jueves, 30 de junio de 2016

Santos del día 1 de julio

Santos del día 1 de julio
Kalendis iulii
Conmemoración de san Aarón, de la tribu de Leví, a quien su hermano Moisés ungió sacerdote del Antiguo Testamento con óleo sagrado. A su muerte fue sepultado en el monte Hor.
En Vienne, ciudad de la Galia Lugdunense, san Martín, obispo.
En el monasterio de Bebrón, también en la Galia Lugdunense, san Domiciano, abad, que primero llevó vida eremítica en este lugar, y después de haber reunido a muchos en torno a él para que se dedicasen al servicio de Dios, ocupado siempre en los asuntos celestiales, partió de este mundo en avanzada edad.
Cerca de Reims, en Neustria, san Teodorico, presbítero, discípulo del obispo san Remigio.
En Angulema, en Aquitania, san Eparquio, presbítero, que pasó treinta y nueve años en completa soledad, entregado sólo a la oración y enseñando a sus discípulos que «la fe no teme el hambre».
En Bretaña Menor, san Golveno, obispo, quien, después de llevar vida eremítica, se dice que sucedió a san Pablo de León.
En el monasterio de Anille (Saint-Calais), en la Galia Cenomanense, san Carilefo, abad.
En Londres, en Inglaterra, beatos Jorge Beesley y Montford Scott, presbíteros y mártires, que en tiempo de la reina Isabel I, condenados a la pena capital por ser sacerdotes, tras pasar por crueles tormentos consiguieron la palma del martirio.
También en la ciudad de Londres, beato Tomás Maxfield, presbítero y mártir, que, reinando Jacobo I, fue condenado a muerte por haber entrado en Inglaterra como sacerdote, y cumplió la sentencia en el patíbulo de Tyburn, que había sido adornado con flores por los fieles, como clara manifestación del gran amor que le profesaban.
De nuevo en Londres, san Oliverio Plunkett, obispo de Armagh y mártir, que en tiempo del rey Carlos II, falsamente acusado de traición, fue condenado a la pena capital, y ante el patíbulo, rodeado por una multitud, después de perdonar a sus enemigos, confesó con gran firmeza la fe católica.
En el mar, frente a la costa de Rochefort, en Francia, beatos Juan Bautista Duverneuil, carmelita descalzo, y Pedro Aredio Labrouche de Laborderie, canónigo de Clermont, presbíteros y mártires, que durante la Revolución Francesa, por ser sacerdotes, fueron recluidos en una nave destinada al transporte de esclavos, y los dejaron morir en ella, consumidos por el hambre y la enfermedad.
En Stresa, Italia, beato Antonio Rosmini, presbítero.
En La Valetta, en la isla de Malta, beato Ignacio Falzon, que, como clérigo, consagró su vida a la oración y a enseñar la doctrina cristiana, poniendo gran celo en ayudar a los soldados y marineros para que abrazasen la fe católica, antes de partir hacia la guerra.
En el pueblo de Zhuhedian, cerca de Jieshui, en la provincia china de Hunan, san Zhang Huailu, mártir, el cual, en la persecución desencadenada por los seguidores del movimiento Yihetuan, mientras todavía era catecúmeno, confesó espontáneamente su fe cristiana y, armado con la señal de la Cruz, mereció recibir el bautismo en Cristo con su propia sangre.
En el Rancho de las Cruces, aldea de Guadalajara, en México, santos Justino Orona Madrigal y Atilano Cruz Alvarado, presbíteros y mártires, que, durante la persecución desencadenada en ese país, por el Reino de Cristo recibieron juntos la muerte.
Cerca de Munich, ciudad de Baviera, en Alemania, beato Juan Nepomuceno Chrzan, de nacionalidad polaca, presbítero y mártir, que, en tiempo de guerra, murió en el campo de concentración de Dachau por defender la fe ante sus perseguidores.
En San Pablo, Brasil, beata Asunta Marchetti, virgen y cofundadora de la Congregación de las Hermanas Misioneras de San Carlos Borromeo -Scalabrinianas-.

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