vida en Roma a una comunidad Brigidina no se realizó, sin embargo,
floreció una nueva rama del antiguo troneo Brigidino, y así, el 9 de septiembre
de 1911, comenzando con 3 jóvenes postulantes inglesas, refundó la Orden del
Santísimo Salvador de Santa Brígida con la misión de orar y trabajar
especialmente por la unión de los cristianos de Escandinavia con la Iglesia
Católica.
En 1931 tuvo la grande alegría de obtener
perpetuamente por parte de la Santa Sede, la iglesia y la casa de Santa Brígida
en Roma que llegaron a ser el centro de la Orden. Durante y después de la
segunda Guerra Mundial la Sierva de Dios realizó una intensa Obra de caridad a
favor de los pobres y de los perseguidos por leyes de racismo; promovió un
movimiento por la paz entre católicos y no católicos, trabajando fuertemente en
el ecumenismo. Desde el inicio de su Fundación atendió su preocupación la
formación de sus hijas espirituales para las que fue madre y maestra. Les recomendaba
la unión con Dios, la ardiente flama de asemejarse al Divino Salvador, el amor
a la Iglesia y al Romano Pontífice y de hacer oración para que existiera un
solo redil y un solo Pastor añadiendo: «Este es el fin primario de nuestra
vocación».
Tuvo grande respeto por la libertad
religiosa de los no cristianos y de los no católicos que recibió en su casa.
Practicó la justicia hacia Dios y hacia el prójimo, la templanza, el dominio de
sí, el alejarse de los honores, de las cosas del mundo, la humildad, la
castidad, la obediencia, la fortaleza en las tribulaciones, la perseverancia en
la oración y en el servicio a Dios, la fidelidad en su consagración religiosa.
Caminó con Dios abrazando la cruz de Cristo que la acompañó desde su juventud.
«Para mí -afirmaba- el camino de la cruz fue el más hermoso que he visto porque
en él conocí a mi Señor y Salvador», junto a los sufrimientos morales padeció
también interrumpidamente sufrimientos físicos. La cruz llegó a ser en manera
particular dolorosa y pesada en los últimos años de su vida. Debido a su
constancia en la oración vivió serenamente la voluntad de Dios y así se preparó
al encuentro definitivo con el Esposo Divino que la llamó en las primeras horas
del 24 de abril de 1957. Vivió y murió en fama de santidad, esta fama ha
crecido también después de su muerte, y por la misma se comenzó su causa de
beatificación.
fuente: Vaticano
accedida 515 veces
ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.org/lectura/santoral.php?idu=1361
No hay comentarios:
Publicar un comentario