martes, 28 de junio de 2016

Santos Plutarco, Sereno y compañeros, mártires - San Pablo I, papa (28 de junio)

Santos Plutarco, Sereno y compañeros, mártires

fecha: 28 de junio
†: c. 202 - país: Egipto
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

En Alejandría de Egipto, en tiempo del emperador Septimio Severo, santos mártires Plutarco, Sereno, Heráclides, catecúmeno, Herón, neófito, otro Sereno, Heraidis, catecúmena, Potamiena y Marcela, su madre, todos discípulos de Orígenes, que, por confesar a Cristo, unos fueron degollados y otros entregados a las llamas. Entre ellos destacó la virgen Potamiena, que sufrió innumerables pruebas en defensa de su virginidad y, después de padecer por su fe atroces tormentos, finalmente fue quemada viva junto con su madre.
refieren a este santo: San BasílidesSan Heraclas de Alejandría
La escuela de catequética de Orígenes, en Alejandría, fue un campo de entrenamiento para la virtud, porque el maestro, no contento con enseñar las ciencias, puso gran empeño en inculcar a sus alumnos los principios esenciales de la perfección cristiana. De aquella escuela surgieron varios mártires ilustres de la persecución de Septimio Severo, que se desplegó con todo su furor, desde el 202 (el año anterior, Orígenes había sido nombrado catequista) hasta el 211, fecha en que murió el Emperador.
Uno de los primeros entre los que perecieron fue san Plutarco, hermano de san Heraclio, futuro obispo de Alejandría. Aquellos dos hermanos habían sido convertidos a la fe al mismo tiempo, por escuchar las enseñanzas de Orígenes. Como Plutarco era un personaje prominente, se le detuvo casi al iniciarse la persecución. El propio Orígenes lo visitó en la prisión para alentarle, le acompañó hasta el lugar de la ejecución y estuvo a punto de morir en un linchamiento que intentó contra él la muchedumbre, al señalarle como responsable por la muerte de Plutarco. Sereno, otro de los discípulos del maestro, fue quemado en vida; Heraclides, un catecúmeno, y Herón, un neófito, fueron decapitados. Otro confesor llamado también Sereno, murió decapitado después de haber sido sometido a crueles torturas. Las mujeres, lo mismo que los hombres, asistían a la escuela de catequesis y tres de ellas sufrieron el martirio. Herais, una doncella que aún no pasaba de su etapa de catecúmena, «fue bautizada por el fuego», para citar la propia expresión de Orígenes. Las otras dos mujeres, Marcella y Potamiaena, eran madre e hija.
Se hicieron reiterados intentos para inducir a Potamiaena, que era joven, de buen porte y muy hermosa, para que comprase su libertad, al precio de su castidad; pero la doncella rechazó todas las proposiciones con absoluto desprecio. El juez la condenó a ser despojada de sus ropas, exhibida en completa desnudez y arrojada a un caldero de pez hirviendo. Cuando la muchacha comprendió que iban a despojarla de sus vestiduras, apeló al juez con estas palabras: «¡Por la vida del emperador a quien tú sirves, te suplico que no me obligues a aparecer desnuda! Manda más bien que, vestida como estoy, sea metida lentamente en el caldero, a fin de que tú mismo veas la paciencia con que Jesucristo, al que no conoces, reviste a los que confían en Él». El magistrado le otorgó la gracia que pedía y encargó a uno de los guardias, llamado Basílides, que procediese a la ejecución. Aquel guardia trató a la doncella con mucho respeto y la protegió de los insultos, los golpes y empellones de la muchedumbre. Potamiaena le dio las gracias por su gentileza y le prometió que, después de su muerte, le rogaría a Dios por su salvación. Entonces se ejecutó la cruel sentencia. Marcella, la madre de Potamiaena, fue ejecutada al mismo tiempo.
No pasaron muchos días sin que Basílides dejase boquiabiertos de asombro a sus compañeros de la guardia, al negarse a hacer un juramento, como habían ordenado sus superiores: dijo que era cristiano y no podía jurar por los falsos dioses. Al principio, los guardias creyeron que estaba de broma, pero como insistiese en su negativa, sus mismos compañeros lo arrastraron hacia el prefecto quien mandó que le encerrasen en la prisión. A los otros cristianos que acudieron a visitarle en su celda, les contó que la doncella Potamiaena se le había aparecido en sueños para colocarle sobre la frente una corona que ella había conquistado para él con sus plegarias. Basílides fue bautizado en la prisión y, tras de hacer una apasionada confesión de fe ante el magistrado, le cortaron la cabeza. Se afirma que numerosas personas de Alejandría se convirtieron al cristianismo en razón de que santa Potamiaena las visitaba en sus sueños.
La fuente de información más autorizada para esta narración es la Historia Eclesiástica de Eusebio, lib. IV, cap. 5. Ver Delehaye en Analecta Bollandiana, vol. XL (1922), pp. 9, 23 y 89.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
accedida 1211 veces
ingreso o última modificación relevante: ant 2012

Estas biografías de santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía, referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.org/lectura/santoral.php?idu=2162




San Pablo I, papa

fecha: 28 de junio
†: 767 - país: Italia
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

En Roma, san Pablo I, papa, quien, afable y misericordioso, de noche visitaba en silencio las viviendas de los enfermos pobres y les prestaba ayuda. Defensor de la fe ortodoxa, escribió a los emperadores Constantino y León para que restituyeran el culto a las sagradas imágenes. Muy devoto de los santos, trasladó entre himnos y cánticos los cuerpos de los mártires desde los cementerios en ruinas a los diversos títulos y monasterios del interior de la ciudad, y promovió su culto.
El sucesor del papa Esteban III en el trono de San Pedro, fue Pablo, su hermano menor. Los dos habían recibido al mismo tiempo su educación en la escuela de Letrán, juntos fueron elevados a la dignidad de diáconos por el papa san Zacarías, y Pablo siempre estuvo estrechamente unido a Esteban, a quien cuidó con ternura en su última enfermedad. No es de extrañar que, al ascender al papado, conservase estrictamente la política de su hermano. Un contemporáneo, cuyos escritos figuran en el Liber Pontificalis, rinde elocuentes tributos al carácter personal del papa Pablo y hace resaltar su bondad, su clemencia y su magnanimidad. Siempre estaba dispuesto a ayudar a los necesitados y jamás devolvió mal por mal. A menudo, aprovechaba las sombras de la noche para escurrirse en las prisiones a redimir a los deudores pobres encarcelados; en ocasiones, consiguió devolver la libertad a reos condenados a muerte. Si acaso llegaba a fallar en la justicia, era por exceso de misericordia.
El pontificado de Pablo, que tuvo diez años de duración, gozó de una paz relativa en el extranjero, debido a sus buenas relaciones con el rey Pipino, y una completa tranquilidad en su propia sede, debido a su firme gobierno; no deberíamos decir «firme», porque es una palabra que sugiere la dureza, pero así fue: la firmeza de la administración de Pablo I ofrece un marcado contraste con la bondad y dulzura de carácter del que habla el Liber Pontificalis. Al mismo tiempo, los registros de su pontificado, constituyen un largo relato de diplomacia política; en las palabras de Mons. Mann: «Por medio de un incesante esfuerzo de diplomacia, Pablo I evitó que los lombardos por una parte y los griegos por la otra, hiciesen o intentasen hacer algo en contra de los recién adquiridos poderes temporales del Sumo Pontífice; con brillante destreza, consiguió que los grandes y graves acontecimientos quedasen sólo a punto de suceder». Se mantuvo siempre en los mejores términos con el rey Pipino, a quien enviaba cartas extremadamente corteses, regalos (incluso un órgano) y reliquias de los mártires.
En Roma propiamente dicha, las actividades del Papa tomaron una forma más concreta todavía. Como las catacumbas habían quedado reducidas a escombros por la carcoma del tiempo y el paso de los bárbaros, el Papa se dedicó a trasladar las reliquias de muchos santos y mártires a las iglesias de la ciudad. Entre los restos qué recuperó, figuran los de santa Petronila, la supuesta hija de san Pedro, que fueron sepultados en un mausoleo recién restaurado que, con el tiempo, llegó a conocerse como Capilla de los Reyes de Francia. El santo Pontífice construyó o reconstruyó una iglesia de San Pedro y San Pablo y también erigió un oratorio en honor de Nuestra Señora dentro de su propia iglesia de San Pedro. En la mansión familiar, que convirtió en monasterio dedicado a los papas San Esteban I y San Silvestre, instaló a los monjes griegos que habían escapado de la persecución iconoclasta. La iglesia adjunta, reconstruida por el Papa y puesta al servicio de los religiosos refugiados, tomó el nombre de San Silvestre in Capite, porque ahí se guardó una cabeza que los griegos trajeron del Oriente y que era, según se afirmaba, la de san Juan Bautista. Once siglos más tarde, la misma iglesia, nuevamente reconstruida, fue entregada para el culto de los católicos ingleses, por el Papa León XIII. El Papa Pablo I se hallaba en san Pablo Extramuros, a donde había ido para escapar al agobiante verano de Roma, cuando fue atacado por una fiebre que resultó fatal. Murió el 28 de junio del 767.
El Liber Pontificalis en la edición de Duchesne (vol. I, pp. 463-467), es la fuente más digna de confianza para una estimación del carácter personal del Papa. Las cartas de Pablo I, se encuentran en MGH., Epistolae, vol. III, edición de Gundlach.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
accedida 773 veces
ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía, referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.org/lectura/santoral.php?idu=2163

No hay comentarios:

Publicar un comentario