las últimas palabras de Romero
Cuando
Mons. Romero volvió de Roma, lloró. Fue muy poco comprendido en Roma. Jon
Sobrino me escribió entonces una carta pidiéndome que le escribiese, porque
estaba muy golpeado. Cuando me llegó la carta de Jon, monseñor era ya mártir.
Fue cuando escribí el poema a "San Romero de América, pastor y
mártir".
Un
grupo de obispos brasileños, más Sergio Méndez, Samuel Ruiz... le habíamos
enviado un telegrama felicitándole por la carta famosa que él envió a Carter.
El último día de su vida, las últimas palabras que escribió fueron una carta
respondiendo a nuestro telegrama. Y las últimas palabras de la carta son:
"siéntanme estrechamente unido en... el triunfo de la Resurrección".
Se
lo he comentado a los exiliados salvadoreños. Y les ha impresionado mucho.
acompañar a Guatemala
La represión en
Guatemala es sofisticada y durísima. De masacres.
Hablando
con los refugiados uno llega a saber cosas que estremecen. En una celebración
de la Eucaristía que yo presidía pidieron por la familia, por la comunidad tal,
de un señor indígena. El estaba presente. Estaba presente con el cuerpo
manchado: el shock que sufrió le provocó ese trastorno en la pigmentación de la
piel. El ejército entró en su aldea, violó mujeres... y juntó a todos los
hombres en la iglesia y los masacró. El quedó sepultado debajo de los cadáveres
de sus compañeros. La sangre caía sobre él, bautizándolo. Cuando el ejército se
fue -cuenta él- se incorporó y pidió permiso a los hermanos muertos para
irse... Y dice que entendió en aquella hora que el Señor le había salvado la
vida para que el mundo supiese...
De
una represión así, tan violenta, de un ejército tan sofisticado, resulta un
control casi absoluto. Ahora lo que hacen es llevar a los campesinos a otras
áreas, impidiendo así que los que regresan de los refugiados, por ejemplo, o
los más organizados, puedan ubicarse.
Alguien decía que
toda Guatemala sería prácticamente como un pueblo fluctuante, un Pueblo fuera de
lugar: o está en los refugios, en el exilio, o vive en la guerrilla o está en
las patrullas, que según algunos son como unos 800.000. Los números ahí son
escalofriantes. Algunos viven una cierta clandestinidad hasta en las ciudades.
Deportados, pues, muchos, hasta dentro de la propia Guatemala... Y dentro de
esta situación, a pesar de todo, las comunidades crecen, realmente... Tenemos
que acompañarlos con mucho cariño, y con mucha oración también.
no tuve coraje para comer
Ayer, cuando venía en
el avión, nos pasaron un almuerzo espléndido, suculento. No tuve coraje para
comérmelo. Me podrán decir ustedes que fue una estupidez... Yo pensaba en los
que en Nicaragua lo pasan tan apretado, y en Guatemala, y en toda
Centroamérica... Pensaba en los niños del Quiché, miles de familias en esas
montañas del Quiché de Guatemala, donde el ejército de la "democracia
cristiana" (vean qué dos palabras) de Vinicio Cerezo está masacrando a
familias enteras, sobre todo a partir de nuevo del mes de setiembre del 87. Ahí
en las montañas del Quiché los niños no pueden tomar leche. Viven las familias
en champas de plástico, trasladándose de un lado a otro perseguidos por el
ejército...
sin hacer mayor drama
Yo iba a ir a esos
países centroamericanos... inicialmente, los obispos afectados aceptaron mi
idea, hasta "con cariño y con alegría", según me dijeron. Después
hubo un encuentro de obispos centroamericanos en Colombia, preparando la
asamblea del Celam, y de allí surgió el veto. No pude entrar... Pero pienso que
en cualquier caso se debió a motivos varios. Cada uno tiene su modo de ver y de
sentir el evangelio. En estas incomprensiones y vetos y no vetos, todos
pensamos actuar con la mayor sinceridad evangélica, ¿no?
Sería
bueno que, en todo caso, nos habituáramos a pensar que aquellas palabras de
Jesús sobre la conflictividad no se quedaron en letra muerta, sino que pueden
seguir siendo hoy de palpitante actualidad...
Podría
traer aquí una página de mi diario, la que escribí cuando recibí el veto de mis
colegas obispos. Pensé: hay tantos religiosos incomprendidos por sus obispos,
tantos sacerdotes vetados, tantas actuaciones (tan cristianas) episcopalmente
prohibidas... que no me parece malo experimentar en mi propia carne este
"veto". Creo que es un crecimiento en el "proceso" de la
Iglesia el que los obispos expulsen o prohíban a los obispos. Creo que es
crecer. Lo digo sinceramente. Y por eso creo que hay que tomarse las cosas con
cierta naturalidad, sin hacer mayor drama...
por
el bien de la mayoría
Aquí en Nicaragua,
como en el mundo entero, aquellos que no le vean mayor valor a una revolución
realmente popular, aquellos que quieran volver a las andadas o sueñen con
Estados Unidos, es porque no son capaces de ser austeros, sacrificados; no son
capaces de renunciar a sus caprichos, a sus lujos, a sus vanidades, a su
comodidad. Y así no hay modo.
Debemos
saber renunciar. ¿Falta algo? Pues falta. A otros les falta mucho más. Yo
renuncio a algo para que todos tengan lo necesario. Y ahí, vean, esos
contrabandos, esos estraperlos, el agiotismo, la corrupción... eso es criminal,
eso es asesino, eso es blasfemo porque impide que los bienes que Dios nos da
para todos lleguen realmente a todos. No quejarse, no reclamar por los
artículos que faltan, que faltan precisamente por el bien de todos, eso es
espíritu cristiano aquí y ahora.
El
realismo debe obligarnos a sentir las dificultades de los hermanos en carne
propia. Si falta algo por el bien de todos, que falte y que no falte nuestra
generosidad, nuestra austeridad, nuestra capacidad de ideal, de ilusión, de
entusiasmo. Si falta algo por el bien de la mayoría yo no me habré de quejar.
no se nace, se hace
Nadie nace con un
corazón revolucionario. Ni siquiera con un corazón socialista. Como nadie nace
con un corazón cristiano. ¿Quién de nosotros nace con corazón pobre? Eso se va
adquiriendo, se va conquistando, se va haciendo en la revolución de cada día.
la opción por los pobres y sus procesos
La iglesia siempre ha
hecho la opción por los pobres. Siempre. No hay duda. De una manera u otra. Y
muchas veces heroicamente.
Sin
embargo, actualmente hay una novedad en esa opción. La novedad que en gran
parte nos ha aportado la teología de la liberación -y a la que nos ayudó
también el propio Marx- es que estamos haciendo opción también por sus
procesos, por los procesos de los pueblos. Optamos pues por los pobres como
individuos, como clases, como mayorías, como pueblo, como Pueblo organizado,
como pueblos en proceso. Esa sería la novedad. Y me parece una novedad
sumamente importante.
Y
ahí viene todo eso que ya sabemos: entrar en los procesos, respetándolos,
asumiéndolos en la medida de lo posible, respetando su ritmo en la evaluación,
en la programación, dejando y haciendo que el Pueblo participe realmente...
pastoral de la defensa
Nuestra
Iglesia y buena parte de nuestra jerarquía olvida la historia fácilmente.
Cuando la segunda guerra mundial, elementos de Iglesia atendían pastoralmente a
quien estaba en la resistencia. Y la iglesia lo veía bien. Los bendecía. Les
pasaba indulgencia. No digo que no hubiese Iglesia y hasta jerarquía con la
contra-resistencia. No digo que no. Se dio de todo. Pero ustedes recordarán -y
los más jóvenes lo habrán podido leer en textos referentes a la época- que la
resistencia era algo legítimo, algo heroico, algo bien cristiano. ¿Y por qué la
resistencia en Centroamérica no? ¿Por qué? (Claro, que hay que llamar
resistencia a lo que lo es, a la que siempre lo ha sido, a la resistencia
contra el imperio invasor, no a los asalariados del imperio que se quieren disfrazar
autodenominándose "resistencia"...).
Todo
esto se lo decía yo -en otros términos- al Papa, en una carta que le escribí.
El hecho de que los nicaragüenses defiendan su proceso revolucionario, el hecho
de que se vean obligados a defenderlo -decía muy bien Tomás Borge- les obliga a
morir y a matar... No vamos a caer en esa estupidez que el sistema quiere
inculcarnos de que a los nicaragüenses les gusta la guerra. Eso no le gusta a
nadie. Recuerdo lo que leí en tantas paredes de Nicaragua: "No somos militares.
Somos población civil. Estamos armados por necesidad". Como Iglesia no
sólo no podemos condenar esta defensa, sino que debemos atenderla
pastoralmente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario